JESUCRISTO ES LA VERDAD SUPREMA

P. Andrés Morello S.J.M.

DIOS, ÚNICO AUSENTE 2

   El mundo actual no está en paz.
   No está en paz por no estar en orden y no está en orden porque ha renunciado a Dios.
   Toda civilización supone un principio civilizador que es naturalmente el hombre. Pero no sólo se es hombre por tener la naturaleza humana; tiranos, asesinos y degenerados también han sido hombres y han sido los corruptores de toda civilización.
   Hay civilización en el verdadero sentido de la palabra cuando los hombres que rigen las sociedades y sus miembros se comportan como tales. Cuando los hombres no lo han hecho o han dejado de hacerlo comenzó para ellos la caída de sus imperios y de sus reinos, la inversión de los valores, la destrucción de toda jerarquía. Esos imperios en decadencia se mantuvieron en pie mientras los sostuvo la fuerza de las armas, único baluarte que les quedaba, a la espera de oportunistas y ambiciosos que las usaron en provecho propio.
   Para que el hombre sea tal debe respetar su puesto en el universo, su puesto de creatura superior que debe regir las sociedades, pero creatura al fin.
   Las prerrogativas del hombre le vienen de su condición de ser la creatura de Dios más perfecta sobre la tierra, de modo que el olvido, el apartamiento y la renuncia a Dios determinan en él la inversión más absoluta de los valores y de toda jerarquía. Esta es la revolución nefasta a la que asistimos hoy en el mundo entero, causa de un desorden insoluble:

  • -en la política, la democracia que asienta su derecho en el número y no en el bien común;

  • -en la sociedad, un bien común ajeno a los valores superiores y reducido al confort material;

  • -en las familias el amor sin hijos, reducido a una vergonzosa sexualidad egoísta;

  • -en las legislaciones, el triunfo de la ley votada, por encima del derecho y la justicia;

  • -en el mismo arte contemporáneo, la ausencia de belleza, faltando la proporción, el equilibrio y la armonía;

  • -a nivel mundial, el triunfo del más fuerte por las armas y el dinero que gobierna a las armas;

  • -la pérdida del respeto elemental por la vida humana: abortos, clonaciones, eutanasia... y su reemplazo descarado por una ecología erigida en valor supremo, que cuida las plantas y hace perfumes y cosméticos con los abortos;

  • -el mismo silencio culpable de muchas jerarquías eclesiásticas que callan los derechos de Dios por no perder un puesto delante del mundo enemigo de Dios.

   Nunca habrá paz hasta que no regrese el orden. Ese orden supone que los hombres adoren al único Dios verdadero, es la vuelta a Dios que predicaron todos los Santos de la historia y que construyó la civilización cristiana.
   Esta es la clave de todos los problemas contemporáneos, su única solución y la razón de ser de toda grandeza verdadera y duradera. Este es el corazón de toda lucha por Dios y por la Patria.

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