¡Ave
María Purísima!
Queridísimo don Carlos; amigo y compañero:
Mire don, que yo siempre le ando debiendo una. Es que usted, en su
correspondencia, por cada renglón que escribe me manda tres
preguntas y, como me creo en la obligación de contestarle, ya
me ha gastado la clavija de tanto darle a la cuarta.
Sabrá usted que supe conocer en este pago a uno que le decían el Tuerto
Sánchez. Y lo nombraban así porque era tuerto del ojo
izquierdo: en un corral de palo a pique una vaca matrera le dio
una cornada allí. Estuvo mal, internado en la Clínica Mayo, y
era un desfile de amigos que íbamos a darle el pésame por el
ojo y a consolarlo un poco. Y hasta el cura La Calle fue una mañana
a esparcirle el hisopo con agua bendita por pedido de doña
Misia Carmen de Crespo. Hasta que un día nos reunió a los
muchachos del selecto bar y despensa La
Almóndiga Embrujada, que está en la esquina de Echagüe y
Saavedra, y nos dijo: “Qué andan diciendo ustedes de mi ojo,
¿eh? ¿Qué? Si con lo que se ve en este pueblo con un solo ojo
me basta.” Y ahí no más se terminó la función, pero quedó
el dicho.
Este tuerto era famoso porque de todo lo que había de tenerse dos, él
tenía uno, con la excepción de los brazos, porque a una pierna
la tenía tiesa. Y de los dos de abajo, también: porque una
tardecita siguiendo un borrego guacho, se pasó de potrero por
arriba del alambrado. Cuando va éste y se corta: pero el
alambre de abajo, que le dio en los ijares, era de púas. Así
que ahí mismo quedó toruno para toda la cosecha.
Y fue el Tuerto Sánchez que
caviloso me decía: “Mire don: si uno remienda la lona, al
lado le nace otro agujero; y si la cose le durará menos que una
batata en la boca de un chancho. Lo que hay que hacer es cambiar
la lona. Y si no le da el cuero, aguante la gotera.” Pero, me
dirá usted don Carlos, ¿a qué viene todo esto? Viene a lo que
nos pasa con nuestro Presidente, que es tuerto como Sánchez,
aunque no por accidente, y no creo que lo empardaría en lo
guapo y corajudo, que son prendas finas de un gaucho.
Este Presidente que no nos saluda para Natividad de Nuestro Señor; que
no nos desea felicidad para el Año Nuevo como lo dice la tradición; que ha
llenado de desprecio a nuestros soldados y, lo que es peor, no
ha querido saludar a las banderas de los batallones, casi todas
ellas varias veces condecoradas y que aguardaban para saludarlo
a él; que rebuscando en el fangal ha dividido, en aras de
cierta justicia, a la sociedad en sectores irreconciliables; que
aprovecha los micrófonos que le da el extranjero para denostar
al Pueblo y a la Patria trayendo al tapete el Proceso del cual
él es el Sexto Presidente y se hace el distraído como perro
cocinero que ha volteado la olla.
Este presidente, se ha marchado a España y no ha querido estar presente
en el Día de la Bandera de la Patria. Para no saludarla, digo
yo de meterete, como no lo quiso hacer con la enseña de los
regimientos. Un desaire sin igual. Un desplate incomparable para
un pueblo que adora su bandera y la lleva hecha carne en el
corazón. No quiso saludar a la verdadera Madre de todos
nosotros en el Verdadero Día de la Madre, porque ella tiene los
mismos colores de la Inmaculada Concepción (y no del cielo,
como dice Aurora,
canción infame).
Bueno, me dirá usted de puro bonachón y complaciente que es, no me
haga problemas por una mancha más, que este gato ya es overo de
nacimiento. Sí, pero no me diga don Carlos que ésta no es una
mancha fulera y dolorosa como el roce de un silicio o de un
callo apostemado.
Son muy pocos los que han dicho la verdadera causa del extrañamiento
del Presidente en tan magno día. Porque desde la Península
llegan noticias de alianzas estratégicas. Sí, con la España que se hacía la distraída
durante Malvinas, siendo que Argentina es, supuestamente una
hija suya, se van a hacer alianzas
estratégicas. Pero, ¿cuál España? Sí
don Carlos: la España del PSOE, de Felipe González (amigo de
Alfonsín), de Aznar (amigo de Menem y de la Rúa), de Rodríguez
Zapatero (amigo de Kirchner) y de Repsol. ¿Acaso es la España
de las 600 valijas de Southern
Wins y la de la red de pornografía infantil?
¡Sí, don Carlos, por fin acertó! Que es la España borbónica
del Rey Juan Carlos, que algunos llaman El Traidor y otros El
Cochino, y yo no sabría decirle por qué.
Usted sabe, mi querido amigo, que Néstor es bolchevique y masón. Así
como su mujer, que fue la que lo inició en La Plata, y de
perejil lo trocó en tunante. A esto, hoy en día, hay poco
gente que lo discuta. Y otras cosas más que no repetiré. ¿Y
que es lo que piensan los masones sucioylistos de la Bandera de
la Patria? Es lo que no me recordaba; pero hurgando mi
biblioteca encontré esta parrafada que le puede servir:
“He nacido en este país –decía el sucioylisto y masón Mario
Bravo-, y no tengo otro título para llamarme argentino. Poco me
aflige el pensar que hubiera podido nacer en otra parte. ¿Y qué
valor tiene para mí, socialista, es decir ciudadano de la
Internacional, la bandera azul y blanca de este país? ¡Ninguno!
La bandera argentina no es otra cosa que el símbolo político
del gobierno que soporta esta comarca de la tierra. Mañana esta
comarca puede pertenecer a la clase gobernante de los Estados
Unidos y entonces tener otro gobierno, desde que no podemos
dejar de tenerlo. ¿Es razón de cordura entonces que carguemos
con todos los atributos y farolerías de la clase que gobierna?
¿Aceptaremos eso nosotros, los Hermanos y Socialistas, que mañana
revolcaremos las instituciones de esa burguesía con su bandera
argentina, para suplantarlas con las instituciones sociales, con
la bandera roja de la Internacional? Dejemos la bandera donde
está, mientras el símbolo no estorbe. El proletariado no tiene
por qué ni para qué colocarla al lado de su estandarte rojo de
combate.” (La Vanguardia, editorial de Mario Bravo, miércoles 9 de junio de
1909).
Pero ya sé lo que me va a decir: “esto, amigo mío, es viejo y va a
cumplir un siglo”. ¡Gran verdad don Carlos! Pero le ruego no
se olvide que la palabra de un masón de hace 200 años “tiene
hoy la misma vigencia, así como todo masón, cualquiera sea su
rito, es Hermano de todos los masones del mundo” (Resolución
del Congreso de Supremos Consejos de Lausana de fecha 22 de
septiembre de 1875). Porque la masonería no cambió, ni cambia,
ni cambiará jamás de los jamacejes.
Tal vez sea por esto que me recuerde del Hermano
Enrique del Valle Iberlucea, senador nacional sucioylisto en
ejercicio -mano derecha de Alfredo Palacios, uno de los adalides
de la Involución Libertadora de 1955-, que, aunque comido por
la tisis pulmonar, pudo dejarnos este bello recuerdo: “El
hombre no tiene alma, no hay Dios, la religión es el cómplice
de los burgueses y capitalistas, la propiedad es un robo, los
sacerdotes son unos ogros que hay que degollar, el gobierno es
el mal que hay que extirpar, el hombre y la mujer deben vivir en
el amor libre.” Y dicho que fue esto, la tuberculosis + la
Parca se lo llevaron un 30 de agosto de 1921 al Horno de la
Gehená, donde seguramente seguirá ardiendo a la vista de
Mandinga y una buena cuadrilla de satanases emperifollados.
Pero el Hermano Quique
Iberlucea no estaba solo y, si no, mire esto don Carlos: “El
militarismo que defiende la patria –decía el masón
sucioylisto Gregorio Pinto-: ese baldón de ignominia sustentado
por la soldadesca bajo el pendón celeste y blanco del que
nosotros renegamos y maldecimos. Nosotros tenemos otro emblema,
el rojo, que por la violencia y la lucha que sintetiza, ha de
redimir al mundo.” (Heraldo, del miércoles 2 de mayo de 1908, diario de Tucumán;
alocución de Gregorio Pinto en el acto del 1° de mayo).
Pero, ¡cuidado don Carlos! ¡Estos no son fragmentos de un discurso del
Presidente! ¡No, por favor! Para eso le puse las citas al final
de cada párrafo. No se me confunda.
Bueno, se preguntará usted que, como mi hermano me dice que estas son
pamplinas de trasnochados, pero, ¿por qué se eligió el mes de
junio? ¿Eh, por qué? Porque junio, le respondo, es el mes de
la Masonería Universal.
En junio los masones celebran a su Santo Patrono, San Juan, sin que jamás
nos hayan dicho si se trata del Bautista, del evangelista o el
de Patmos, apocaleta que, sin ser santo, todos los tienen por
tal. Mire: Fray Bernardo, tomador de mate amargo y gaucho como
el que más, gustador de lo que escribo, me ha mandado desde Córdoba
el Santoral de Nuestra
Santa Madre Iglesia. Y allí figura el 24 de junio como el
de la Natividad de San Juan Bautista. Pero además figuran otros santos
como Juan (a secas), Fausto
y sus compañeros, y el muy querido Iván
el ermitaño, que agradaron a Dios en este mundo.
Pero además “en los diez primeros días de junio de cada año, el
Gran Consejo dará una palabra de orden o reconocimiento en sesión
extraordinaria secreta (…) Esta palabra será transmitida a
cada logia y exigida a la entrada del templo (…) La entrada
será negada a los que no la pronuncien.” (Constitución
General de la Masonería, artículos 332, 333 y 337).
Por otra parte entre el 21 y 24 de junio de cada año ocurre el
Solsticio de Invierno que es la fecha de la Magna Tenida de la
Masonería Universal (es fecha móvil por la presesión de los
equinoccios). El Sol (Mitra) es “adulto” en el hemisferio
Norte y termina de “morir” en el hemisferio sur, para
comenzar a “resucitar” hacia el equinoccio (iguales noches)
de primavera (los primeros verdes).
Así como les predije en 1982 don Carlos, que por el Billete de 5 Pesos
Argentinos (editados por el Proceso), habría no menos de 20 años
de desolación en la Argentina (augurados y escritos en el
billete; ver mi estudio), le digo hoy que por esta reunión en
España, densos nubarrones de tormenta se ciernen sobre nuestra
Patria que empezarán a verse y sentirse a partir de este
semestre que le falta al 2006 y muy ostensiblemente a partir del
2007. No lo digo yo haciéndome la Pitonisa de Delfos (que
aparte de loca la ponían en pedo), lo dicen ellos en aquel
billete de 5 Pesos Argentinos, editado con la cara de cuatro
Diablos (sin contar la de San Martín): entre el 2005 y 2006
habrá un punto de inflexión en nuestra Historia. Un punto de
no retorno.
Se da cuenta don Carlos que el Tuerto
Sánchez tenía razón: por lo poco que hay que ver aquí con un
solo ojo basta; y a esta lona no hay que remendarla más, hay
que cambiarla, y si no, hay que aguantarse la gotera. Que es lo
que estamos haciendo ahora, y es lo que muy probablemente
hagamos mañana, porque no nos da el cuero, y no se tienen
pelotas, perdidas, como el amigo Sánchez, al cruzar alguna
alambrada.
Mis saludos don Carlos y hasta la próxima. Que Dios y su Santa Madre lo
cuiden y protejan, manteniéndolo bueno como hasta ahora.
Juan
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