1. La Argentina, una nación rioplatense con 35 millones de
habitantes y 3 millones y medio de kilómetros cuadrados, que otrora llegó a
ser tal vez la más próspera, estable y culta de América Latina, y que continúa
llamada a ser una de las potencias continentales, continúa en una espiral de
desmembramiento social, político y mental.
Las causas por las cuales Argentina fue deslizándose hasta llegar al estado
de deterioro sociocultural actual son complejas, y corresponde sobre todo a los
argentinos dilucidarlas. De cualquier manera, las consecuencias, para el
observador externo, están a la vista.
2. En 2001, la crisis económica fue aprovechada por los
denominados "piqueteros", grupos de inspiración anarquista y
comunista que contribuyeron decisivamente a la caída del gobierno del
presidente De la Rua en diciembre de ese año, y a la seguidilla de presidentes
que, en cuestión de pocos días, hubo en Argentina. En mayo de 2003, Néstor
Kirchner, antiguo gobernador de la provincia sureña de Santa Cruz, asume la
presidencia con cerca del 25% de los electores. Muy pronto, la imprevisibilidad
psicológica, temperamental e ideológica del nuevo presidente se transformó en
la marca registrada de su gobierno, constituyéndose al mismo tiempo en un símbolo
de la inestabilidad nacional.
3. Durante el actual gobierno, los "piqueteros" han
tenido vía libre de acción y casi total impunidad, sembrando el caos social y
atemorizando a los habitantes de las grandes ciudades, en especial, de Buenos
Aires. La socióloga y ex guerrillera argentina Isabel Rauber, activa
participante del Foro Social Mundial de Porto Alegre (FSM), actualmente
profesora en la Universidad de La Habana, en su estudio "Piquetes y
piqueteros en la Argentina de la crisis" reconoce no sólo la clara
influencia comuno-revolucionaria de los "piqueteros" sino también sus
"relaciones estrechas y de coordinación" con sectores de la llamada
izquierda católica y de organismos llamados de "derechos humanos".
Por su parte, el británico Dennis Rodgers, un especialista en antropología
urbana que estudió en profundidad a los "piqueteros", conviviendo
durante varios meses con ellos, acaba de reconocer en entrevista a "La Nación",
de Buenos Aires, las estrechas relaciones de dependencia de sectores importantes
de los "piqueteros" en relación al propio gobierno. Lo cual aumenta
la responsabilidad de las máximas autoridades argentinas en la acción de
desarticulación social y de cercenamiento de las libertades llevada a cabo por
los mencionados movimientos revolucionarios. Es un hecho lamentable, pero que no
puede causar extrañeza si se considera que varios ex guerrilleros ocuparon y
ocupan cargos estratégicos en el actual gobierno.
4. Es verdad que en las elecciones legislativas de octubre de 2005
los dirigentes más extremados del movimiento "piquetero" fueron
rechazados en las urnas. No obstante, tal como consignan diversos observadores
de la vida social argentina, la "metodología piquetera" de
autodestrucción dejó de ser patrimonio de ese movimiento, estando en curso una
"piqueterización" de la propia sociedad, en particular, de sus
sectores más vulnerables, como los jóvenes y las clases más desposeídas. Se
trata de la expansión de una pseudo cultura de agresión social a través del
"apriete", del "escrache", del "piquete" y de
"ganar la calle". Este proceso es incentivado directamente por el
gobierno mediante el desmantelamiento del orden público; e indirectamente al
sostener la doctrina de la "descriminalización de la protesta
social", con lo cual se deja vía libre a conductas claramente delictivas.
5. La "piqueterización" ha pasado inclusive a dominar
aspectos importantes de la propia política externa argentina. Es el caso de los
grupos que han venido bloqueando puentes que conducen a Uruguay, alegando los daños
ambientales que causaría la instalación de dos papeleras en el lado uruguayo
del Río Uruguay.
Es claro que para los argentinos el impacto ambiental de dichas industrias es
una preocupación justificable. Pero lo que no se justifica es la acción de
estos "piquetes" fronterizos que, ante la vista gorda de las
autoridades nacionales y provinciales argentinas no sólo castigan injustamente
a un pequeño pero independiente país limítrofe, sino que están minando en su
misma base la relación de confianza con el resto de los países de la región.
En ese sentido, la Argentina está consiguiendo levantar contra sí la indignación
de sectores de la población de naciones limítrofes como Brasil, Paraguay y
Chile que también usan esos puentes para desplazarse.
De esa manera, al resquebrajamiento social interno, la "piqueterización"
suma el triste mérito de estar obteniendo un resquebrajamiento en el ámbito
regional internacional.
6. Algo que llama la atención en la situación actual argentina
es una falta de reactividad proporcionada de la mayoría de los dirigentes
profesionales, educativos, productivos e inclusive eclesiásticos; y también de
la opinión pública, que asiste entre aturdida y atemorizada a la
"piqueterización" y a la consecuente desarticulación social.
Son los propios argentinos quienes están en mejores condiciones de responder
si existirá un "método Kirchner" de desmontaje psicológico,
cultural y político de Argentina y de regiones limítrofes, por detrás de la
imprevisibilidad y de la contradicción (reales o aparentes) del gobierno, así
como de la prepotencia con que ha llegado a actuar contra sus conciudadanos e,
inclusive, contra mandatarios extranjeros. En cuanto observadores políticos,
nos limitamos a plantear la expresiva coincidencia de tantas acciones y
omisiones presidenciales que favorecen esa "piqueterización" con el
consecuente desmembramiento de esa importante nación.
7. Nuestra intención no ha sido la de abarcar totalmente el
actual panorama argentino, sino la de simplemente proporcionar algunas
informaciones objetivas y levantar algunas hipótesis sobre una preocupante
realidad. Sería fructífero que se pudiera suscitar un debate respetuoso,
elevado y fundamentado sobre estos temas, de manera a abrir los ojos de la opinión
pública nacional e internacional. Así, se podrá contribuir, en la medida de
lo posible, para que esa gran nación rioplatense quiebre el embrujo que parece
paralizarla y retome la senda del auténtico progreso cristiano para el cual fue
llamada.
Son sobre todo nuestros hermanos argentinos quienes tienen la palabra.
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