29-07-2007
Un informe oficial del Tribunal de Cuentas de Santa Cruz que se conocerá en
dos semanas, cuando sea elevado a la Legislatura local para su aprobación,
muestra en forma taxativa que los supuestamente repatriados fondos de Santa
Cruz se encuentran aún en Suiza, no se mueven del Credit Suisse desde marzo de
2003 y registran una sola novedad administrativa: el cambio de nombre del
titular del dinero, que pasó de ser Néstor Kirchner en persona a un
fideicomiso de administración del Banco de Santa Cruz. La afirmación del
Tribunal de Cuentas está respaldada por un informe que desde el 2003 envía
anualmente el gobierno de la provincia basándose en la información del banco
de Enrique Eskenazi (ver facsímiles) firmado por Carlos Graziano, subgerente
general; Claudio Cánepa, apoderado, y Guillermo Díaz, socio de Pistrelli,
Henry Martin y Asociados, el estudio contable que lo elaboró. El balance de
los fondos a diciembre de 2006 es de unos US$ 530 millones custodiados por
expertos: el Credit Suisse cobra 2,8 millones de dólares por año sólo por
cuidar el dinero, y su par argentino no se queda atrás: 2,2 millones cobra el
Banco de Santa Cruz en concepto de honorarios de administración fiduciaria. La
mayor parte de los fondos, unos 393 millones de dólares, están invertidos en
letras y notas del Tesoro de los Estados Unidos, las primeras son bonos a
corto plazo, y a largo plazo las segundas: una inversión conservadora que no
rinde un gran interés y no implica riesgo alguno.
—Este informe oficial confirma lo que venimos diciendo: pese a los anuncios
oficiales –dijo a PERFIL Omar Hallar, presidente del bloque radical de la
Legislatura de Santa Cruz– los fondos siguen estando en el exterior.
La aprobación del expediente del Tribunal de Cuentas en quince días será
casi una formalidad: el oficialismo mantiene la mayoría en una cámara de 24
diputados, aunque en las últimas semanas la crisis docente primero y la
petrolera luego terminaron dividiendo el bloque K y se ha formado un bloque de
7 legisladores oficialistas disidentes. Aunque formal, el paso de una mínima
información básica sobre los fondos es el resultado de largas gestiones y
mérito del renunciante gobernador Acevedo.
Nunca antes se había dado a conocer ninguna información sobre el devenir
del dinero y fue el propio K quien, a través de Arturo Puricelli, logró
aprobar en la Legislatura una ley que brindó a los fondos y a su manejo un
estatus legal extrapresupuestario.
Uno de los dueños del secreto fue, hasta entonces, Juan Manuel Campillo,
secretario de Hacienda provincial desde 1995, quien ha visto pasar,
imperturbable, varios gabinetes a su alrededor.
Pero siempre se mantuvo ahí, como cancerbero de los fondos. Si en lugar de
enviar la causa a Burkina Faso, algún juez federal investiga alguna vez en
serio el asunto de los fondos, notará que los años anteriores a 2003 se
pierden en un misterioso pozo negro de comisiones bancarias. Un operador del
sistema financiero relató a PERFIL con sonrisa beatífica y aire de
perdonavidas:
—Claro que hay comisiones ¿qué pensaban?
En cada operación hay alguien que
cobra una comisión fija, un porcentaje de la venta. Si se pasa de los bonos
tal al cual, o de unas a otras notas, o se divide la inversión en otro banco,
cualquier movimiento del dinero significa un negocio que implica una obvia
comisión. Y lo más habitual es que el operador agregue uno o dos puntos a su
porcentaje y que esa diferencia termine en la persona que le acercó el
negocio.
Esa persona es, en este caso, una provincia. O su gobernador. Otras fuentes
van más allá:
—¿Cómo te pensás que K pagó su campaña? Una campaña cuesta mucha plata… y
la plata de las comisiones siempre está en cash y en negro; es plata rápida.
LA APASIONANTE RUTA DE LA TARASCA
En 1993, Santa Cruz cobró 535 millones de dólares en concepto de regalías mal
liquidadas por la Nación: 320 millones en bonos y acciones de YPF, y el resto,
en efectivo. Por consejo de Domingo Cavallo, el entonces gobernador K depositó
el dinero en un banco de inversiones neoyorquino, el Dean Witter Reynolds,
fusionado luego con el Morgan Stanley. Desde aquel momento hasta 2001, el
recorrido de los fondos se pierde en los túneles de Wall Street. Los nombres
asociados al período más oscuro son los de
Aldo Ducler y
Eduardo Cafaro. Ducler
era el propietario de Mercado Abierto, una financiera que mantenía negocios con
los gobiernos provinciales y, a la vez, sacaba dinero argentino al exterior.
Cafaro es ahora director del Banco Central, sillón al que llegó gracias a la
intervención y defensa de Cristina en el Senado, a la hora de discutir su
pliego. Ya en 2000 cobraba 48.000 pesos por mes por sus “análisis e informes
periódicos del desarrollo y alternativas del mercado de capital”, de la
provincia de Santa Cruz.
En 2000, Ducler, quien iba a ser ministro de Palito Ortega si éste llegaba a
la Presidencia, fue multado en Estados Unidos por lavar dinero del Cartel de
Juárez. Otra decisión judicial llevó al cierre del MA Bank, su banco en las
Islas Caimán que era, en verdad, una casilla postal: la de 707 West End Road.
Cuando el banco de Caimán se derrumbó, tenía medio millón de dólares de Santa
Cruz. En septiembre de 2001, dos contadores de Arthur Andersen y el abogado
Paget Brown, vecino de Caimán, llegaron a Buenos Aires para negociar el
salvataje de los argentinos entre los escombros del banco de Ducler. La gestión
fue corta: estuvieron sólo tres días en el hotel Emperador y negociaron con el
abogado Carlos Sánchez Herrera en representación de Kirchner, quien firmó una
declaración en la que reconocía que el dinero era de la provincia. Sánchez
Herrera tuvo su recompensa: fue nombrado por K como procurador general del
Tesoro, pero tuvo que renunciar cuando trascendió que había defendido a Juan
Sasiaiñ, jefe de la Policía Federal de la dictadura. A pesar del contratiempo,
Herrera prefiere mantener silencio:
—Todavía tengo negocios con Néstor –les explica a sus amigos.
Los 535 millones se habían duplicado en el año 2001. Kirchner recibió
acciones de YPF a 19 pesos en 1993, y cuando decidió venderlas, en 1999, lo hizo
a $ 44,78 cada una. Pero en 2003, los 1.000 millones volvieron a ser quinientos.
Según el punto de vista oficial, la diferencia ingresó al presupuesto de Santa
Cruz, pero no existe ninguna constancia.
El atentado contra las Torres Gemelas disparó el temor en el Presidente y
sacó el dinero de la casa central del Morgan Stanley hacia su sucursal en
Luxemburgo. El 23 de noviembre de 2002 se abrió una cuenta en el UBS en Suiza.
Los fondos llegaron a la banca suiza de la mano de Alfredo Mc Laughlin, ex
ejecutivo del Deustche Bank y propietario de una casa en Pinamar que alguna vez
alquiló Carlitos Menem Jr. Mc Laughlin, educado en Oxford, se conformó con ser
nombrado secretario de Finanzas pero finalmente renunció por divergencias con
Felisa Miceli, antes de la bolsa.
—Mi mujer me insiste con que vuelva al sector privado –explicó en un cóctel
del último Día del Periodista–. Es lógico, ahí se hace mucha más plata.
Y eso hizo, pero antes de irse firmó un papel que puede traerle problemas: el
pago al Grupo Greco.
Su vínculo pingüino, sin embargo, no terminó del todo: asesora al Presidente
en la negociación de la deuda argentina con el Club de París.
El 5 de marzo de 2003, los fondos volvieron a cambiar de casa, y llegaron a
una cuenta en el Credit Suisse. Una fuente del Gobierno confirmó a PERFIL que la
rentabilidad del Credit era mayor y las comisiones menores. Sin embargo, en esta
nueva etapa la cuenta registra movimientos sugestivos: el 17 de marzo, la
provincia de Buenos Aires depositó allí 60 millones de dólares. Fue en el mes
previo a las elecciones. Felipe Solá jura que no sabe nada y el resto mantiene
el silencio. ¿Habrá sido para la campaña?
Fuentes del ambiente financiero explicaron a PERFIL que una de las
inversiones de bajo riesgo más comunes es alquilar los bonos (letras del Tesoro
norteamericano, por ejemplo). Se alquilan a alguien que necesita una garantía y
cobra plata en negro que en general termina en algún paraíso fiscal: Caimán, por
ejemplo. El manejo de estas operaciones representa varios millones para los
bancos.
“Los fondos de la provincia de Santa Cruz están bajo la administración y
custodia del Banco de Santa Cruz”, afirmó el propio banco hace algunas semanas.
La Casa de Santa Cruz queda en Paradeplatz 8, Zúrich, código postal 8070.
INVESTIGACION: JL/LUCIANA GEUNA
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