EL JUDÍO EN EL MISTERIO DE LA HISTORIA*
P. Julio Meinvieille

 

 Los judíos y la corrupción demoliberal

SEGUNDA PROPOSICIÓN

   Con el liberalismo y el socialismo, los judíos, dueños de las riquezas del mundo, envenenan a todos los pueblos, pervirtiendo su inteligencia y corrompiendo su corazón.
  
El gran benficiario de la revolución liberal burguesa ha sido el judío. La declaración de los derechos del hombre y del ciudadano se iba a convertir en la declaración de los derechos del judío. No se puede demostrar que la Revolución Francesa, que abrió la puerta de la sociedad a los judíos, haya sido obra directa de ellos. Sin embargo, ellos tuvieron gran parte en el éxito de esta revolución. Después de los estudios de Agustín Cochin (Les Societés de Pensée et la Révolution en Bretagne, Plon, París; La société de pensée et la démocratie, Plon, 1920; La révolution et la libre pensée, Plon, 1924; Les actes du gouvernement révolutionnaire, A. Picard, 1920) ha quedado en claro que a la masonería le cabe parte de primer plano en la Gran Revolución. El prologuista del libro La Franc-Masonnerie Francaise et la préparation de la Révolution (Les presses Universitaires, Paris, 8e. mille), del notorio masón Gastón Martín, reconoce que la masonería, resumiendo en ella el aporte francés de los filósofos y de los economistas el aporte inglés y norteamericano, en fin, el aporte científico, ha sido, en medio del desorden de las instituciones y de los espíritus, una de las piezas maestras de la organización prerrevolucionaria y del orden nuevo, del orden burgués de 1789 . (pág. xv), y añade: El libro de M. Gastón Martín lo demuestra con una claridad luminosa. Si la revolución fue en gran parte obra de la masonería, tiene que haberlo sido igualmente de los judíos, que eran elementos de los más activos en la promoción de logias.
  
Pero, en fin, sea esto más o menos discutible, lo cierto es que los judíos lograron una influencia preponderante en la sociedad liberal burguesa. En el sector financiero, comercial e industrial alcanzaron posiciones importantes, que pusieron en sus manos el manejo de la riqueza de los países, sobre todo de Francia, y en el sector cultural y educacional lograron un dominio también total.
   La influencia desmesurada que habían de lograr en la población las minorías judías habrían de provocar a su vez progroms o persecuciones, o un estado de animosidad que acompaña invariablemente a aquellos predominios. Es interesante leer los volúmenes de Simón Doubnov. Histoire moderne du peuple Juif, Tome 1 (1789-1848) y Tomé 11 (1848- 1914), Payot, París, para seguir esta alternativa de influencia de los judíos y persecuciones de los pueblos a través del siglo diecinueve en los países más diversos como Rusia, Alemania, Austria, Europa central, Francia, etc. Siempre se verifica e] mismo fenómeno. Los judíos, dejados en completa libertad en la sociedad gentil, se apoderan de las posiciones de poder en el campo económico, cultural y político, y someten a toda la sociedad a un alto grado de corrupción de las formas de pensar y de actuar, lo que a su vez determina una fuerte reacción de la opinión pública en su contra.
   Pero el demoliberalismo es sólo una etapa en el proceso de disolución de los pueblos. La otra etapa es el socialismo. Y aquí los judíos han tenido una actuación también de primer plano. Que el socialismo sea judaico no sólo se demuestra porque sus prohombres fueran judíos, tales como Marx, Engels, Lasalle, Kurt Eisner, Bela Kun, Trotsky, León Blum, sino, sobre todo, como hace notar el judío Alfredo Nossig (Integrales Judentum, El Judaísmo integral), porque el socialismo y el mosaísmo no sólo no se oponen, sino que, por el contrario, entre las ideas fundamentales de ambas doctrinas hay una conformidad sorprendente
(1).
   El movimiento socialista moderno -dice- es en su mayor parte obra de los judíos; los judíos fueron los que imprimieron en él la marca de su cerebro; igualmente fueron judíos los que tuvieron parte preponderante en la dirección de las primeras repúblicas socialistas. Sin embargo, los socialistas judíos dirigentes estaban, en su inmensa mayoría, alejados del judaísmo; y a pesar de eso, el papel que desempeñaron no depende de ellos, porque obraba en ellos de una manera inconsciente el principio eugenético del mosaísmo, y la raza del antiguo pueblo apostólico vivía en su cerebro y en su temperamento social.
   El socialismo mundial actual forma el primer estadio del cumplimiento del mosaísmo, el principio de la realización del estado futuro del mundo, anunciado por los profetas.
   Por eso es por lo que todos los grupos judíos, cualesquiera que sean, o sionistas o adeptos de la Diáspora, tienen interés vital en la victoria del socialismo, la que deben exigir no sólo por principio y por su identidad con el mosaísmo, sino también por principio de táctica.

   Pero, diréis. ¿cómo es posible que el judío forje el socialismo y el capitalismo, dos fuerzas que se contradicen y se
eliminan? Muy sencillo. Porque estas dos creaciones están forjadas para los cristianos, ad unum christianorum.
  
El capitalismo, para robarles lo que tienen: el socialismo, para envenenar a los que no tienen, y así establecer la lucha de clases.
   Con capitalismo y pauperismo, con burgueses y proletarios, con liberalismo y socialismo, los judíos han logrado dividir el mundo en dos grandes bandos igualmente perniciosos. Y desde entonces todas las manifestaciones de la vida, culturales, benéficas, gremiales, religiosas, políticas, económicas, llevan el sello de uno u otro bando.
   Y el catolicismo, que es la Salud del mundo, que forjó la Cristiandad, queda confinado en una "especie de ghetto", arrinconado apenas en las sacristías, en los seminarios y conventos.
   Las gentes, el público, se han judaizado; los ricos con el liberalismo, los pobres con el socialismo. Todos piensan, odian, aman y danzan a lo judaico. Todos se sienten libres, es cierto. Libres para ser manejados como títeres por el astuto poder de los hijos de Israel. Todos libres, pero ninguno piensa sino por el cerebro judaizado de su diario, de su libro, de su revista. Todos libres, pero ninguno odia ni ama sino a través de la artista o del actor judaizado del cine. Todos libres, pero sus ideas políticas, económicas, religiosas, filosóficas han sido preparadas e impuestas por los judíos.
   Cuán exactas las palabras de un diario inglés (Jewish World, 9 febrero-1863) cuando dice: El gran ideal del judaísmo es que el mundo entero esté imbuido de la enseñanza judía y que en una fraternidad universal de las naciones -un judaísmo hecho más grande- todas las razas y religiones separadas desaparezcan.
   Por su actividad en la literatura y en la ciencia, por su pasión dominante en todas las ramas de la actividad pública, están en tren de hacer vaciar gradualmente los pensamientos y los sistemas no-judíos en moldes judíos.

   Hace años ya que se escribía esto... Hoy las cosas marchan muy avanzadas en favor de Israel. 

Los judíos y el comunismo

   Hoy se plantea clara nuestra

TERCERA PROPOSICIÓN

   Que con el comunismo los judíos exterminan a sus opositores y sujetan a los cristianos a un yugo de esclavos imposible de romper.
  
Porque el comunismo es típicamente judaico, y ha sido y es financiado con el dinero judío.
   Está comprobado quién es el que ha proporcionado, al menos como agente directo, el oro que ha favorecido, fraguado y financiado la Revolución Soviética en Rusia: Jacobo Schiff, jefe de la fabulosa Banca Kuhn, Loeb and Cº, fallecido en octubre de 1920.
   A. Netchvolodow ha demostrado en su libro L'Empereur Nicholas II et les juifs cómo Jacobo Schiff adelantó fondos al Japón para la guerra con Rusia, cómo Schiff financió la propaganda revolucionaria entre los prisioneros de guerra rusos internados en Japón, cómo Schiff, el 14 de febrero de 1916, promete dinero a los revolucionarios rusos residentes en Nueva York, y cómo el mismo Schiff, según la relación secreta del Alto Comisario francés en Wáshington a su gobierno, en la primavera de 1917 proporciona subsidios a Trotsky para establecer en Rusia el comunismo.
   Leamos parte de esta relación secreta, extraída de los archivos de una de las principales instituciones gubernamentales de la república francesa y que fue publicada por vez primera en el número 1, del 23 de septiembre de 1919, en el diario "A Moscú", -editado en Rostow-sobre-el-Don.
   Dice así:

   I. - En febrero de 1916 se supo por primera vez que se tramaba una revolución en Rusia; se descubrió que las personas y casas infrascritas estaban comprometidas en esta obra de destrucción:

  • 1. Jacobo Schiff, judío.

  • 2. Kuhn, Loeb and Cº, casa judía. 

    Dirección:

    Jacobo Schiff, judío

    Félix Warburg, judío

    Otto Kahn, judío

    Mortimer Schiff, judío

    Jerónimo H. Hanauer, judío.

  • 3. Gugenheim, judío.

  • 4. Mar Breintung, judío.

   Apenas hoy duda de que la revolución rusa, que estalló un año después de la información antedicha, fue lanzada y fomentada por influencias claramente judías. De hecho, Jacobo Schiff hizo una declaración pública en abril de 1917 diciendo que gracias a su apoyo finianciero había tenido éxito la revolución rusa.

   II. - En la primavera de 1917 comenzó Jacobo Schiff a pedir al judío Trotsky ayuda para hacer la revolución social de Rusia...
   De Estocolmo, el judío Mar Wartburg comanditaba igual mente a Trotsky y compañía, y asimismo pedía ayuda al sindicato Westfaliano-Renano, importante negocio judío, lo mismo que al judío Olef Aschberg, de la Nye Banken de Estocolmo, y al judío Jivotovsky, cuya, hija se casó con Trotsky. Así se establecieron las relaciones entre los multimillonarios judíos y los judíos proletarios.

   III. - En octubre de 1917 la revolución social tuvo lugar en Rusia, gracias a la cual ciertas organizaciones de los soviets tomaron la dirección del pueblo ruso. En estos soviets se destacaron los individuos siguientes: (sigue una lista de 29 judíos y de Lenín, ruso de madre judía).

   IV. - Si observamos el hecho de que la firma judía Kuhn, Loeb and Cº está en relaciones con el Sindicato Westfaliano-Renano, firma judía de Alemania; los hermanos Lázare, casa judía de París; y también la casa de banca Ganzburgo, casa judía de Petrogrado, Tokio y París; si observamos además que esos negocios judíos están en estrechas relaciones con las casas judías de Speyer y Cía., de Londres, Nueva York y Francfurt, lo mismo que con la Banca Nye, negocio judío bolchevique de Estocolmo, se verá que el movimiento bolchevique como tal es, en cierta medida, la expresión de un movimiento general judío, y que ciertas casas de banca judías están interesadas en la organización de este movimiento.
   Los aliados han obtenido una maravillosa victoria sobre el militarismo alemán. De las cenizas de la autocracia ale mana se levanta una nueva autocracia mundial... es el imperialismo judío, cuyo propósito final es establecer la dominación judía sobre el mundo.
   La judería internacional se organiza febrilmente, agrupándose, esparciendo sus doctrinas envenenadas, realizando enormes sumas de dinero... e invirtiendo enormes sumas para su propaganda.

   Hasta aquí algunos fragmentos de este interesantísimo documento.
   Yo creo que cuanto más profunda y universalmente se estudie al judío, más ha de afianzarse la convicción de que esta raza, que Dios ha querido junto a los pueblos cristianos como agente de la iniquidad, puesta para acechar, está efectuando con indefectible seguridad la revancha sobre estos mismos pueblos; es clarísimo el lento pero progresivo avance del judaísmo sobre los pueblos cristianos. Cada etapa de descristianización es un nuevo jalón en la judaización. Y el comunismo señala como el término, el acabamiento de la emancipación de los judíos y el triunfo del judaísmo, en palabras de una revista judía (Vu, abril 1932) porque ha sido realizado por los judíos, y más que esto, porque el comunismo es el sometimiento efectivo de una multitud de cristianos a la minoría judía.
   El capitalismo, en la mente judía, no es más que una etapa transitoria que ha de terminar forzosamente en el nivelamiento igualitario que se logra en el comunismo. De aquí que el judío Walter Rathenau, el magnate de las finanzas y de la industria alemana, uno de los hombres más poderosos del mundo, haya podido escribir:
   La fórmula oratoria de la Revolución Rusa es la humanidad. Su deseo secreto: dictadura (provisoria) del proletariado y anarquismo idealizado. Su plan práctico en el porvenir, supresión de la estratificación europea, bajo la forma política de repúblicas socializadas.
   Después que durante siglos nuestro planeta ha edifica do, acumulado, conservado, preservado los tesoros materiales e intelectuales para servir para el gozo de algunos, he aquí que llega el siglo de las demoliciones, de la destrucción, de la dispersión, del retorno a la barbarie...
   Con todo, no sólo debemos recorrer la ruta sobre la que hemos entrado, sino que queremos recorrerla.
(Le Kaiser).
   El hecho cierto es que las sangrientas convulsiones operadas en Rusia, Hungría y Baviera, y después en España, tienen todos los caracteres de una tragedia tramada y ejecutada por los judíos, con hombres tan sombríos como Lenin, Trots ky, Bela Kun y Janos Kadar.
   Y desgraciadamente los hombres de raza judía no sólo han desempeñado un papel en el desarrollo de la revolución bolchevique, sino que han sido los principales actores en cada uno de los peores crímenes de esta revolución. En los anales del terrorismo hay cuatro nombres que surgen siniestramente: Jankel Yurovski, el monstruo que asesinó a los once miembros de la familia imperial en los sótanos de la casa Ipatief en Yekaterinburgo, incluso las cuatro hijas del zar; Moisés Uritsky, el primer ,ejecutor en jefe de la Tcheka; Bela-Kun, el verdugo de Budapest y de Crimea; Djerdinsky, el ejecutor general de la Tcheka. De estos cuatro nombres, ni uno solo es ruso; uno de los cuatro, polaco; los otros tres, judíos. (Ch. Sarolea, Impression of soviets, Rusia).
  
Que el comunismo, como filosofía revolucionaria de Marx y como praxis implantada en Rusia, sea creación de los judíos no significa que estos mantengan actualmente la iniciativa y el poder que tuvieran en los primeros lustros de la revolución del 17. El curso de los acontecimientos ha seguido allá un camino muy accidentado y, aunque los judíos, bajo nombres rusos, tienen todavía poder, éste ha declinado mucho, sobre todo después de 1947, en que se rompe la alianza de los dos bloques. Aunque todavía está en vigor en la legislación soviética diez años de prisión contra el que injuria a un judío, se puede sostener que, en general, predomina en la Rusia actual un sentimiento antijudío. Y, por otra par te, aunque los judíos continúan promoviendo el comunismo prefieren verlo realizado en otras formas que en la rusa. No es difícil advertir que en la aspiración de los judíos el comunismo sionista comienza a desplazar al ruso. Si la Pro videncia no dispone otra cosa, pareciera que el Estado de Israel hubiera de encabezar un nuevo comunismo mundial.

El imperio universal judaico

    ¿Y junto con el comunismo qué otra cosa quieren los judíos? El imperio universal de su raza sobre los pueblos amansados, con Jerusalén por capital del mundo. Éste es el sentido del movimiento sionista, el cual quiere la reintegración de los judíos en Palestina, no para que la nueva Judea englobe la totalidad de los judíos, sino para que la creación de un centro judío sea a modo de un hogar común que comunique la impulsión necesaria a la mayoría de judíos que permanecerían en su patrias de adopción. (G. Batault, Le Probleme Juif).
   Entonces el sueño dorado de los judíos será una realidad. Porque cuando los judíos sean dueños del mundo, con Jerusalén por capital, entonces, sueñan, ha de venir el Mesías, el gran conquistador que hará "a todas las naciones del mundo esclavas de los judíos" (Drach, De l'harmonie entre l'Eglise et la Synagogue) y que recibirá los dones de todos los pueblos y sólo rehusará el de los cristianos.

Mixtura de judíos y de cristianos

   ¿Qué hay de verdad en estas pretensiones judaicas? ¿Lograrán esta dominación universal? ¿En qué medida? He aquí un problema difícil, cuya solución exigiría detenido examen. Es mejor omitir su tratado. 
   Lo que sí se puede decir es que hoy todas las fuerzas del mal que se han ido engendrando, consciente o inconscientemente, desde el Renacimiento hasta aquí, paganismo del Renacimiento, protestantismo, racionalismo, capitalismo, liberalismo, laicismo, socialismo, comunismo, todas ellas trabajadas por el virus del odio a Cristo y a su Iglesia, se están movilizando en un frente único.... frente compacto, arrollador... y estas fuerzas están satánicamente comandadas por la Franc-masonería y sobre todo por el Judaísmo. Los judíos, desde el Gólgota hasta aquí, no han abandonado su tarea de crucificar a Cristo. Ahora como entonces, ellos han tramado en el secreto su plan diabólico que los gentiles han de ejecutar... Y están ejecutando. La lucha se establece, entonces, terrible, decisiva, entre el Judaísmo y el Catolicismo. Muchos dicen entre Moscú y Roma. Pero Moscú no ha sido más que un simple cuartel del Judaísmo Universal. La estatua que allí se ha querido levantar a Judas es todo un símbolo.
   La lucha se entabla furiosa entre Ismael e Isaac, entre Esaú y Jacob, entre Caín y Abel. Caín está por asestar el golpe mortal sobre su hermano Abel. El judío, que fue siervo de la Iglesia, está logrando la revancha absoluta sobre su antiguo amo.
   ¿La logrará? ¿Vencerá Goliat a David?
   Dios lo sabe. Pero unos son los planes de los hombres y otros son los planes de Dios. Y Dios sabe dirigir y encaminar los aciertos y desaciertos de los hombres para realizar sus fines secretísimos.
   No hay duda que la mixtura de judíos y de cristianos, que se viene operando desde el Renacimiento, es perniciosa, porque la cizaña no se debe sembrar con el trigo, y esta mixtura nos tiene ahora abocados a una colisión catastrófica, cuyo desenlace es dificil presagiar.
   Pero si Dios la permitió, algo bueno se ha de poder sacar de esta mixtura.
   ¿Y qué bien puede sacar de ella el Señor?
   En primer lugar, hacer expiar a las naciones cristianas sus impiedades de siglos, para que vuelvan contritas al Señor. Dios no llamó a los beneficios de la fe a los pueblos bárbaros para que éstos se entregaran a las idolatrías y abominaciones de los tiempos modernos. Los pueblos cristianos, con Francia, la hija primogénita de la Iglesia a la cabeza, debían ser los heraldos de la Fe y del Amor cristiano entre los pueblos de Oriente y Occidente, para que en toda la tierra fuese conocido e invocado el nombre del Señor. En cambio, han sido los heraldos del pecado.
   Hay que expiar, entonces, estas culpas. Y así como el pueblo judío, que renegó de Cristo, fue entregado al cautiverio oprobioso de los otros pueblos, así ahora los gentiles conoceremos el oprobio de la esclavitud judaica.

    No olvidemos que Cristo profetizó a los judíos: Vendrán días de venganza... habrá gran apretura e ira sobre la tierra para este pueblo... y caerán al filo de espada, y serán llevados en cautiverio a todas las naciones, y Jerusalén será hollada de los gentiles hasta que se cumplan las tiempos de las naciones. (Lc. 31, 20-24).
   Y esta palabra de Cristo se cumplió y se cumple. El año 70 Jerusalén fue cercada por los ejércitos de Tito, el Templo fue incendiado y un millón 100.000 judíos fueron masacrados y otros 97.000 llevados prisioneros (Josefo, De Bello Judaico), y, desde entonces el judío anda errante, hecho oprobio y baldón de todos los pueblos, siendo un testigo inicuo de Cristo, Rey de los Siglos.
   Si los judíos fueron castigados, ¿los pueblos descristianizados quedarán sin castigo?
   Pero castigo éste que ha comenzado ya... porque ayer fue Rusia y mañana el mundo... castigo que seria para todos, para judíos y cristianos; para ambos, porque ambos llevan siglos de espantosas impiedades. 
   Castigo espantoso y saludable, en el que la Justicia purificará y la Misericordia forjará apóstoles de santidad.
   Creo que sin vocación de profeta es fácil prever que la humanidad ha de caer bañada en una ola general de sangre purificadora... sangre de los cismáticos rusos para expiar sus doce siglos de apostasía de Cristo, que está allí donde está Pedro; sangre de los herejes protestantes para lavar las felonías de cuatro siglos de maquinaciones anticristianas: sangre de los pueblos católicos que como viles ramera s se han prostituído vergonzosamente, y ¡qué espléndido instrumento el judío en la mano de Dios para ser el verdugo de estos pueblos que trocaron la grandeza de la Cruz por la grandeza de Babel!... ¡Ah, pero también puede Dios suscitar un nuevo Atila (si no lo suscitó ya) que a judíos y a descristianizados los oprima como a la uva en el lagar!. ..
   Todos tienen que ser purificados... ¿y después? Después surgirán hombres de santidad, judíos y cristianos, va rones llenos del cristianismo auténtico, de aquella fe y de aquella caridad cristiana de que estaban llenos los apóstoles y los mártires... No será posible el cristianismo falso y mentiroso de un siglo hipócrita; sólo después de la purificación se podrá efectuar la reconciliación de judíos y cristianos, de Esaú y de Jacob.

Filadelfia, unión de hermanos

   No olvidemos que es doctrina católica de fe, enseñada explícitamente por San Pablo, que cuando a todas las naciones llegue el conocimiento de la fe, el pueblo de Israel se con vertirá en masa y será un hecho Filadelfia, o sea la unión de los Hermanos.
   En el dolor común de un común castigo entenderemos judíos y cristianos que somos hermanos, hermanos en Aquel que fue prometido a Abrahán, a Isaac, a Jacob. Aquel cuya sangre debe correr como signo de bendición en el corazón de todos los pueblos, porque únicamente en Él son benditos to dos los linajes de. la tierra.
   Si puede ser saludable mi opinión, yo diré que la purificación general de los pueblos que ha de operarse en la próxima colisión catastrófica de las fuerzas del mal sobre las pocas fuerzas que opongan resistencia ha de ser una Efusión del Espíritu de Dios. El Espíritu de Dios, que es fuego ardiente, Ignis Ardens, abrasará a las almas, por entre las llamas de castigos materiales penetrará en ellas y las hará encontrarse profundamente en Aquel que ha dicho: Aprended de mi, que soy manso y humilde de corazón, porque si los hombres todos, judíos y gentiles, nos hemos perdido por la soberbia de nuestra carne, sólo nos podremos salvar en la humildad de Cristo, que no dudó en humillarse hasta los abatimientos de la Cruz.

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  • * El Judío en el Misterio de la Historia, Pbro. Julio Meinvielle (Teólogo), Ediciones Theoría, Buenos Aires, 1975.
  • (1) Aunque sea falsa la afirmación de Nossig de que el mosaísmo sea socialista, sin embargo la cita tiene valor demostrativo en cuanto demuestra que la interpretación judía moderna del mosaísmo concuerda con el socialismo.