Quinta Los
Colorados del Monte, agosto de 2006.
Al señor don CARLOS FERNANDEZ
Buen amigo, servicial y animoso en su decir:
Sabrá don Carlos que tengo una media docena de temas para tratarle que esta vez
también postergaré, dejando paso a otro que me escome el alma como un taladro.
Es que la realidad circundante me sobrepasa y aplasta, de manera que lo único
que puedo hacer, viendo que no la podré alcanzar, es ir detrás de ella
tarascando sus garrones.
Como le digo, con el alma entelerida, suspensa de un hilo y hecha un guiñapo
como una pasa de uva, presencio lo que están por hacer con esta mujer y su niño,
el que creyéndose seguro en el seno materno, duerme el justo sueño de los santos
inocentes.
La prensa venal, que esconde lo noble y pone como paradigmas lo escatológico, no
ha dicho la verdad en este asunto. Como siempre. Porque la tarea de estos
vulpejos es desinformar. De esta manera se fomenta el caos, se desquician los
valores y las mentes. Su tarea es corrosiva como el vitriolo. Sí don Carlos,
hablo de la misma prensa que derrocó gobiernos constitucionales, como por
ejemplo el de Perón, Frondizi e Illia y hoy no se le cae de la pluma el decir
que la democracia es la panacea que cura los males presentes y por venir. Sin
esta prensa hubiese sido imposible el golpe del 24 de marzo de 1976. Sin este
hato de corruptos sin abuela, que se dicen a sí mismos periodistas, no hubiese
llegado al poder el Hermano Alfonsín para, por ejemplo, duplicar la deuda
externa y ponernos al borde de la caquexia. Ella fue la que nos dijo que Menem
era rubio de ojos azules, que tenía 1,80 m de estatura, cuando estaba a la vista
que era el eslabón perdido entre la cucaracha y el pulpo y, que en verdad, Menem
no es un apellido cotur, sino que es de origen belga. Y es la misma que hoy
asegura que Kirchner nació en Bella Vista y es un estadista de fuste, cuando
sabemos que no ha podido arreglar los problemas de su pasado tormentoso ni los
internos de su familia y, como solución, los ha tapado con una manta.
Y, como por lo que digo, habrá muchos disconformes arbolando polvareda, los
invito a que lean los periódicos de aquellas épocas y la de ésta que hoy
transitamos dolorosamente. También las revistas exudan elocuencia fotográfica.
Hoy hasta a biblioteca más pulguienta tiene su hemeroteca (Troccoli decía que
era “el lugar donde se guardan los hemeros”), por lo que la tarea no será
difícil. Hay que ir, buscar, sentarse, ver y desmayarse.
De muchos cepos, mañereando zafarán estos zainos devenidos en plumistas, pero de
esto que ellos mismo han escrito y publicado, no podrán hacerlo jamás. Y tarde o
temprano el juicio de la historia caerá sobre ellos. Si de esta escapan, no lo
harán de la mano de Dios. Guárdese mi amigo de esto que se cumplirá: ya verá
como los vacunan en el brete, y atados con alambre los llevan a los gritos como
chanchos a la feria.
Ahí me han escrito los amigos de Mendoza, la Hermosa. Otros me han
hablado por teléfono y aproveché entre tanto entresijo para recordarles que no
dejen de mandarme el vino patero de las fincas que están entrando a Guaymallén.
Una exquisitez que usted probará si se toma la molestia de venir a visitarme.
Acompañados con unos cigarros correntinos que me los mandan de Goya: con ellos,
ni las moscas se me arriman.
Bueno mire vea don Carlos que esta buena gente mendocina me cuenta que las cosas
no son como dicen los cagatinta de Buenos Aires. Parece que la muchacha no es
tan idiota o minusválida como cuentan: ha hecho su escuela primaria y
secundaria, concurre a los boliches bailables de los que vuelve haciéndole coro
los gallos, se puede hablar sin inconvenientes con ella, tiene sus amigas, usa
teléfono celular, ha tenido algunos novios, se viste a la moda y jamás estuvo
tratada por su dislexia. De su epilepsia nadie sabía nada por lo que se supone
es reciente, muy moderada o inexistente. Su madre ha presentado, como toda
documentación clínica los certificados de vacunación.
Así son las opiniones sobre la susodicha, disímiles unas, contradictorias las
otras. Pero donde están todos contestes es de que la gurisa es una puta
redomada. Como lo fue su madre, la que sale pontificando por televisión, vieja
habitante de la calle Las Heras llegando a las vías del ferrocarril San Martín y
hasta no hace mucho. En los cenáculos prostibularios la conocen como La
Concha de Fierro. Por lo que aquello de puta la madre, puta la hija, puta la
manta que las cobijas, que no es otra que la prensa, aquí se cumple al dedillo.
Esta es la causa don Carlos por lo que no hay violador. Porque nunca hubo
violación. Lo que puede haber es un tipo violado por ella o la madre que la
parió. Y tampoco se pueden hacer pruebas de ADN porque habría que practicarlo
sobre sofocientos mil cuatrocientos veintitrés tipos. Un imposible, usted
comprenderá. Ni queriendo se podría. Y dicen que en esta bolsa entran viejos,
casados, pibes, negros, rubios, japoneses, rengos, tuertos y chuecos. Pero todos
ellos cojos. De eso no hay dudas. Ella, aparte de la cabeza, también es coja. Y,
¿qué quiere sacar usted de entre estos escogidos? Es difícil escoger, don
Carlos.
Pero más allá de la veracidad o falacia de este prontuario que le he dado, me he
puesto a pensar quiénes andan detrás de esto. Por un lado todos sabemos que el
gobernador de Mendoza es un turiferario del Régimen Perverso y funcional a los
designios del Maligno: él debió elegir a la candidata, que no podía ser
cualquiera. Por el otro conocemos que lo del aborto es una exigencia del FMI que
debe llevar por estos tiempos unos veinte años. De esto se han olvidado todos. Y
periódicamente reverdece. El Maligno es el mejor virrey que ha tenido el Régimen
desde 1956. Así nos lo han hecho saber, siempre por trascendidos. Y, ¡en esta no
les puede fallar! Si le ha pagado 10 mil millones al FMI, ¿qué le hace un pibe
más o menos al antiguo usurero prestamista de San Cruz? Pero fíjese don Carlos
que él no aparece en primera línea, ni ha dado su opinión: lo manda al canalla
sibarita de su Ministro, ex empleado del Proceso, para que, al hacer de
polichinela, se queme silogismeando.
A la vera de este camino del terror, se encuentran las clínicas privadas, que
son los lupanares que han crecido como crecía la madrágora a los pies de los
patíbulos. Ellas serán la principales beneficiarias de los abortos… y de la
venta de criaturas, ¿eh? No nos engañemos. Y hace menos de 48 horas que la madre
de la nena amenazó con hacer el aborto en una clínica privada si los hospitales
públicos se negaban a carnear. Entonces, ¿para qué hizo semejante escándalo?
Ella, pobre mina que nació en un conventillo, con los pisos de ladrillo
alumbrado a kerosén, deshecho social y hollejo de la vida, quiere matar, sí o
sí. Y esto es tan terrible amigo mío, que no existe en el castellano el nombre
que se le da a una abuela que mate a su nieto. ¿Será algo así como nieticidio?
No sé. Porque una abuela cabal es siempre todo amor, comprensión, ternura,
cobijo, indulgencia y caridad. Don Antonio de Lebrija no predijo en su
Gramática Castellana de 1492 este vocablo. Y la Real Academia tampoco.
Fueron y son unos descuidados.
¿Cuánta plata le han dado y le darán a esta perversa que se moviliza en avión
con su picapleitos a cuestas? Seguramente no han de ser veinte maravedíes. No
don Carlos. Muchos más seguramente. Y, ¿quién pone las rupias? ¡Ah, don Carlos!
¡Ah!
Entre medio del aquelarre emerge la Iglesia Católica. A ella la están culpando
de todo. Pero yo no he escuchado una sola misa pidiendo por el alma del
angelito. Monseñor Bergagoglio, tan afecto a pedirle perdón a la AMIA, a la DAIA,
a dar misas por los terroristas y hacer oficios por los palotinos, por este
niñito inocente no dio una misa en la Catedral Metropolitana, por ejemplo, que
hubiese marcado un hito incontrastable y una toma de posición sobre y frente al
asunto. No. La criatura nonata es el nuevo Cristo, Bergagoglio es el viejo
Caifás y para ello tiene varios Sanedrines que huelga numerar.
Ahora bien, otras cosas rondan por mi cabeza que es un revuelto de zapallitos.
Mire don Carlos: un país que mata a los por nacer, que abandona a la niñez, que
reparte condones y anticonceptivos para que no nazcan esperanzas de la Patria,
que se desentiende de los ancianos, que a los jubilados los ha trocado en
fakires, que omite deliberadamente el dolor de los enfermos hospitalizados, que
ignora los sufrimientos de la mujer, que no se consterna con un 48% de pobreza,
este país don Carlos es un país de cobardes.
Porque ataca a los indefensos. ¿Por qué el Maligno no intenta matar un muchachón
de la Unión Obrera Metalúrgica? ¿Por qué no se hace el taita bravo con los
camioneros? ¿O por qué no saca el ancho de espada con los taxistas, sin ir tan
lejos? El Maligno es un cobarde que lidera a un pueblo de cobardes. ¿Por qué no
fue el sodomita Delía a increpar cara a cara a don Tompkinson por el cierre de
caminos secundarios en Corrientes? No. Hizo la protesta, ¡a más de 40 Km de
distancia del yanqui! Cortó un par de alambres y ¡salió disparando! Por ello:
aplauso, medalla y beso.
Y sobre lo llovido mojado don Carlos: la hipocresía. No les alcanza con esta
retahíla de maldades. No. Salen a pedir “un corazón para Pablito”, “un riñoncito
para Gisella”, “un par de pulmones para Josesito”. Y por otra parte el silencio
por la muerte de un inocente en el seno materno que tiene más expectativas de
vida que Pablito, Gisella y Josesito juntos.
Mire don Carlos: al tango Cambalache de Discepolín hay que escribirlo de nuevo.
Porque cotejando lo que pinta con lo que vemos, se ha quedado corto. Muy corto.
Un abrazo como siempre. Cuide sus huesos de estros fríos que se le van a hacer
crubica.
JUAN
NOTA:
Mientras escribía esto llega la noticia de que las mujeres fueron carneadas. Que
Dios y su Santa Madre guarden en su maternal regazo el alma de estos angelitos a
los que se les negó ver la luz del día y contemplar las maravillas de la
Creación. Ellos murieron sin saber por qué. Pobrecitos: siendo tan pequeñitos,
ya nadie los quería y se descerrajó sobre ellos el odio que no se quiere. Ni
para los enemigos.
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