Woodbine Parish
Sin reconocer todavía
la independencia de las repúblicas hispanoamericanas, por la resistencia de
Jorge IV y Wellington, Canning a sugestión de Planta creó en julio de 1823
tres cargos de cónsules generales con asiento en Buenos Aires, Santiago de
Chile y Lima, proveyéndolos de dos mil libras anuales para gastos.
En
el primero, por recomendación de Planta, designó al hábil empleado del Foreign
Woodbine Parish, ya destacado en algunas funciones subalternas
cumplidas con seriedad y discreción. Era otro pariente del Parish de Bath y los
Parish Robertson y Planta, que formaban una dinastía consagrada en el Foreign
a la especialidad de los asuntos del Plata
.
En diciembre (1823), Woodbine embarca en Portsmouth con sus
instrucciones, diplomas y tres cajas de rapé con medallones de Jorge IV que
Canning le da para "repartir como obsequios de S. M. entre las personas de
mayor consideración e influencia en la administración del Estado" .
En mayo (1824) llega a Buenos Aires, distribuye las cajas de rapé al
todavía ministro Rivadavia ("apegados todo lo que es inglés",
atachment to all that was English informa) , al gobernador
Rodríguez y al ministro de guerra de la Cruz. Resultan insuficientes y pide a
Canning más cajas de rapé "que no fueran de menor valor para cumplir con
grandes amigos de Inglaterra que las solicitan" .
Y la verdad es que encuentra eficaces grandes amigos de
Inglaterra, pues remite ese año a Canning una copia de la correspondencia
reservada de Alvear, por entonces en Londres de paso a Estados Unidos, obtenida
por un alto empleado del gobierno en estricta confianza" .
Woodbine
no se encontró a gusto en Buenos Aires, un "lugar desagradable y
desalentador (disagreable and dishearting place)" .
Sin embargo por patriotismo y sentido del deber se quedó nueve años,
como Cónsul General primero, Encargado de Negocios después, Secretario de la
Legación de Lord Ponsonby entre 1826 y 1828, y nuevamente Encargado de Negocios
hasta su retiro en 1833. Sus informes al Foreign analizan a los hombres públicos,
las variaciones de la política y el movimiento de los intereses económicos con
precisión y sagacidad. Era inteligente y medido, y si llama respectable
class a la oligarquía comercial nativa, nunca tuvo mayores esperanzas en
sus aptitudes para conducir con tino al país. Simpatiza por un momento con Rivadavia
"tan apegado a lo que es inglés", y más duraderamente con el Dr.
Manuel José García "correcto gentleman. . . el más hábil hombre
de gobierno argentino".
El buen concepto sobre Rivadavia no le duraría mucho.
El
influjo de Parish fue poderoso hasta la llegada de los federales en 1827.
Gestionándose el empréstito Baring, impulsa al gobierno a enseñar en la
Universidad las reglas de la urbanidad crediticia: "El estudio de la Economía
Política. ha empezado este año -informa al Foreign en mayo de 1824- y
su conocimiento nos asegurará en lo futuro funcionarios inteligentes que sabrán
ciertos principios, p. ej.: el correcto pago de las deudas es el fundamento
de la riqueza. . . El sistema del Crédito Público se hará más
inteligible hasta para los más prevenidos" .
Lamenta
el retiro de Rivadavia del ministerio en 1824, aunque se ríe un poco del
vanidoso don Bernardino por suponer (como se lo dijo) que su renuncia "podría
producir desconcierto en el gobierno de Su Majestad" .
Quedaba Manuel José García "perfecto caballero británico",
con quien trabajará sin inconvenientes el tratado de amistad, comercio y
navegación de febrero de 1825. Debe asesorar a los diputados del Congreso
Nacional, unos pedantes que "perturban su cerebro y el mío con las más
absurdas y anticuadas nociones de las que nada entienden; de hecho se necesita
la más grande paciencia, temperamento y perseverancia para llevarlos al camino
recto y mantenerlos allí" .
Antes de nadie sabrá -en diciembre de 1825- "que el gobierno
nacional será nombrado en febrero próximo, y el Sr. Rivadavia será puesto a
la cabeza" ;
pero le choca que el vanidoso don Bernardino, ya Presidente, se tomase en
serio su cargo y lo recibiese en el Fuerte "con extrema formalidad... muy
diferente de la franca y cordial manera que me ha dado tantas satisfacciones en
todas las ocasiones públicas en este país;
el viaje a Londres, el cargo presidencial y la admiración de sus amigos
"han sido demasiado para él" .
Con extrañeza sabe que García no será ministro de Rivadavia: "no
alcanzo a comprender como el gobierno podría marchar sin él" escribe a
Londres.
Durante
la guerra con Brasil encuentra la manera de exportar oro pese al bloqueo brasileño,
valiéndose de la valija diplomática. No le durará mucho el negocio, y luego a
las órdenes de Ponsonby, ministro plenipotenciario desde septiembre de 1826
asistirá al desastre de la Presidencia lamenta "la fatal tendencia (de
Rivadavia) a atraerse el odio y casi agregaría el ridículo (I may almost
add ridicule)",
con sus genialidades de gobierno. Contempla la guerra civil "más
destructiva que la guerra contra el enemigo común",
llevada por la Presidencia al interior para consolidar su partido,
mientras se desenvuelve penosamente la guerra internacional: "las ciudades
y provincias están destruidas... todo eso ha sido producido por Rivadavia
que ha estado gastando grandes sumas de dinero de la Tesorería Pública en la
esperanza de llevar a cabo su gobierno unitario contra las vistas y manera de
pensar del llamado partido federal".
Presencia la renuncia "generosa" de Rivadavia "que en una
semana o dos más sería volteado vi et armis por las provincias que se
armaban para marchar contra Buenos Aires" [37].
Es testigo del plebeyo gobierno de Dorrego, difícil de conducir para
Ponsonby y él, y luego, de la revolución unitaria de diciembre de 1828,
peligrosa pues habrá "una reacción de la clase baja, pues muchos están
armados" [38];
aunque espera que el Comandante de Campaña, Juan Manuel de Rosas, hombre
de la high class "no se opondrá a las nuevas autoridades e inducirá
a sus gauchos a volver a sus casas"[39].
Desaprueba consternado el fusilamiento de Dorrego que "alienta a la
clase baja en su execración de los asesinos" [40].
Asiste -¡no habría de hacerlo! a los entretelones de las conversaciones
de Lavalle y Rosas en Cañuelas, y sugiere como prenda de paz los nombres de Tomás
Guido o Manuel José García para gobernadores por tratarse de "gentlemen
formales y prudentes", que andarían bien en el fuego y en el agua [41].
Cuando en diciembre Rosas "hombre de extraordinario poder en este país"
[42]
toma el gobierno entre el delirante entusiasmo de la multitud, ve algo más
allá de "la modestia y moderación" del Restaurador no obstante la
prenda -dejada sin duda a Inglaterra de mantenerlo a García en el ministerio... Comprende que Inglaterra debería cambiar de política pues llegaban tiempos
nuevos sin respectable class en el gobierno y Rosas se vería arrastrado
por su carácter arrogante y por su prestigio en el pueblo. Insiste ante lord
Aberdeen, nuevo ministro de Relaciones Exteriores, que Buenos Aires era "un
desagradable y desalentador lugar" a los seis días de hacerse cargo Rosas [43].
Pide su traslado o reemplazo. Que conseguirá en 1833. Desde entonces
-salvo una misión en Nápoles y Florenciaa entre 1840 y 1847- ocupará la función
de asesorar en los asuntos argentinos al Foreign hasta su muerte en 1882.
Rosas
lo hará "ciudadano honorario argentino" y coronel de caballería en
1839, y desde 1837 -a su pedido- tendrá el curioso privilegio de usar el escudo
nacional como blasón hereditario, por su actuación en el reconocimiento de la
independencia [44].
Woodbine tenía debilidades de snob
y a Rosas le convenía tener propicio al influyente asesor del Foreign.
Ese mismo año gestiona del rey Guillermo IV (Jorge había muerto en 1830) una
condecoración que le permitiera anteponer el ansiado Sir a su nombre de pila;
Guillermo IV, rey de Inglaterra y de Hannover, le da por displicencia o error
una condecoración hannoveriana, la Orden de los Güelfos [45].
Sir Woodbine, que había hecho fortuna en Buenos Aires, pudo consagrarse,
con tranquilidad a los estudios estadísticos que lo apasionaban, pues sus
ocupaciones del Foreign no le llevaban mucho tiempo; publica en 1838 su
libro Buenos Ayres and the Provinces of the Rio de la Plata que le
significaría el codiciado ingreso a la Royal Society. Después de su vuelta de
Nápoles y Florencia fue solicitado por Baring para arreglar con Rosas el pago
del empréstito en Buenos Aires dada su gran amistad con el gobernante
argentino, pero Sir Woodbine, no obstante los jugosos honorarios de la comisión,
se negará en redondo, tal vez porque conocía el carácter difícil del
Restaurador [46].
Moriría
en 1882 cargado de años, riquezas y honores; su hijo Frank había heredado
desde 1865 el consulado en Buenos Aires y sería uno de los fundadores y luego
presidente en Londres del Ferro Carril Sur, hoy General Roca.
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