Quinta Los
Colorados del Monte, marzo de 2008.
Carta a don CARLOS FERNANDEZ.
Dilecto amigo; distinguido compatriota:
En el día de ayer que fue jueves 27, pude ver el acto donde habló
la señora Presidente con motivo de los asuntos que atañen a sus
diferencias con el campo. Un acto donde todo debió estar previsto,
aunque esta sea opinión de mi parte, pero que, en realidad, estuvo
preñado de sorpresas y, algunas de ellas, que son de verse. Las
que paso a referirle a usted sin más trámite para no
impacientarlo.
Lo primero que me llamó la atención fue que la reunión, porque no
pasó de esto, se realizó en un recinto cerrado y, como dicen los
físicos, adiabático. Quiero decirle don Carlos que no se llevó a
cabo en un espacio abierto como puede ser una plaza o el mismo
Parque Norte. Mas estos son lugares aborrecibles cuando el número
de asistentes que se espera, siempre delator y determinante, puede
ser acusador por lo menguado. Y está visto que los organizadores,
eternos perspicaces, se dieron cuenta de este detalle y se
resolvieron por un salón, donde pocos aparentan muchos, y donde
éstos, si son barulleros, semejan miles tal si fuera un espejismo.
Así es que se sabe que aquella sala es casi cuadrada, digamos de
unos 80 metros de lado, por lo que su superficie anda rondando los
6.400 metros cuadrados. Y si usted le asigna, derechamente, un
metro cuadrado por persona, allí no había más de 6.400 almas.
Mientras que afuera no sobrepasaban las 1.500, siendo este el
motivo por el que no hubo cámaras de exteriores para alcahuetear.
De manera que el total reunido fue, con seguridad, inferior a las
8.000 personas. Una cifra que está por debajo de cualquiera otra
manifestación que se hiciera a favor del campo.
De paso le recuerdo que el campo no tiene la capacidad de
movilización de los metalúrgicos, por ejemplo, que le ponen en la
calle en santiamén 10.000 trabajadores. No. Los chacareros tienen
a su vecino más próximo a 4 ó 5 kilómetros: para juntarlos y
marchar se necesita mucho tiempo y paciencia. Es como el caso de
los porteros, canillitas o el de los gastronómicos: es imposible
movilizarlos por más razones que tengan y objetivos nobles que los
animen. El mismo trabajo los condiciona, como a los docentes, y
por eso los relegan y manosean sin asco. Pero se cuidan mucho de
meter baza con los metalúrgicos, los obreros de la construcción o
los petroleros. Y es esta la causa por la que les piden a los
campiriños que se desmovilicen: si lo hacen, ellos saben que
tardarán un mes en volver a juntarlos y montar el aparato que
actualmente tienen en las rutas.
Sea esto, estimado amigo, como un copetín para que usted,
entretenido, se meriende. Pero lo que resultó verdaderamente
adacadabrante fue enterarme que aquella turbamulta era peronista.
Por lo menos así lo dijeron ellos. Y la señora Presidente también,
cuando es sabido que ella en 1974 estuvo en la vereda de enfrente
laborando para la caída de un gobierno constitucional, presidido
precisamente por una mujer. Mujeres a quien ella pinta como
víctimas de un machismo hirsuto, agregando yo, y de un feminismo
abstruso como el ostentado por ella. Y también lo decían los
cánticos emanados de aquel aquelarre. Pero las banderas y símbolos
enarbolados no: éstos son una auténtica ensalada de repollo y
perejil. Indigesta por demás. Que no sería tan grave si no hubiese
visto banderas y símbolos, como el rojo-negro del
anarcosindicalismo trotskista (los colores de Montoneros), o el
rojo y blanco de los radicales alvearistas, que son los extremos
de este arcobaleno. Estos han sido los eternos enemigos del
Movimiento Nacional: desde 1916 con Irigoyen a quien le hicieron
la vida imposible; los que en 1930 desfilaron ante Uriburu, y en
ese año, justamente, fundan el tenebroso Partido Comunista; los
mismos de esa bolsa de gatos llamada Unión Democrática en 1945,
los que marchaban con los retratos gigantescos de Roosevelt,
Churchill y Stalin por las calles de Buenos Aires. Los de
septiembre de 1955 que se quedaron dueños de la prensa, los
sindicatos y la enseñanza primaria, secundaria y universitaria.
Sí, son los mismos. Son los espermatozoides liofilizados de
Sánchez de Viamonte, Norteamérico Ghioldi y Alfredo Palacios
juntados con los óvulos fosilizados de Alicia Moreau de Justo y
Norma Arrostito.
Mire vea mi amigo: ese día a la mañana un periodista interceptó en
Plaza de Mayo a doña Felisa Micelli,
La
Gioconda,
que de paso le cuento anda libre por la calle como usted o como
yo. Muy suelta de cuerpo esta mujercita opinó que lo que estaba
haciendo la gente del campo era un delito. De forma que esta
antigua empleada de Joe Martínez de Hoz, la del paquetecito detrás
de inodoro, mechera de profesión y delincuente confesa, nos habla
de delitos y de delincuentes. Y la Presidente en su
alocución habló de Discepolín y del tango Cambalache: ¿se
estaría refiriendo a doña Felisa o al gordito cariñoso de Luis
Delía en aquella parte que dice los inmorales nos han igualao?
No sé. Pero sólo nos falta el Padrecito Puigjané que nos haga un
homilía sobre Efectos de los Proyectiles Antiaéreos sobre los
Blancos Animados. Con esto haríamos bingo.
Para ir cerrando esta carta, le mando un soplo a su ánimo
diciéndole: que el conflicto agropecuario con el gobierno nacional
no tiene solución. Ni la tendrá. A menos que uno salga perdiendo,
que aquí equivale a destripado. Pero perdidosos por partes
iguales, no. Uno debe sucumbir. Sí. Y, justamente, de esto se
trata todo este batifondo que tiene a la sociedad en vilo y de
allí posiciones tan encontradas, inflexibles. Porque para poder
reeditar el año 2007 en el 2008, nada más que para eso, Cristina
necesita 4.500 millones de dólares, al margen de todo lo que ya
está previsto. No. No se trata de mejorar don Carlos. Por favor,
lea bien: para reeditar. Y bien: ¿de dónde los va a sacar? Ya le
decía en otra de las mías que la única salida era aumentar las
retenciones al campo. Porque en verdad no hay, ni se avista otra
apelando a los propios recursos. La salida alternativa sería
lanzar a la calle 13.500 millones de pesos (el equivalente en
pesos de aquellos 4.500 millones), en una edición fenomenal que le
mataría el punto al matutino más vendido. Por supuesto que se le
vendría una inflación espiralada como ya hemos vivido. Y le digo,
así nomás, con cálculos caseros: un litro de nafta a 4,50; un kilo
de pan a 6 pesos; el colectivo a 3,50 ó 4 pesos; la electricidad
al triple; etc. Un verdadero derrumbe. Lógicamente esta diferencia
deberá ser corregida con incrementos salariales, lo que a su vez
traería un nuevo aumento en los costos, transferidos puntualmente
a los productos. Y así siguiendo. Hasta llegar a lo que han hecho
siempre los liberales: los precios son de París y los sueldos de
Atamisqui, en Santiago del Estero.
Sin embargo en esto no hay que ser terminante, porque queda otra
alternativa: salir a pedir aquella plata prestada, sabiendo desde
luego que nunca jamás se podrá pagar por lo que les recargarán
intereses infernales. Es decir la solución que siempre le han dado
los liberales telúricos a las encerronas económicas-financieras.
¿Y quién les prestará plata a éstos? ¡Y semejante cantidad! Pero
habrá que bajarse los fundillos. O la tanga, o bombachita, según
corresponda, aunque la carne sea de puchero. Porque la que se
avecinda es gruesa, larga y tiene peluca. Tal como aquí, allá
nadie jode con la caja. Hay que echarse. Para colmo Cristina no
tiene a quién echarle la culpa. No tiene música ni tiene letra.
Llama la atención que nuestros economistas, caterva sobrenatural
de fracasados sin abuela, no hayan tocado este tema que es el
nervio ciático del entredicho. Se ve que les han prohibido. De los
periodistas no digo nada pobrecitos, porque ya se sabe que a la
tabla del dos se la llevaron siempre como previa. Algunos la deben
todavía. De la tabla del tres no digo nada porque recién se ve en
tercer año de la carrera. Ellos están para mentir primero y para
informar desinformando después, ¿para qué les exigen la tabla del
dos? ¿Eh, para qué? Ganas de joder mi amigo. Nada más.
Le dejo un abrazo don Carlos y hasta la próxima, que con la ayuda
de Dios todo será posible. Pero mire que nos tiene que ayudar
mucho.
JUAN
Milico Permanentemente Atravesado
(por la Gracia de Dios o a Dios Gracias)
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