No tengo en mi poder el ejemplar
de Bolshevik donde Stalin refuta mi artículo Con ambas
manos. Sin embargo, el comunicado semioficial publicado en
Das Berliner Tageblatt [El Diario de Berlín] me basta para
tener un panorama de esta refutación.
Stalin no reaccionó ante el
libro de Campbell sino cuando la Oposición de Izquierda lo
comentó. ¿Acaso le restó importancia al libro? Sin embargo, es
cierto que le concedió a Campbell una entrevista que, según
informa el norteamericano, duró hasta las primeras horas de la
mañana y, según la refutación de Stalin, duró “tan sólo” dos
horas. Dos horas bastan para confirmar la importancia de esta
entrevista. Campbell recibió una copia dactilografiada de su
entrevista: así lo confirma Stalin. Campbell no es un periodista
sino un gran burgués rural. ¿Es posible que Stalin no se haya
percatado de la aparición del libro? En absoluto. La oficina de
prensa soviética probablemente después de la aparición del libro
le había indicado los capítulos más importantes, sobre todo los
que conciernen al propio Stalin. Sin embargo, Stalin calló. Sólo
recientemente se decidió a hablar cuando apareció el comentario en
Biulleten Opozitsi. Esto da una idea del valor de la
negativa de Stalin.
En 1925, cuando el viraje hacia
el kulak estaba en pleno curso, Stalin comenzó a preparar
la desnacionalización de la tierra. Dispuso una conferencia para
la prensa soviética. Ante la pregunta, formulada a su pedido: “¿No
sería oportuno entregarle al campesino por un período de diez años
la tierra que cultiva?”, Stalin respondió: “Sí, inclusive de
cuarenta años”. El comisario del pueblo de agricultura de Georgia
presentó, tras una reunión con Stalin en el Cáucaso, un proyecto
de ley de desnacionalización de la agricultura. La Oposición de
Izquierda libró una violenta campaña en contra del mismo. Como
parte de la campaña sacó a luz la ya parcialmente olvidada
entrevista sobre la suspensión de la nacionalización “por un
período de cuarenta años”. Stalin consideró oportuno batirse en
retirada. Declaró que el periodista “no lo había comprendido”. Lo
que no pudo explicar, empero, fue por qué había permanecido tantos
años en silencio respecto de la entrevista publicada.
En 1926 Stalin comenzó a
preparar el ingreso de los sindicatos rusos a la Internacional de
Amsterdam.[2]
En la nueva edición de los registros de afiliación de los
sindicatos se suprimió lisa y llanamente la sección dedicada a la
afiliación a la Internacional Sindical Roja.[3]
Al mismo tiempo, Kaganovich[4]
pronunció un discurso en Jarkov de acuerdo con Stalin, a favor del
ingreso a la Internacional Sindical de Amsterdam. Nuevamente la
Oposición de Izquierda hizo oír su enérgica voz de protesta.
Stalin retrocedió. Se dijo que el nuevo texto de los registros de
afiliación se debía a un “malentendido”. Kaganovich declaró que el
taquígrafo de Jarkov había confundido el significado de su
discurso. Sin embargo, los miembros de la Oposición de Jarkov
constataron que el propio Kaganovich había corregido
concienzudamente el informe taquigráfico.
Allá por 1930 en conversación
con Lominadze[5]
y otros compinches, Stalin declaró: “La Comintern no representa
nada, y sobrevive a duras penas, gracias a nuestro apoyo”. Pero
cuando Lominadze, en lucha contra Stalin, le recordó esta frase,
Stalin no tuvo problema en repudiar sus propias palabras.
Así que no es la primera vez que
Stalin, atacado por la Oposición de Izquierda, recurre al ardid de
negar sus afirmaciones. Se puede decir que este procedimiento es
parte del arsenal de su política. Ante cada zigzag nuevo, Stalin
actúa con cautela, hace experiencias piloto, frecuentemente obliga
a otros a hacerlas, pero, mientras puede, mantiene abierta la
posibilidad de retirarse. Repudiar sus propias palabras jamás le
resultó un problema.
Además, la conversación con Emil
Ludwig[6]
- publicada por el propio Stalin - no difiere esencialmente de la
conversación con Campbell, que tanto trata de negar. Y, más
importante aun, la negativa no altera en un ápice la política
hacia el Pacto Kellogg ni la táctica de Stalin-Litvinov en
Ginebra. Eso es lo que importa.
[1]El
desmentido de Stalin. The
Militant, 11 de febrero de 1933. El artículo de Stalin titulado El Sr.
Campbell distorsiona la verdad apareció en la revista quincenal moscovita
Bolshevik y en el servicio de prensa stalinista Inprecor
(Correspondencia de Prensa Internacional), 12 de enero de 1933; esta incluido
también en el tomo 13 de la edición rusa de las Obras Completas de Stalin
(1949) y en inglés en 1955. En la versión publicada en Inprecor el
artículo de Stalin este fechado el 28 de diciembre de 1932; en la versión de
Bolshevik, la fecha es 30 de diciembre (es decir, después de que Trotsky
publicara el artículo Con ambas manos); en la versión publicada en el
tomo 13 de las Obras, aparece con fecha 23 de noviembre de 1932; y la
nota correspondiente menciona que fue publicado en Bolshevik del 30 de
noviembre (es decir, anterior al artículo de Trotsky). Según un despacho de
Associated Press, fechado en Moscú el 29 de diciembre de 1932 y reproducido por
el diario New York Times en su edición del día siguiente bajo el título
Stalin denuncia el libro de un norteamericano, el artículo de Stalin
“aparecerá el 30 de diciembre”. En su artículo, Stalin caracteriza el informe
que da Campbell de la entrevista de enero de 1929 de “notable”, porque “cada
oración es un invento puro o un ardid sensacionalista destinado a publicitar el
libro y su autor”. Stalin menciona concretamente cuatro hechos: 1) Campbell da
rienda suelta a su imaginación al afirmar que su “conversación con Stalin, que
comenzó a las 13 horas, ‘duró hasta bien entrada la noche, inclusive hasta la
madrugada’. En realidad, la conversación no duró más de dos horas. El Sr.
Campbell posee una imaginación verdaderamente norteamericana.” (Campbell dice en
su libro que la conversación duró cuatro horas, “hasta bien entrada la noche”).
2 ) Campbell falta a la verdad al afirmar que Stalin tomó sus manos entre las
suyas y dijo que podrían ser amigos. “En realidad, nada de eso ocurrió ni pudo
haber ocurrido. El Sr. Campbell no puede desconocer que Stalin no necesita
‘amigos’ de esa clase.” 3) Todo ese asunto sobre la nota que agregó Stalin al
registro de la conversación acerca de su posible valor histórico es un invento
de Campbell: “En realidad, la transcripción de la conversación fue enviada al
Señor Campbell: por el traductor Iarotski, sin ninguna clase de agregados”. 4)
Y, desde luego, la versión de Campbell sobre lo que dijo Stalin de Trotsky
también es ficticia: “Sólo los que han desertado al bando de los Kaustky y la
Wels pueden creer semejante patraña, que tergiversa completamente los hechos. En
realidad, la conversación no tuvo nada que ver con el problema de Trotsky y el
nombre de Trotsky no apareció en ningún momento.” Luego se pregunta por qué
Campbell no incluyó en su libro la transcripción de la conversación, e incluye
esa transcripción como apéndice de su artículo por ser ésa “la mejor manera de
descubrir las mentiras y mostrar cómo fueron los hechos”. Pero según B. Iarotski,
ese texto no era completo ni literal. A juzgar por un despacho de Associated
Press, fechado en Los Angeles el 30 de diciembre de 1932 y publicado en The
New York Times del día siguiente, “Thomas D. Campbell, ingeniero agrónomo,
sonrió al leer una declaración de José V. Stalin, jefe del Partido Comunista,
donde dice que el libro del Señor Campbell sobre Rusia contiene mentiras. ‘Debe
haber algún malentendido, alguna mala interpretación –dijo-. Siento una gran
estima por el Señor Stalin. Lo considero un auténtico dirigente, tal vez el
único hombre en Rusia capaz de sacar a ese país de sus problemas y su caos. En
todas mis relaciones con el gobierno soviético, demostró ecuanimidad y seriedad
comercial. Mis relaciones con los funcionarios soviéticos han sido siempre
amistosas en grado sumo’.”
[2]La Federación Sindical Internacional (llamada a veces Internacional de
Amsterdam, o “amarilla”), controlada por los reformistas, fue la gran
organización sindical mundial hasta el estallido de la Segunda Guerra Mundial.
[3]La Internacional Sindical Roja (Profintern): rival de la anterior, controlada
por los stalinistas. Ambas se unificaron en 1945 bajo el nombre de Federación
Sindical Mundial, pero volvieron a separarse al comienzo de la guerra fría y los
reformistas crearon en 1949 la Confederación Internacional de Sindicatos Libres.
[4]Lazar Kaganovich (n.1893): cómplice de Stalin, stalinista fiel en todos los
puestos estatales y de partido que ocupó. Jruschov lo expulsó de todos los
cargos acusándolo de elemento “antipartido” en la década del 50.
[5]V.V. Lominadze: stalinista leal en la década del 20, fue uno de los
instigadores de la malhadada Insurrección da Cantón. En diciembre de 1930 fue
expulsado del Comité Central por criticar a Stalin. Se suicidó en 1934.
[6]Emil Ludwig (1881-1948): escritor alemán, autor de novelas y biografías,
entrevistó a Stalin el 13 de diciembre de 1931; el texto aparece en el tomo 13
de las Obras de Stalin, edición rusa, con el titulo de Conversación
con el escritor alemán Emil Ludwig. Cuando Trotsky afirma que las
entrevistas con Campbell y Ludwig son esencialmente iguales, se refiere
indudablemente a que ambas demuestran una actitud conciliadora hacia el
capitalismo estadounidense. Ludwig, que posteriormente escribió una biografía de
Stalin, entrevistó a Trotsky (Living Age, 15 de febrero de 1930). En 1932
Trotsky escribió una crítica del método de Ludwig, publicada en Leon Trotsky
on the Suppressed testament of Lenin (New York, Merit Publishers, 1969).