UN GRAN INICIADO: RENÉ GUÉNON*
Por el Padre Curzio Nitoglia

INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DE LAS DOCTRINAS HINDÚES 

En junio de 1920, Guénon termina la redacción de la Introducción General al Estudio de las las Doctrinas Hindúes, y se pone en búsqueda de un editor; para este efecto, se pone en contacto con el judío Levy-Brühl, y luego lleva el manuscrito a Marcel Riviére, que acepta publicarlo. En febrero de 1912, Noële Maurice Denis publica un artículo sobre la naturaleza de la Mística; mientras en una carta del 27 de marzo, Guénon reafirma su posición según la cual la “metafísica” es algo más sobrenatural que la mística. N. Maurice Denis atribuye la posición guénoniana a una ignorancia substancial de la doctrina católica, a pesar de la educación religiosa que Guénón había recibido, minimizando una vez más el alcance de su error. Como Henry de Lubac también sostendrá más tarde22, la posición de Guénon no era atribuible a la simple ignorancia del Cristianismo, sino más bien a una hostilidad hacia el Evangelio y al espíritu cristiano. Noële Maurice Denis responde a la carta del 27 de marzo en dos artículos aparecidos en la Revista universal (el 15 de julio de 1921), bajo el título Las Doctrinas Hindúes;  Maritain toma parte, ya que deseaba que la autora sostuviera que la “metafísica” guénoniana es radicalmente inconciliable con la Fe Católica. Él mismo incluso escribió la última frase de la conclusión del primer artículo de N. Denis: «R. Guénon quisiera que el Occidente decadente vaya a pedir al Oriente lecciones de metafísica y de intelectualidad. Es exactamente al revés, es en su propia tradición y en la religión de Cristo, que el Occidente hallará la fuerza para reformarse...»23. «Si Guénon, a pesar de todas sus críticas conserva por Grecia una cierta estima, por el contrario, Roma no le inspira sino desprecio»24. La reacción de Guénon, en conformidad con su carácter, fue de una gran irritación.

Pero tratemos de analizar el contenido del artículo de Guénon. La “metafísica” hindú es para él un Gnosticismo perfecto y absoluto, ya que termina en el Panteísmo (incluso si Guénon no cita jamás la palabra Gnosis, emplea sin embargo el término sanscrito jnâna, que es el equivalente, y prefiere usar el término “metafísica” que “guénonianamente” significa “conocimiento” o... Gnosis). Para Guénon, la moral está excluida de la filosofía, mientras que para la metafísica aristotélica la moral natural o filosófica existe, y es de ella que deriva la ética. Además, la contemplación se puede lograr con técnicas humanas sin el auxilio de la Gracia (cosa que para un cristiano es inadmisible); en fin, la Religión es una tendencia “sentimental” o “devocionismo” con la cual se relaciona la moral, mientras que para la teología católica la Religión no es una pura emoción de la sensibilidad, sino una disposición de la voluntad y de la inteligencia por la cual el hombre conoce que existe un primer Principio, se inclina a amarlo y a rendirle el culto que le debe por causa de su excelencia. En el otoño de 1922, Guénon había perdido toda esperanza de iniciar a su joven amiga, ya que la juzgaba incapaz de recibir la filosofía eterna fuera de la forma específicamente cristiana. 

COLABORACIÓN DE GUÉNON EN LA REVISTAREGNABIT 

En 1925 (agosto-septiembre), Guénon publica un artículo titulado El Sagrado Corazón y la leyenda del Santo Grial, aparecido en la revista Regnabit, con el fin de mostrar el perfecto acuerdo de la Tradición católica con las otras formas de la Tradición universal; es decir, la unidad trascendente y fundamental de todas las religiones sobre la base homogónea de la Tradición primitiva. En 1925-26, en tres artículos sucesivos, formula la hipótesis de que los documentos masónicos anteriores a 1717 (destruidos por Anderson y Désaguliers), contenían la fórmula de fidelidad a Dios, a la Iglesia y al Rey, e invita por esta razón a los lectores de Regnabit a ver el origen católico de la Masonería originaria (!), y a combatir las tendencias de la Masonería actual, religiosa pero filo-protestante en los países anglófonos, y decididamente antirreligiosa en los países latinos. La hostilidad de ciertos medios neo-escolásticos en 1927, impide que Guénon continúe escribiendo en la revista Regnabit

EL REY DEL MUNDO

En el mismo momento en que Regnabit publica su último artículo, Guénon escribe Cristo, sacerdote y rey, en la revista Cristo Rey (mayo-junio de 1927), y El rey del mundo, donde «desarrolla el tema inspirándose en la teoría de los “estados múltiples del ser”, emparentada con la teoría cabalística de los “intermediarios celestes”»25. Guénon presenta allí su versión del misterioso centro iniciático “Agartha”, centro del mundo a la vez real y simbólico, subterráneo e invisible, donde domina el “rey del mundo”. La teología católica ve en el “rey del mundo” guénoniano al “príncipe de este mundo”, del cual nos habla el Evangelio, y que no es otro que el diablo. 

LA CRISIS DEL MUNDO MODERNO

En 1927, Guénon publica La crisis del mundo moderno, en donde retoma el proceso de la civilización occidental y reitera el llamado por la constitución de una “élite tradicional” sensibilizada por la verdadera intelectualidad siempre conservada en Oriente, el único que podrá restituir al Occidente su tradición específica, una especie de “Cristianismo” revisado y corregido. El error y la decadencia han comenzado en Occidente, y precisamente por eso, está obligado a regenerarse en la fuente de las doctrinas “metafísicas” orientales. 

AUTORIDAD ESPIRITUAL y PODER TEMPORAL

En este libro Guénon afirma, en parte con razón (el error absoluto no existe), que la Autoridad espiritual (o sacerdotal) es superior a la Autoridad temporal (o real). Pero en toda la Tradición católica se considera a Jesucristo como Señor del Universo, mientras que Guénon «no ha tenido nunca en cuenta la concepción medieval que hace del Papa, Vicario de Cristo, el titular del poder temporal de manera directa o indirecta»26. Pío XI, en la Encíclica Quas Primas, afirma que solamente existe esperanza de paz durable, si los individuos y las Naciones reconocen la Realeza social de Jesucristo. Solo Él, en cuanto verdadero Dios y verdadero hombre, es nuestro supremo Rey y Señor, tanto en las cosas espirituales como en las temporales; sin embargo, no quiso ejercer el poder en estas últimas, dejándolo a la autoridad temporal, mientras que sí ejerció el poder espiritual. Después de la Ascensión, dejó en la tierra un Vicario que hiciera sus veces, el Papa, que tiene el poder en las cosas espirituales, y lo ejerce; mientras que en las cosas temporales, como Cristo, no quiere ejercerlo (salvo en ciertos casos y lugares particulares), y lo deja a la Autoridad temporal. Este último derecho debe ejercerlo por el bien común, y de manera subordinada a la obtención del fin último sobrenatural del hombre. En caso de que la Autoridad temporal abuse de su poder, el Papa puede intervenir para llamarla al orden, y si no se corrige, la puede destituir. Pero esta no es en absoluto la concepción de Guénon. «Para la Iglesia Católica, el Rey del mundo es siempre y únicamente Cristo. (...) Así pues, estamos muy lejos de la concepción de Guénon que reconoce en el Rey del mundo a quien encarna al legislador primordial, y es el depositario de la Tradición primordial. Guénon reduce a él, por una filiación simbólica, la ortodoxia tradicional del Catolicismo, y ve más bien en él una tradición legítima, pero siempre una entre los numerosos resultados de la tradición primordial siempre viviente. (...) Las visiones de Guénon y de la Iglesia Católica sobre el rey del mundo son netamente opuestas»27. En resumen, para Guénon, la Autoridad espiritual es Satán, superior a los reyes temporales. Para la Iglesia Católica, la autoridad espiritual es Cristo y Su Vicario en la tierra, el Romano Pontífice.

El libro de Guénon Autoridad espiritual y poder temporal, debe pues considerarse a la luz de lo que acabamos de decir sobre el rey del mundo y sus Superiores Desconocidos. 

LA TRIPLE PRUEBA DE 1929, VIAJE PARA EL CAIRO y MUERTE

En enero de 1928, su esposa muere de meningitis, y nueve meses después, su tía, la Señora Duru, que vivía con ellos. Guénon queda solo con su sobrina de catorce años, Françoise Bélile, cuya madre, viuda y con muchos niños a cargo, sin embargo reclama la vuelta a la casa. «El profundo apego a su sobrina, y la imposibilidad en que Guénon se hallaba para asumir solo su vida material, producirán en su casa las más vivas reacciones»28. En 1928, atraviesa una serie de pruebas que lo sacuden; hace, por medio de sus amigos, un pedido de matrimonio, el cual no es aceptado, y tras este rechazo, inicia una relación con la Señora Dina, de soltera, María W. Shillito, hija del rey de los ferrocarriles canadienses y viuda del riquísimo Hassan Farid Dina, ingeniero egipcio, que tenía un cierto interés por las cuestiones ocultas. Admiradora entusiasta de Guénon, ella le ofrece poner su fortuna al servicio de la causa del esoterismo “tradicional”. 

ENTRE LAS PIRÁMIDES y LA MECA

El 5 de marzo de 1930, Guénon viaja para El Cairo con la Señora Dina, pero solo tres meses después su mecenas vuelve a Francia, y poco después se casa con el ocultista Ernest Britt, miembro de un grupo que le es hostil. En Egipto, Guénon, que ya desde 1912 se hace llamar por los iniciados, Sheik Abdel Wâhed Yahia, lleva una vida modesta y discreta, e incluso se pasa exotéricamente al Islam. Su conversión está relacionada con una intención secreta, de la cual nunca dejó trazo escrito; por otra parte, dando una gran importancia a los ritos de la “tradición” exotérica, respetará siempre escrupulosamente su exoterismo islámico. Su apostasía se explica más bien por una razón de conveniencia espiritual, que como una verdadera conversión; ya que para él todas las formas tradicionales son equivalentes. El Islam le parecía como una bisagra entre Oriente y Occidente; tiene el mérito de parecer (superficialmente) conciliable con el Cristianismo, ya que respeta a Jesucristo como un profeta (pero niega Su Divinidad). Esta es la razón por la cual un guénoniano puede volverse musulmán y pretender permanecer cristiano. Para Guénon, el Islam en el siglo XX habría debido cumplir la función que la Masonería había desempeñado en el siglo XVIII: ser el refugio de los cristianos que se querían sustraer a la disciplina jerárquica de la Iglesia, aunque manteniendo algún lazo con un vago (y falso) misticismo y con una “tradición” impura y “primordial”.

Durante este tiempo, Guénon estudia la lengua árabe y, a partir de 1931, publica una serie de artículos en árabe y frecuenta las reuniones del Sheik Salâma Radi. En julio de 1934, se casa con la joven Fatma Hanem Ibrahim, que le dará cuatro hijos; el último nacerá en 1951, después de su muerte. En 1939, «un riquísimo judío inglés, pasado al Islam y admirador suyo, le ofreció una quinta burguesmente amueblada»29. El 7 de enero de 1951, a pesar de los cuidados prodigados por su amigo judío, el doctor Katz, muere, pronunciando dos veces el nombre de Alá

¿SE PUEDE SER GUÉNONIANO y CATÓLICO?30 

Guénon ejerce una influencia innegable, y desgraciadamente a veces muy profunda, incluso en los medios ligados a la Tradición católica31. A lo largo del artículo se ha visto que la cuestión ya se presentaba durante su vida, ya que colaboró en revistas católicas y monárquicas, de tendencia antimasónica y tradicional. Sin embargo, fue muy pronta la reacción de los católicos integristas (la R.I.S.S.), que obligaron a Guénon a batirse en retirada para Egipto (no sin antes haber causado bastante daño). Hoy, muchos guénonianos, como lo admite igualmente la revista Le sel de la terre de los Dominicos de Avrillé, están infiltrados en los medios de la Fraternidad San Pío X de Monseñor Lefebvre32; y en un próximo artículo abordaré este tema, que pude comprobar personalmente.

Sin embargo, existe una radical inconciliabilidad entre el guénonismo (y toda forma de esoterismo en general), y el Catolicismo; esto se debe a que Guénon se presenta como un autor “espiritual”, portador de una sabiduría oriental superior, ¡incluso a la de la Iglesia católica! Él desprecia la idea de salvación o de condenación eterna, propia del Catolicismo, y se hace el campeón de una Gnosis o “metafísica”, que conduce a la identificación suprema con el Absoluto indefinido (¡observe el lector como los iniciados deben esconder con grandes palabras, como detrás de una cortina de humo, la nulidad de su espiritualidad!). 

LA NATURALEZA DE LA ESPIRITUALIDAD GUÉNONIANA

Para ver más de cerca en qué consiste la espiritualidad guénoniana, me fundo en el interesante artículo de Antoine de Motreff, un ex-guénoniano convertido al Catolicismo33; según el cual la vía espiritual propuesta por Guénon, comprende tres condiciones que forman como tres etapas. Para Guénon: «la iniciación implica tres condiciones de modo sucesivo..: 1°) la calificación, constituida por ciertas posibilidades inherentes a la naturaleza propia del individuo, y que son la materia prima sobre la cual deberá efectuarse el trabajo iniciático; 2°) la transmisión, por medio del vínculo con una organización tradicional, de una influencia espiritual que da al ser la “iluminación”, que le permitirá ordenar y desarrollar las posibilidades que hay en él; 3°) el trabajo interior, por el cual, con la ayuda de “colaboradores” o “soportes” exteriores..., el desarrollo será realizado gradualmente, haciendo pasar al ser... para conducirlo al objetivo final de la “Liberación”, o de la “Identidad Suprema”»34. En resumen, en la primera etapa hay una diferencia profunda entre la Mística cristiana, que es pasiva, y la Iniciación, que es activa; y en la segunda, que es la más importante, se recibe la influencia espiritual durante la iniciación. Podría suceder que las organizaciones iniciáticas, a causa de una decadencia, no puedan conferir sino una iniciación virtual; no obstante, ellas continuarán siendo el sostén de esta influencia espiritual, y el trabajo iniciático siempre podrá realizarse. Lo importante es que la cadena no se interrumpa. En la Iniciación existe también la transmisión de una enseñanza, pero la transmisión de la influencia espiritual permanece como el elemento principal. En tercer lugar, viene la iniciación efectiva, y para llegar a ella es necesaria la meditación de los símbolos. Otro medio para progresar hacia la iniciación efectiva es el encantamiento, algo bien distinto de la oración; en efecto, ella «no es una petición, e incluso no supone la existencia de ninguna cosa exterior... es una aspiración del ser hacia lo Universal, a fin de obtener... una iluminación interior... La meta final a conseguir es siempre la realización en sí del “Hombre Universal”»35.

«Uno de los fines reconocidos por René Guénon, es permitir a los francmasones (que transmiten todavía la iniciación virtual) llegar a la iniciación efectiva»36

NECESIDAD DE ESTAR LIGADO A UNA ORGANIZACIÓN INICIÁTICA

«La iniciación propiamente dicha consiste esencialmente en la transmisión de una influencia espiritual, transmisión que no puede efectuarse sino por medio de una organización tradicional regular, de tal manera que no se podría hablar de iniciación fuera del vínculo con una tal organización»37. Pero, ¿cuales son las organizaciones iniciáticas todavía válidas hoy en Europa? Según Guénon, quedan dos: la francmasonería y “le compagnonnage”: «De todas las organizaciones con pretensiones iniciáticas que están extendidas actualmente por el mundo occidental, no hay más que dos que... pueden reivindicar un origen tradicional auténtico y una transmisión iniciática real; estas dos organizaciones... no fueron primitivamente más que una sola, y son “le Compagnonnage” y la Masonería»38. Por medio de la cadena iniciática, el iniciado recibe una influencia espiritual, cuyo origen “no es humano”. «El individuo que confiere la iniciación... es únicamente un eslabón de la “cadena”, cuyo punto de partida está fuera y más allá de la humanidad»39. La influencia espiritual no tiene nada de mágico, en la medida en que, para Guénon, la iniciación se realiza en un nivel espiritual superior al de la magia, que por el contrario se realiza al nivel animal o psíquico. Es por eso, que Guénon desprecia a aquellos que buscan poderes mágicos, defecto de los occidentales demasiado apegados a los fenómenos. La magia nos deja en el estado individual, mientras que la iniciación nos hace pasar de la individualidad a lo Universal. Pero el iniciado debe tomar conciencia poco a poco de esta influencia espiritual, y en esto la vía iniciática es diferente de la vía religiosa: «En el dominio exotérico, no hay ningún inconveniente en que esta influencia recibida no sea jamás percibida concientemente..., puesto que no se trata aquí de obtener un desarrollo espiritual efectivo; en cambio, debería ser completamente de otro modo cuando se trata de la iniciación, y, a causa del trabajo interior realizado por el iniciado, los efectos de esta influencia deberían ser sentidos ulteriormente, lo cual constituye el pasaje a la iniciación efectiva»40.

La Religión, para Guénon, apunta a asegurarnos la Salvación eterna, y entonces nos mantiene en el estado individual humano; mientras que la iniciación es absolutamente superior, ya que tiende a hacernos alcanzar la Identidad Suprema con el Absoluto inconmensurable, o Realización, lo cual supone la superación del estado individual y la toma de posesión de estados superiores al humano. Y no se trata solamente de entrar en comunicación con estos estados superiores, sino directamente de tomar posesión de ellos41. Así, incluso la unión transformante de la tercer vía de perfección (la Mística), es inferior a la Liberación, que es la meta de la iniciación42. Por eso, la finalidad de la vía esotérica es bien superior a la de la vía religiosa o exotérica, y el Paraíso cristiano aparece, para el iniciado, como demasiado estrecho, casi como una prisión43

NO ES POSIBLE SEGUIR LA VÍA INICIÁTICA SIN RELACIONARSE CON UN EXOTERISMO

«Este punto es muy importante, y es a menudo poco conocido. Para René Guénon, no es cuestión de mantenerse pura y simplemente en la vía iniciática. Es necesario practicar al mismo tiempo un exoterismo, lo que se traducirá... en una práctica religiosa. Guénon mismo practicó, en los últimos años de su vida, la religión musulmana»44. En efecto, afirma: «Es admisible que un exoterista ignore el esoterisno... pero, en cambio, no lo es, que alguien con pretensiones de esoterismo, se permita ignorar el exoterismo, pues “lo más” debe forzosamente comprender “lo menos”»45. Es por eso, que los guénonianos se infiltran incluso en medios católicos tradicionalistas. 

LA INFLUENCIA ESPIRITUAL NO ES UNA GRACIA GRATUITA QUE VIENE DE DIOS

Si la influencia espiritual no es una gracia que viene de Dios, o bien es producto de la auto-sugestión, o bien es una influencia que viene de un ángel. En efecto, por encima del hombre no hay más que Dios o los Ángeles. «La primera solución es siempre posible, en teoría, y, en efecto, se puede pensar que muchos de los que se someten a la ceremonia de la iniciación, no reciben absolutamente nada. Pero, de todos modos, es mucho más probable que,... el receptor reciba efectivamente una “influencia espiritual de origen no humano”. Este es el parecer de los mejores estudiosos de la francmasonería, como Charles Nicoullaud, autor de La iniciación masónica (Perrin, París, 1931), prologado por Mons. Jouin: “Estos hechos extraordinarios [la presencia sentida de Satán] son el triste privilegio de algunos. Y estos son los superiores desconocidos, como se decía en el siglo dieciocho, de la secta. Agentes directos de Satán, permanecen sus instrumentos, y es por ellos que él penetra e influye sus voluntades malvadas y destructoras en el seno de las sociedades secretas. Son los sacerdotes de la Contra-Iglesia. La Iglesia de Jesucristo tiene sus Santos; Satán... el mono de Dios, tiene sus iniciados” (pág. 145)... Se objetará que esta influencia espiritual podría provenir de un ángel bueno... Pero los ángeles buenos son los ministros de Dios... Si obran sobre los hombres, es para conducirlos a Nuestro Señor y a Su Iglesia. Ahora bien, la lucha contra la Iglesia es una constante de la francmasonería... y el caso de Guénon nos muestra que la iniciación, lejos de conducirle a conocer mejor a la Santísima Trinidad, a Nuestro Señor Jesucristo y Su Iglesia, lo condujo a una especie de pesadez intelectual a su respecto [y a la apostasía, n.d.a.]»46

LA CAUSA DE LA APOSTASÍA DE GUÉNON

Santo Tomás enseña que «La infidelidad tiene origen en el orgullo»47; es el más grave de los pecados después del odio de Dios. La verdadera razón de una elección errónea respecto al último fin, debe pues buscarse en las malas obras, en la vida, en el acto de la voluntad que puede ser incluso solamente interior; por ejemplo, el orgullo intelectual. Las malas obras no son únicamente la inmoralidad grosera, sino también la inmoralidad sutil: la exaltación del propio “Yo”, la búsqueda de la gloria humana y del honor del mundo. Como el ladrón huye de la luz y ama las tinieblas para poder actuar sin ser perturbado; así el orgulloso odia la luz, la doctrina pública, y ama las tinieblas, la doctrina y la practica esotérica. Las tinieblas sirven para cubrir su doctrina infernal y su conducta perversa; odia la luz, ¡ya que desenmascara su perversidad interior oculta! Se puede pues concluir que la mala vida es la causa de toda incredulidad, y sobre todo de la de los heresiarcas y de los “grandes iniciados”; como ciertamente fue René Guénon. Así como el diablo se volvió ángel caído por su mala voluntad (con la cual prefirió dirigirse él mismo, aunque condenándose, a someterse a la Voluntad de Dios que le pedía un acto de obediencia y de humildad); de la misma manera, el “gran iniciado” prefirió rechazar la doctrina pública de Jesús, para poder complacerse en su oscura y confusa “tradición primordial común que se pierde en la noche de los tiempos...”, ¡y que gratifica tanto su orgullo, que puede ser llamado Maestro! Pero Jesús nos advirtió: «No queráis ser llamados maestros; pues uno solo es vuestro Maestro... vuestro Padre, que está en los Cielos» (Mat. XXIII, 8-9). 

¿EL DEMONIO PUEDE INFLUIR AL HOMBRE? 

Según Santo Tomás y los teólogos católicos, el demonio no puede obrar directamente sobre la inteligencia y la voluntad del hombre, sino solamente sobre los sentidos exteriores e interiores (memoria e imaginación) y, por medio de los sentidos, puede buscar influir indirectamente la inteligencia y la voluntad48. La ceremonia de iniciación podría muy bien ser el punto de partida de esta acción diabólica. «Dios ha dejado al demonio cierta libertad de acción en estas ceremonias, a causa de su carácter supersticioso; hay una invocación al menos implícita al demonio cada vez que se espera un efecto espiritual de una causa que en sí no puede producirla... Estas ceremonias no obrarían más que en la medida en que Dios lo permite, como castigo del pecado de superstición. (...) El hecho de vincularse a una organización iniciática regular, hace al pecado de superstición aún más característico... Pero nada impide al demonio obrar también en ausencia de esta cadena [iniciática, n.d.a.]... la iniciación, proporciona un “ambiente” favorable a la actividad del demonio»49.

Concluimos este artículo con la palabra de Antoine de Motreff, que explica bien estos peligros: «El análisis que René Guénon hace de la iniciación es en parte exacto; la iniciación puede muy bien conferir una influencia espiritual de origen no humano, pues constituye un pacto (al menos implícito) con el demonio. Esta influencia se ejerce sobre la imaginación... Hay pues una especie de iluminación demoníaca... que puede permitir al iniciado conocer ciertas cosas, que no podría conocer naturalmente. Sin embargo, este conocimiento tendrá por efecto alejar de Dios, de Nuestro Señor Jesucristo y de Su Iglesia... Desde el punto de vista moral, una tal iniciación constituye un pecado mortal contra la virtud de religión»50.

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NOTAS
  • * Sodalitium nº 47
  • 22 Carta de H. de Lubac a N. Maurice-Denis Boulet, 31 dic. 1962. Inédito.
  • 23 N. MAURICE-DENIS, “Las Doctrinas Hindúes”, La Revista universal, 15 de julio de 1921, pág. 246.  
  • 24 P. SERANT, René Guénon. Vida y obra de un gran iniciado, Convivio, Firenze, 1990, pág. 100.  
  • 25 M.F. JAMES, op. cit., pág. 277.  
  • 26 P. DI VONA, Evola Guénon De Giorgio, SeaR, Borzano (RE) 1993, pág. 191.
  • 27 Ibid., págs. 195-196.  
  • 28 M.F. JAMES, Esoterismo y Cristianismo, pág. 295.  
  • 29 Ibid., pág. 303.  
  • 30 L. MEROZ, René Guénon o la sabiduría iniciática, Plon, 1962.  
  • 31 E. VATRE,  La derecha del Padre. Informe sobre la Tradición católica hoy, Guy Trédaniel, 1994.  
  • 32 Le sel de la terre, n° 13, verano 1995, págs. 34-35.
  • 33 ANTOINE DE MOTREFF, ¿Quién inspiró a René Guénon?, en Le sel de la terre, nº 13, verano 1995, págs. 33-64.  
  • 34 R. GUÉNON, Ideas sobre la iniciación, Villain y Belhomme - ed. tradicionales, París, 1973, pág. 34.  
  • 35 Ibid., pág. 169.  
  • 36 A. DE MOTREFF, op. cit., pág. 42.  
  • 37 R. Guénon, op. cit., pág. 53.    
  • 38 Ibid., pág. 41.
  • 39 Ibid., pág. 58.  
  • 40 R. Guénon, Iniciación  y rea1ización espiritual, Villain y Belhomme - ed.  tradicionales, París, 1974, págs. 48-49.  
  • 41 Cf. Ideas sobre la iniciación, págs. 27-28.  
  • 42 Cf. Iniciación y realización espiritual, págs. 81-82.
  • 43 Ibid., págs. 78-79.  
  • 44 A. DE MOTREFF, op. cit.,  pág. 48.  
  • 45 Cf. Iniciación y realización espiritual, pág. 71.  
  • 46 A. DE MOTREFF, op. cit., págs. 55-58.  
  • 47 S.T., II-II, q. 10, a. 1, ad 3um.  
  • 48 S.T., II-II, q. 10, a. 3, in corpore; II-II, q. 96, a. 1; II-II, q. 97, a. 1; I, q. 114; II-II, q. 165, a. 1.  
  • 49 A. DE MOTREFF, op. cit., pág. 61.
  • 50 Ibid., pág. 63.