Proxeneta,
usurero, confidente y «zángano de la colmena social» Un historiador argentino
reconstruye el turbio pasado del abuelo de Néstor Kirchner.
JUAN I. IRIGARAY. Especial para EL MUNDO - Madrid.
BUENOS AIRES.- Al contrario del caso del abuelo del presidente José Luis
Rodríguez Zapatero, que murió fusilado en la Guerra Civil española y se ha
convertido en un símbolo de la defensa de la legalidad, la historia del abuelo
del presidente argentino Néstor Kirchner juega últimamente en contra de su
popularidad y le acarrea algunos quebraderos de cabeza.
Ayer salió a la luz que el suizo Karl Kirchner colaboró en 1920 con el
Ejército argentino en la matanza de trabajadores en la Patagonia y fue
prestamista en la ciudad de Río Gallegos, capital de la provincia de Santa
Cruz, en la que Néstor Kirchner nació y llegó a ser alcalde y gobernador,
antes de llegar a la Casa Rosada.
Esa historia negra del abuelo del presidente fue destapada por el historiador
Osvaldo Bayer, considerado un intelectual de prestigio en su país y Alemania,
donde vive la mitad del año, por su labor de exhumar varios escándalos de
corrupción y matanzas de jornaleros en La Pampa y en la inabarcable meseta del
fin del mundo.
En 1974, Bayer publicó su obra de investigación La Patagonia rebelde revelando
los fusilamientos de miles de peones rurales por el Ejército en 1920 y 1921,
porque hacían huelgas revindicando mejores condiciones de trabajo. De aquella
masacre se salvó de milagro el gallego Antonio Soto Canalejo, uno de los
líderes de la protesta.
En base a aquella investigación se realizó la película homónima La
Patagonia Rebelde que fue prohibida por el entonces Gobierno de Juan
Perón.
Amenazado por la banda terrorista Triple A, en 1975, Bayer debió refugiarse en
Berlín hasta el final de la dictadura militar en 1983.
«Karl Kirchner era el fotógrafo de los militares. Los acompañaba y sacaba las
fotos de los obreros que eran detenidos ilegalmente y luego fusilados» detalló
Bayer, y mostró a la revista Noticias los retratos de aquellas capturas, a
cuyo pie el propio reportero escribía «los revoltosos» en referencia a los
huelguistas.
Bayer también explicó que el abuelo de Kirchner facilitaba dinero a quien se
lo pidiera en Río Gallegos a cambio de una devolución con suculento interés.
«Tenía un restaurante con señoritas ¿Me entiende?», dijo el historiador para
referirse en forma elegante al tipo de actividad a la que se dedicaba Kirchner
abuelo y agregó: «Además era prestamista o usurero, como se decía en aquella
época».
En los panfletos que la Sociedad Obrera de Río Gallegos repartía por entonces
puede leerse hoy que ese sindicato llamaba al boicot contra Karl Kirchner y
otros cinco comerciantes de renombre en la ciudad, a todos los cuales acusaban
en el lenguaje propio de la época de «explotadores» y «zánganos de la colmena
social».
«Como mi padre también hablaba alemán se juntaban a charlar. Y un día el viejo
Kirchner le pidió prestados 10.000 pesos (unos 24.000 euros de hoy en día).
Era mucho dinero. Con eso se podía comprar una casa. Después nunca la devolvió
por eso fue la persona que más odió mi padre», asegura Bayer.
La publicación de este pasado hizo que tanto Kirchner como su esposa, Cristina
Fernández, trataran de cambiar la opinión de Bayer. «El presidente me invitó a
la Casa Rosada, me abrazó con fuerza y me dijo al oído:
No era mi abuelo sino mi hermano. Y yo lo miré como diciéndole: Vamos a tu
familia la conozco bien». «Y a ella le dije: el abuelo de tu marido era un
atorrante (timador)».
La estela de estas anécdotas también salpicaron al propio presidente y su
patrimonio. Muchos argentinos comentan, aunque no está documentado, que
Kirchner trabajó en una financiera durante la dictadura militar y que se
habría apropiado de las casas de los morosos.
Hoy reconoce tener 22 propiedades. -
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