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COMENTARIOS SOBRE EL DIARIO

DEL CHE GUEVARA EN BOLIVIA - 02

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SEGUNDA PARTE

(En el medio) 

EL PRIMER MISTERIO: EL INGRESO A BOLIVIA 

   Al iniciar el autor su Diario (07-11-66/27), nos dice: “luego de entrar convenientemente disfrazados, por Cochabamba.” Creo firmemente que esto no fue así. En principio este arribo habría ocurrido a la región dos días antes (el sábado  5 de noviembre), porque ese fue el tiempo que le demandó a él desplazarse hasta la futura Zona de Operaciones (otras versiones lo hacen presente en la región o zona desde septiembre de 1966). En esta parte del texto Guevara se cuida muy bien de decir cuál es el punto del terreno donde fue a recalar. Sin embargo al hacer sus primeras descripciones de la porción elegida (09-11-66/28 y 10-11-66/29), se infiere que se trata de una región montañosa, de perfil abrupto, poblada de densa manigua (11-11-66/29), que debió estar al sur y cerca de Camiri, ciudad a la que el relator menciona como próxima en 11-12-66/43.

   Camiri es una ciudad que se encuentra situada al sur del Departamento de Santa Cruz, a la vera del río Parapetí, uno de los primeros afluente del Pilcomayo, de unos 7.000 habitantes entonces. Hoy es ciudad petrolera y pasan por allí un oleoducto y un gasoducto que viniendo de Santa Cruz siguen hacia Argentina al igual que una vía férrea (mencionada por Guevara). Camiri se encuentra muy próxima al límite oriental del Departamento de Chuquisaca, y a tan solo 200 kilómetros de la frontera Argentina (pasando por Villa Montes donde hay una estación de ferrocarril y otra  de bombeo de hidrocarburos).

   Pienso que en este aspecto Guevara ha escamoteado la verdad para salvaguardar, seguramente, sus apoyaturas dentro y fuera de Bolivia, y evitar la creación de una situación internacional tan difícil como enojosa (27-11-66/35), que le abriese varios frentes simultáneos. Presiento que no ingresó a Bolivia por Cochabamaba. De haber sido así, era exigencia por convenirle, pasar antes por la cercana capital, La Paz. Allí se encontrarían las supuestas y principales apoyaturas del movimiento (final de 7-11-66/27), y desde donde le vendría el añorado maná que jamás le llegó (de 13 al 19-11-66/30 y ss.; 26-11-66/35), a menos de un jeep con tres individuos (27-11-66/35), muchos disgustos (31-12-66/53; 01-01-67/55 y Análisis del mes pág. 71) y ácidas controversias con el PC Boliviano que evidencia Castro en su prólogo (pp. 14 y 15) y Guevara (20-11-66/32 y 27-11-66/35). Recordamos que Cochabamba se encuentra a unos 200 kilómetros de La Paz contra casi 400 kilómetros de Camiri, a donde el Che Guevara fue a recalar con sus primeros compañeros, casi con una mano atrás y otra adelante. Entonces no entendemos por qué rehuyó La Paz intercalando con ella semejante distancia.  

RUTA 34: AVENIDA PANAMERICANA DE LA GUERRILLA 

   ¿Acaso el “Che” significó ser, desde el punto de vista ideológico-doctrinario y revolucionario, el polo opuesto de La Paz y además su capitán general? Es posible. Pero ello implicaba tener a 600 kilómetros la base logística principal, la capital boliviana, por lo que se debía construir y mantener un tren logístico demasiado largo en proporción con la envergadura de la fuerza a apoyar, lo que lo hacía muy vulnerable a los ataques del oponente por los flancos, corriéndose el riego de sufrir un aislamiento logístico, que normalmente es fatal o de pronóstico reservado. Tal cual se verificó.

   No faltará alguno que dirá con justicia: no fue a La Paz por razones de seguridad. Una verdadera paparruchada.  Mas puede ser. Pero esta sola razón no alcanza para explicar el no haber dado este paso decisivo que, a la postre, lo fue deshilachando en el tiempo. Por ello nosotros hemos tejido una hipótesis simplificadora, que tiene tanto valor y fundamento como las aseveraciones del propio “Che”.

   Basándome en el principio que reza sólo lo sencillo promete éxito, digo que Guevara habría entrado a Bolivia proveniente de Argentina. Esto es, ante las narices de Onganía, tildado por medio mundo como “furibundo anti-cominista”, y rozando su hirsuto bigote. Así también lo haría Monje, presidente del PC Boliviano que venía de Bulgaria (7-11-67/27 y 20-12-66/48) y Tania (31-12-66/53) con otros, para una “cumbre” con el “Che”, en Camiri.

   Por esta frontera, que yo llamaría “la avenida de la guerrilla” (la Ruta 34), también debieron ingresar varios jeep (18-01-67/63) y camiones (01-01-67/55), el armamento (02-12-66/38) en varios cargamentos (11-12-66/43), además de todo el equipo militar y parte del tren logístico que esconden (15-11-66/31) en túneles (16-11-66/31; 07 y 08-12-66/41; 25-12-66/50; 29-12-66/52; etc.), pesados equipos que instalan (17-12-66/46); una planta (22-12-66/49) que no pueden poner en marcha; los combustibles delatores (17-01-67/64) y herramientas de zapa (07-12-66/41). A los víveres los obtienen en el lugar (12-12-66/44), o los transportan (29-12-66/52), y los esconden en cuevas (12-11-66/29; 25-12-66/50 y 30-10-67/70) y túneles (17-11-66/31).

   Llegado el “Che” a Buenos Aires por vía aérea (¿proveniente de Méjico o de España, ambas ya exportadoras de estos especímenes con alto valor agregado?), inició sus contactos “con los argentinos Mauricio y Jozami (Massetti y el partido disidente)”, comenta en el Análisis del mes, pág. 54. Y este “partido disidente” en Argentina, ¿acaso no sería el protoplasma sobre el que luego se fundarían las organizaciones terroristas –ERP, FAR, Montoneros, etc.- que asolaron la Nación en la década de los ’70?

   A los mencionados agrego a Tania. Todos ellos, con la excepción de ésta, más los otros que ignoramos, lo abandonan miserablemente (amargado lo presagia en el Análisis del mes, pág. 71), antes de que sonara el primer disparo. En cambio cuando había un peso ambulante como ella, reaparecería Tania (11-12-66/43) que se la menciona luego (01-01-67/55), para desaparecer más tarde ( 02-01-67/56), se eclipsa nuevamente muy enferma, el Ejército la individualiza (27-03-67/105) para luego ser encontrada muerta a orillas de Río Grande (07-09-67/216). En el Análisis del mes, pág. 109, Guevara hace un resumen de cómo quedaría conformada la vanguardia, centro y retaguardia de su fuerza con un efectivo de 47 individuos al romper la marcha. Los argentinos Tania y Pelado figuran en el acto como visitantes. Aparentemente no integraban ningún escalón de combate, ni siquiera como correveidile. Los otros, Jozami, Masetti, Gelman y Stamponi no aparecen aquí a pesar de que se contaba con ellos (21-03-67/100). En realidad ya habían desaparecido de antes (Análisis del mes, pág. 71 y Análisis del Mes, pág. 87).

   Seguimos con nuestro viajero. De Buenos Aires viajaría Guevara (¿solo o acompañado?) por Aerolíneas Argentinas a Salta (o Tucumán) aquel día sábado 5 de noviembre de 1966: lo que implica decir que en Salta (o en Tucumán) actuaban de antes (enero/marzo 1966 probablemente) células subversivas y en donde es posible que hayan actuado elementos cubanos. En la noche siguió por tierra con alguien (o algunos) que lo esperaba montados en dos jeep. De allí enderezaron hacia la Ruta 9 hasta el empalme con la Ruta 34 en General Güemes. Luego continuaron por ella hasta pasar la frontera por Yacuiba (aprovechando la romería de gente que se arma allí los domingos a la mañana por los feriantes).

   Sin embargo soy de opinión que, por razones de seguridad, no se quedaron en Yacuiba que hubiese sido el ideal, sino que en la madrugada del domingo 6 hicieron el primer alto en Palmar, o un poco más adelante, en Sanandita, unos 30 kilómetros adentro de Bolivia. Allí se produciría el relevo de los que venían acompañando a Guevara por Pachungo (o Pacho) y otros que el autor se cuida de mencionar. En uno de estos lugares debieron quedarse todo ese domingo  hasta el mediodía del lunes 7 en que emprendieron la marcha hasta las proximidades de Camiri. Al anochecer estaban allí (primer párrafo de 07-11-66/27).     

EL SEGUNDO MISTERIO: POR QUE BOLIVIA 

   ¿Por qué Guevara eligió Bolivia para la iniciación de una gesta que debería terminar siendo continental o iberoamericana (último párrafo de 31-12-66/53)? En rigor de verdad, no lo sabemos. Tampoco él lo dice, ni elíptica ni explícitamente, y es muy posible que tampoco, allá en el fondo, lo supiese, porque nos da la sensación de que fue engañado como un infeliz. Un infeliz que al final de la jornada, le cuesta creer que los Reyes Magos no le dejaron nada en los zapatos. Más grave todavía: le tocó, como al amigo de Dolina, un arquitecto de 66 años, comprobar en carne propia que los Reyes Magos no existen, y el golpe fatal fue enterarse que eran los viejos. Esto debió ser muy duro para el niño Ernesto: dice el tango “siempre hay alguien que mata la ilusión”. Pero en este caso además de la ilusión lo mataron a él: lo que fue una estolidez sin límites, porque Guevara, gravemente enfermo y herido además, se moría solo. Era una cuestión de tiempo que no supieron esperar. Los apuró la prensa venal, los políticos militarizados y los militares politizados: tres endemias latinoamericanas peores que el dengue y el mal del uquelele.

   Aunque en determinados momentos parecería que, pensando y sintiéndose Guevara como un “gran imán”, habría de concitar la atención y fervor campesino, atrayendo, con su magnetismo irresistible, a todos los clavos y tachuelas que anduviesen sueltos por aquellas tierras del añejo Alto Perú. Así por ejemplo, refiere que un tal Bigotes deslumbrado, casi se despeña con su jeep por un barranco al enterarse que quien tenía en el asiento del acompañante era el “Che” en persona (07-11-66/27). En realidad lo que debió hacer Guevara con el tal Bigotes fue un electroencefalograma, porque fue al único al que le pasó esto.

   Más todavía: el 20-11-66/32, a 14 días de instalado el grupo, Guevara reunía a duras penas seis individuos, y el 27-11-66/35, a 21 días, el “imán” había juntado, con él incluido y a duras penas 12 “alzados” (sin calificar inicialmente, pero después aparece la pata de la sota) y un perro, pobre animal que huye despavorido de la gazuza de sus patrones, que lo veían más para la parrilla que para la guarda. Estos 12, como los Apóstoles, no mostraban síntomas de asombro y antes bien cuestionaron gravemente su liderazgo, lo que se avizora en 11-12-66/43, y que remata en la reunión “cordial pero tirante” del 31-12-66/53: “el jefe militar sería yo –anota y se nota caprichoso- y no aceptaba ambigüedades en esto.” Pero se ve que los bolivianos no le aflojaron un tranco de pulga, porque la zancada de pollo era grande: “Aquí –acepta resignado a continuación- la discusión (sobre la jefatura) se estancó y giró en un círculo vicioso.” Círculo de circunferencia tan grande que nunca la terminaron de recorrer ni de cerrar. 

UNA OPINION QUE INTERESA DESDE FUERA DEL DIARIO  

   “Más tarde (el Che Guevara) abandonó también su escritorio de ministro y empuñó las armas –dice George Edwards en su Persona non Grata-, como los líderes vietnamitas que admiraba, para crear en América Latina un nuevo Vietnam. Conforme con su proyecto revolucionario, los campesinos de Bolivia debían comprender su mensaje y la polarización de fuerzas en Brasil, prevista por él en Ginebra, debía permitirle extender la conflagración no sólo a su tierra argentina sino a todo el cuerpo central del continente; pero sus cálculos, quizás prematuros, fallaron, y encontró la muerte amarga y solitaria que todos conocen. Lo menos que se puede decir es que fue consecuente con cada uno de sus actos y de sus palabras, y que esa actitud, cuando la terca realidad no se acomodó con ella, le costó la vida.”

   Evidentemente Edwards no pinta la personalidad de Guevara, pero nos da una idea remota, aunque de nivel estratégico, de por qué fue elegida Bolivia y no otro país del subcontinente. En cuanto al abandono de su poltrona ministerial no se sabe cabalmente por qué fue. No han faltado los que cuentan que el propio Fidel Castro le pidió que abandonara el cargo porque su presencia entorpecía la función. No sabemos. Pero sí conocemos que la política industrial que el “Che” trató de implementar en Cuba no tuvo un final feliz. No por responsabilidades achacables a él, sino por el estrechamiento propio de la estructura productiva cubana, irremediablemente ligada a la suerte del monocultivo de azúcar. En otras palabras el “Che” ideó un programa industrial que no era para Cuba, digamos como una utopía divagadora.

   Así como la estructura militar de su plan táctico de campaña no era para Bolivia. Ya había mostrado síntomas de este mal en el Congo y Angola. Como ministro el yerro le costó la cesantía; en las aventuras africanas salió con los flecos al viento detrás de una montaña de cadáveres; y en Bolivia perdió la vida. Y es hasta lógico que así fuera: en el primer caso le tiraban con expedientes, tinta y discursos; en los otros casos le tiraban con balas, morterazos y bombas con toda la intención de asestarle una y matarlo. Son cosas diferentes. Ya lo decía mi abuela: “siempre que se juega a la guerra, alguno termina muerto.” Es una verdad.

   Es que si esta historia se cuenta en detalle, la vida del Che Guevara es una cascada de fracasos, desde aquellos ensayos, siendo muy joven, como Ministro de Agricultura de Jacobo Arbenz en la Guatemala de 1951 a 1954 que lo exilian en Méjico con un hilo de la pata, y que concluyen en las correrías de la Bolivia de 1966 y 1967. No faltará alguno que por esto ponga el grito en el cielo. A tal persona la invitamos que nos diga cuáles fueron los éxitos de Guevara en toda su vida y así quedaremos en paz. La revolución cubana, me adelanto a decir, no fue un triunfo de Guevara: fue de Fidel Castro. Fue él quien se ató al carro de Castro, junto con un buen montón de lugartenientes, y así compartió los laureles de la victoria y la foto en el palco, que también es importante. Los seguidores fanatizados confunden una cosa con la otra. Y los aprovechados que los atizan, también, porque en río revuelto hacen su agosto. 

LA NEGATIVA CAMPESINA 

   El boliviano capitalino o habitante de las grandes ciudades, sabedor de la presencia del “Che” y como simple ciudadano, no lo siguió (10-11-66/29 y Análisis del mes, pp. 37 y 54); el campesino, tomado individualmente, que Guevara admira al principio (13-11-66/30) no se quedó con él y le teme a su delación (11 y 13-12-66/43). Entonces añora la promesa del “fantaseoso Chino” que propone mandarle 20 peruanos (27-11-66/35), que luego se redujeron a cinco (02-12-66/38), pero  que nunca llegaron, y el lluvioso miércoles 30-11-66/37, a 24 días de aparecido, sueña con aumentar la tropa a 20 bolivianos para “comenzar a operar”, para terminar pidiendo cubanos. Que le llegaron en número de cuatro, pero tres desertan apenas tocan suelo boliviano y uno solo se reúne con él (21-01-67/65). Enterado de esto Fidel brama desde Cuba y piensa escarmentarlos (25-01-67/68). Finalmente le hacen otro envío que “no parecen tan malos” aunque “de poca experiencia” (Análisis del mes, pág. 87 y 108), que “provocan incidentes vergonzosos” (26-02-67/85), pero arriban por cuenta gotas y son duramente cuestionados, tanto como él, por los bolivianos (11-12-66/43), que parecen no resignarse al mando extranjero; entonces los somete a los rigores  de una “cartilla sobre la realidad de la guerra” (12-12-66/44). Sin duda un invento más para sujetar a tanto díscolo.   

   En cuanto a la masa campesina, habitante de los distintos parajes, Guevara termina teniéndoles miedo: “no hay seguridad –por los campesinos- sobre el camino al Filo” (10-07-67/176). “El campesino –los va definiendo- está dentro del tipo; incapaz de ayudarnos, pero incapaz de prever los peligros que acarrea y por ello potencialmente peligrosos” (10-02-67/76). Aparece la desconfianza (20-07-67/183). Ellos también le temen al “Che” (07-07-67/175). Para “poder hablar” con los campesinos  “hay que cazarlos” dice, pues “son como animalitos” (19-06-162): este es el concepto del paladín sobre las humildes gentes a libertar. La falta de incorporación campesina a la guerrilla, a 232 días de iniciadas las operaciones, es amargamente reconocida en el Análisis del mes, punto 2°, pág. 170. Más patética aún es la huida despavorida de tres niños de apellido Yépez al ver llegar a sus redentores (01-07-67/171). ¿Qué será lo que asustó a los pequeñuelos que confundieron al Adalid  de la Lucha con el Cuco de la maestra que les zurra la casaca, y a su falange con los habitantes de la Salamanca Puneña? Ni Caracalla se hubiese imaginado algo así.  

UN ADALID DE LOS DERECHOS HUMANOS 

   Viendo esto, que don Guevara anota minuciosamente y con gran sinceridad, apela a los arrestos masivos de campesinos inocentes dándose el dramático cuadro en 28-05-67/148, donde parece haber formado un pequeño campo de concentración con los detenidos: “al poco tiempo –cuenta- teníamos una colonia prisionera”. No fue la primera vez. Tampoco sería la última. Así en la angurria por hacer presas, obstruye una ruta con camiones (06-07-67/173) que deriva en un escándalo peligroso. No faltaron las amenazas de fusilamientos (20-06-67/162); saqueos (28-05-67/148); interrogatorios bajo intimidación (20-06-67/162 y 19-04-67/122); asaltan una tienda con alimentos y pagan con “un acta muy ceremoniosa”; destrozan el maizal de una familia (14-02-67/78); secuestrados como los desgraciados que cayeron de visita en una casa tomada por el “Che” (29-06-67/168); muertes inexplicables como la de Vargas (21-04-67/124); toma de rehenes (23-05-67/145 y 27-05-67/147); o el rapto de Andrés Coca, el campesino Roque y su hijo Pedro (01-07-67/171), por encontrarlos en el camino transitado por ellos; otras detenciones de obreros que venían de trabajar en una chacra y se cruzaron con los libertadores (18-06-67/161 y 26-05-67/147); la puesta en prisión de los dos jinetes (18-04-67/121); el escándalo de la señora que no quería entregarles su hija (06-07-67/173); y vejámenes, como el de los tres detenidos a los que pensaban atormentar y asesinar, pero los dejan en libertad haciéndoles “una severa advertencia sobre las normas de la guerra”, previo desnudarlos y quitarles hasta “sus abarcas” (sandalias rústicas) para que caminen de regreso descalzos, desollándose los pies sobre terribles pedregales (21-06-67/163), hecho vergonzoso que se repite (09-05-67/138 y 26-06-67/166), así como el caso del Teniente del Ejército que dejaron desnudo (20-07-67/181) para que hiciera el ridículo ante sus soldados, repetición del hecho perpetrado catorce días atrás (06-07-67/173).

   Se le olvidó al justiciero “Che” que estos desafueros amedrentadores y  humillaciones tampoco están dentro de las “normas de la guerra”, menos con personas que no eran enemigas, ni habían cometido delitos o quebrantado normas, en una guerra no declarada o, en rigor de verdad, inexistente o unilateral. Tampoco es justicia la que se aplica al reo con retroactividad a la vigencia de la norma: esto ya pertenece al Derecho Romano. Es así de vetusto el asunto. 

¿UNA GUERRA CASI PRIVADA? 

   Era Guevara el que estaba en guerra. El resto de Bolivia, el Planeta Tierra, el Sistema Solar, la Vía Láctea y Galaxias vecinas, no lo sabían, y el periodismo de los grandes diarios, incluidos los marxistas, más lo nombran como un forúnculo que como un peligro (final de 08-09-67/217). Esto lo amarga hasta el caracú, y desde Camiri les lanza el grito amenazador: “Como me gustaría llegar al poder –exclama disgustado-, nada más que para desenmascarar cobardes y lacayos de toda ralea y refregarles en el hocico sus cochinadas.” Pero, digo yo navegando en el fiasco, estos “cobardes”, “lacayos” y “cochinos”, ¿acaso no habían sido sus viejos camaradas de la  lucha marxista? El autor del enojoso asuntejo fue un diario de Budapest, Hungría.

   A esa altura de las operaciones (día 233 de la campaña), lo del “Che” ya era una guerra privada o casi personal. Pero los pobladores temerosos (16-04-67/119) lo recibían en paz (19-06-67/162) y traficaban con él (02-07-67/171; 21-07-67/182) sin quedarles alternativa; véase el incidente por una vaca en 21-07-67/182 o cuando se hacen cuatreros 06-08-67/113, y su resultado en 08-08-67/114, porque “el miedo (a la guerrilla) sigue entronizado en la gente” (07-07-67/175).

   A pesar de esto asegura que “la leyenda de la guerrilla crece como espuma” (Análisis del mes, punto 3°, pág. 170); en otra parte garantiza que se ha logrado “la admiración de los campesinos” (Resumen del mes, punto 2°, pág. 152) y más adelante dice que la guerrilla “adquiere dimensiones continentales” (Análisis del mes, punto 3°, pág. 189). ¿Acaso hay momentos de delirio en este hombre? Pronto veremos que parece que si. Porque el “Che” está gravemente enfermo de días atrás (09-05-67/138 y 23-06-67/164) y su mal, enemigo agazapado que él no tuvo en cuenta, le salió detrás de una mata, se recrudece y lo martiriza sin darle un día de paz. Pero después de estos apuntes reconoce que la “leyenda guerrillera se cae” (Resumen del mes, pág. 208), acompañada “de un decaimiento en la moral combativa” y de “baja moral” en el personal disponible.  

EL IZADO DE BANDERAS EXTEMPORANEAS 

   Es que aquí se produciría el extraño caso del izado de la bandera de la “reforma agraria” y de la “lucha campesina” para “la liberación”, en una tierra donde la mayoría de los campesinos eran propietarios y algunos tenían su comercio (tienda, boliche o despensa), y su “chaco” (25-05-67/146), sector de la propiedad destinada a la siembra de verduras, legumbres y hortalizas, o la cría de animales para la atención de la economía doméstica. Los campesinos, por sus razones y a su manera, le dijeron que no.

   Pero, ¿no había latifundios? Claro que sí. Pero como aquí, el latifundista convivía pacíficamente con el chacarero y viceversa, formaban cooperativas y corporaciones. Más aún el latifundista, el mayorista de la economía formal, estaba incorporado a la vida del minorista de la economía informal que era el campesino, porque aquél le compraba su producción a un precio que se arreglaba entre partes, siempre de conformidad, sin pagar gravámenes ni fletes.

   Lógicamente: promediando ganaban los dos. Más aún, y por lo que se ve, podían ahorrar. No quiero aparecer por estos dichos como un defensor de este sistema obsoleto, parecido al tiempo del “justo precio”. No. Pero allí era una realidad. Que guste o no, es otro problema que no vamos a debatir aquí. Y esta realidad, este pragmatismo centenario del trabajador rural, fue lo que quiso romper de un hachazo el Che Guevara: así le fue. 

SIN CARTOGRAFIA: UN CIEGO SE HACE GUIA DE CIEGOS 

   ¿Acaso la intención deliberada del Che Guevara fue ocultar a todos cuál fue el punto donde habría de estacionarse apenas llegado del extranjero? Creo que no. Porque ni él mismo sabía dónde estaba parado según vemos en 28-12-66/51; 10-01-67/59 y 04-02-67/73. Para orientarse se guía por comentarios que le hacen unos cazadores (13-11-66/30), “lo que indica –dice en 10-01-67/59- que nuestros mapas son muy malos pues ambos ríos (él suponía que eran el Frías y el Ñancahuasú) aparecen separados por un macizo y desembocan separados en el Grande.” Repite estos conceptos en 23-02-67/83. Le aparecen caseríos o poblados que no figuran en los mapas como lo dice en 10-07-67/176 y no conoce sus nombres, en el día 240 de las operaciones, señal evidente de que hasta el final, este problema crucial no fue resuelto (22-07-67/182).

   Esta situación temeraria, de estar ciego guiando ciegos (07-03-67/91 y 09-03-67/92), en una región desconocida para él y sus compañeros, montañosa, estancada (19 y 20-02-67/81; 23 y 26-02-67/83) por abruptos farallones, naturalmente hostil (20-11-66/32) y de características agrestes (29-11-66/36), le obliga a implementar desde un principio las continuas exploraciones (12-11-66/29; 22-11-66/33; 23 y 24-11-66/34; 06-12-66/41; 23-12-66/49), marchas permanentes (12-02-67/77) que desgastan las fuerzas físicas de los individuos (08-12-66/42; 04-02-67/73; 26-02-67/85; 15-03-67/95) y de las suyas propias (15-11-66/31; 23-12-67/83), provocan la muerte de hombres por impericia (26-02-67/86; 18-03-67/96 y 29-06-67/168), que lo llevan a la cruel incertidumbre (05-05-67/135), causan confusión (02-05-67/133), arruinan sus equipos (11-01-67/60; 04-02-67/73; 15-03-67/95), dejándolos casi descalzos (04-02-67/73; 17-03-67/97 y 20-03-67/99), ocurren pérdidas importantes (31-07-67/188), obligándolo a trazar nuevos caminos y sendas (18-11-66/32; 21-12-66/48; 28-12-66/51;29-12-66/52) que dejan al personal exhausto, e incurre en gruesos errores (15-01-67/62; 05-01-67/73; 18-02-67/81), que causan desánimo.

   En un principio, desorientado o desesperado tal vez, viéndose que así no podía seguir, llega a pedir un ingeniero agrónomo (21-11-66/33) de La Paz que, desde luego, no apareció nunca. ¿Qué cartografía fue la usada por el “Che” en Bolivia? ¿Acaso fue uno de esos mapas que imprimen las compañías turísticas, o los de Automóvil Club que son un poco más completos? Pero con seguridad, cartografía militar no era. Toda una imprudencia. 

LA RELIGIOSIDAD DEL CHE GUEVARA 

   Debo reconocer que este aspecto del Diario, de apariencia extremadamente sencilla, es, en realidad, un acápite tanto o más difícil como el que le sigue.

   Comienzo diciendo que el Che Guevara no hace mención “a”, “de” o “por” Dios en parte alguna de las 233 páginas que comprenden al texto del Diario propiamente dicho. Ni como interjección,  tímida remembranza, o dándole gracias por la prosperidad de su causa, ni encomendarse él, o pidiendo protección para sus hombres, o implorando ayuda ante la adversidad, el infortunio y las enfermedades, mostrando el temor ante Su omnipotencia, o clemencia por la lluvia de peligros que se cernían a su alrededor. Nada de esto hay escrito de puño. Tampoco el “Che” es un irreverente o un carajeador en contra de Dios, su Santa Madre, los Santos que agradaron a Dios en este mundo y la Santa Madre Iglesia. No. Porque para Guevara Dios no existe, derechamente. Es un ateo hecho y sin dobleces. Un impío militante, diríase hoy. Y a la hora de mostrarlo no se anda con chiquitas y comete la peor de las afrentas: lo ignora. Una necedad. ¿Habrá tenido en los postreros instantes de su vida una reconciliación con Dios implorando su Eterno Amor y su Misericordia? No lo sabemos. Quiera Dios que así haya sido para el eterno descanso del alma que tuvo, con más espinas que un zarzal plagado de maragatos y vinales.

   Las comunidades campesinas bolivianas son muy religiosas. Digamos que como las nuestras, que no es poco. Ellos tienen sensores especiales que captan al ateo en término de segundos y empiezan a mirarlo de rabo de ojo. Y el ateo les causa una repugnancia tan grande que llegan a verlo como un maldito; así como la repulsión que siente el ateo por ellos, en quienes ve a ignorantes llenos de supersticiones. Conozco a los dos. Identificado el ateo, se corta todo vínculo con él y no hay remiendo que alcance para volver a barajar y dar de nuevo. En las comunidades de los hermanos Tobas, Mocovíes, Guaycurúes arrimados a la costa del Paraná, o los Cambá, parcialidad de los Chiriguanos, de ascendencia guaraní de los contrafuertes andinos, nativos de la región donde operaba el “Che”, es peor, y el ateo puede sufrir un accidente. Este detalle fatal se le escapó a “Che” criado en Corrientes y Santa Fe del gran Rosario, adornado por el gris cemento, el perfume insufrible de los caños de escape, el de las señoras gordas y los cafés poblados de haraganes meditabundos y amanerados. Entonces, no solamente desconocía el terreno, sino también a sus humildes habitantes que se consideran y sienten hijos de Dios. 

FINAL DE LA SEGUNDA PARTE

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