Con gran entusiasmo comencé a leer el artículo que me mandó de
don Alberto Buela. En un principio me sentí con la galanura al
andar que en la mar tiene un pez. Pero como siempre pasa en esta
vida, el entusiasmo me duró menos que una batata en la boca de
un chancho. Porque, ahí nomás comencé a tropezar con escombros,
cascotes y fierros sueltos que, por andar descalzo de puro
pobrete, no los pude pasar, por lo que dime a recular. Y cuando
la mula recula señal que quiere patear. Pero como yo sé que es
usted hombre comedido y anheloso le diré de las escorias como me
salga, sin andarle vuelteando.
Como le decía enantes todo venía muy bien en el escribir de este
hombre, hasta que lo nombró al Mulato Cuarterón, qués Chávez, el
Presidente de Venezuela. Mire vea: mi abuela, que era una
catamarqueña llena de dichos, solía decir que había que cuidarse
de tres cosas en la vida: “del aire colado, del pastel calentado
y del mulato acaballerado, porque los tres te matan”. Y Chávez,
para comenzar, es un mulato acaballerado, motivo por el cual, y
por lo menos, habría que andarse con cautela.
Pero como usted, sin que falte algún otro comedido, me diga
aquella vieja monserga de que me he vuelto racista, le diré que
no es así y que se ha equivocado. Y yo, que soy cristiano viejo,
sería capaz de envainar mi faca fariñera de dos cuartas y cuatro
dedos de largor y un palmo de anchor, si este Chávez envaina sus
dichos más filosos que el facón de don Nicodemo, que en menos de
veinte minutos mata y cuerea una vaca que usted la acababa de
ver en pie.
En verdad no sé de dónde saca la información este amigo, don
Alberto. Pero yo sé de dónde saco la mía. Vea: llega a mi casa,
por canal de cable, Globovisón de Venezuela. Y aunque
usted no lo crea he escuchado todos los discursos maratónicos de
Chávez. Sí, todos. Que les habla hoy a éstos, mañana aquéllos y
por ahí a lo otros también.
No le diré aquí que lo hace como su compadre Fidel, que es un
explicador de lo obvio o, por mejor decir, que comenta lo que ya
todos saben o imaginan, de donde se me ocurre que debe pensar
que sus oyentes son idiotas.
Menos me atrevería a decirle que sus alocuciones son un conjunto
de frases hechas birladas de otros pensadores a los que, sin
querer, no menciona, por lo que al postre su oratoria resulta
una ensalada sosa de repollo y perejil: sin aceite, sal ni
vinagre. Tampoco me interesa, como pasará con usted, que el
susodicho Chávez lleva 2.950 horas discurseando, por lo que me
imagino debe merendarse guisos de lengua con sancocho de locutor
para tener tanta cuerda e hilo en el carretel.
No, mire don Carlos, pienso que todas estas cosillas son sin
importancia. Pecadillos, no más, y de una semillita no voy a
hacer un ombú. Mis inquietudes pasan por otro parte.
Creo que fue en la semana pasada que don Chávez le habló “a la
juventud venezolana”. Que digo con indulgencia habrán sido unos
mil los presentes. No piense usted en multitudes. No. En otros
lugares a esa congregación la llamarían “juventud partidaria”,
como la tienen todos los partidos políticos que han azotado sin
asco este hemisferio.
En aquella ocasión les dijo a estos muchachitos que “la
revolución bolivariana es el Socialismo del Siglo XXI” y, como
todos lo miraban con ojos de chiquito empachado con tierra por
no entender ni jota, se dio a explicar qué era esta nueva
ideología. Resultando al final que el Socialismo del Siglo XXI
no es otra cosa que el viejo Comunismo al que le han hecho chapa
y pintura. Sí: el azote de la Humanidad inventado por la
judeomasonería. Y para que nadie dude mostraba sus ropas, rojas
como moco de ladrillero.
Entonces mi pregunta que le hago es: ¿a dónde habremos de ir con
este nastuerzo? Nuestro Movimiento Nacional tiene pésimos
recuerdos de estos marxistas que se disfrazan con la habilidad
de una colombina carnavalera. No me haga que le recuerde aquí a
la Unión Democrática: las boletas de Tamborín y Mosca tenían en
la parte superior la hoz y el martillo. Entonces no era
solamente Braden o Perón. Era Perón que encarnaba la Revolución
Nacionalista de 1943 contra el gordo Bramen, con plata del
Departamento de Estado, en comandita con los comunistas del
Gordo Codovila, financiado desde Rusia. De esto hay tantas
evidencias, que hoy nadie las discute: se ocultan como lo
hace el profesor Pigna, El Infame, o se olvidan
como lo practica Monseñor Piña, El Carroñero, desde
Puerto Iguazú. ¡Y hasta los dos suenan iguales! Porque son
iguales.
Usted don Carlos me habla del peronismo de 1945. Yo le hablo del
Movimiento Nacional aparecido el 4 de junio y que desemboca con
el nombre de NacionalJusticialismo de 1945. Mañana tomará otro
nombre, y como es un duende andarín que no se puede sujetar, se
reencarnará en otro hombre, tal cual lo hizo con Garay,
Hernandarias, Ceballos, Vértiz, Liniers, Saavedra, Dorrego,
Rosas, Chilavert, José Hernández, Irigoyen, Mosconi y Perón,
por citarle algunos y no aburrirlo. De donde me viene el decirle
que el Movimiento Nacional es inmortal. Jamás han podido ni
podrán con él. “Maten hoy cien, que mañana vendrán doscientos”,
como decían los soldados de la Vuelta de Obligado.
En las 20 Verdades de Justicialismo leídas por el General
Perón el 17 de octubre de 1950, dice en la número 14: “El
Justicialismo es una nueva filosofía de la vida, simple,
práctica, popular, profundamente cristiana y profundamente
humanista.” A esto Perón lo repitió hasta el cansancio. En 1956
desde Panamá nos decía: “Pensamos que tanto el capitalismo como
el comunismo son sistemas ya superados por el tiempo.
Consideramos al capitalismo como la explotación del hombre por
el capital y al comunismo como la explotación del individuo por
el Estado. Ambos ‘insectifican’ a la persona mediante sistemas
distintos. Creemos más: pensamos que los abusos del capitalismo
son la causa y el comunismo el efecto. Sin capitalismo el
comunismo no tendría razón de ser.”
Tal cual que uno es la causa del otro. ¿Qué queda de Chávez si
se le quita Bush? ¿Ha pensado usted en esto? Pero seré más
amplio: ¿que queda de Chávez si se le quita los Estados Unidos?
Los cascotes. Porque diseminadas en yanquilandia tiene PDVSA
unas 25 mil estaciones de servicio y el 60% del petróleo
venezolano se lo compran los gringos. ¡Y al contado rabioso! EE.
UU. es el único sostén serio de la economía de Venezuela. El
resto de sus aliados es un sindicato de muertos de hambre, con
pagos diferidos, en bonos, que llámame el jueves, dice el doctor
que no está y mil argucias de este estilo.
A esta estructura dependiente Chávez no la ha revertido en 10
años. A ella se refiere muy poco. O nunca. Como jamás habla de
las enfermedades crónicas del país: el cólera, las venéreas, el
tifus y la tuberculosis que siguen con estadísticas inamovibles,
como es el caso del morbo mortalidad infantil con un 128‰ antes
de cumplir el primer año de vida. Tampoco nos dice nada sobre la
pobreza con un 52% y la desocupación con una cima del 48%. De
cada 10 venezolanos, 5 son pobres o están desocupados.
Y navegando sobre todo esto el golpe de gracia: la inflación al
galope que es la estafa más grande al pueblo trabajador. Pero
inflación no porque se ensancha la base monetaria por efectos de
la producción y el consumo, como ocurrió entre 1946 y 1952. No.
Por emisión fraudulenta, tal cual lo hicieron en la Argentina
los liberales y los fariseos como Alfonsín. He aquí otro punto
de contacto entre liberales y bolcheviques. ¡Y hay algunos que
dicen que son distintos! ¡Vengan Santos milagrosos, vengan todos
en mi ayuda, que la lengua se me añuda y se me turba la vista!
No don Carlos, no. Yo con estos no voy ni a mear a la esquina.
Y ruego a Dios Nuestro Señor y a su Santa Madre, la Dulcísima
Virgen María, nuestro Ejército Nacional (sí, más Nacional que
argentino, porque Kirchner también dice que es argentino), no
caiga en esta celada. Deben entender que ser liberal y
bolchevique es lo mismo: auténticos símbolos del fracaso.
Probados mil veces, mil veces fracasaron estrepitosamente. Sería
una nueva estafa al pueblo. Una nueva traición. No necesitamos
de ninguna doctrina extranjera para saber lo que somos, dónde
estamos y a dónde queremos ir, como si fuésemos unos
paralíticos. Nuestra guía es la bandera de la Patria con los
colores de la Inmaculada Concepción; porque nuestra Fe es grande
y claro nuestro Destino, como Nación y en lo Universal. Ni un
tranco de pollo al extranjero que ha sido una recua de malditos
con nuestra tierra.
En lo geopolítico sigo aferrado al pensamiento del
Contralmirante Storni: en este Cono Sur estamos solos. Nada
debemos esperar de nuestros vecinos. Nada. Malvinas nos
enseñaron. No desoigamos a Malvinas. Todo el resto del cuento
son paparruchadas. Jamás he creído en los arrepentidos. Ahora
menos. Porque el naipe se juega cuando suenan los tiros. Los
naipes que se tiran después son como la escoba de 15 que juega
el mujeraje.
NI YANQUIS NI MARXISTAS
JUAN