UN GRAN INICIADO: RENÉ GUÉNON*
Por el Padre Curzio Nitoglia

INTRODUCCIÓN

   La persona y la obra de René Guénon no pueden ser indiferentes a quienquiera se ocupe de la verdadera y la falsa Tradición.

   Un viejo adepto de la escuela guénoniana, Jacques Albert Cuttat ha definido la doctrina guénoniana: «Un neotradicionalismo... como si Guénon hubiera retomado y puesto al servicio de un conocimiento más vasto..., del Oriente, las tres tesis fundamentales del tradicionalismo de comienzos del siglo XIX (especialmente de Joseph de Maistre y de Lamennais); a saber: el Antirracionalismo, la Unanimidad tradicional como criterio de la verdad y, sobre todo, la Primacía espiritual del Oriente»1.

   Es notorio que Guénon relativiza y reduce la Mística cristiana (que por lo demás, no es solamente occidental), al nivel de un sentimentalismo o “devocionismo” (que no tiene nada que ver con la verdadera Mística, pero que sí tiene puntos de contacto con el falso misticismo). Y aquí se evidencia un conocimiento insuficiente de la Teología ascética y mística católicas por parte de Guénon, y su espíritu anticristiano. En efecto, en la obra guénoniana los dogmas principales de la Religión Católica están mal comprendidos y vaciados de su verdadera significación. Guénon, imbuido de esoterismo cabalista y masónico, ha tratado de infiltrar en los medios católicos tradicionales la falsa idea de una Tradición primordial universal fundamental que engloba a todas las distintas religiones, mientras mantiene en secreto su afiliación al sufismo monista y a la masonería escocesa.

   Con «el Concilio Vaticano II, él observa que la intelligentsia católica... es orienta-da en el sentido de una perspectiva que tiene en cuenta la intención de unidad de las nuevas generaciones. (...) de privilegiar los puntos de encuentro... con las religiones no-cristianas... El tono ya no está puesto en refutar y excluir, sino más bien en asumir la diversidad del potencial humano y del patrimonio religioso universal»2. Fue así que el Tradicionalismo masónico-esotérico abrazó al Modernismo esotérico-masónico3

LA PERSONALIDAD DE GUÉNON

La más grande especialista de Guénon, Marie France James, afirma que su temperamento se caracterizaba por el «nerviosismo y la sensibilidad, a lo que se añade la inestabilidad, la impulsividad y la irritabilidad... [nerviosismo] templado por la presencia de lo intelectual (...) predisponiéndolo a los estudios filosóficos y religiosos. A todo esto se agrega una susceptibilidad exacerbada y una fuerte sensualidad»4

LA INFANCIA

René Guénon nace en Blois, el 15 de noviembre de l886. De salud frágil, hace sus primeros estudios en una escuela católica, donde, a pesar de sus numerosas ausencias, llega a ser pronto un alumno brillante. En el otoño de l901, se produce un incidente banal en sí, pero muy significativo respecto de su personalidad: René es el mejor de la clase, pero el profesor Simon Davancourt lo pone segundo en un trabajo de francés. René hace un drama y cae en cama con una fuerte fiebre; su padre lo saca de la escuela y lo inscribe en el colegio Augustin Thierry5.

M.F. James comenta: «Vimos ya en la secundaria la necesidad, obsesiva en Guénon, de ser el mejor... A la vuelta de las vacaciones largas... nuestro joven perfeccionista es presa de la misma obsesión, debemos decir de la misma culpabilidad, el mismo anonadamiento... de no ser más que el cuarto... Irritado, el joven René reacciona con una gran susceptibilidad... se suceden escenas tras escenas, que conocerán, ante los ojos de algunos, el desenlace definitivo aproximadamente treinta años más tarde, con la partida irreversible de Guénon hacia tierras del Islam»6.

Parece evidente que el deseo, la misma necesidad de llegar al zénith, es una tendencia profunda de la personalidad de Guénon. «Es alguien que no solamente quiere, sino que debe ganar en todos los terrenos...»7. Estar en el medio para él significaba fracasar, estar condenado a la imperfección lo deprimía.

      René Guénon, luego joven bachiller, conoce al canónigo Ferdinand Gombault, doctor en filosofía escolástica. Durante más de treinta años, hasta la partida de Guénon para El Cairo, los dos intelectuales mantienen contactos regulares, a pesar de que se ubican en dos campos distintos, incluso opuestos: el canónigo, estricto tomista, se dedica a la apología del catolicismo; Guénon, influenciado por las corrientes masónico-ocultistas, se vuelve hacia la Gnosis. Según M.F. James, el canónigo, como todos los amigos católicos de Guénon, ignora, al menos hasta finales de los años ‘30, su elección. 

LOS MAESTROS DE RENÉ GUÉNON

Hacia los veinte años, Guénon es introducido en la Escuela Hermética dirigida por Papus (seudónimo del doctor Encausse) y sigue los cursos que le son impartidos. Es recibido en la orden Martinista, y en diversas organizaciones masónico-ocultistas anexas. En 1908, colabora en la preparación del Congreso espiritualista masónico; sin embargo, tiende a apartarse de la línea general (calificada por él de materialista), de los medios ocultistas de su tiempo, por entonces toma posición contra ciertas ideas de Papus.

La hipótesis más probable, sin pruebas determinantes, es que Guénon, a más tardar en 1909 (época de su elevación al episcopado gnóstico, bajo el nombre de Palingenius), había sido beneficiado por contactos hindúes de la corriente vedantista, decisivos; también durante el mismo año, se afilia a la Logia masónica Thebah (Gran Logia de Francia). En 1912, es iniciado en el Sufismo y se casa... ¡en el rito católico! En el mismo año, confirma su afiliación masónica en la Logia Thebah, filial de la Gran Logia de Francia de Rito escocés antiguo, y es aceptado. De 1913 a 1914, colabora con La Francia cristiana antimasónica, bajo el seudónimo de La Esfinge; precisamente en las páginas de esta revista sostendrá (como una verdadera “esfinge”) una polémica con Charles Nicoullaud y Gustave Bord, colaboradores de la Revista Internacional de las Sociedades Secretas, respecto de la cuestión de los Superiores Desconocidos.

En 1915, Guénon conoce a una joven estudiante tomista: Noële Maurice Denis, que en 1916 le presenta a Jacques Maritain. En 1916, suspende la participación activa en los trabajos de su Logia, a los cuales había continuado asistiendo, ¡incluso durante su colaboración en La Francia cristiana antimasónica! Esta suspensión no fue una ruptura, sino solamente un alejamiento táctico, en vistas de «llevar al catolicismo a fomentar una élite llamada a buscar, a partir de una perspectiva... sincrética, la fuente única perdida... el verdadero Conocimiento metafísico, de esencia gnóstico. Es así que, desde comienzos de los años ‘30, Guénon se abstendrá de tratar de manera directa y abierta de la Francmasonería, limitándose a deplorar la “decadencia” y a denunciar las “influencias anti-tradicionales” de las que ella es víctima en su mismo seno»8. Para Guénon, el Catolicismo no es nada más que una de las formas parciales y veladas a través de las cuales la tradición primordial fundamental se manifiesta en su plenitud. En efecto, según él, el Cristianismo tuvo en sus orígenes un carácter esotérico-iniciático, del que se conocen pocas cosas, ya que los orígenes del Cristianismo estarían rodeados de una oscuridad casi impenetrable. Oscuridad querida por quienes condujeron la transformación de la Iglesia de una organización oscura y reservada, a una organización abierta a todos, puramente exotérica. Sin embargo, esta transformación del Cristianismo en Religión exotérica ha sido providencial, puesto que el mundo occidental hubiese quedado sin ninguna tradición si no hubiese tenido la Religión cristiana; ya que la tradición greco-romana, entonces predominante, había caído en una gran decadencia. El Cristianismo levanta al mundo occidental, pero a condición de perder su carácter esotérico. Parece notarse en este rechazo de la dimensión pública, la actitud de aristocratismo intelectual típico de las diferentes corrientes gnósticas.

En 1921, Guénon firma un artículo en la Revista de Filosofía, de inspiración neo- tomista. En 1922, retoma la enseñanza de la filosofía en un instituto de los Hermanos de las Escuelas cristianas. En 1925, comienza a colaborar con la Revista universal del Sagrado Corazón, Regnabit, pero en 1927 cesa su colaboración, y retoma a su vez la polémica con la R.I.S.S.9.

      Los medios católicos, después de una breve vacilación debida al carácter de “quinta columna” de la obra guénoniana de aquellos años, refutan las teorías de Guénon; viendo fracasar su proyecto de infiltración, emigra al Cairo. Pero prosigue su tarea de formar una élite tradicional occidental para intentar unir la metafísica oriental, llamada “universal” (o Gnosis esotérica), y el Catolicismo, según él substancialmente idénticos. Para Guénon, la Gnosis debe apoyarse en la Tradición fundamental, que substancialmente es la misma en todas partes, a pesar de las diferentes formas que ella reviste cuando se rebaja al hacerse religión, para adaptarse a cada raza y a cada época. La finalidad esotérica de Guénon es entonces reinterpretar, rebajar, minimizar y hacer volver al Cristianismo a un fondo común “tradicional”, de inspiración gnóstica. Este tendría en sus orígenes un carácter esencialmente esotérico e iniciático, pero a partir de la época constantiniana y del Concilio de Nicea lo habría perdido, para volverse una religión en el sentido propio del término, con sus dogmas, su moral universal y sus ritos públicos. Guénon niega entonces la divinidad e indefectibilidad de la Iglesia, su trascendencia por sobre las culturas, el valor universal del Evangelio, la comprensión inalterada de la doctrina evangélica tal como ha sido revelada por Cristo. No obstante, como ha escrito N. Maurice Denis: «Ciertamente su ignorancia, su falta de comprensión del Cristianismo han sido totales»10. Pero, ¿se trata verdaderamente de ignorancia? Lo veremos más adelante. 

GUÉNON y  LA «REVISTA INTERNACIONAL DE LAS SOCIEDADES SECRETAS» 

MONSEÑOR ERNEST JOUIN

Monseñor Jouin, el último de cinco hermanos, nació el 21 de dicieibre de 1844, en Angers. Huérfano de padre siendo muy joven y con una débil salud, en 1862 se une a su hermano Amadeo en el noviciado de los Dominicos de Saint-Maximin, transferido luego a Flavigny. En agosto de 1866, algunos problemas de salud lo obligan a renunciar a la austeridad de la vida dominica; por esta razón vuelve al seminario de Angers, donde será ordenado sacerdote en febrero de 1868. «Pasa sus primeros años de vida sacerdotal en la tristeza, el desaliento, la duda y los escrúpulos»11. En julio de 1882, es nombrado párroco de Joinville-le-Pont (Seine), donde sufre el asalto de los medios anticlericales, y comienza así a conocer las primeras luchas antimasónicas. En 1910, adquiere una importante biblioteca masónico-ocultista de aproximadamente 30.000 volúmenes, y en enero de 1912, funda la Revista Internacional de Sociedades Secretas, compuesta de una parte judeo-masónica (parte gris) y de una parte ocultista (parte rosa).

«El Padre Jouin cree en la existencia de una voluntad judía de dominación universal, resumida en estas palabras: “Israel es el rey, el Masón es su sirviente, y el bolchevique su verdugo”. Su tesis era... que la judería y el protestantismo están detrás de la francmasonería; que los tres persiguen un mismo fin: la destrucción de la Iglesia Católica»12. Elevado a la prelatura por Benedicto XV, y hecho protonotario apostólico por Pío XI, muere en 1932, con la bendición y la aprobación pontificia de su revista, que continuará apareciendo hasta 1939; su causa de beatificación ha sido introducida en Roma por “los amigos americanos de Monseñor Jouin”13.

Mons. Jouin no es el primero en sostener la tesis de la inspiración judía de la Masonería. Fue precedido en el siglo XIX por el Padre Barruel, Mons. Deschamps, Crétineau-Joly, Gougenot des Mousseaux, Mons. Delassus, Mons. Meurin. Partidario del Catolicismo íntegro, estaba convencido que «los grupos nacionalistas y fascistas son impotentes por sí mismos para curar el mal. La guerra es religiosa. Nuestra conversión es el único remedio»14. También escribió: «Cuando los católicos no retrocedan más, cuando demuestren su valor en la práctica de la virtud... cuando retomen el camino del sacrificio para seguir a su Mesías pobre hasta el Gólgota, cuando no mendiguen más su salvación a la derecha o a la izquierda, sino que formen, según el pedido de Su Santidad Pío X, el partido de Dios, el problema judío estará solucionado (...) Pero que los católicos se den cuenta que dándole la mano a los Judíos, viviendo en el fondo como ellos... ¡preparan... el reino despótico del Kahal universal!»15

LA R.I.S.S. (1912-1939)

La R.I.S.S., en la parte gris (judeo-masónica) trataba sobre aspectos exteriores de la secta infernal; y en la parte rosa (parte ocultista), sobre sus aspectos interiores. Era conocida en el mundo entero, y alimentada por las informaciones de Mons. Umberto Benigni, fundador del Sodalitiun Pianum. Si en orden cronológico Mons. Jouin pone en primer plano la crítica de la obra política y exterior de las sociedades secretas, en orden de importancia prefería estudiar su comportamiento interior, esotérico, secreto. Él estaba convencido, con razón, que solo un motivo religioso, y a menudo preternatural, podía explicar el furor por demoler todo lo bueno, que caracteriza al proceso revolucionario puesto en marcha por las sociedades secretas; y, que en el origen de estas últimas, estaba el Judaísmo postemplario [es decir, después de la destrucción del Templo de Jerusalén], cuyo padre, como Jesús lo ha revelado, es el diablo16.

Fue precisamente contra la R.I.S.S. de Mons. Jouin, que Guénon sostuvo una larga controversia, polemizando en particular sobre el ocultismo, intentando desacreditar a los colaboradores de Jouin y ponerse a sí mismo como la única persona competente en la materia. 

DIVERGENCIAS EN EL SENO DEL MOVIMIENTO ANTIMASÓNICO

Es necesario recordar que existía la división incluso entre aquellos que se oponían a la Masonería. Por una parte, estaban los antimasones nacionalistas (Copin-Albancelli y Clarin de la Rive), que querían combatir a la secta únicamente por defender los valores nacionales y patrióticos; la lucha antimasónica para ellos debía ser esencialmente política o nacional. Por otra parte, estaban los antimasones religiosos (Nicollaud, Jouin, Benigni), para quienes la Masonería es una “contra-iglesia”, que busca ridiculizar las investigaciones sobre el elemento preternatural en las logias ocultas [ver la maniobra Taxil]17. Según Mons. Jouin, para ser antimasón es necesario ser ante todo cristiano; se enfrentará pues con Copin-Albancelli y Clarin de la Rive, que para él no eran verdaderos adversarios del enemigo. La sustancia de la divergencia residía en el hecho de que los antimasones nacionales rehusaban estudiar la influencia satánica en la dirección oculta de la Masonería. Fue así que el proyecto de una federación antimasónica fracasó, y que las polémicas entre antimasones, alimentadas por un recién llegado... el francmasón René Guénon, alias la Esfinge, continuaron, causando un grave daño para la buena cansa. 

LA COLABORACIÓN DEL FRANCMASÓN GUÉNON EN “LA FRANCIA ANTIMASÓNICA” 

En 1896, Clarin de la Rive llega a ser director de La Francia cristiana antimasónica, sucediendo a Léo Taxil. A partir de 1913, y hasta 1914, ¡el francmasón Guénon colabora con esta revista! «Es de suponer que Clarin de la Rive no tuvo ocasión de consultar los registros de la Gran Logia de Francia del año 1912, sin embargo no podía ignorar... la conferencia del masón Guénon sobre La Enseñanza iniciática, publicada en El Simbolismo, de enero de 1913. La R.l.S.S. incluso tuvo cuidado de incluir una pertinente crítica en su Índice documental (febrero de 1913, pág. 56118. Entonces, ¿cómo explicar la colaboración de Guénon con Clarin de la Rive, precisamente en el terreno antimasónico? ¿Como pudo consultar Guénon, con el permiso de Clarin de la Rive, el dossier sobre el caso Taxil (ex-director de La Francia antimasónica), a partir del cual concluirá que sostener la influencia del Satanismo sobre la Masonería es hacer una contra-iniciación? Y que si existen grupos luciferinos y satanistas, están bien lejos de pertenecer a la Masonería, que es una organización tradicional que se quiere denigrar a todo precio. Pareciera que Clarin de la Rive y los amigos católicos de Guénon, hubieran subestimado su iniciación en la secta, como si Guénon hubiera roto completamente con la Masonería.

Como muchos otros, Guénon utilizó la campaña anti-taxiliana para presentarse corno el hombre de la Tradición que viene a devolver a la Masonería su verdadero rostro, desfigurado por Taxil. Pretende combatir a los masones contemporáneos por su “modernismo”, como infieles a la verdadera vocación iniciática, para que la Masonería pueda volver a ser aquello que nunca dejó de ser virtualmente. Este trabajo taimado fue emprendido en La Francia antimasónica, con la complicidad (o la estupidez) de sus amigos católicos.

Guénon astutamente quería cambiar desde el interior el pensamiento antimasónico, e inspirar una corriente católica favorable a la Masonería tradicional, revisada y corregida a la luz de la metafísica oriental. «Por una parte, afirma, es necesario llevar a los masones a la comprensión de sus principios y a la conciencia de sus funciones; y por otra, hacer admitir a los católicos que están equivocados al combatir a la Masonería en sí misma y que deben, mientras luchan contra los masones desviados, desear la restauración de una Masonería auténtica»19. Y, «después de recordar la opinión ya expresada por Joseph de Maistre, afirmaba que: “Todo anuncia que la Masonería vulgar es una rama separada, quizás corrompida, de un viejo y respetable tronco”; y que la Masonería moderna no es mas que el producto de una desviación»20. El golpe le resulta con Clarin de la Rive, pero Mons. Jouin le cerrará el paso. 

LOS SUPERIORES DESCONOCIDOS 

En 1913, hubo una larga polémica entre Guénon, alias la Esfinge, por La Francia antimasónica, y Charles Nicoullaud con Gustave Bord, por la R.I.S.S., relativa a la cuestión misteriosa de los Superiores Desconocidos, de quienes Bord negaba la existencia como simples hombres de carne y hueso. Los Cuadernos Romanos, órgano de la Agencia internacional Roma, de Mons. Umberto Benigni, respondieron (14 y 28 de septiembre de 1913) que el juicio de Bord era un poco apresurado, y que no había presentado ningún argumento probatorio contra el poder central oculto humano de la secta. Quizás, añadían los Cuadernos Romanos, consistan incluso en una alianza constante entre los jefes para dirigir la masa de las diferentes sectas, de las cuales la más conocida y extendida es la Masonería. Charles Nicollaud respondió en la R.I.S.S. del 20 de octubre de 1913, que si el redactor de los Cuadernos Romanos entendía designar como jefes a hombres ordinarios de carne y hueso, se equivocaba. Los Superiores Desconocidos, para los verdaderos iniciados, existen, pero viven en los astros (son ángeles caídos o satélites de Satán; es decir, hombres que han vendido cuerpo y alma al diablo, y que son por eso su instrumento privilegiado). De allí que, por medio de la magia, ellos dirijan a los jefes de las sectas, constituyendo una especie de alianza continua entre los jefes humanos de las diferentes sectas. En cambio, para Gustave Bord, como existía una rivalidad entre los diversos ritos masónicos, no había ningún poder humano central (lo no excluye una dirección preternatural). En este punto, Guénon, alias la Esfinge, baja a la arena y sostiene que Nicoullaud y Bord eran dos antimasones ignorantes, y ataca la tesis de la “mística” diabólica como raíz de la Masonería. Guénon rehabilita a los Superiores Desconocidos, como los inspiradores y guardianes de la iniciación y de la Tradición esotérica. En 1914, Bord responde desde las páginas de la R.I.S.S. que los antimasones están divididos en dos campos: aquellos que creen en el poder central de la Francmasonería, representado por jefes de carne y hueso llamados Superiores Desconocidos o miembros de las logias ocultas; y aquellos que creen que la Francmasonería es conducida por una idea nefasta, y que los Superiores Desconocidos son el diablo o sus agentes. Él se inclina hacia estos últimos. Bord añade que jamás se ha hallado rastros de directores supremos humanos conocidos de toda la Francmasonería; más aún, pudo constatar la existencia de lo contrario: obediencias masónicas en lucha entre sí, fundadas por personas conocidas. Guénon responde que esta cuestión no ha podido ser resuelta por los historiadores, que pretenden basarse únicamente en hechos positivos, probados con documentos escritos, que los Superiores Desconocidos han dejado rasgos muy precisos de su acción en circunstancias similares. Ellos serían libres de esta vida, exentos de toda limitación exterior, establecidos en un estado fuera de todo condicionaminento y absoluto, en contacto directo con el Principio fundamental del universo. Seres de carne y hueso que habrían alcanzado las más altas cimas de realización espiritual; dotados, según la tradición de extremo oriente, ¡de longevidad, posteridad, un gran saber y una perfecta soledad! Los Superiores Desconocidos son los verdaderos amos del mundo, y no los pobres hombres.

En resumen, mientras Nicoullaud ve una influencia preternatural y diabólica en la Masonería; Guénon en cambio ve la acción de un Principio trascendental que concurre a la plena realización espiritual. Para Nicollaud, Satán resume el Poder oculto sectario; mientras que Guénon, mediante la teoría de los “estados múltiples del ser” (una especie de intermediarios astrales, de derivación cabalista) complica todo, relativizando la noción de individuo, y sobre todo las categorías de bien y mal, suministrando una máscara al diablo21.

Frente a esta enorme masa de argumentos, el pobre lector de La Francia antimasónica no sabía más a quien dar crédito... La Esfinge había obtenido su resultado, había embrollado las cosas, sembrado la cizaña entre los antimasones (sirviéndose incluso de los Cuadernos Romanos, tratando de oponerlos a la R.I.S.S.); en resumen había hecho obra de despiste. 

GUÉNON y EL INSTITUTO CATÓLICO DE PARÍS 

En 1915, Guénon obtiene la licenciatura en letras por La Sorbona, y durante el otoño se inscribe, con su amigo íntimo Pierre Germain (afiliado también a la iglesia gnóstica), en el curso de filosofía de las ciencias del profesor Milhaud. Allí, como ya se dijo, conoce a una joven tomista de diecinueve años, formada por el Padre Sertillanges y por Maritain, Noële Maurice Denis (más tarde, Boulet); quien introdujo a Guénon ante Maritain, en 1916. Durante el verano, su amigo Germain, que había recuperado la Fe en Lourdes, informa a Noële Maurice Denis del pasado de Guénon y le facilita la colección completa de La Gnosis. N. Maurice Denis, si bien no participa de las ideas de Guénon, admira su claridad para exponer y la seriedad de su pensamiento. El hecho que él haya sido consagrado obispo gnóstico a los veintitrés años no la sorprende; ella lo atribuye solamente, ¡a un error de la juventud! La joven tomista ignora, como también Germain, la “confirmación” masónica de Guénon en la Gran Logia de Francia, y su iniciación en el Sufismo en 1912. Ella sabe que Guénon no utiliza más el opio y el hachís como ayuda para la... “contemplación”, ¡y eso le parece suficiente!

En diciembre de 1916, Noële Maurice Denis intenta hacer publicar en la Revista de filosofía la tesis de Guénon. El Padre Peillaube, director de la revista, se nuestra favorable, pero Maritain se opone; lo conocía hacía seis meses y había comprendido cual era su orientación filosófica. Nada de esto desalentó en modo alguno a la joven e ingenua Maurice Denis.   

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NOTAS
  • * Sodalitium nº 47
  • 1 J.A. CUTTAT, en Anuario del E.P.H.E. (5ta. Sección: Ciencias religiosas), 1958-l959, pág. 68.
  • 2 M.F. JAMES, Esoterismo y Cristianismo en torno a René Guénon, Nuevas Ediciones Latinas, París, 1981, pág. 17. En el presente artículo me baso substancialmente en el excelente libro de Mme. James (al cual envío al lector deseoso de profundizar en el tema), y lo he completado con otros diversos estudios y la lectura de las principales obras de Guénon.  
  • 3 La relación que unió a Guénon con una pensadora judía, que se intenta presentar como muy cerca de la conversión al Catolicismo, Simone Weil, es sintomática. En realidad, en su pensamiento se encuentran muchos elementos de la Cábala impura y del sistema talmúdico. «Ella probablemente no conoció a Guénon, a quien jamás hace referencia, pero algunas de sus notas, reflexiones y meditaciones se relacionan singularmente con el pensamiento de Guénon; y un libro como “Carta a un religioso”, prueba que la joven filósofa consideraba al menos como probables muchas cosas que Guénon consideraba como ciertas» (P. Sérant, René Guénon. Vida y obra de un iniciado, Convivio, Firenze 1998, pág. 29). El religioso que respondió a la carta de S. Weil fue el Padre Guérard des Lauriers O.P., quien escribió que, dadas las afirmaciones de S. Weil, ¡no podría administrársele ni el Bautismo ni la absolución!  
  • 4 M.F. James, op. cit., pág. 29.
  • 5 P. CHACORNAC, La vida simple de René Guénon, ed. tradicionales, París, 1958, pág. 24.  
  • 6 M.F. James, op. cit., págs. 44-45.  
  • 7 Ibid., pág. 46.
  • 8 Ibid., pág. 100.
  • 9 Cf. A. BAGGIO, René Guénon y el Cristianismo, en «Nuova Realtá», 1987, pág. 39.
  • 10 N. MAURICE-DENIS BOULET, El esoterista René Guénon, en “La Pensée Catholique”, 77, 1962, pág. 23. 
  • 11 M.F. JAMES, Esoterismo, Ocultismo, Francmasonería y Cristianismo en los siglos XIX y XX, Nuevas Ediciones Latinas, París, 1981, págs.156-157.
  • 12 Ibid., pág. 158.
  • 13 Cf. SAUVETRE, Un buen servidor de la Iglesia, Monseñor Jouin, Casterman, París, 1936
  • 14 Ibid.
  • 15 E. JOUIN, Los fieles de la Contra-Iglesia: judíos y masones, pág. 139.
  • 16 Jn. VIII, 32.
  • 17 Hacia fines del siglo XIX, durante el pontificado de León XIII, un cierto Léo Taxil salió de la Francmasonería y reveló los ritos secretos y las ceremonias satánicas, en un libro que hizo mucho ruido y fue a menudo citado en los medios católicos antimasónicos. Pero, o porque había efectivamente mentido, o a causa de amenazas recibidas, Léo Taxil se retracta de todo, cayendo así el descrédito sobre los medios católicos que le habían creído. Sin embargo, hay que añadir que autores serios, como Mons. Antonino Romeo y el Profesor Giovanni Vannoni, afirman que Taxil se había convertido realmente, pero que a causa de amenazas de muerte de parte de los francmasones, debió retractarse de sus revelaciones; el caso Taxil todavía se presta a la discusión.  
  • 18 M.F. JAMES, Esoterismo y Cristianismo, pág. 127.
  • 19 P. SERANT, René Guénon. Vida y obra de un gran iniciado, Convivio, Firenze, 1990, pág. 14.  
  • 20 Ibid., pág. 198. 
  • 21 Para las referencias de los artículos citados, cf. M.J. James, op. cit., 132-162.