LA MASONERÍA SEGÚN SUS PROPIOS DOCUMENTOS
Por
Fray E. de Guadalupe O. P. D. G. 18
CAPÍTULO XVIII
ABOLICIÓN DE LA PENA DE MUERTE
El divorcio y el odio a la cristiandad
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Hemos comprobado cómo la secta masónica es una institución religiosa y política. En cuanto a esto último, actúa de diversas maneras, creando a veces pequeños partidos, como el Liberal en nuestro país. Tales agrupaciones, formadas por masones y dirigidas secretamente por la secta, fracasan en países cristianos como el nuestro, pero logran sembrar ideas extraviadas y abrir el campo al socialismo y comunismo. Examinaremos en seguida un documento del Partido Liberal, de 1906, el cual nos aclara la posició n de la secta. Recordemos que —según pruebas ofrecidas— dicho partido era masónico y el nuevo documento, firmado entre otros por F. J. Garrigós, lo refirma.Su lectura advierte con toda claridad del odio a la Iglesia Cató lica y valdría la pena señalar el desparpajo con que se miente y cómo por aquellos años se permitía la acción y prédica de partidos que violaban preceptos constitucionales. No lo hacemos para no abultar en exceso el libro, pero podemos recordar que durante años la Iglesia, congregaciones y sus institutos, hospitales y cementerios (como el de los Recoletos) dieron al pueblo toda clase de asistencia, sin solicitar un solo centavo al Estado. Los católicos, con diezmos, limosnas, legados, etcétera, y los frailes y sacerdotes con sus trabajos, forjaron todo ese capital que sostenía el culto y devolvía rentas al pueblo en forma de bibliotecas, escuelas, hospitales, etcétera.Pero en 1822, por una serie de decretos del ministro Bernardino Rivadavia, el Estado despojó a la Iglesia y congregaciones de todos los bienes. La historia mendaz, que circula como cierta, llama a tal despojo Reforma eclesiástica. Hospitales, colegios, escuelas, bibliotecas, imprentas, cementerios, edificios, terrenos, todo fue devorado y, en cambio, el Estado se obligó a contribuir al sostenimiento del culto y liberar de impuestos los edificios de las iglesias...Pasemos por alto eso de la "expresió n grandiosa" de la bandera roja, lo cual refirma que la Masonería es avanzada del comunismo; lo del divorcio, y vayamos a la pena de muerte.Algo señ alamos sobre el particular en el capítulo IX, mas conviene insistir pues es cuestión de trascendencia.No es verdad que la pena (cualquiera sea ella) tenga el solo objeto de producir la reforma del condenado para que se arrepienta. Eso es sólo uno de los fines que busca la pena. Su causa tiene otros dos objetos principales:
El castigo cierto e inflexible — cuyo valor de redención sólo comprende el cristiano— es el único freno que impide, a ciertos individuos, trasgredir la ley, cometer delitos y ofender a los inocentes.La pena capital máxima, es decir de muerte, está dispuesta por aquellos motivos y en proporción a la enormidad del delito, de la peligrosidad del delincuente y como valla para quienes sólo ante el temor de perder la vida se detienen. Casi todos los países que abolieron la pena de muerte han vuelto a ella después de dos tristes comprobaciones:
Lo curioso es anotar el siguiente detalle histórico: la Masonería aboga de continuo por la supresión de la pena de muerte en todo país que no domina en absoluto y en especial en los católicos, pero en cuanto toma las riendas la restablece o la aplica a destajo. La Revolución Francesa (masónica) hizo tristemente célebre a la guillotina, Inglaterra mantiene la pena de muerte, y Estados Unidos de Norteamérica, reino de la Masonería, ídem... Conviene ir más adelante para comprender la perfidia de la secta y la astucia con que miente para, promoviendo la sensiblería, imponer sus falsías. Tanto defiende la Iglesia la vida del hombre, que no admite jamás, bajo ningún aspecto, ni concepto, ni excusa, que el hombre suprima la vida del hombre, ni aun la propia (suicidio) . Sólo la sociedad, en propia defensa, y por medio de la autoridad, como que representa a Dios, puede determinarla. Nadie más, aunque sea sector numeroso y obre en propia defensa, puede suprimir la vida, porque carece del poder: autoridad. De aquí que el concepto cristiano de la guerra repose en estos dos principios:
Bien claro resulta entonces que todo grupo o asociación que propugne la muerte de semejantes, es criminal. Ahora bien: la Masonería, que por medio de propaganda y acción, hurta a la sociedad un medio de defensa, podría sostener una equivocada doctrina y ser repudiada como fuente de extravío. Pero he aquí que el mandil (delantal), vestidura sacerdotal para quienes celebran el rito satánico y esotérico, señala la función de ciertos grados masónicos. Cada grado lleva mandil con distintos símbolos. La función es ejecutar a individuos sentenciados a muerte por la Cámara Kadosch (tribunal de justicia integrado por masones de grado 30 y a veces 30 y 18). Quiere decir que un grupo pequeño de la sociedad, por sí y sin ley ni autoridad, determina la muerte de conciudadanos. Y en forma secreta. Esto es, lisa y llanamente, criminal. En cuanto a su felonía surge del hecho de que propugna la supresión de la pena de muerte... Podría decirse que el solo mandil no prueba que la Masonería ordene asesinatos, pues podría ser símbolo de prácticas abandonadas. No obstante, crímenes ordenados por la secta[1], ejecutados en diversos países y épocas señalan que no es cuestión de un pasado remoto y de un solo sector masónico. He aquí algunos detalles: En 1829, la Logia dictó (Agüero-Del Carril) pena de muerte contra Dorrego y Rosas. La primera pudieron cumplirla por medio de Lavalle; El general Heredia fue condenado a muerte por la Masonería, y el encargado de hacerla cumplir fue el doctor Marcos Avellaneda, quien, aunque con habilidad trató de borrar toda huella, dejó la prueba que los criminales fueron incitados por él; Si salimos de nuestro país, tenemos el bárbaro asesinato de García Moreno en Ecuador; el casi reciente suicidio de Busch en Bolivia; el de Morgan en Estados Unidos de Norteamérica; el del duque de Berry, del prebístero Villars y de Lescure en Francia; del arzobispo de Quito, monseñor Checa; el de Emmiliani y las matanzas de 1835 en España, y sería cosa de no acabar citando solo lo conocido y documentado, muchas veces por los mismos masones, como en lo dicho de España, que consta por documento de puño y letra del ministro Martínez de la Rosa. O el de Dorrego, por una serie de cartas de Salvador María del Carril, en las cuales rogaba que fuesen quemadas. Lavalle no las quemó y quedó el testimonio. Crímenes que parecen pasionales, suicidios rarísimos, envenenamientos con crotalus horridus y complots de apariencia política, han sido dispuestos por las "Cámaras Kadoch" y muchas persecuciones económicas, por intrigas y difamaciones salen de las logias, sin que siquiera lo sospechen los masones de grados inferiores ni los mismísimos grados 33 honorarios. Pero los grados 30 y muchos 18 bien saben los crímenes que los manchan y de allí su terror a que se imponga la pena de muerte, sobre todo donde, como en España, la Masonería está casi vencida. Saben por experiencia que, pese al secretismo y su diabólica astucia, muy a menudo suelen aparecer confesiones inesperadas y documentos terminantes. En tal caso la pena de muerte impediría los "trabajos masónicos" para liberar al reo... La criminalidad de la secta (reparad bien que no decimos de los "masones"), surge de documentos examinados, hechos históricos comprobados y de su satánica religión, pero lo más terrible de ella es su secretismo y la habilidad de simulación que poseen sus secuaces. Luchar contra la masonería es obra imperiosa si queremos salvar a la sociedad y a la patria. |
FIN
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