Ñorse
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Mcherú vichá Guazú de los
Mandinga el Mayor
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Balcarce 50 |
(1064) BUENOS AIRES |
Estimado Mandinga; dignísimo esbirro y antiguo azotacalles:
Como
te darás cuenta por la presente estoy de gira de inspección por este Horno
donde ha poco llegó el Supay 33º, un Teniente General de la Vergach, de los de
allá, que son los infelices de ustedes, y no quiero que falte combustible para
él, por lo menos hasta que se aclimate. Y aunque bolivariano el fluido que me
manda el Mulato Cotorra, mis buenos miles de Judas al mes le debo pagar. Y ahora
que se hace el peleado con mi amigo Pus ando mal con el cambio.
También
apreciarás, aunque eres bastante idiota y veóte hoy más turbado que antiyer,
que estoy ufano. No es para menos: el trabajo que ustedes están haciendo entre
los homínidos pámpidos es maravilloso, y los exhorto a que sigan en esta senda
que los hará grandes entrellos. Y siendo grandes ustedes entre la cochambre,
tanto más lo seré yo desde aquí, en mi Brasero del Tosan Locie, porque las
distancias, diabólicamente, habrán de mantenerse, sin que ningún buey se me
haga el bravo.
Sin embargo, y en verdad os
digo, que he visto ciertos actos
permitidos por vosotros, que han puesto hirsuta mi pelambrera de fauno. Tal ha
sido la destitución, sin causa ni motivo, del Satanás Mayor de Buenos Aires,
uno de mis malévolos preferidos y los someterán a un juicio: déjense de
escorchar a ver si nos descubren. Lo mismo habría que decir del Tenebroso
Magno, fotocopia de Caifás, sacado de Economía de iguales formas, cuando él sólo
se limitó a hacer las diabluras que yo le dictaba a la oreja y a ser un buen
empleado de Pus. ¿De qué se lo acusa entonces?
Mas recordad, iconoclasta turba genuflexa: un daño que
hagáis a uno de mis pequeños perversos es como si me lo hicierais a mi, y
deberéis pagar por ello con lonjas de vuestro cuero que no sirve ni para forrar
un rebenque. Eso les pasa por
desatender la añosa advertencia: que ustedes, sin mí, son cenizas sueltas
jugando en un remolino y aromas del albañal diseminadas por el céfiro
constipante. No son nada y nada valen sin mi astucia y compadrazgo. ¡Ya verían
ustedes qué les pasaría si los dejo en las manos de un populacho famélico con
el caletre lleno de mis piojillos y sus liendres!
Así ustedes, soberbias musarañas,
han omitido los orígenes de cada uno haciéndose los distraídos. Recuerden cómo
los encontré en el callejón pernicioso que ustedes llaman vida: unos eran
ratas escapadas del certero alpargatazo, otros lagartijas overas cruzadas con
pichón de picurú, algunos cuadrumanos empleados de un circo pobre, la mayoría
hacían de vinchucas chupasangre, diferentes eran lombrices intestinales; también
vide dentredéstos algún renacuajo de escuerzo. Y los eximios de esta cáfila
eran jamelgos y jumentos, aunque no faltaron las acémilas como la Satanasa
Grande y la Satanasa Bizca, que siendo una, yo les hice creer a todos que eran
dos, y los pollinos las votaron. ¡He ahí mi Fe: saber que los burros solamente
harán cosas de burros!
Toda es obra mía, y ese enladrillado que pisais,
vuestra única heredad y sustento, tarde o temprano, será mi reino, porque Yo
lo he elegido. Y si Yo reino ustedes serán mis Príncipes: que no digan es poca
cosa si sacan la cuenta de la distancia que hay entre lo que son hoy respecto
del légamo donde se malcriaron y la teta de la pindonga que mamaron. Deben
proclamarlo a los cuatro vientos que soy Lucifer, el que Lleva la Luz, el que Es
la Luz, El Anti, el Unico Ñorse que deben adorar. Por eso me gusta doña Hebe,
la Belcebú Gerente: ella sí dice lo que Yo quiero oír y, en rigor os
digo que asina deberían hablar ustedes y no con tantas vueltas ni remilgos. ¿Por
qué negáis que sois mis hijos? ¡La bazofia ya está madura como para entender
estas cosas!
Los Nefastos Hombres de Negro
han sacado un documento, que de puro atrevidos han llamado pastoral, haciéndose
los bonachones y los comprensivos con la turbamulta esquizofrénica. Con algunos
eximios alumnos que tengo entrellos he tratado de impedir que se publique esa
porquería. Pero no hubo caso y salió nomás. Por él, y de hecho, ya están
condenados si los pesco: en esto los he puesto a trabajar a Farinello y a
Puigjané, con el asesoramiento de mi Condoleza Maccarone y la Diablesa Laguna.
El Gran Tenebroso les contestó,
sin comerse los mocos, a los Nefastos con palabras que me recuerdan a mis hijos
dilectos antes que a mis viejos pupilos. Lo mismo que el Teniente General Leviatán,
el valiente del banquito que ustedes recordarán, le está haciendo tragar un
hueso de taba al maldito Capellán de la Vergach al quitarle los inmuebles, en
represalia por lo de la pastoral. Pero tan hábilmente que nadie asoció una
cosa con la otra. Así se hace. Imiten el ejemplo infelices. Hay que poner cara
de cretino, que en el General Leviatán es natural, ¡y manos a la obra! En
verdad os digo: que los que así procedan, como Banquito, serán llamados Mis
Favoritos. Al final de los días, cuando ni cascotes se puedan juntar del Mundo,
en escalfetas los sentaré a mi Diestra, y con un hierro hecho ascuas en la mano
se divertirán afirmándoselos en los cuadriles a todos los que recibieron una
misión de este, su Drepa putativo, y no la cumplieron acabadamente.
Con estas cosas seguro que el carcamán de Roma
reventará. He ahí mi deleite. Confíen en mi. Los que pensaban que éste iba a
sacar los humos de lo que ellos llaman Iglesia, y nosotros decimos que no pasa
de templete, se equivocaron. No sacará ningún humo, porque haylos tantos, que
uno ni las manos se puede ver. Los humos llegaron y se instalaron para quedarse.
“Por los frutos los conoceréis”, decía el Innombrable de Arriba y he ahí
a los Hombre de Negro: aputados, melenudos, sucios, barbudos, de chomba,
chancletas, hediondos y silogismeando tanto que uno no sabe de qué lado están
ni a quién sirven. Allí he trabajado mucho como para que de un soplo apaguen
lo que empezó como velita y hoy es todo un cirio, como un hacho de grandor. Me
les he metido en todos los rincones, desde las sacristías a los atrios y desde
los cruceros al trascoro, y haciéndolos creer que mantienen sus principios los
hago marchar bajo mi estandarte.
Os dejo Mandinga Mcherú vichá. Tengo un acto en
nuestro Templo de la calle Cangallo 1242. Esta noche golpearemos las velas con
fervor. Si queréis venir estáis en el convite. Recordaremos a Norteamérico
Ghioldi, Roque Carranza, Antonio Tróccoli y otros diablos de alcurnia y pedigrí.
Y cuidaos, estúpido sarnoso, porque yo no puedo disponer de vuestras vidas,
pero tengo miles de empleados ansiosos de arrancárselas a la señal del as de
bastos, cortándolos en delicados filetes para ponerlos a freyir con aceite de
girasol que me manda de Mendiguren.
El Ñorse de todos los ñorses |