Octubre
2005
Por
Luis Antonio Candurra
Normalmente
hubiera pasado como un congreso más de una especialidad médica, de interés sólo
para la cofradía profesional convocante y convocada. Pero el XXXII Congreso
Argentino de Cardiología rompió la rutina y trascendió del ámbito científico
al análisis político.
Por primera vez, cuatro prestigiosas instituciones de investigación (tres
nacionales y una extranjera) demuestran que el estrés y la anomia que
produjeron los políticos argentinos en el conjunto de la sociedad mataron más
ciudadanos que los fallecidos y desaparecidos en la lucha entre las fuerzas
armadas y de seguridad y las bandas terroristas y guerrilleras durante las décadas
de los ’60 y ’70.
En poco más de tres años (entre abril de 1999 y diciembre de 2002) se
produjeron 20.000 muertes por factores cardíacos más allá de la estadística
habitual, y 10.000 infartos no fatales adicionales, lo que, sin duda, acortarán
la perspectiva y la calidad de vida de los argentinos afectados.
Esto es más del doble o triple de las muertes y desapariciones constatadas por
el informe final Nunca Más de la CONADEP, que investigó las muertes y
desapariciones en la guerra civil no declarada que se desarrolló en la
Argentina en las décadas de los 60 y de los 70.
Los responsables de tomar decisiones provocan genocidio
Esta investigación fue realizada, en forma conjunta, por investigadores de la
Fundación Favaloro y del Instituto Argentino de Diagnóstico y Tratamiento,
controlados estadísticamente por Frederick Anderson, de la Escuela de Medicina
de la Universidad de Massachussets, de los Estados Unidos.
“Es la primera información epidemiológica oficial de una crisis financiera,
social y económica que se asocia a mayor mortalidad e infarto”.
“Hubo argentinos que sufrieron infarto ( y murieron)[1] por torpeza
en el manejo de la cosa pública (las malas decisiones políticas, bah)[2]
….Esto debería servirnos de advertencia ya que, si vuelve a pasar, los
responsables de tomar decisiones estarían provocando un genocidio”, declaró
el Dr. Enrique Gurfinkel, jefe de la Unidad Coronaria de la Fundación Favoloro
y principal responsable de la investigación. Ante el periodista Eduardo Feinman
en Radio Diez el sábado 9, Gurfinkel precisó que la posibilidad de que los
resultados mortales fueran idénticos, en situaciones semejantes, pasadas o
futuras, ante malas políticas frente a las crisis era del 95%.
En el estudio fueron incluidos pacientes atendidos por hospitales públicos y
privados, y las comparaciones se hicieron sobre el Registro Global Multicéntrico
de Eventos Coronarios Agudos – GRACE, por su sigla en inglés –, que incluye
datos de 104 hospitales de 14 países. Los de la Argentina son: la Fundación
Favaloro, el Hospital de Clínicas, el Hospital Durand, el Sanatorio Mitre, el
Centro Gallego, el Hospital Francés, la Clínica Indarte y el Hospital Leónidas
Lucero de Bahía Blanca.
Otras afirmaciones del estudio también son concluyentes: La crisis afectó
especialmente a la clase media, ya que hubo una gran traslación del sistema
privado de salud a los hospitales públicos.
El deterioro en la asistencia abarcó a ambos subsectores: El riesgo por las
insuficiencias cardiacas congestivas (5%) y la muerte durante la hospitalización
(1,1 %) fue mayor en los centros privados.
Otro factor que llamó la atención del equipo de Gurfinkel fue la demora en
asistir a los centros médicos. El período transcurrido entre la aparición de
dolores en el pecho y la consulta médica se alargó en cinco veces. “La clase
media estaba paralizada”, sintetizó.
Desde la psiquiatría, los mismos resultados
Los profesores del CEMIC Fernando Taragano (psiquiatría) y Ricardo Allegri
(neurología) estudiaron el comportamiento de los argentinos frente a la crisis
durante 31 meses, a partir de diciembre de 2001.
Sus conclusiones, también presentadas en el XXXII Congreso Argentino de
Cardiología, muestran situaciones muy similares a las que arribaron los cardiólogos:
el riesgo de daño cardiaco o cerebral fue nueve veces mayor en los argentinos
que habían sufrido gran ansiedad y no habían aceptado ayuda, lo que se expresó
en mayor cantidad de infartos y de daño cerebrovascular.
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