COMPLOT CONTRA LA IGLESIA

Maurice Pinay

Cuarta Parte
LA QUINTA COLUMNA JUDÍA EN EL CLERO

Capítulo Trigésimo Noveno

INFILTRACIÓN JUDEO-MASÓNICA EN LA SOCIEDAD DE LOS JESUITAS

   La "Enciclopedia Judaica Castellana" citando a Limborch dice literalmente:

   "En Amsterdam y en otras partes encuéntranse agustinos, franciscanos, jesuitas y dominicos que son judíos" (344).

   Como hemos podido apreciar, los judíos clandestinos invaden por lo general todas las jerarquías del clero seglar y todas las órdenes monásticas. Sin embrago, con respecto a estas últimas es preciso hacer notar la preferencia que siempre han mostrado para infiltrarse y controlar aquéllas que los hebreos consideran como las más peligrosas, ya que controlándolas pueden nulificarlas. Así, en el siglo XII en que la Orden del Temple constituía para ellos un grandísimo peligro, se dieron a invadirla hasta conquistar silenciosamente sus altos mandos, desviándola en sus finalidades y utilizándola en contra de la Iglesia y de las monarquías cristianas, lo cual fue un verdadero desastre que motivó la rápida acción del papado y de la monarquía cristiana disolviendo la Orden y ejecutando a su Gran Maestre para salvar a la Cristiandad de una catástrofe.

   En la Edad Media los judíos dieron preferencia a la infiltración en las Órdenes en que se formaban los cuadros de mando de la Inquisición Pontificia para poder anular la capacidad de lucha de ésta, pero como los franciscanos y dominicos eran especialistas en el conocimiento del problema judío y maestros en la lucha contra el judaísmo, aunque invalidados como hemos visto, pudieron defenderse mejor.

   En los tiempos modernos la Orden que ha luchado más en contra de las empresas judías revolucionarias: masonería, espiritismo, teosofía, comunismo., ha sido la benemérita Compañía de Jesús. Esto se debe a que muchos de sus integrantes, lejos de tener absorbido todo el tiempo en Reglas rigurosas y oraciones, tienen libre el tiempo necesario para dedicarse a luchas político-sociales.

   Es natural que desde su nacimiento hayan intentado los judíos infiltrarse en forma masiva y apoderarse de la santísima obra de San Ignacio.

   En sus principios, como es sabido, la Orden de los jesuitas desempeñó papel decisivo en la Contrarreforma. Debido a ella, se reconquistaron Polonia y otros estados para el catolicismo; y aunque bien pronto los cristianos nuevos que la inundaron se apoderaron de puestos clave en la misma, los auténticos jesuitas lucharon con heroísmo contra la bestia judaica y lograron que se aprobara un estatuto que, como los de otras Órdenes, prohibía el acceso a la Compañía a los católicos descendientes de judíos.

   Actualmente todavía existe una disposición prohibiendo al entrada a la Orden a los que desciendan de judíos hasta la tercera generación, pero se ha convertido en letra muerta, ya que si se investiga el árbol genealógico de los falsos católicos criptojudíos de nuestros días, gran parte de ellos podrán demostrar que descienden de cristianos por diez o más generaciones, debido a las falsas conversiones de sus antepasados con anterioridad.

   Hasta estos momentos hemos visto en fuentes judías o católicas de reconocida seriedad, que la existencia de jesuitas traidores que en secreto practicaban el judaísmo ha sido un fenómeno frecuente en diversas épocas. Vamos a ampliar a continuación, aunque sea en resumen, el estudio de este lamentable asunto.

   Entre las actividades que los jesuitas criptojudíos han practicado, figura destacadamente la de intentar, con intrigas, que la benemérita Compañía fundada para defender a la Iglesia, haga precisamente lo contrario, es decir, que en vez de combatir a los enemigos de la Iglesia luche contra los mejores defensores de ésta para quebrantarlos y abrir el camino de los adversarios. Como es natural, lo primero que hicieron estos criptojudíos disfrazados de jesuitas fue tratar de lanzar a la Compañía contra lo que en su tiempo era el baluarte principal de la Cristiandad, o sea, la Inquisición. Este hecho lo vamos a comprobar con citas tomadas de fuentes judías que gozan de la mayor autoridad en la sinagoga moderna.

   La "Enciclopedia Judaica Castellana" en su vocablo "Bahía", hablando de los falsos cristianos criptojudíos de Brasil dice:

   "Es altamente probable la presencia de criptojudíos en bahía desde el mismo día de su fundación, ya que los portugueses necesitados de colonos en sus posesiones en el Hemisferio Occidental se servían de los sospechosos `cristianos nuevos´. Otros muchos `marranos´ emigraron al Brasil para escapar a la Inquisición...Su papel fue también importante en el tráfico de esclavos africanos, nacido de la necesidad de importar trabajadores más resistentes que los indígenas para la dura labor de las plantaciones. A más de plantadores, fabricantes y mercaderes, había algunos médicos `judíos´.

   Durante los primeros decenios de la colonización portuguesa, los `marranos´ de bahía gozaron de relativa libertad, pese a la actuación de agentes del Santo Oficio de Lisboa. Las autoridades, atentas a los intereses económicos y fiscales de la Metrópoli, observaron actitud tolerante con la connivencia de los jesuitas, opuestos por entonces a la Inquisición. Los `marranos´ celebraban servicios religiosos (en secreto) y mantenían rabinos" (345).

   Aquí tenemos un caso en que la heroica organización de san Ignacio, fundada para defender a la Iglesia de sus enemigos, estaba siendo desviada e inducida a hacer precisamente lo contrario, oponiéndose a la Inquisición, que era la principal defensa de la Iglesia y tolerando a los enemigos de ésta. También se ve aquí, una vez más, la participación de los judíos en el odioso tráfico de esclavos negros, que fue una de sus actividades más productivas en los siglos anteriores.

   Se necesita verdadero cinismo para que los actuales falsos cristianos criptojudíos de Brasil, cuyos antepasados capturaron en África como bestias o compraron como animales a los desventurados negros, muy dignos de mejor suerte, ahora acaudillen los movimientos socialistas y comunistas en el Brasil, presentándose como redentores de las masas negras o mulatas de la población, que sus antepasados trajeron encadenadas y destinadas a la esclavitud. Es necesario que negros y mulatos brasileños abran los ojos y sepan que los mismos que redujeron a sus antepasados a la odiosa servidumbre, son los que ahora quieren llevarlos a la peor de las esclavitudes, a la comunista, engañándolos con el señuelo de redimirlos y forjarles un paraíso. Eso mismo ocurrió a sus antepasados que engañados por los mercaderes criptojudíos de esclavos, creyéndoles las mendaces promesas y esperando ser conducidos a una vida mejor, despertaban un buen día con las cadenas de la esclavitud, cuando ya era demasiado tarde para librarse.

   Vamos a tomar otro de los muchos casos de este tipo en el mismo Brasil, ya que a tal país hemos dedicado poco espacio en esta obra. Esta terrible lucha que referiremos ocurrió cien años después de la que acabamos de analizar. Los datos los tomamos de otra fuente autorizada, como es el historiador hebreo más famoso de los tiempos actuales, Cecil Roth, que en su "Historia de los marranos", después de narrar la represión contra los judíos secretos realizada en Brasil por el Santo Oficio, continúa diciendo textualmente:

   "En ese tiempo, un rayo de esperanza atravesó las nubes. Un interregno producido en el cargo del Gran Inquisidor desde 1653 hasta 1672, por más que no influyó sobre las actividades del tribunal, disminuyó en mucho su autoridad. Mientras tanto, había tomado armas en defensa de los cristianos nuevos nada menos que Antonio Vieira, el distinguido jesuita, que se había merecido el sobrenombre de Apóstol del Brasil. Urgió a Juan IV a suprimir las confiscaciones y a remover las diferencias que aún subsistían entre los cristianos nuevos y viejos. Su libertad de opinión malquistóle con el Santo Oficio. Después de sufrir una prisión de tres años (1665-1667), sus escritos fueron condenados, y él mismo penitenciado formalmente. Su experiencia de los horrores del Santo Oficio acreció su simpatía por los oprimidos. Fuese a Roma, donde, en la ciudadela del cristianismo, atacó a la Inquisición portuguesa como a un tribunal impío, inspirado más por la codicia que por la piedad, que condenaba al inocente con tanta frecuencia como al culpable, y era enemigo de los mejores intereses cristianos.

   La Sociedad (Compañía) de Jesús, resentida por el trato de que había sido objeto uno de sus miembros más distinguidos, apoyó su causa. Alentados por el giro que tomaban los acontecimientos, los neocristianos apelaron a la corona para que hiciese algunas reformas definitivas, incluso el libre perdón de las personas sometidas a proceso, y la modificación del procedimiento inquisitorial por la adopción de las formas más humanas usuales en Roma. En recompensa por tan moderadas concesiones, ofrecíanse a pagar anualmente 20.000 `cruzados´, a colocar 4000 soldados en la India, y a enviar cada año un refuerzo de 12000, y otros 300 adicionales en caso de guerra. La Inquisición protestó enérgicamente; pero la apelación estaba apoyada por muchos de los más grandes magnates del reino, incluso por la facultad de la Universidad de Coimbra (que como vimos estaba infestada por criptojudíos) y por el arzobispo de Lisboa en persona. Aprobósela, en consecuencia, y fue enviada a Roma para la decisión final. Allí, Francisco de Azevedo, representante de los cristianos nuevos, preparó junto con Vieira una tajante denuncia, de la que se transparentaba que la Inquisición portuguesa no era sino un instrumento de opresión, que se enriquecía con el `chantage´ y estaba en acecho de toda persona que tuviese sangre neocristiana. Los últimos, sosteníase, eran todos fervientes católicos, condenados por `negativos´, es decir, porque negaban el judaísmo, o reconciliados como resultado de una falsa confesión. Después de una larga lucha, los cristianos nuevos ganaron la partida. El 3 de octubre de 1674, el papa Clemente X suspendió las actividades de los tribunales portugueses y ordenó el traslado de los casos importantes a Roma. Como los inquisidores se rehusaron a cooperar en la investigación realizada después, so pretexto de que revelaría los secretos del procedimiento, fue pronunciado un interdicto contra ellos; y por último, el 27 de mayo de 1679 fueron suspendidos en sus cargos.

   El alivio fue sólo momentáneo. El 22 de agosto de 1681 removióse la suspensión, después de haber sido dispuestas algunas reformas de poca importancia. La reanudación de las actividades en Portugal se celebró con procesiones triunfales e iluminaciones de gala. En enero del año siguiente celebróse en Coimbra el primer Auto de Fe después del interdicto. Fue superado pocos meses más tarde en Lisboa, donde el 10 de mayo cuatro personas murieron quemadas, tres de ellas vivas, por impenitentes. Entre los últimos incluíase a un abogado de Aviz, Miguel Henriques (Isaac) de Fungoça; Antonio de Aguiar, alias Aarón Cohen Faya, de Lamunilla, cerca de Madrid; y Gaspar (Abraham) López Pereira, llorados todos por los literatos de Ámsterdam por mártires".

   Sigue narrando el famoso historiador israelita los autos de fe en que fueron quemados diversos judíos secretos, culminando esta terrible lucha en la siguiente forma, descrita por el investigador hebreo:

   "La reanudación fue señalada por una orden de septiembre de 1683, que desterraba del reino a todas las personas reconciliadas por judaizantes, dentro del imposible término de dos meses. Debían dejar, además, a sus hijos menores de siete años, hasta que probasen que vivían como verdaderos cristianos en sus nuevos hogares. El rápido crecimiento de las comunidades de la diáspora observada por aquel tiempo debióse en parte a esa medida, suspendida sólo al estallar la guerra con Francia en 1704" (346).

   Después, afirman tanto éste como otros ilustres historiadores hebreos que a pesar de esto el judaísmo clandestino pudo sobrevivir en Portugal y Brasil, lo que significa que pudieron burlar la represión inquisitorial.

   El caso que acabamos de analizar es un significativo ejemplo de cómo la Sinagoga de Satanás ha utilizado a la Compañía de Jesús para destruir las defensas de la Santa Iglesia, contrariando los propósitos de San Ignacio de Loyola y demás beneméritos fundadores de la Orden. Nos ilustra también al señalarnos el hecho grave de un mal jesuita o un grupo de malos jesuitas que pueden enfrascarse en una lucha injusta contra los auténticos defensores de la Iglesia y arrastrar después a toda la Orden, utilizando el noble espíritu de solidaridad que tiene la benemérita Compañía para con sus integrantes. Nos permitimos, con todo el respeto y aprecio que nos merece la Orden de los Jesuitas, dar la voz de alarma contra tal tipo de maniobras frecuentes en estos tiempos aciagos.

   Pero es más, el interés especial que ha puesto la Sinagoga de Satanás es infiltrar y controlar la Compañía de Jesús queda demostrado en una obra oficial de la francmasonería que acabamos de recibir, enviada por ese grupo de piadosos clérigos latinoamericanos que llevados del noble afán de salvar a la Santa Iglesia nos ha estado enviando copiosa bibliografía de América, tan inapreciable y útil para la rápida elaboración de este libro al ahorrarnos viajes costosos y búsquedas bibliográficas que hubieran retardado la publicación de esta obra. Nos referimos al "Diccionario Enciclopédico Abreviado de la Masonería", elaborado por el masón de grado 33 Lorenzo Frau Abrines, que en su vocablo Pascalis o Pascualis dice textualmente:

   "Pascalis o Pascualis (Martínez). Teósofo judío y célebre iluminado, jefe de la secta de los Martinitas...formó una escuela de cabalistas, dándose a conocer por primera vez en 1754 como creador de un Rito filosófico clerical y jesuítico al que dio el nombre de Rito de los Elegidos Coens...De sus escritos se deduce que la doctrina de Martínez Pascalis se basa en la tradición cabalística de los judíos" (347).

   Refiriéndose dicho diccionario masónico a este mismo rito, en su vocablo Elegidos Coens, señala literalmente:

   "Elegidos Coens. Nombre de un Rito filosófico, clerical y ultra jesuítico fundado en 1754 por un judío portugués llamado Martínez Pascalis. Coens en hebreo significa `Sacerdotes´". (348).

   De los intentos repetidos de la judeo-masonería por infiltrar y controlar la Compañía de Jesús, nos da una evidencia otro rito masónico creado con tan siniestro fin. Al efecto, el referido diccionario enciclopédico oficial de la masonería en su vocablo Estricta Observancia, enseña:

   "Estricta Observancia. Nombre de un Rito que se ha dividido en muchísimos más y que constituye la más completa expresión del sistema Templario en Masonería. Este Rito fue la tercera innovación masónica de los jesuitas, los cuales alentaron entre sus adeptos la esperanza de entrar en posesión de las riquezas de los Antiguos Templarios. La historia cronológica de sus Grandes Maestros corresponde a la historia de los Generales de la Compañía de Jesús. El Rito de la Estricta Observancia fue establecido de manera definitiva en Alemania entre los años 1760 y 1763 por el hermano Carlos Gathel, barón de Hund, quien agregó a la Orden un grado a los seis que al principio se habían establecido. El Rito quedó organizado en los siete grados siguientes: Aprendiz, Compañero, maestro, Maestro Escocés, Novicio, Templarios en las tres clases: Eques, Socius y Armiger, y `Eques professus´" (349).

   El hecho de que desde su fundación hayan nombrado, según parece en este rito destinado a controlar jesuitas, un nuevo Gran Maestre cada vez que era elegido un nuevo Padre General de la Orden, indica la persistencia con que el judaísmo y su satélite la masonería han querido infiltrar y dominar la santa obra de San Ignacio.

   Por otra parte, ese deseo muy especial de ligar ese rito masónico con la Orden Templaria es muy significativo. No debemos olvidar que la Orden del Temple, fundada para defender a la Santa Iglesia de sus enemigos, fue infiltrada por la Sinagoga de Satanás, hasta que lograron los criptojudíos escalar sus puestos dirigentes, desviándola entonces de sus primitivas finalidades y convirtiéndola en grave peligro para la Iglesia y para los pueblos cristianos. Es preciso también tomar en cuenta que en los procesos seguidos contra los templarios quedé evidente el esfuerzo hecho para encubrirse con habilidad, ya que aun controlada la cristiana Orden por el enemigo, en sus círculos oficiales y visibles seguía siendo aparentemente adicta a la Santa Iglesia, no obstante que en círculos secretísimos se enrolaba a los cristianos templarios más fáciles de controlar, para irlos despojando poco a poco de sus creencias religiosas hasta convertirlos en satélites secretos del judaísmo.

   Las infiltraciones de la sinagoga y de la masonería dentro de la Compañía de Jesús visiblemente persiguen idénticas finalidades, pues al parecer lo que este rito masónico-templario de jesuitas pretende, es convertir a la Compañía de Jesús en una nueva Orden del Temple, que conservando su estructura visible y oficial su carácter de Orden religiosa católica, acabe por ser dominada secretamente por los enemigos de la Iglesia y utilizada luego para destruir a los defensores de ésta, facilitando el triunfo del judaísmo y de sus satélites, la masonería y el comunismo.

   El valioso documento masónico que estamos analizando nos informa que incluso otros ritos cismáticos de la masonería, llamados por lo mismo bastardos, pero controlados también por judíos cabalistas, han sido organizados para infiltrar y dominar la benemérita obra de San Ignacio de Loyola. Al efecto, en su vocablo: Clérigos de la Estricta Observancia, podemos leer textualmente lo siguiente:

   "Clérigos de la Estricta Observancia. Nombre de un Rito jesuítico y bastardo, compuesto de cabalistas, alquimistas, nigromantes y miembros de la Compañía de Jesús" (350).

   Al parecer este es un rito masónico producto de un cisma operado en el Rito de la Estricta Observancia, que según lo indica el mencionado diccionario masónico fue desgarrado por cismas.

   En realidad, siendo de origen hebreo ambos ritos, es preciso hacer notar que en el judaísmo ocurren con frecuencia divisiones internas reflejadas en cismas que cada facción hebrea provoca en la organización masónica dominada inicialmente por la célula secreta judía, que es desgarrada por su propia disensión. El hecho de que en este rito masónico destinado a controlar jesuitas haya nigromantes, nada tiene de extraño, ya que hemos demostrado que han sido los hebreos los principales propagadores del culto a Lucifer y de la magia negra. Por otra parte, en los procesos de muchos templarios se llegó a descubrir que en ciertos círculos secretísimos de la Orden se rendía culto al demonio, aunque la estructura pública y visible de la Orden del Temple aparecía tan cristiana y tan ortodoxa como en sus buenos tiempos.

   Los espeluznantes hechos que estamos describiendo tomados de obras oficiales del judaísmo y de la masonería, nos hacen ver claramente la diabólica insistencia de la Sinagoga de Satanás en infiltrar y dominar la Compañía de Jesús, que en los tiempos modernos ha sido para ellos la Orden católica más combativa y peligrosa, para utilizarla luego en contra de la Santa Iglesia como lo hicieron hace más o menos siete siglos con la Orden Templaria.

   Pero lo que más interesaría saber al mundo católico sería hasta qué punto ha logrado el judaísmo sus propósitos de convertir a la Compañía de Jesús en un satélite; sin embargo, la carencia actual de un Tribunal de la Santa Inquisición o de una institución similar que con medios eficaces pudiera averiguarlo, nos impide realizar una investigación adecuada al respecto. No obstante, ciertos hechos nos demuestran que existe un proceso perceptible de judaización en algunos sectores de la Orden de San Ignacio: hay jesuitas que se dedican en forma inexplicable a defender a los judíos y a la Sinagoga de Satanás en perjuicio de la Cristiandad; hay jesuitas que en lugar de combatir a los enemigos de la Iglesia los favorecen por todos los medios posibles, mientras por otra parte atacan en forma cruel y anticristiana a los defensores de la Iglesia, sobre todo a quienes luchan con eficacia y tenacidad en contra del judaísmo, de la masonería y del comunismo; hay jesuitas que favorecen el triunfo de las revoluciones masónicas y comunistas, realizando labor subversiva y tenaz contra los pocos gobiernos católicos que existen en el mundo, y lo que es todavía más extraño de todo, es que cuando los buenos y luchadores jesuitas, que por fortuna todavía abundan, defienden a la Iglesia de sus enemigos, sobre todo del judaísmo, de la masonería o del comunismo, se ven hostilizados en forma inexplicable en el seno de sus misma Orden por otros jesuitas que organizan intrigas contra ellos hasta que logran anularlos, o consiguen que los Superiores les impidan seguir luchando contra los enemigos de la Iglesia; en otros casos, ilustres jesuitas de gran inteligencia y que por su gran capacidad podrían hacer mucho bien a la Compañía y a la Cristiandad, se ven postergados y prácticamente anulados, perdiendo la Orden y la Santa Iglesia la oportunidad de aprovechar el rendimiento eficaz de hombres tan valiosos. Todo esto da la impresión de que el enemigo tiene ya muy metida la cola en al benemérita obra de San Ignacio.

   Esperamos que la Orden de los Jesuitas todavía pueda salvarse de las asechanzas de sus enemigos, ya que la mayoría de sus componentes son hombres virtuosos y sinceros católicos que ingresaron a ella por servir a Dios; y que si los quintacolumnistas criptojudíos y sus cómplices masones han logrado algunas veces realizar progresos en sus intentos de conquistar esa fortaleza, ha sido porque lo han ejecutado en el más profundo secreto y empleado siempre los más hábiles engaños. Hemos creído sinceramente que dando la voz de alerta y desenmascarando al enemigo brindaremos nuestra humilde ayuda a los virtuosos jesuitas que aún pueden salvar a la Compañía de una posible catástrofe.

   Como podrá percatarse el lector, en estos dos últimos capítulos utilizamos datos sacados de fuentes oficiales del judaísmo y de la masonería, que no pueden ser tachadas de antisemitismo o de fanático clericalismo, pero quienes quieran profundizar en el estudio de estas materias y sobre todo de los medios que han utilizado en distintas épocas los frailes y monjas criptojudíos para poder ejercitar sus prácticas en la vida rigurosa de los conventos, pueden satisfacer plenamente su anhelo investigando en los archivos de la Santa Inquisición a que nos hemos referido en otro lugar de la presente obra.

   Tanto en el archivo de la Torre do Tombo en Portugal como en el de Simancas en España, en los antes mencionados de Italia, de Francia y de otras naciones del mundo, se encuentran los expedientes manuscritos originales de innumerables procesos seguidos por el Santo Oficio contra jesuitas, dominicos, franciscanos y frailes y monjas de las distintas órdenes religiosas, figurando entre ellos hasta priores de convento y dignatarios de las órdenes, convictos y confesos de practicar en secreto el judaísmo en la vida apacible de los más rigurosos conventos. Todo esto nos parecería increíble de no concurrir al lado de la confesión de parte judía y masónica la existencia de millares de procesos inquisitoriales que confirman con lujo de datos esta horrenda realidad, procesos en los que se puede percibir la labor subversiva que realizaban y las horribles blasfemias que proferían en secreto contra Cristo Nuestro Señor y la Santísima Virgen estos frailes y monjas que en apariencia llevaban con santa resignación la Regla de sus órdenes religiosas.

   Antes de terminar este capítulo creemos urgente llamar la atención de los organizadores de asociaciones y partidos políticos patrióticos sobre el peligro existente de que el judaísmo y la masonería se infiltren en tales organizaciones y lleguen a controlarlas o cuando menos a llevarlas al fracaso. Muchos ingenuos creen que la infiltración de tales enemigos carece de importancia; otros, no menos inocentes, se imaginan que es muy fácil evitar tal invasión. Los que con lamentable candidez piensan una u otra cosa, es bueno que tomen en cuenta que el clero católico y las órdenes religiosas, por diversos motivos, son instituciones mucho más sólidas y difíciles de infiltrar que los simples partidos y asociaciones políticas de nuestros tiempos; y que si el judaísmo ha logrado introducirse en los primeros, incluso en tiempos en que la Inquisición ponía todo su empeño en impedirlo, con mayor razón podrá la sinagoga infiltrar asociaciones políticas o sociales en que no existe ni voto de castidad, voto de pobreza, voto de obediencia, vida de claustro rigurosa, disciplina absoluta, ni todo aquello que en las órdenes religiosas ha frenado, aunque no impedido, la infiltración mortal de los enemigos de la humanidad.

   Deben pues, los jefes de los movimientos políticos poner todos los medios a su alcance para impedir a los judíos el ingreso a sus filas y también a los descendientes de judíos y a los masones o comunistas, ya que si no lo logran, el enemigo introducido en las entrañas de dichos movimientos podrá llevarlos al fracaso. Podemos asegurar que la capacidad de triunfo de una asociación política, cristiana o gentil, depende en gran parte de que pueda lograr su victoria antes de que la infiltración judía, masónica o comunista, pueda frustrársela.

   La necesidad de eliminar a los cristianos descendientes de hebreos radica en el hecho demostrado, a través de los siglos, de que en su inmensa mayoría son sólo cristianos en apariencia, pero judíos en secreto, como lo hemos demostrado con documentos y fuentes de indiscutible veracidad en el curso de esta obra.

   Se trata aquí de una triste realidad política demostrada hasta la saciedad, no de prejuicios raciales que como cristianos estamos muy lejos de abrigar, ya que como seguidores del Divino Jesús consideramos a todos los hombres iguales ante Dios y ante la ley; pero una cosa es carecer de prejuicios raciales y otra muy distinta es dejarse invadir, a sabiendas, por la quinta columna de un enemigo que quiere esclavizarnos o destruirnos. Al defendernos de tal invasión estamos simplemente ejerciendo un derecho natural de legítima defensa.

Contenido del Sitio


NOTAS  

  • [344] Enciclopedia Judaica Castellana, tomo IX, vocablo Sefardíes, p. 512, col. 2.

  • [345] Enciclopedia Judaica Castellana, tomo II, vocablo Bahía, pp. 41, 42 , 43.

  • [346] Cecil Roth, Historia de los marranos, Buenos Aires, Cap. XIV, pp. 257, 258, 259.

  • [347] Lorenzo Frau Abrines, M. M.., Grado 33 del Rito Escocés Antiguo y Aceptado, Diccionario enciclopédico abreviado de la masonería, 2ª. Ed. México, D.F.: Compañía General de Ediciones, 22 de nov. De 1960. Vocablo Pascalis o Pascualis, p. 349, col. 1 y 2.

  • [348] Lorenzo Frau Abrines, obra citada, vocablo Elegidos Coens, p. 156, col. 1. 

  • [349] Lorenzo Frau Abrines, obra citada, vocablo Estricta Observancia, pp. 182, 183, col. 1 y 2. 

  • [350] Lorenzo Frau Abrines, obra citada, vocablo Clérigos de la Estricta Observancia, p. 113, col. 2.