LA JUDAIZACIÓN DEL CRISTIANISMO
Y LA RUINA DE LA CIVILIZACIÓN
Federico Rivanera Carlés

COMENTARIO DEL VOLUMEN II  

   En este segundo volumen, el autor estudia la profundización del carácter judaico del protestantismo clásico, así como otras nuevas expresiones judaizantes nacidas en su seno, esto es, el adventismo del séptimo día, el pentecostalismo y el influyente dispensacionalismo o milenarismo radical.

   Pero la mayor parte del texto está dedicada a la nueva Iglesia Postconciliar. Se trata de un verdadero tratado integral de la misma, minuciosamente documentado, que demuestra en forma palmaria la judaización del catolicismo perpetrada desde el ilegal concilio Vaticano II, al que define, con razón, como el triunfo de los enemigos interiores de la Iglesia personificados en Juan XXIII y Pablo VI. Para su correcta intelección, Rivanera Caries analiza las tendencias precursoras, desde el catolicismo liberal al modernismo. Y traza una línea demarcatoria entre la Iglesia preconciliar antigua y la contemporánea, cuyas serias responsabilidades en la situación actual señala.

   Para entender la metamorfosis judaizante de la nueva Iglesia, el autor reproduce las antiguas y abandonadas normas eclesiásticas contra el judaismo, que siguen vigentes y demuestran que el antijudaísmo es expresión de la ortodoxia y que, por el contrario, el filojudaísmo es herético y anticristiano. Seguidamente efectúa el tratamiento de los textos oficiales filojudíos y judaizantes a partir de la declaración Nostra Aetate, acta fundacional del judeocatolicismo. La contundente y pormenorizada refutación deja al descubierto sus falacias arguméntales y los objetivos judaicos que los impulsan.

   Una implacable y rigurosa indagación pone bien en claro que se trata de una nueva Iglesia judeocatólica que usurpa la autoridad y el prestigio de la Iglesia Romana, la que llevó a cabo una burda desfiguración judaica de Cristo y su doctrina, a saber: declara la necesidad de la exégesis rabínica para la comprensión de los Evangelios y la validez de la interpretación judía del Antiguo Testamento (en la que se basó el deicidio); altera de manera aviesa la Tradición; niega la divinidad de Cristo, reemplazado por un judío divinizado; agravia a la Madre de Dios, cuyo Hijo fue muerto por los judíos, con el  insólito título de "Hija de Sión"; ha establecido una eclesiología judaizante, i. e., la noción judía de "Pueblo de Dios", la concepción exódica de la "Iglesia Peregrinante" y el sacerdocio de los fieles; la Misa es ahora un banquete memorial judaico y no la renovación incruenta del sacrificio de la Cruz; y se afirma que al instituir Cristo la Eucaristía se fundó en las bendiciones judías de las comidas y la partición del pan, lo que es una absoluta falsedad ya que ellas recién se introdujeron en los hogares judíos luego de la destrucción del Templo en 70; el sabatarísmo dominical desalojó al Domingo cristiano, cuya significación inmemorial posee marcado carácter antijudío. Otro aspecto importante de la teología postconciliar es la denominada "Historia de la salvación" y la consiguiente espera del Mesías, noción judía por antonomasia. En cuanto al ecumenismo, el autor revela su origen judeomasónico, descubriendo, así también, que la Iglesia neojudía no propugna la Paz Cristiana sino la Shalom judía.

   Una documentación que impresiona torna estéril cualquier intento de defensa por parte de la Iglesia neojudía.

COMENTARIO DEL VOLUMEN III

   El autor concluye aquí el detenido análisis de la nueva Iglesia judeocatólica nacida en el concilio Vaticano II. Demuestra que la escatología judaica ha reemplazado a la católica, que la inmortalidad del alma ya no existe y el reino de Dios será en la tierra, como sostienen los judíos, quienes con ese eufemismo designan el gobierno universal mesiánico. Y precisamente el gobierno mundial suplantó en la Iglesia Postconciliar a la idea de Cristiandad. Así también la democracia -enemiga de la Fe, esclavizadora del pueblo y destructora de la Nación-, condenada en el pasado, es ahora un dogma. En tanto el corporativismo fue abandonado en beneficio del capitalismo y la usura, hoy reivindicada por estos supuestos servidores del pueblo. Paralelamente se aprobó con entusiasmo la alianza con el marxismo ateo, financiado por los banqueros y feroz tirano de los trabajadores. Asimismo, los judíos hasta ayer deicidas, que "no agradan a Dios y están contra todos los hombres" (1 Tes 2,15), especialmente contra los cristianos, se convierten en "nuestros hermanos mayores", etc.

   Rivanera Caries señala que los artífices de la Iglesia Postconciliar son el filojudío Roncalli, el converso Montini y su muy probable conracial Wojtyla. Tras analizar la genealogía marrana de Pablo VI y su reiterado uso del joshén que llevó Caifas, el Sumo sacerdote judío que condenó a Cristo, acerca de Juan Pablo II afirma que lo difícil no es probar que es converso sino que no lo es, para lo cual observa que su apellido materno es empleado por los judíos, estudia sus amigos y relaciones, los llamativos actos judaizantes, la inexplicable e íntima amistad con el hebreo Kluger, el papel de ambos en el reconocimiento del Estado de Israel, el estrecho trato con su vocero, el marrano Joaquín Navarro Valls, la gran contribución de Wojtyla al mito del Holocausto, su afición por la literatura rabínica, su insólita exaltación de Maimónides -apologista del deicidio, maldecidor de Cristo y célebre por su odio terrible al cristianismo- que lo llevó al extremo de falsificar un texto suyo para presentarlo como favorable a los cristianos, así como el deslumbramiento por los filósofos judíos Buber, Rosenzweig, Levinas y Edith Stein, fingida conversa y falsa santa. Por otra parte, señala que la filosofía de Wojtyla, la fenomenología, es judía y anticatólica. Y prueba, además, que su anticomnnisino no es taL

   Según hizo en d anterior volumen, desenmascara la heterodoxia de Ratzinger, cuya dimensión se advierte en la antología sumaria de sus escritas que agrega. Y en dos extensos capítulos efectúa una amplia exposición de la nueva teología judeocatólica, a través de la minuciosa indagación de los textos de sus principales representantes, mostrando que rechaza todos los dogmas católicos al tiempo que adopta posiciones extremadamente judaizantes, que incluyen la filosofía dialógica. el deconstruccionismo, la Cabala cristiana y hasta el hermetismo... del Tarot, promovido por Balthasar, el estrecho amigo de Ratzinger muy admirado por Juan Pablo II.

   El anteúltimo capítulo saca a luz la observancia ritual judía que ya se cumple en la Iglesia Postconciliar con el visto bueno del Vaticano. Cierra el libro el análisis del noeísmo, etapa final del proceso, cuya doctrina se encuentra apenas encubierta en el Catecismo de la Iglesia Católica y consiste en una especie de judaismo para gentiles, que desde 1995 se está organizando en todo el mundo y tiene su epicentro en el Instituto Noah de Jerusalén. Su finalidad, expuesta en numerosos escritos, es clara: el "catolicismo de Israel" suplantará al catolicismo de la Iglesia. ¿Fantasía? El 20-111-1991, en igual fecha que surgió el movimiento noéico, el presidente Bush promulgó la Ley Pública 102-4, votada por unanimidad en el Congreso, que declara que tos llamados preceptos de Noé, vale decir, una norma talmúdica, constituyen el fundamento del país y de la civilización.

   Rivanera Caries culmina así La Judaización del Cristianismo, erudita investigación de más de quince años -hecho inusual en estos tiempos- que ya fue calificada de "obra maestra" al conocerse el volumen primero. Se trata del único tratado integral sobre la Iglesia Postconciliar neojudía que usurpa el nombre y la autoridad de la Iglesia Romana. Una documentación que impresiona torna estéril cualquier intento de defensa por parte de la misma.

   El estado en que se encuentra hoy la Iglesia Católica interesa no sólo a sus miembros, sino a todos los hombres preocupados por el destino de la civilización, puesto que su influjo es y ha sido inmenso y, sobre todo en Occidente, gravita sobre nuestras vidas sin que muchas veces lo advirtamos. De ahí que el estudio de su Judaización, o sea, del cambio más absoluto de su ser, resulta inesquivable y esencial. Porque ahora ya no es la mayor adversaria del judaismo sino que, mediante la conjura victoriosa de sus enemigos postconciliares, ha sido transformada en uno de los instrumentos fundamentales de aquél para su hegemonía planetaria.

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