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TURISMO SOSPECHOSO

Una pacífica invasión de turistas extranjeros en la región andina*

LA NACIÓN, Sábado; 15 de febrero de 2003

En los negocios de Bariloche hasta hay carteles en hebreo; los chilenos son mayoría

  • Muchos jóvenes israelíes visitan la zona de los lagos
  • Dicen estar encantados con los paisajes y la comida
  • Los visitantes del país vecino admiten que ahora los favorece el cambio
Sharon Levanon, Roge Luzia, Yehuda
Lahau y Iftalh Galou, todos turistas israelíes,
en el mirador del cerro Campanario

SAN CARLOS DE BARILOCHE.- Carteles en las agencias de excursiones y volantes de un cibercafé escritos en hebreo. Menús en los restaurantes traducidos al inglés y al alemán. Mozos y comerciantes preparados para hablar en cualquier idioma. Todos indicios de una realidad que se confirma en las calles de esta ciudad: los turistas extranjeros ya son mayoría.

   Este año, con una devaluación del peso que favorece a los turistas, Bariloche se volvió a inundar de visitantes de todo el mundo, especialmente de chilenos y de europeos.

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   Ya no se asombran si al verlos alguien les grita "¡sababa!", que en hebreo significa algo así como "todo bien". Los israelíes que pasean por aquí se sienten cada vez menos lejos de su casa: enormes carteles en los negocios están escritos en su idioma y no pocos comerciantes aprendieron algunas palabras en hebreo.

 

   "Esto no nos pasó en ningún otro lado", asegura en inglés Yehuda Lahav, un simpatiquísimo israelí de 22 años. Y lo dice con fundamento: ya lleva recorrida buena parte de América latina. Muchos jóvenes de Israel viajan por el mundo después de terminar el servicio militar obligatorio en su país, que dura tres años para los hombres y uno menos para las mujeres.

   El boca en boca hizo de Bariloche un destino infaltable en el mapa de estas vacaciones, que nunca duran menos de seis meses.

   Contemplando la espectacular vista desde la cima del cerro Campanario, Yehuda se encontró con tres compatriotas: Sharon Levanon, Iftalh Galov y Roge Luzia. Todos tienen 22 años y coinciden en un punto: la Argentina es el país que más les gustó del extenso itinerario.

   Aseguran que llevarán en su memoria visual el recuerdo de los increíbles paisajes de la Patagonia y que tampoco se olvidarán fácilmente de los sabores de esta tierra. "¿Qué comemos? Carne, carne, carne, chocolate, helado, chocolate, helado, carne, carne. ¡Acá encontramos la mejor comida del mundo!", afirma Yehuda.

   ¿Señas particulares? "Enormes mochilas en las espaldas, sandalias en los pies y un helado en la mano", cuenta Francisco, que trabaja en Cyber Firenze y ya aprendió algunas palabras en hebreo.

   Ni Yehuda ni Sharon ni Iftalh ni Roge hablaban una palabra de castellano cuando llegaron aquí, pero ya cosecharon un minidiccionario que les permite integrarse mejor. Si hasta se animan a improvisar algunas respuestas. "Escribí que somos los locos de Israel", bromea Sharon, y todos se ríen. "¡Chau, amigos!", improvisan los cuatro.

   Yehuda cuenta que están familiarizados con los argentinos porque muchos compatriotas emigraron a Israel. "Allá escuchás mucho castellano", dice.

   Según el secretario local de Turismo, Hugo Cejas, la delantera en materia de visitantes extranjeros en lo que va de febrero la llevan los chilenos. Protagonizan el 20 por ciento de la ocupación hotelera e inmobiliaria, que ronda el 70 por ciento. El promedio de estada es de cuatro días. Y estos números son fácilmente comprobables: las calles de la ciudad están plagadas de vehículos con patentes chilenas.

   De acuerdo con Cejas, el 71 por ciento de los turistas que se acercaron a la Secretaría de Turismo en enero último eran argentinos, mientras que el 20 por ciento eran chilenos y el número restante venía de América latina y de Europa.

   Los Morales caminaban por la céntrica calle Mitre cargados de bolsas. "Ya habíamos venido otros años, pero esta vez realmente conviene", señala José en nombre de los cinco. Son de Osorno y disfrutan a pleno la estada en la ciudad de los lagos.

Entre inglés y lunfardo

   Osvaldo Moreno, Darío Cassano y Hugo Menduni asisten cada día a una fructífera clase de inglés. No necesitan estudiar ni tomar apuntes. Y cada vez estrenan un profesor distinto. Es que los chicos son de Gerli y el albergue donde se alojan está atestado de norteamericanos, alemanes y holandeses.

   El intercambio es recíproco. Evan y Leslie, de Chicago, refrescan su inglés. Osvaldo, Darío y Hugo les enseñan algunas palabras en lunfardo y se encargan de guiarlos por la noche barilochense.

   Como ellos, muchos jóvenes aprovechan las vacaciones aquí para encontrar amigos de todo el mundo. Y en casi todos los casos, el intercambio de e-mails y la promesa de un futuro encuentro son el epílogo de estas amistades que se tejen en varios idiomas.

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Por Cynthia Palacios
Enviada especial

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  • * Fuente: Revista "Cabildo", Oct./Nov. de 2003, 3ª época - Año IV - nº 32