Dichoso
aquel que muere sobre un campo de guerra,
pero
siempre que sea campo de guerra justa;
dichoso
aquel que muere por diez palmos de tierra
donde
pone sus plantas alguna causa augusta.
Dichoso
aquel que muere por su casa y su tierra,
siempre
sin haber hecho dolo ni fuerza injusta;
dichoso
aquel que compra su tálamo de tierra,
que
compra con su sangre la cama eterna adusta.
Dichoso
aquel que muere por la Cosa Solemne,
aunque
sea pequeña como un grano de anís;
dichoso
aquel que muere para que quede indemne
la vida
de un niñito, la gloria de un país;
Dichoso
aquel que muere por algo que es perenne,
sea el
Santo Sepulcro, Dulcinea o Beatriz…
O por un
sol en campo de doble cielo y lis. |