CIUDADANOS ALERTA

   

¿QUIÉN ES HORACIO VERBITSKY?

  • El 18 de junio de 1976 el General de Brigada Cesáreo Cardozo, en ese momento Jefe de la Policía Federal, falleció por efectos de la explosión de un artefacto explosivo que contenía 700 gramos de trotyl, colocado bajo el colchón de su cama matrimonial en su dormitorio del domicilio de la calle Zabala 1762, Piso 2º de Capital Federal, por ANA MARÍA GONZÁLEZ (NG "Teresa"), Teniente del Ejército Montonero, de 18 años de edad, compañera de estudios y amiga de María Graciela, hija mayor del General Cardozo, la que en la tarde del día anterior había concurrido a la casa con el pretexto de estudiar, como solía hacerlo habitualmente, al sólo efecto de colocar el artefacto. El explosivo detonó mediante un mecanismo de presión destrozando el cuerpo del general, cuyos restos quedaron esparcidos por la habitación, provocando heridas de consideración a su cónyuge Susana Beatriz Rivas y a su hija menor María Mercedes.

   Este atentado fue planificado y ejecutado por integrantes del Departamento de Operaciones Especiales del Servicio de Inteligencia Nacional, a cargo de HORACIO VERBITSKY (NG Capitán "Perro Salchicha"), a quien había asistido personalmente, desde el atentado a José Ignacio Rucci, MIGUEL LUIS BONASSO (NG "Cogote", "Nono", "Alfredo"), Teniente 1º del Ejército Montonero, estando a cargo del Subsector Policía Federal del Departamento Operaciones Especiales, quienes dependían orgánicamente de la Secretaría Militar Nacional de la Organización Terrorista Montoneros cuya jefatura ejercía HORACIO MENDIZÁBAL (NG Comandante "Hernán").

Matar varios pájaros del mismo tiro: Roberto Quieto y el atentado a la Superintendencia de Seguridad Federal

   El 4 de junio de 1976, el Servicio de Inteligencia Nacional de la Organización Terrorista Montoneros, tuvo una reunión con la presencia de RODOLFO JORGE WALSH (NG "Capitán Esteban" o "Neurus"), HORACIO VERBITSKY (NG "Capitán Perro Salchicha"), MIGUEL BONASSO (NG "Teniente 1º Cogote") y JOSÉ MARÍA SALGADO (NG "Subteniente Japonés"). Este último, estudiante avanzado de ingeniería electrónica, era el personaje infiltrado por HORACIO VERBITSKY en las filas de la Policía Federal (Superintendencia de Comunicaciones), a los efectos de la obtención de las distintas frecuencias radiales y de teletipos utilizadas por esta Fuerza Federal en sus distintos ámbitos operativos. La reunión tenía por objeto evaluar la situación para la continuación de la planificación del próximo atentado que se estaba gestando, planificado inicialmente para mediados de julio de 1976.

   Por otro lado, el Departamento de Inteligencia de Montoneros tenía la información de que en el ala posterior del 2º piso de ese edificio se encontraba detenido ROBERTO QUIETO, Nº 3 en jerarquía en la Organización Terrorista Montoneros, quien estaba colaborando con las Fuerzas Especiales Antiterroristas, brindando información sobre las estructuras de Montoneros. Esto se puso en evidencia la noche siguiente a su captura, con el allanamiento de dos bases logísticas de la Organización Terrorista Montoneros, el secuestro de valioso material de inteligencia, armamento, explosivos y munición; siguiendo con posterioridad detenciones encadenadas de terroristas y enormes pérdidas de infraestructura que, en su conjunto, sólo podían significar una sola cosa: ROBERTO QUIETO (NG "Negro") estaba hablando. En el lapso de quince días hubo numerosas bajas en las estructuras militares de la Regional Córdoba, Regional Rosario y Regional Buenos Aires, de la Organización Terrorista Montoneros.

   En el mes de febrero de 1976 se había constituido el Tribunal Revolucionario que juzgaría a ROBERTO QUIETO, dictando un veredicto que no pudo sorprender a nadie: DEGRADACIÓN y MUERTE. En ausencia, el acusado fue condenado por "permitir su captura" (puesto que ésta, aunque él hubiera guardado silencio, habría requerido el abandono automático de la infraestructura por él conocida y, al menos en teoría, la adopción de medidas de seguridad para con los integrantes de la organización puestos en peligro) y por "delación". Para la Organización Terrorista Montoneros ROBERTO QUIETO había transgredido el precepto montonero de "No entregarse vivo; resistir hasta escapar, o morir en el intento."

   Los jueces terroristas que integraron el Tribunal Revolucionario, sólo pudieron explicar lo sucedido con QUIETO atribuyéndoselo a "su conducta liberal e individualista", observada anteriormente en "malas resoluciones de problemas de su vida familiar, su primer detención y el no asumir en profundidad todas las implicancias de la clandestinidad." Hicieron referencias al fracaso de QUIETO en su intento de acostumbrarse a la vida solitaria que representaba residir en una "casa segura", a su reciente costumbre de compartir una casa "pública" con otro integrante, y al hecho de que su vida matrimonial pasaba un mal momento —su cónyuge ALICIA TESTAI no había militado nunca en ninguna Organización Terrorista ni había aceptado la idea de compartir una existencia clandestina junto a él—. Él había estado varias veces en la misma playa de San Isidro en compañía de su familia, pero a ésta no le había hecho adoptar otras identidades de cobertura, ni había practicado medidas de "contraseguimiento", para detectar o evitar el ser seguido; no iba armado y la resistencia que opuso sólo fue pasiva.

   El "delito revolucionario" que le imputaban sus jueces revolucionarios de dar información al enemigo, se consideró agravado por el rango que poseía el "acusado", la importancia de los datos revelados y la prontitud con que los había facilitado. Aún en caso de haber guardado silencio, solamente el hecho de permitir su captura con vida, habría requerido el abandono en forma automática de la infraestructura conocida por QUIETO y, al menos en teoría, adoptar medidas de seguridad para los integrantes de la Organización Terrorista puestos en emergencia. Seguramente las presiones que sufría en su matrimonio influyeron, casi con certeza, en las fallas de seguridad producidas, junto con el comportamiento y las discusiones de los cónyuges durante aquella Navidad de 1975, la última que pasaron juntos.

   El Tribunal Revolucionario no tuvo en cuenta tales problemas como atenuantes, sino como una confirmación del "extremo liberalismo" del responsable de la conducción de su estructura militar nacional, y de no aceptar los sacrificios personales de la Guerra Revolucionaria. Por lo tanto, fue encontrado culpable de "deserción en operaciones y delación" y por "permitir su captura" , siendo condenado a "degradación y muerte", sentencia que fue ratificada días después por el Consejo Nacional de la Organización Terrorista Montoneros.

   En realidad, a ROBERTO QUIETO —quien tuviera un rol protagónico dentro del llamado Sector 2 del EJÉRCITO DE LIBERACIÓN NACIONAL (bajo el control operacional del Departamento América del Partido Comunista Cubano), llegando a tener el mando de las FUERZAS ARMADAS REVOLUCIONARIAS con las que logró "penetrar" (entrismo) las filas de MONTONEROS, conforme con las directivas impartidas por FIDEL CASTRO—, se le presentaba ahora la oportunidad de destruir el aparato militar nacional de la Organización Terrorista Montoneros, cumpliendo de esta manera con las órdenes de La Habana, negociando por su vida y su libertad.

   La condena a muerte por parte del Tribunal Revolucionario de ROBERTO QUIETO, aturdió a muchos integrantes de Montoneros y aterró a sus simpatizantes, que no alcanzaban a comprender la situación de su gigante revolucionario, de su "Jefe Montonero" condenado a muerte por la propia Organización Terrorista. Cómodo en su papel de verdugo de turno, HORACIO VERBITSKY fue designado para cumplir con la sentencia. Este era el principal de todos los objetivos considerados para realizar el atentado en la Superintendencia de Seguridad Federal.

Asesinato con premeditación

   En el mes de abril de 1976, se le encargó al experto en explosivos de la Organización Terrorista Montoneros EDUARDO SALCEDO, la construcción de las cargas explosivas que se utilizarían en el atentado, las que deberían reunir las características necesarias para el efecto a producir.

  • - Una de ellas estaba contenida en un portafolios —tipo maletín ejecutivo; fue construida con 4 kgs. de explosivo plástico —exógeno (C2) de sus propias fábricas militares—, y 2 kgs. de bolillas de acero y confeccionada en base al diseño de la mina Clymore (vietnamita), con cono de proyección para concentración del poder explosivo (carga hueca). Con este artefacto tenían como objetivo fracturar una de las columnas principales del casino de la Superintendencia de Seguridad Federal (que funcionaba en la planta baja) y provocar el derrumbe del ala posterior del edificio (9 pisos), que se encontraba ubicada sobre las instalaciones del casino.

  • - El otro artefacto, que se encontraba en un bolso deportivo; constaba de 5 kgs. de explosivo plástico (C2) y 3 kgs. de bolillas de acero, con un núcleo central de fósforo, con disposición en carga hueca, con el cono invertido orientado sobre el piso del casino. Tenía por objeto perforar la losa del piso del casino, que formaba parte del techo del Archivo Central de la Superintendencia —ubicado en el subsuelo—, provocando de esta manera una onda expansiva ígnea de tal magnitud que incineraría la totalidad del material que allí se encontraba, causando el incendio del edificio desde la planta baja del mismo. Esto dificultaría enormemente la evacuación del personal, de forma tal de producir la mayor cantidad de víctimas entre los que pudiesen sobrevivir a la detonación de ambas cargas explosivas y el efecto destructivo que produjesen.

   Ambas cargas construidas en configuración de "carga hueca", disponían de un gran poder de penetración de chapas blindadas, paredes y losas de hormigón armado. Producirían efectos demoledores porque inyectarían gases a presión, en la base del cono, a una temperatura superior a los 3500 grados centígrados, reduciendo a cenizas todo lo que se hallase a su alrededor. Ambas cargas poseían un dispositivo iniciador electrónico EE30 —espoleta electrónica de tiempo con hasta 30 minutos de retardo.

"¿Qué hiciste tú en la guerra, papá...?

   El "infiltrado" Subteniente del Ejército Montonero JOSÉ MARÍA SALGADO (NG "Japonés"), agente de la Policía Federal, valiéndose de esta condición, realizó los chequeos previos sobre el objetivo para la realización del atentado. Ingresó durante una semana seguida con portafolios y bolso al lugar; llevaba en algunos casos paquetes que podrían despertar sospechas en el personal de custodia del edificio, comprobando que no existía impedimento alguno para el ingreso de personal policial —que lo hacía por un ingreso exclusivo—, a pesar de las estrictas medidas de seguridad dispuestas para el franqueo de esa dependencia policial por ser prácticamente el Cuartel General de las Fuerzas Federales Antiterroristas.

   El ingreso hacia el casino de la Superintendencia de Seguridad Federal estaba expedito para personal policial ajeno a la dependencia. No ocurría lo mismo con el acceso a los diferentes pisos, donde eventualmente sólo se llegaba hasta la oficina de guardia dispuesta en cada piso. No estaban habilitadas en los pisos las puertas de acceso a las dos alas del edificio, donde el acceso era sólo permitido a personal autorizado que revistaba en el lugar, ya que constituían áreas restringidas.

   El día 18 de junio de 1976 había sido asesinado mediante la colocación de un explosivo en su domicilio, el Jefe de la Policía Federal, General de Brigada Cesáreo Ángel Cardozo —quien había asumido el 31 de marzo de ese mismo año. El recientemente designado reemplazante del Jefe asesinado, General de Brigada Arturo Amador Corbetta, considerado por las Organizaciones Terroristas como "un general legalista", "uno de los escasos intelectuales del Ejército Argentino", "abogado, ateo, soltero, lector y admirador del filósofo Emmanuel Kant", manifestó en su primer discurso como Jefe de la Policía Federal que el Estado asumiría el monopolio de la violencia, acabando con los "grupos parapoliciales y paramilitares", sin especificar a qué grupos extraños a la Institución se refería.

   El 1º de julio de 1976, en una recorrida de inspección, manifestó ante la Jefatura y Plana Mayor de la Superintendencia de Seguridad Federal, que en adelante se trabajaría "por derecha", "que se reprimiría de azul, con uniforme, con el Código de Procedimientos bajo un brazo y el Código Penal bajo el otro", que se debería dejar constancia, en los registros correspondientes, de toda persona que se encontrara en la Superintendencia en situación de "detenido" o "demorado", a la brevedad.

   Enterado el Servicio de Inteligencia Nacional de la Organización Terrorista Montoneros de esta circunstancia, HORACIO VERBITSKY, Jefe del Departamento Operaciones Especiales (NG "Perro", Capitán del Ejército Montonero), en reunión con su lugarteniente MIGUEL LUIS BONASSO, Jefe del Subsector Policía Federal (NG "Cogote", "Nono", "Alfredo", Teniente 1º del Ejército Montonero) y el Jefe del Servicio Nacional, RODOLFO JORGE WALSH (NG "Esteban", 2º Comandante del Ejército Montonero), teniendo en cuenta la situación planteada y vistos los resultados de las tareas de inteligencia llevadas a cabo en el objetivo, decidieron adelantar el operativo para el día siguiente, 2º de julio de 1976.por existir la posibilidad de que ROBERTO QUIETO (NG "Negro", Comandante del Ejército Montonero) fuese trasladado a otro lugar.

   Los artefactos explosivos estaban preparados, como se recordará, desde hacía un mes. Se instruyó a JOSÉ MARÍA SALGADO (NG "Japonés", Subteniente del Ejército Montonero) para que ese día a primera hora solicitase la baja, pero reteniendo su credencial y chapa identificatoria, para posibilitar su ingreso al edificio de la Superintendencia de Seguridad Federal, con el fin de colocar los artefactos explosivos.

"A la hora señalada"

   En las primeras horas del día 2º de julio de 1976, JOSÉ MARÍA SALGADO presenta su solicitud de baja en la Policía Federal, dirigiéndose posteriormente a una "cita" con el Teniente 1º del Ejército Montonero MIGUEL LUIS BONASSO, quien lo lleva cerrado a una casa de funcionamiento, perteneciente al Servicio de Inteligencia Nacional de la Organización Terrorista Montoneros. En ese lugar se encuentran RODOLFO WALSH, HORACIO VERBITSKY y MARCELO KURLAT (NG "Monra", Capitán del Ejército Montonero), quienes le hacen entrega de los artefactos explosivos ya preparados en el maletín tipo ejecutivo y el bolso deportivo, dándole KURLAT las instrucciones para activar los dispositivos iniciadores, e indicándole que, después de activados, tendría 20 minutos para abandonar el lugar, antes de que se produjera la detonación.

   BONASSO lo saca nuevamente cerrado de la casa de funcionamiento y lo acompaña hasta las inmediaciones del objetivo, pues él mismo oficiaría de control visual cuando SALGADO se retirara del lugar.

   Siendo aproximadamente las 11.30 horas, JOSÉ MARÍA SALGADO arriba temprano al edificio de Moreno 1417 para ubicarse en el lugar adecuado. Ingresa sin ningún inconveniente, dirigiéndose al casino ubicado hacia el fondo, en la planta baja. Lleva el maletín y el bolso deportivo colgando del hombro izquierdo y un sobretodo liviano que cuelga de su brazo derecho. Se ubica en una mesa apoyada sobre una de las columnas principales, colocando el maletín parado y apoyado sobre la misma con la base del cono del artefacto explosivo dirigido hacia la columna. Acomoda al lado del maletín, el bolso con el otro artefacto explosivo, cuidando de que la base del cono quedara orientada hacia el piso.

   Allí espera hasta las 12.00 y pide dos platos de comida: una entrada de fiambre y un plato principal. Consume los dos platos y solicita un postre, acciona los dispositivos externos para activar los artefactos explosivos siendo aproximadamente las 12.50. Para ese entonces, el salón comedor se había colmado de gente.

   A partir de ese momento dispone de 20 minutos para abandonar el edificio. Espera hasta las 13.00 horas, se levanta de la mesa y manifestando que se iba a dirigir hacia el baño ubicado fuera del casino, encarga sus "cosas" al personal en una mesa cercana.

   Sale del edificio sin inconvenientes y sin despertar sospechas, ya que a las 12.00, como bien sabía SALGADO, había sido relevado el personal de control de ingreso ubicado en la puerta de acceso, habilitada únicamente para personal policial. Se dirige por la calle San José hacia la Avenida Belgrano y por esta hacia Lima donde tenía un control visual, antes de dirigirse a su casa operativa. Durante el recorrido, que efectúa con lentitud, y ya cercano a la intersección de la Avenida Belgrano y la calle Lima, escucha el ruido producido por la detonación de los artefactos, que él pensó que era menor a lo que le habían indicado. Igualmente, su misión había sido cumplida con éxito.

   En una mesa de la confitería "Malvinas" ubicada en una de las esquinas de las calles San José y Moreno, MIGUEL LUIS BONASSO ve pasar a SALGADO y observa que nadie lo sigue, por lo cual permanece en el lugar para verificar el resultado del "operativo".

"Apocalipsis now"

   A las 13.20, el Jefe de la Policía Federal, General de Brigada Arturo Amador Corbetta tiene oportunidad de comprobar, en la sangre y los cuerpos desgarrados y mutilados de sus hombres, que la "honestidad" de sus propósitos no coincide con los objetivos de la Organización Terrorista Montoneros.

   Una violenta explosión estremece la zona: el edificio de la Superintendencia de Seguridad Federal se sacude hasta sus cimientos, el enorme y pesado portón principal de gruesa madera con puerta de escape, arrancado de cuajo, vuela arrojándose sobre la vereda de enfrente e hiriendo de gravedad al personal de custodia en el lugar. La onda expansiva derriba la pared que separaba el casino de la playa de estacionamiento de la dependencia policial. La terraza baja ubicada sobre el fondo del casino, junto con parte de instalaciones de la cocina y su chimenea se lanzan, arrojadas, hasta una altura equivalente al 5º piso, para volver a caer sobre los escombros del lugar del siniestro y sobre las víctimas atrapadas allí.

   La deflagración provocada por la explosión incendia varios cuerpos ya inertes e infringe graves quemaduras en otros mutilados gravemente. De las casi 100 personas que están en el lugar, 60 son heridas de gravedad, 15 sufren graves mutilaciones, 21 mueren en el acto y 3 en días posteriores, dada la gravedad de su estado.

   Entre el humo y la escasa luminosidad producida por algunos focos ígneos se procura sacar a los heridos, separando cuerpos despedazados y mutilados gravemente para su evacuación, removiendo y reuniendo cabezas, miembros, torsos de las víctimas mutiladas y cuerpos enteros de fallecidos.

   Luego de completada la remoción de los cuerpos de las víctimas, se procedió a identificar en las distintas dependencias al personal ausente, en su gran mayoría personal superior y subalterno del Departamento Registros e Informes y de la atención del casino, como se desprende de la nómina reconstruida. Por la información reunida, se pudo establecer que el personal fallecido en el día del atentado y posteriormente a consecuencia de las heridas recibidas fue el siguiente:

  • Inspector David RonAyudante Alejandro Castro
  • Suboficial Auxiliar José Hilario Carvasco
  • Sargento Juan Paulik
  • Sargento Rafael Modesto Muñoz
  • Sargento Bernardo Roberto Tapia
  • Sargento María Esther Pérez Couto
  • Sargento Bernardo Zapi
  • Sargento Adolfo Chiariano
  • Sargento Marta Olga Pérez de Bravo
  • Sargento (RE) Romualdo Rodríguez
  • Cabo 1º Carlos Shand
  • Cabo Elba Hilda GazpioCabo Vicente Iore
  • Cabo Ernesto Agustín Suani
  • Cabo Genaro Bartolomé Rodríguez
  • Agente José Roberto Iacovello
  • Agente Juan Carlos Blanco
  • Agente Femenino Alicia Esther Lunati
  • Agente Ernesto Alberto Martinzo
  • Supernumerario David Ezequiel Di Nunzio
  • Supernumerario Ramón Arias
  • Señorita Josefina Cepeda (amiga personal del Cabo Elba Hilda Gazpio)

No siempre acaba bien "lo que mal empieza"

   Desde su puesto de observación MIGUEL LUIS BONASSO, se levantó simulando asombro y estupor, pago su consumición retirándose del lugar. Pudo observar parte de los procedimientos que se producían en el lugar, mezclándose con algunos curiosos que se acercaban al lugar. El arribo de ambulancias y móviles y personal de bomberos era constante. Sin embargo, no observó que se hubiese producido un principio de incendio en el edificio, ni derrumbe de parte alguna de su estructura. El personal de bomberos, salvo la utilización de extintores y remoción de algunos escombros y de las víctimas del atentado, no realizaba otras tareas. Algo había fallado dentro de lo planificado. La explosión, si bien fue importante, no fue la que se habían previsto para el atentado a este blanco, ni cumplido con los objetivos previstos.

   Del análisis posterior al atentado, la Organización Terrorista Montoneros pudo determinar que los explosivos colocados habían fallado en un 60% de su potencial. El salón del casino quedó con sus instalaciones perforadas por las bolillas de acero arrojadas por las bombas "vietnamitas" colocadas, con grandes daños en la arquitectura del lugar, pero no en su estructura. Restos de explosivo plástico (exógeno) producido por el Servicio de Fábricas Militares de la Organización Terrorista Montoneros, se encontraban esparcidos por todo el lugar; es decir, este no llegó a detonar en su totalidad, y, por ello, no cumplió con el objetivo de cortar la columna y perforar la losa del piso. Se calcula que solamente detonó un 40% del explosivo colocado, es decir, unos 3,600 kgs., quemándose sin detonar gran parte del mismo.

   La deflagración y la incompleta explosión de los artefactos colocados fue producida por la decantación química de los componentes del explosivo plástico al estar un tiempo demasiado prolongado en la misma posición. Este detalle no fue tenido en cuenta por los terroristas, a pesar de que era advertido en sus combates cuando utilizaban granadas SFM-4, armadas con este tipo de explosivo plástico en lugar de la gelinita original, el cual, muchas veces, no detonaba, produciendo solamente una deflagración con escape de gases encendidos por su base (que era la parte más débil de la granada, dado que el resto de la carga explosiva se encontraba envuelta en el resorte de fragmentación). Por esta razón, los terroristas debían tener la precaución de cambiar la posición de la granada periódicamente, para evitar la decantación de los componentes del explosivo en su base. Caso contrario, debían desarmar la granada y "amasar" el explosivo plástico hasta unificar sus componentes, lo que significaba manipular el material explosivo con el consiguiente riesgo.

   Este error técnico salvó milagrosamente al resto del personal de la Superintendencia, sus instalaciones y archivos, evitando una destrucción similar a la producida en la Embajada de Israel y la Asociación de Mutuales Israelitas, que por su similitud con este y otros atentados llevados a cabo por la Organización Terrorista Montoneros, debería forzosamente llamar la atención de los investigadores, dada la estrecha vinculación de integrantes de esta Organización Terrorista con Organizaciones Terroristas con accionar en Medio Oriente, hipótesis que nunca se tuvo en cuenta al momento de realizar las investigaciones.

   Respecto del atentado al Jefe de la Policía Federal y a la Superintendencia de Seguridad Federal, en una extensa entrevista brindada al semanario español Cambio 16 por el Comandante del Ejército Montonero HORACIO MENDIZÁBAL (NG. "Hernán") —integrante de la Conducción Nacional de la Organización Terrorista Montoneros, en ese entonces a cargo de la Secretaría Militar Nacional (en el exterior)—, este manifestó: "Existen objetivos selectos. Esto apunta a demostrar que en una guerra popular el enemigo no tiene ninguna posibilidad de retaguardia. Ellos afectan a nuestros barrios, nuestros militantes, pero nosotros podemos afectar permanentemente su centro de gravedad. Sin embargo, ésta no es nuestra doctrina del explosivo. Nosotros jamás lo utilizamos indiscriminadamente sino selectivamente."

   "La colocación de la potente bomba que, el 2 de julio pasado, destrozó el comedor de la Superintendencia de Seguridad Federal ofrece —continúa diciendo Mendizábal—, características similares a la ‘Operación Cardozo’, aunque la cantidad de explosivo era sensiblemente mayor: nueve kilos de exógeno y cinco de bolas de acero accionados por medio de un dispositivo de relojería, introducido en el edificio por un compañero que estaba infiltrado y que había entrado durante una semana con los mismos elementos, como prueba. Cuando vimos que todo andaba bien, se largó la operación, que también sirvió para demostrar la alta moral y serenidad de nuestros combatientes, porque el compañero que accionó el explosivo estuvo almorzando allí y se retiró siete minutos antes del lugar. Era un comedor en el cual todos se trataban con seudónimos. Nunca se escuchaba un apellido. Andaban con anteojos oscuros, es decir, existía una situación de secreto muy grande allí."

   El listado de víctimas demuestra que las afirmaciones de este "Comandante terrorista" eran totalmente ajenas a la realidad: la jerarquía de los muertos y sus funciones, en su gran mayoría, en el Departamento Registro e Informes, mozos, peluquero y pedicuro (supernumerarios), permiten establecer que el comedor era utilizado únicamente por personal afectado a tareas administrativas, de maestranza y servicios generales.

   El semanario español Cambio 16, manifestó que "fuentes oficiosas gubernamentales consultadas coinciden con las afirmaciones guerrilleras. El balance de la explosión fue de cuarenta y dos muertos y unos cien heridos. En el edificio no quedó nadie sin contusiones porque ‘la bomba, además de destrozar el comedor —donde no quedó nadie vivo—, produjo escapes de gas, y el portón de entrada, que tenía dos metros por ocho, que se encontraba a 30 metros del comedor, se estrelló contra los dos policías de guardia puestos en la acera de enfrente."

   Fuentes varias de origen terrorista manifestaron que los comunicados oficiales emitidos en aquel entonces por el Comando del Primer Cuerpo de Ejército (Comando de Zona 1), indicaron un balance de veintiún muertos de rango medio o inferior, pero que en los medios de información pública fueron apareciendo misteriosamente una serie de esquelas de altos oficiales de la Superintendencia de Seguridad Federal, muertos extrañamente el mismo día del atentado, entre ellos los Comisarios Generales Anzulovic, Asesor de Inteligencia, junto con el Comisario General Huber; el Capitán de Corbeta Próspero Asiain, que actuaba de enlace con el Servicio de Inteligencia Naval, y el Comisario Reiz, hombre clave en el Departamento de Documentación Personal, que se encontraba instalando un costoso sistema de computación —Digicom—, que se instalaría en los patrulleros policiales, por medio del cual podría solicitarse a una Central la filiación de cualquier persona, cuyos datos aparecerían inmediatamente en la pantalla del equipo instalado en el móvil.

   Estos intentos por parte de la Organización Terrorista Montoneros, tendientes a magnificar el alcance del atentado llevado a cabo, tenían por objeto encubrir ante sus integrantes la falla técnica producida, y por la cual no pudo cumplirse con el objetivo deseado, cuyos resultados, de haber sido consumados, hubiesen tenido gran repercusión internacional e interna hacia la Organización Terrorista: la destrucción del Cuartel General de las Fuerzas Federales Antiterroristas, ajusticiar a ROBERTO QUIETO y destruir el mayor Archivo sobre el accionar y los integrantes de las distintas Organizaciones Terroristas nacionales e internacionales.

   La Organización Terrorista Montoneros intentó justificar esta acción basándose en que "todas las víctimas habían torturado u oprimido hasta entonces con total impunidad"; y buscaron legitimar la acción argumentando que se había tomado una "decisión colectiva" respecto de este "operativo". Manifestaron asimismo que "el Ejército Montonero no habría podido llevar a cabo esta operación sin las informaciones proporcionadas por los propios integrantes de la estructura represiva y la ciudadanía."

   Sin embargo en este caso en particular, que constituyó una verdadera carnicería, fue obra de un infiltrado que pudo introducir furtivamente los explosivos en el edificio, sin haberse verificado que para la realización de esta acción haya recibido la menor ayuda exterior, salvo la información brindada a HORACIO VERBITSKY por un Agente del Servicio Penitenciario Federal y otro del Servicio de Inteligencia del Ejército, que prestaban servicios en "comisión" en la Sala de Situación de esa Superintendencia. La información aportada por estos "agentes" se refirió a la distribución interna de las zonas donde se encontraban las instalaciones de las distintas Direcciones Generales, Departamentos y Divisiones abocadas a las tareas antiterroristas, que conformaban casi la totalidad de los elementos disponibles en la Superintendencia de Seguridad Federal.

   Este atentado provocó una reacción interna en los integrantes de las filas de la Policía Federal, que hicieron un planteamiento al Comando Jefatura, ejercido por el General de Brigada Arturo Corbetta, que fue exteriorizado en formaciones silenciosas que se realizaban por parte del personal policial presente en el edificio y el velatorio, en la escalinata del Departamento Central de Policía, cada vez que el Jefe de Policía se presentaba en el patio cubierto de la Guardia de Infantería donde se encontraban los 23 ataúdes envueltos en la bandera Argentina conteniendo los cuerpos del personal policial muerto en el atentado, pues se retiraba en silencio el personal presente y dejando al Superior solo ante los féretros.

   Esto sucedía dos semanas después de haber exigido el General Corbetta a la Plana Mayor de la Superintendencia de Seguridad Federal, una represión organizada y centralizada, dentro del marco convencional —en una guerra no convencional como es la Guerra Revolucionaria—, lo que llevaría ineludiblemente al fracaso las investigaciones y operaciones en marcha, con grandes costos de vidas y equipamiento, provocando la derrota final; y de haber apartado con sus órdenes a las miembros de la Policía Federal en operaciones militares y de seguridad de las disposiciones contenidas en la Directiva 1/75 del Consejo de Defensa, impartida con fecha 15 de octubre de 1975 como consecuencia del dictado por parte del Poder Ejecutivo Nacional de los decretos 2770, 2771 y 2772 del 6 de octubre de 1975, como herramienta legal para administrar y organizar las operaciones militares y de seguridad en el combate contra las Organizaciones Terroristas dentro del Marco Interno establecido para una situación de guerra.

   El General Corbetta no llegó a comprender cabalmente que a partir de la entrada en vigencia de esos decretos, el Estado Nacional se encontraba en guerra contra las Organizaciones Terroristas, volcando todos sus recursos y todo su poder para aniquilar al enemigo declarado de la Nación, y que él asumió el mando de una Fuerza Federal que ya estaba empeñada en la lucha antiterrorista desde el año 1960, y que desarrollaba operaciones militares y de seguridad en la Provincia de Tucumán desde mediados del año 1974 contra Tropas Especiales para la Guerra de Guerrillas en el monte entrenadas en Cuba, pertenecientes al Ejército Revolucionario del Pueblo, integradas dentro de una Compañía de Monte Reforzada de su estructura militar para el combate rural y urbano. Con gran parte de su personal afectado a la realización de investigaciones sobre las Organizaciones Terroristas en todo el territorio nacional.

   El General Corbetta desconoció que en el dictado de esos decretos se utilizaron términos que tienen un claro significado para las Fuerzas Armadas, como ser "ejecutar operaciones militares y de seguridad" contenidos en el decreto 2772/75, y que se encontraban desarrollados en los reglamentos militares vigentes en esa época, como el RC-8-2, "Operaciones contra las fuerzas irregulares", Tomo III "Guerra Revolucionaria", y el RC-8-3 "Operaciones contra la subversión urbana", vigentes desde 1968, y que en su condición de general de la Nación no podía ignorar.

   Tampoco podía ignorar que la Policía Federal Argentina, dentro del esquema elaborado para combatir a las Organizaciones Terroristas, pasó a constituir desde el 15 de octubre de 1975 una Fuerza de Seguridad Federal en apoyo al cumplimiento de las funciones específicas de las Fuerzas Armadas en combate, constituyendo junto con estas, la Gendarmería Nacional, la Prefectura Naval, las Policías Provinciales y los Servicios Penitenciarios, un elemento perteneciente a las FUERZAS CONJUNTAS EN OPERACIONES, es decir elementos de distintas fuerzas operando bajo un solo comando para cumplir una misión común asignada: "...ejecución de operaciones militares y de seguridad y a los efectos de aniquilar el accionar de los elementos subversivos en todo el territorio del país." Decreto 2772 del Poder Ejecutivo Nacional de fecha 6 de octubre de 1975, dictado en Acuerdo General de Ministros. El General de Brigada Corbetta fue relevado dos semanas después del sangriento atentado del cargo de Jefe de la Policía Federal.

El día después...

   Este atentado demostró, una vez más, que los dirigentes de la Organización Terrorista Montoneros, encarnados en HORACIO VERBITSKY (NG "Perro Salchicha"), no pretendían que la Organización utilizara su capacidad militar en combatir directamente a las Fuerzas Conjuntas; pretendían utilizar en blancos selectivos la Acción Terrorista representada en un artefacto explosivo colocado en los "centros de gravedad", seleccionados por el Departamento de Operaciones Especiales del Servicio de Inteligencia Nacional a cargo del entonces Capitán del Ejército Montonero HORACIO VERBITSKY "Perro Salchicha", conforme con los objetivos militares fijados.

   Para HORACIO VERBITSKY y su lugarteniente MIGUEL LUIS BONASSO, este accionar terrorista era coincidente con sus principios: poco riesgo personal, otro que pusiese el cuerpo, no existía el riesgo de un enfrentamiento, y, por sobre todo, casi siempre era inocultables sus efectos a los medios de comunicación social, teniendo la difusión que ellos necesitaban para mantenerse vigentes ante la opinión pública nacional e internacional.

   Mientras, los 60 millones de dólares obtenidos como rescate de los hermanos Born, sumado a los 23 millones de dólares de sus arcas, habían terminado, por un largo tiempo, con los problemas financieros de la Organización Terrorista, y la convirtió, junto con las Organizaciones Terroristas Palestinas (con las cuales se aliaron posteriormente), en los terroristas más acaudalados del mundo. Este potencial económico fue utilizado en gran medida para incrementar el desarrollo de su estructura militar, sus fábricas de armamentos y explosivos y el desarrollo de dispositivos electrónicos iniciadores (espoletas electrónicas), estáticos y por control remoto, para los artefactos explosivos a utilizar en sus atentados. Estos dispositivos, desarrollados por MARIO CÉSAR VILLANI (NG "Tito", Teniente 1º a cargo del Departamento de Radio Liberación - Televisión y Audio, y Logística Electrónica Militar), fueron empleados por primera vez en el atentado al Teniente General Jorge Rafael Videla en el Comando General del Ejército, explosivo accionado por HORACIO VERBITSKY a control remoto con un dispositivo EED200 —Espoleta Electrónica a Distancia de hasta 200 metros de alcance—, y en las cargas explosivas colocadas en la Superintendencia de Seguridad Federal, dispositivo EE30 —Espoleta Electrónica de hasta 30 minutos de retardo.

   En el Panteón de la Policía Federal del Cementerio de la Chacarita, el Comisario General Oruezábal al despedir los restos de los caídos, expresó entre otros conceptos: "...Pretenden hundir a la Patria en una noche sin aurora... no han muerto, seguirán transitando..." "Cuando la Patria pase lista. Cuando llame a los muertos por el terrorismo apátrida. El Pueblo argentino se pondrá de pie y gritará:

¡¡¡PRESENTE!!!"

Los detalles de este atentado constituyen una verdad histórica.

Porque esta es...

"La verdad de una historia... que jamás será silenciada",

Jorge del Valle, Buenos Aires, Argentina.

LA PATRIA VIVE EN LA SANGRE
DE NUESTROS MÁRTIRES

HÉROES BENEMÉRITOS DE LA NACIÓN

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