24 de marzo de 1976:
Día de la Visita del Profeta Olvidado (o prueba manifiesta de que a la Memoria le falta
memoria).
El 22 de marzo próximo pasado el doctor Gil Lavedra dictó una conferencia versada sobre el 24 de marzo de 1976 en el Aula
Magna de la Facultad de Derecho, nada menos pero tampoco nada más. Otros
oradores, todos ellos judíos, también hicieron uso de la palabra. Es decir,
con toda razón y justicia, por cuanto el magnífico acto recordatorio estaba
patrocinado por la D.A.I.A. y la A.M.I.A., que tantas injusticias y
persecuciones sufrieran durante la Dictadura Militar.
Todos los discursos estuvieron maravillosos, aunque
muchos de sus dueños no dieron las fuentes y fundamentos de los dichos que
aseveraban lo que, si bien es importante, es harina de otro costal y un lastre
que al final es siempre molesto para un auditorio tan selecto como el que allí
había.
Mas he ahí que, fallando en esta parte, se les
olvidó citar las recomendaciones que el Rabino Gordon de Nueva Cork les hiciera
a los judíos sionistas de la Argentina en un acto celebrado en el Luna Park.
Esto fue denunciado públicamente por Jacques Zoilo Scyzoryk, judío de
nacimiento y de religión, en su
libro El Imperio Judeo-sionista y la
desintegración argentina, el 5 de septiembre de 1972, pp. 56 y 57 y
anteriormente en Invasión sionista,
pp. 50 y 51.
Para reivindicar dentro de la Memoria, la memoria
por el Rabino Gordon, que fue Profeta como buen Hijo del Señor de Israel y
hombre del Pueblo de Dios, es que transcribimos parte de su mensaje que dice así:
“Os diré que no habrá oportunidad más propicia
que la actual y solamente todo depende de la habilidad judía para estas
emergencias, y por eso os recomiendo mucha atención al considerar sus detalles.
Veamos en este momento que ese motivo determinante no existe y para crearlo, la
situación nos favorece
(recordamos al lector que, en ese momento, el Presidente de la Nación era el
Virrey Lanusse, ya completamente enmarañado con el dueto Cámpora-Solano Lima y
el Peronismo Revolucionario), sólo nos queda en
principio –sigue diciendo don Gordon-,
profundizar el caos existente: fomentar la confusión y la corrupción, llevándolas
hasta las últimas consecuencias.
En el campo político, cultural,
administrativo y social debe acelerarse el mismo proceso. Económicamente,
acrecentar la corrupción administrativa e ilegal, fomentar y profundizar el
agio y la especulación; elevar la miseria y la injusticia a sus últimos
extremos, especialmente en los pueblos comprendidos dentro de la conformación
de Andinia.
Llevar desde la Capital Federal el
arrasamiento de los derechos federales de las provincias, reprimir con violencia
todo acto que signifique reacción e intentos de defensa por parte del pueblo.
En estas violentas represiones de fuerza,
es de primerísima necesidad que sean utilizadas tropas de las Fuerzas Armadas y
especialmente del Ejército, porque se producirá el enfrentamiento con el
pueblo, lo que llevará al desprestigio para siempre a las Fuerzas Armadas, y en
consecuencia, producirá el debilitamiento moral de sus integrantes, agregando a
ello un profundo proceso de desintegración, a los que serán sometidos y
juzgados por la vía oficial.
Por estos juicios todos dudarán de sus
jefes y, como nadie sabrá si la orden que han dado es legal o ilegal, justa o
injusta, estarán siempre en estado de asamblea cada vez que haya que cumplirla.
De esta manera el pueblo que cree tener una Fuerza Armada, en verdad la tendrá,
pero armada por fuera y desarmada por dentro, que es lo que nos interesa
supremamente. Y para evitar que en el Ejército ingresen los mejores, habrá que
desalentarlos llevando sus salarios a niveles básicos de un obrero, o más
abajo si fuera posible, con el pretexto de que los hombres de las Fuerzas
Armadas son del pueblo.
Con ello se logrará la caotización de
sus cuadros y la corrupción de la disciplina, aparecerá la desconfianza mutua
porque se acusarán entre ellos minando el espíritu de cuerpo, logrando
disminuir al mínimo nivel de su rendimiento y eficiencia, hasta llegar a
interesar a nadie que existan o dejen de existir, porque a todos deberá
parecer, finalmente, que son entes parasitarios
(…)”
“La opinión pública mundial con la
prensa en nuestro poder; el apoyo y la colaboración de los Organismos
Internacionales, manejados por nuestros mejores
hombres; y las grandes potencias, gobernadas por nuestra banca y
finanzas, ya están en marcha, y su conducción será de incumbencia exclusiva
de la Central de Inteligencia Sionista Mundial.
Como es sabido, la corrupción, la
miseria y la represión violenta engendran el odio, y la reacción engendra la
desesperación; y la desesperación engendra la determinación de luchar, de
venganza que deberá ser acicateada por los nuestros y, sobre todo, de acción,
sin reparar en quien, ni en las consecuencias. De esta manera la nación entera
estará llena de jueces que juzgan y fiscales que acusan y, acabados éstos, más tarde se acusarán entre ellos, hasta que no quede una
sola piedra que no haya recibido su condena oficial o popular.
Entonces todos vuestros trabajos
deben converger a este objetivo, regulando paulatinamente con el tiempo, hasta
que la injusticia, el hambre, la corrupción, las persecuciones, las violencias
y las cárceles, determinen el arrasamiento de los derechos federales de las
provincias involucradas, con derivación en todo el país.
Entonces queridos hermanos míos: aquí
están los motivos determinantes para que esos pueblos y esas provincias,
cansadas de tantas indignidades y de tantas miserias y llevadas al más alto
nivel de desesperación y odio, tomarán en conjunto la más tremenda
determinación: romper todo el vínculo con el Gobierno Federal, proclamar su
Independencia como una nación libre y soberana, y de ipso facto solicitar a las
Organizaciones Mundiales, es decir a nosotros, y a las Grandes Potencias, donde
siempre habrá uno o varios de nosotros, el reconocimiento como tal, el que les
será concedido, luego de un breve formulismo, en manera casi inmediata.”
Diga el lector si las palabras del Rabino Gordon
denunciadas por uno de su misma sangre y religión en 1972, y dichas antes de
aquello que debió pasar y lamentablemente pasó, fueron o no proféticas. Sí:
las dijo antes que nadie y se ha cumplido todo, con excepción del último punto
que se encuentra concretado a medias, porque las provincias y sus pueblos
sufrientes ya han sido llevadas a la desesperación, la miseria y a la
indignidad. Faltarían entonces tomar “la tremenda determinación”, que sería
el último paso que, dicho sea al pasar, ya, y antes de que suceda, cuenta con
la aprobación de la superestructura mundial.
Por ello nos pareció injusto que el doctor Gil
Lavedra, toda la D.A.I.A. y la A.M.I.A. se hayan olvidado de este Profeta que
pasó por nuestra patria. A ellos que no se les cae de la boca la palabra
Memoria, en este caso no tuvieron memoria. Pero los perdonamos porque los
sabemos argentinos valientes y decididos.
Ahora bien y entre nosotros: ¿Cómo habrá hecho
don Gordon para saber tanto viniendo de una patria esplendorosa, amada, justa y
eterna amiga de la Argentina, como son los Estados Unidos de América? Comprenda
ahora por qué don Gordon merece esta Enfermérides
( y como catorce más de ellas si se descuidan).
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