En la página 6 del libro La
Masonería Argentina a través de sus hombres, del greco argentino Alcibíades Lappas, Grado 33º del Escocismo, podemos leer las siguientes glosas selectas,
textuales hasta en los títulos, maravillas inauditas de las letras y del
pensamiento argentinos.
“MEDIOS RECOMENDADOS EN LA ACTUALIDAD POR LA MASONERÍA ARGENTINA
En 1958, en la Cuarta Conferencia
Interamericana de la Masonería realizada en Santiago de Chile, se manifestó
que “la orden ayuda a sus adeptos para que
puedan alcanzar altas jerarquías en la vida pública de las naciones”; y
luego se desarrolló el temario titulado: “Defensa del Laicismo”. Señalóse
a continuación las nuevas tácticas de la masonería, con la que coinciden
también las últimas consignas del comunismo internacional. Los masones deben
procurar el laicismo en todos los órdenes y los comunistas la subversión del
orden social como terreno para sus intentos finales. La consigna es la
siguiente: “Intensificar la campaña laicista por intermedio de los diversos
partidos políticos influenciados. Tratar de apaciguar la alarma de la Iglesia
Católica contra la masonería, evitando la acción masónica directa.
Incrementar la acción conducente al quebrantamiento de la unidad del movimiento
obrero, para apresurar luego su copamiento. La masonería y el comunismo
persiguen momentáneamente el mismo objetivo en América Latina, por lo cual
debe procurarse la mayor armonía en la acción, sin que aparezca pública su
alianza.”
“SEGUNDO CONGRESO INTERNACIONAL POR LA FRATERNIDAD UNIVERSAL
Una prueba de todo esto tenemos
en el “Segundo Congreso Internacional por la Fraternidad Universal.” La
masonería y el comunismo se aprestan a realizar en la ciudad de Montevideo, el
denominado “Segundo Congreso Internacional por la Fraternidad Universal”. Es
éste un Congreso masónico de inspiración comunista, que aspira a hacer servir
los fines masónicos de “fraternidad universal” a la expansión del
comunismo soviético internacional. Se realizará este congreso en los días de
la próxima Semana Santa (del 26 al 28 de marzo) y se propone aprestarse para
“luchar por la confraternidad humana y la paz del mundo.” Dos lemas que
ocultan las verdaderas intenciones de la masonería y el comunismo.”
“LA MASONERÍA Y EL COMUNISMO
El marxismo y la masonería
tienen el ideal común de la felicidad terrestre. Un masón puede aceptar
enteramente los conceptos filosóficos del marxismo. “Ningún conflicto es
posible entre los principios del marxismo y de la masonería”, lo afirma el
Gran Maestre de la masonería de París.
Para
lograr sus fines, la masonería se vale de la alta finanza, de la alta política
y de la prensa local y mundial; el marxismo se vale de la revolución en lo
social y económico en contra de la perniciosa idea de patria, la disolución de
la familia, la abolición de la propiedad, la moral y la religión.
Los masones cumplen su fin con medios secretamente subversivos; los comunistas
con medios abiertamente subversivos. La masonería mueve a las minorías
políticas; el comunismo se apoya en una política de masas, explotando los
anhelos de justicia social.”
NOTA DEL
EDITOR
La
primera edición del libro La Masonería
Argentina a través de sus hombres apareció en octubre de 1958 como un
homenaje a la Revolución Libertadora, la que por decreto del 7 de noviembre de
1955, que lleva la firma del catolicísimo
General Lonardi, aprobó sus estatutos (Expediente 50415/55; B.O. 21 de
noviembre de 1955 y Carpeta de la Inspección General de Justicia Nro. 466), con
la firma de su Ministro del Interior Eduardo B. Busso. El 14 de diciembre de
1955 se le otorgó por decreto la personería jurídica con la firma del catolicísimo General Pedro E. Aramburu y su Ministro Laureano
Landaburu (Expediente Nro. 61879?55; B.O. , Decreto 5541 del 14 de diciembre de
1955 y Carpeta de la Inspección General de Justicia Nro. 3355).
La
segunda edición de este libro se llevó a cabo en diciembre de 1966, como un
modesto homenaje de la masonería al catolicísimo
General Onganía que cinco meses antes había asumido bajo los estatutos de la
Revolución Argentina (B.O. del 8 de julio de 1966, Mensaje
de la Junta de Comandantes en Jefe). La tercera y última edición se hizo
en mayo de 2000 durante el Gobierno de Fernando de la Rúa y fue costeado por
los “Sucesores de Alcbíades Lappas”.
El
prólogo de la obra lleva la firma del Dr. Juan José Cresto, quien a partir de
septiembre de 1955, a instancias de los Ministros Busso y Muñiz se desempeñó
como Profesor en la UBA, fue nombrado Director del Museo Histórico Nacional y
luego Presidente de la Academia Argentina de la Historia (de la que Lappas fue
miembro a instancias del catolicísimo
General Videla en 1978). Un detalle curioso en la vida de este hombre es que se
declara abiertamente “amigo” de su “maestro” que fue el Padre Guillermo
Furlong, S.J. (pág. XI). Sí, el Padre Furlong, eco funesto de Monseñor
Fasolino en el Arzobispado de Santa Fe, antiperonista rabioso desde el caso del
cura Mazzolo.
He
rastreado este asunto hasta donde he podido. Cuando estalló el escándalo,
Mazzolo era el Secretario de Arzobispado y, consecuentemente, mano derecha de
Monseñor Fasolino (el que según dicen era su confesor y guía espiritual).
Mazzolo se había casado en Rosario, ocultando su condición de sacerdote, por
civil y por la Iglesia con una rosarina y tuvo dos hijos con ella. Un día, sin
que se sepa por qué, se proveyó de un martillo y los mató a los tres. Luego
se consiguió una faca fariñera y una sierra de carnicero y los trozó de a uno
prolijamente. Más tarde distribuyó los miembros en pequeños paquetes dándolos
a los cuatro puntos cardinales. La Policía Federal en una pesquisa fenomenal
dio con el responsable. Monseñor Fasolino pretendía que este terrible crimen,
tal vez el más feroz en toda nuestra historia policial, fuese tratado
secretamente y se lo hizo saber a Perón quien habría aceptado que así se
haga. Sin embargo, por una infidencia, el caso trascendió a la prensa que
aprovechó para batir el parche sin asco. Un escándalo. Desde luego, Fasolino
culpó a Perón de ser parte de una conspiración para destruir la Iglesia Católica
y pasó a ser el eco de los Monseñores Tato y Novoa (que son un par de
historias diferentes que no tengo lugar aquí para contar) en Buenos Aires.
Zapata Gollán, Monseñor Fasolino y el cura Mazzolo (un reconocido delincuente,
mechado con un Arzobispo, un asesino y el gobernador peronista que no se quedó
atrás), son los inventores de que en Cayastá se hizo la fundación de Santa Fe
de Luyando por Juan de Garay. Les salió al cruce el ingeniero Casimiro
Alurralde quien denunció la estafa (las acusaciones son dos libros). El asunto
se ventiló en la Academia Nacional de la Historia, donde el Padre Furlong falló
a favor de Monseñor Fasolino como era de esperar, quedando así Cayastá como
Santa Fe la Vieja. Para este fallo el Padre Furlong tuvo que contradecirse dos
veces de lo que había escrito cuando estudió al Padre Florián Paucke en la
Reducción de San Javier.
Ahora bien: ¿qué había o hubo en Cayastá en tiempos remotos que la masonería
se movilizó para que una triste Reducción de los jesuitas fuese considerada,
contra toda evidencia escrita y testimonios desinteresados como los del Padre
Paucke, como el lugar elegido por Garay para fundar Santa Fe de Luyando? No
sabemos.
De
manera que usted lector cuando va a Cayastá a rendirle homenaje a Hernandarias
y a la hija de Garay, debe saber que le está rindiendo un homenaje vaya a
saberse a quién y que esos esqueletos que allí se muestran no son los de estos
ilustres muertos. Así de pícaros son los hermanos tripuntes; como la Pirámide
Mayo o los monumentos a La Patria: esa mujer no es otra que Minerva mirando al
Oriente.
Hoy
Cayastá está reconocida como Patrimonio Cultural de la Humanidad. Vaya usted
lector a dar vuelta esta ensalada. ¿Y dónde fundó Garay a Santa Fe de Luyando?
En la actual Helvecia. La antecesora de la actual Santa Fe de la Vera Cruz. VOLVER
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