Uno puede
creer en muchas cosas, pero solo debe creer en una sola.
La fe que
es el crédito más íntimo de una persona que jamás contradice la
sindéresis.
Todos,
absolutamente todos los hombres, sabemos que la conciencia existe,
que la misma conlleva el conocimiento de los primeros principios,
infusos por Dios en nuestra creación. Que esta voz interior
irrumpe como conciencia cuando menos la esperamos, y aparece en
cualquier acto humano imperado llamado objeción de conciencia,
que lisa y llanamente, nos dice lo que esta bien y lo que no esta
bien.
Esta breve
introducción la hago por si hay alguien que ignora estas
cuestiones antropológicas elementales, entre las que se encuentran
con rigor imperativo la ética y la moral, y me detengo, porque es
muy extenso dictar un curso de valores honestos a esta altura de
los acontecimientos. Motivo por el que apelo a aquella fuente que
Dios nos ha dado por igual a todos y no todos la usamos,
simplemente por necedad.
Por eso,
sabemos que matar no es debido al hombre bajo ninguna
circunstancia, y mucho menos tratándose de un ser indefenso como
un feto de cinco meses..
Pero como
algunos médicos, tienen un conocimiento ético-moral muy
reducido, como el mostrado hasta la fecha por el Dr. G. González
García, que evalúan las circunstancias desde el frío balance
riesgo beneficio, sin tener en cuenta la deontología
profesional. Como solo atinan a las utilidades utilizan una
moralidad de circunstancias, totalmente Maquiavélica.
Que más
hace falta a esta acotación anterior, que sumarle la complacencia
de legisladores, jueces, ministros y hasta el propio
Presidente. Quienes despreciando el derecho natural se lanzan
contra la mismísima naturaleza humana, en pos de su extinción,
cuestión harto comprobada, día tras día desde la cátedra del odio,
cuyo magisterio preside muy bien nuestro Sr. Presidente.
Como para ejemplo solo basta un botón, la
"procelosa" Jueza Carmen Argibay, da la impresión que cuando
niña, en vez de jugar a la muñeca, preparándose para la postrer y
más grande misión humana, se las pasó representando las tragedias
Shakespieranas.
Si no tiene
creencias, más vale que se ate una piedra de molino al cuello y se
arroje al fondo del mar, porque nada le queda ya en común con sus
semejantes, más que su desaliñada figura. Quien no cree, quien no
se religa a la historia misma de la humanidad, está demás, pues si
ha habido, hay y habrá guerras, lo ha sido por las creencias
esotéricas unas, y mistericas y diafanas otras.
Por otra
parte, es naturalmente repudiable semejante injuria a las madres
que eternamente llevan en su alma, desde el alfa hasta el omega de
sus días el fruto de sus vientres.
Por otra
parte, no se si sabrá que las madres hacen posible la perpetuidad
de la especie, y que por el solo hecho de concebir enancan en la
obra Divina.
En resumen,
como juez, no sabe que su función es administrar justicia, darle
al Cesar lo que es del cesar, y a Dios lo que es de Dios. Es
decir, devolver al niño en gestación la oportunidad de vivir que
le corresponde, y no permitir arrebatarsela.
Para que lo
piense esta jurisperita en asuntos librescos:. Sra. Jueza
usted confunde derecho positivo, de escaso recurso intelectual,
con DERECHO NATURAL o de la propia ESTIRPE HUMANA.
Por otra
parte quisiera hacer saber, si algún Argentino Bien Nacido, la
votó, o votó sus electores, que sepa que han cometido una de las
felonías más repudiables de lesa humanidad.
Tanto es
así, que los del arte de gobernar llaman delito de lesa humanidad,
a todo aquel que quita o ha quitado la vida, que este no
prescribe con el tiempo, como lo han mostrado sus interminables
juicios a los héroes que defendieron la Patria de esta lacra que
ostenta el poderío y no sustenta el poder por aquello que reza: "Nihil
est potestas nisi a Deo"..
Para que
también lo pensemos, todos los ciudadanos de esta Nación, porque
si hubiera que echar a los jueces que juzgan de acuerdo a sus
creencias, también habría que hacerlo con los jueces que no tienen
creencias, porque son relativistas o más aun, nihilistas, y esto
es lo que enseñan a nuestros jóvenes estos mayores entronizados en
el poder por obra y voluntad de Fuman Chú. MÁS SOBRE EL TEMA:
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