EL PADRE LEONARDO CASTELLANI,
PROFETA Y PATRIOTA
Dable es señalar el que Castellani no
sólo predijo, sino que profetizó todo lo que hoy nuestra Argentina
padece. Por no haber hecho caso a sus advertencias, hoy estamos así. Una
sola afirmación dicha hace cuarenta años, es suficiente si queremos dar
una muestra de lo que afirmamos. Dijo el Sacerdote:
“¡Pobre Argentina, tan lejos de Dios, y tan cerca de los Estados
Unidos!”. Y también ironizó afirmando:
“En este país, para ser personaje, no basta con ser imbécil, además, hay
que ser solemne”.
Carlos Eduardo Gaít
Presentamos, en esta ocasión, una pequeña
pero muy sustanciosa conferencia expuesta por Sebastián Randle, dictada
el 21 de Abril del 2006, exponiendo de manera sintética y precisa la
vocación por la cual siempre -el Padre Castellani- tuvo que luchar y
sufrir; su vocación de profeta y patriota. Actualmente, como vemos,
sigue siendo perseguido con la guerra del silencio y la calumnia, por el
mismo tipo de personajes que lo acosaron durante su vida, gracias a que,
cada vez, su obra profética se hace más actual todavía.
La versión está tomada directamente de los
apuntes utilizados en la conferencia. Para una profundización mayor
sobre el tema, recomendamos la lectura del libro
“Castellani, 1899-1949”
del mismo autor, editado por Vortice en el 2003.
Si Castellani era un profeta
Sin pensar demasiado en la patria, sin
demasiado esfuerzo, podemos afirmar tranquilamente que estamos en el
horno. Como a osadas, lo estaba Azarías:
“Entonces Azarías, poniéndose en pie, oró de
esta manera, y abriendo su boca en medio del fuego, dijo:
[...] En verdad y en justicia enviaste todas
estas cosas por causa de nuestros pecados. Puesto que hemos pecado y
obrado inicuamente, apostatando de Ti, y en todo hemos faltado; no hemos
obedecido tus preceptos ni los hemos observado; no hemos obrado según
habías dispuesto para que fuésemos felices. Todo cuanto has enviado
sobre nosotros y todo lo que nos has hecho, justísimamente lo has hecho.
Nos entregaste en manos de nuestros enemigos malvados, perversos y
prevaricadores, y en poder un rey injusto, el peor de toda la tierra.
Y ahora no podemos abrir la boca, siendo
como somos objeto de confusión de oprobio para tus siervos y para
quienes te adoran. Te rogamos que por amor de tu nombre no nos abandones
para siempre, ni destruyas tu alianza, ni apartes de nosotros tu
misericordia, por amor de Abrahán, tu amado, y de Isaac siervo tuyo, y
de Israel tu santo, a los cuales hablaste, prometiendo que
multiplicarías su linaje como las estrellas del cielo y como la arena de
las playas marinas.
Porque nosotros, oh Señor, hemos sido
empequeñecidos más que todas las naciones, y estamos hoy día abatidos en
toda la tierra por causa de nuestros pecados.
Y no tenemos en este tiempo príncipe, ni
caudillo, ni profeta, ni holocausto, ni sacrificio, ni ofrenda, ni
incienso, ni lugar donde presentarte lar primicias, a fin de poder
alcanzar tu misericordia. Pero recíbenos Tú, contritos de corazón, y con
espíritu humillado. (Dn. II:25-38].
Como advertirá cualquiera que rece con estas
palabras, buena parte de su belleza reside en su patriotismo, y en la
situación del país del profeta, reseñada en pocas palabras: “ hemos
sido empequeñecidos más que todas las naciones .” Pero aquí me
interesa destacar el inventario de insignes ausentes y notables
carencias, las que el país necesita y no tiene.
Y no tenemos en este tiempo príncipe, ni
caudillo, ni profeta, ni holocausto, ni sacrificio, ni ofrenda, ni
incienso, ni lugar donde presentarte las primicias.
Alguno podrá tal vez creer que Cristina es
una reina, pero Kirchner no es ningún príncipe. Otros creerán que el
último caudillo fue Don Juan Manuel de Rosas y, tal vez algún otro
creerá que lo fue Perón. Pero Duhalde, Macri, Menem y cía. de caudillos
tienen tanto como yo de ingeniero atómico. El holocausto que tenemos...
no me hagan hablar ?aquí el último holocausto fue Cromagnón. Pero no, no
tenemos holocausto. Y buena parte de los curas de este país? vaya uno a
saber si consagran con “la intención de la Iglesia”. Ciertamente, la
liturgia que rodea la inmensa mayoría de las misas que se rezan aquí
parecen indicar que no tenemos altares, sino “mesas de la historia”
donde el sacerdote celebra de cara al pueblo y de espaldas a Dios. Y no
parece, qué quieren que les diga, que haya sacrificio. Ni ofrendas. Y de
incienso, ni hablar, esa antigualla preconciliar definitivamente
desterrada y completamente innecesaria mientras pasamos por esta bendita
“Primavera de la Iglesia”.
Pero, sobre todo, no tenemos profeta.
Mas aquí la pregunta que me hago y que
quiero trasladarles esta noche: ¿es verdad que no tenemos profeta?
Porque si no tenemos profeta es porque Dios
no lo envió y nos dejó solos, y se duerme en medio de las tempestades y
no le importa lo que nos pasa.
¿Será cierto, ché, que no tenemos profeta?
Gente Distinguida.
Pero a lo mejor sí, macanas, tenemos
profeta, y simplemente no supimos distinguirlo. Con la cantidad de
pseudo-profetas que andan dando vueltas por ahí, se comprende, pero no
sé, ¿viste?
Y como es asunto se las trae, convendría
recordar a Chesterton cuando dijo que distinguir es propio de gente
distinguida —de modo que haríamos bien en abrir los ojos, no sea que no
reconozcamos al profeta que Dios nos envió. De esto también habló
Castellani.
Es notable lo que mandó Cristo acerca de los
profetas y apóstoles que prometió mandar a su Iglesia en el curso de los
siglos hasta la consumación de ella: mandó que “los reconociéramos”, que
“supiésemos distinguirlos”, que “los recibiésemos”.
“El que recibe a un profeta como profeta, dijo, tendrá
recompensa de profeta”.
Es difícil y meritorio reconocer a los
profetas actuales mientras viven; a los que han muerto ya están en los
altares muy pintaditos y acicalados, que no se mueven ni estorban, eso
es fácil y no incomoda. Pero ahora las curias ¿reconocen a los profetas
actuales y los reciben?” (Carta al Nuncio Zanín, en Seis Ensayos, p.
217).
Esta carta de Castellani al Nuncio fue
escrita un mes después de que yo nací, hace medio siglo ya. Y habría que
leerla y releerla todos los días, pues si Castellani es actual, nada más
actual que esta furibunda epístola en donde da a entender que él, si
señor, él, Castellani, es un profeta. En cualquier caso, nada más
profética que esta letra, escrita mucho antes de la debacle
postconciliar, mucho antes de que apareciesen curas y obispos herejes,
ateos, homosexuales, pedófilos y sobre todo tan, tan beatos, bobalicones
y burros.
¿Qué decía Castellani sobre los curas en
1954?
En la Argentina no hemos tenido pastores
santos, si se exceptúa el bondadoso y un poco corto Mamerto Esquiú.
Hemos tenido en cambio pastores malnacidos, pastores cobardes, pastores
avarientos, pastores iletrados, pastores simoníacos, pastores
embusteros, pastores calumniadores, pastores concubinarios; y los peor
de todo, pastores villanos, estúpidos o idiotas. Yo lo pongo en tiempo
pasado, S.E. es muy posible que pueda conjugar el tiempo, si, como creo,
no pertenece a ninguna de esas categorías. El diablo conoce muy bien
aquello de “heriré al pastor y se dispersarán las ovejas” . En
nuestro país ha hecho una obra fina; y a consecuencia de ella, la
Iglesia Argentina es un montón de ruinas, donde se esconden no pocos
bichos, algunos venenosos”. (Carta al Nuncio Zanín, 1954, Seis Ensayos,
p. 207).
¿Y no será cierto que Castellani es el
profeta que Dios le envió a la Argentina , el profeta que nadie quiso
oír y que resultó censurado, silenciado y finamente crucificado en vida?
Vamos a ver un poco, vamos a ver todavía, si
es verdad que no tenemos profeta, si acaso Castellani no le es.
Notas para distinguir a un profeta.
El dijo que sí, que no y que más o menos.
Por ejemplo en la carta al Nuncio que venimos citando, dice que
Yo no soy profeta y no tengo visiones; pero
de mis obras se puede espigar una cantidad de previsiones o
afirmaciones previsibles que se han verificado a la letra. (Carta al
Nuncio Zanín, en Seis Ensayos, p. 201.)
¿No eres profeta? Castellani, ¿no sos
profeta? Bueno, contestaría él, con típico humor: soy medio profeta, o,
por mejor decir, profeta tuerto.
No sé por qué será
lo que yo digo en verso
no sé por qué será
siempre resulta cierto.
Si es de cosa pasada
es como un documento
si es de cosa futura
surge un día el suceso
—y pasado y futuro
son uno allá
en lo eterno—
el suceso increíble
indescifrable y tétrico
y muestra que lo que
leí en el cielo,
le puse rimas,
arrojé al viento,
había dado en el
mismo centro
como pedrada en ojo
tuerto.
(Oraciones, pág. 245)
Y aunque no fuera que eso eso -profeta
tuerto- se empeñó toda la vida en descifrar las profecías de la
Escritura para que viésemos nosotros cuáles se cumplieron y cuáles
faltan cumplir. Como si dijéramos, un profeta en el sentido de “quién
habla por otro”. Y al fin final, que habla por Otro.
¡Oh, quién nos dará el conocimiento de las
profecías en esta época oscura, que no sabe adonde va y cuya principal
necesidad es saber adónde vamos! De mí sé decir que ninguna cosa le pido
en mi vida dura y difícil sino entender su Palabra; puesto que si no es
para eso, no se entiende para qué ha hecho mi vida tan dura y difícil.
(Psicología, p. 259)
Para qué, Padrecito Castellani, en efecto,
¿para qué una vida tan dura y tan difícil? Y sobre todo por qué. El lo
explicó como nadie.
El choque entre sacerdotes y profetas no era
desconocido en el A.T. pues lo registra por ejemplo el profeta Oseas y
Malaquías; y que ese choque llegase hasta el homicidio del profeta lo
sabemos por el mismo Cristo. Con razón recomienda tanto San Pablo que
los que tienen “carismas” se respeten y conlleven mutuamente [...] Los
que tienen el carisma de `pastor, es decir de directores u
organizadores, si creen que ellos lo ven todo, lo saben todo y lo pueden
todo, eso los lleva a odiar al Profeta, que es el hombre que ve.
(Fariseos, p. 93)
Vida dura.
Y qué sé yo —-no todos los que tienen una
vida dura son profetas. Pero la proposición inversa no falla. Así lo
dice Dennis Bratcher, por ejemplo, un hombre preocupado por la falta de
voces proféticas en nuestros días.
¿Necesitamos voces proféticas hoy? Tal vez.
Unas pocas. Pero no cualquiera posee una voz profética. Resulta caro.
Frecuentemente se los arroja a una cisterna o se los juzga por traición.
O se les corta la cabeza. O se los crucifica. O se los mata. Simplemente
no es un negocio que cuente con popularidad ¾ ¾ de modo que se requiere
un cierto tipo de persona para ser profeta. Los profetas no se confunden
con el común. Simplemente no pueden entender que uno no puede decir
ciertas cosas, ni puede hacer enojar a ciertas personas. No entienden
que los edificios deben ser construidos y pagadas las facturas.
Sencillamente no entienden cómo funciona el sistema y cómo se hacen las
cosas. No calzan en una conversación amable sobre la última trivialidad
porque siempre quieren hablar de asuntos demasiado serios. Son
insensibles sociales porque continuamente quieren traer a la
conversación tópicos de los que nadie quiere hablar [...] Los profetas
frecuentemente ven cosas que los demás no ven y así se vuelven molestos
para sus “familiares” que incluso a veces los acusan de haber perdido la
chaveta.
Recurriendo a una categoría Kierkegordiana,
Castellani se reconocía un “singular” y en esa medida su voz resonaba
con aires proféticos, malgré lui .
No hay pues “profetas de vocación y profetas
de profesión” sino profetas, y repetidores y pseudoprofetas; o sea
mistificadores peligrosísimos […]
Los Profetas tenían la inspiración
religiosa, más aun la revelación; y esto se transparentaba en sus vidas
y acciones. No vacilaban en retar a los reyes, increpar a los sacerdotes
o disgustar a la plebe, para llevar adelante la palabra de Dios; y en
consecuencia, eran perseguidos. A este oficio llama Cristo a los Doce,
poniendo el acento en lo “nuevo” que todo profeta profiere: en su
desposar la actualidad, como diríamos hoy […]
La soledad cerca a todo hombre que tiene una
misión en este mundo, sobre todo una misión religiosa—entonces ese cerco
suele devenir persecución. El tiene que servir a lo General. ¿Por qué
razón el Presente va a pagar al que está al servicio del Futuro? […]
La suerte de los profetas hebreos, de los
que nos quedó noticia, ha sido brava. Cristo se la echa en cara a los
Fariseos, que estaban en camino de martirizarlo a El, último profeta de
Israel y primero del Cristianismo. (Las Parábolas de Cristo, p. 162 y ss.)
Muy a su pesar.
Y no que fuera un caprichoso, como se lo ha
acusado tantas inicuas veces, ni que quería hacerse el “enfant
terrible”, ni que estaba loco. No señor, Castellani, como cualquier
profeta, no tenía vocación ninguna por el martirio: no era un suicida y
sabía que decir lo que tenía que decir le costaría carísimo. Pero como
Jonás, quiso huir, refugiarse en una vida académica, en una tranquila
“studiositas” de biblioteca, pipa y ocio intelectual. Pero Dios no lo
dejó.
Llegó a Jonás, hijo de Amitai, la palabra de
Yahvé en estos términos: `Levántate y ve a Nínive, la ciudad grande, y
predica contra ella, porque su maldad ha subido hasta mi presencia´.
Pero Jonás se levantó para huir de la presencia de Yahvé, tomando el
camino de Tarsis” (Jonás, I:1-3)
Le pasó lo de Jeremías, que quiere excusarse
y Dios que no lo deja.
¡Ah Señor Yahvé, he
aquí que no sé hablar, porque soy un adolescente!” [...] Por eso me
dije: “No me acordaré ya de El ni hablaré más en su Nombre”, pero luego
sentí en corazón como un fuego abrasador, encerrado en mis huesos; y me
esforcé por contenerlo, pero no pude. (Jer. I:6 y XX:9).
No pudo. No pudo contenerse pobre Castellani.
Porque
Hay que saber que el que escribe un libro de
estos no escribe lo que quiere sino lo que le sale de la cabeza; la cual
a veces parece como conectada con una voluntad imperiosa, que no es la
propia. (del Prólogo a Dulcinea).
En Manresa no quería más sopa. Y suplicaba
para que Dios se compadeciese de él, que no lo enviase.
Sufriendo
cabe un siglo en cada día...
Ya toda la panoplia has agotado.
Señor, sólo un suplicio te ha quedado
¡No me lo des! Es el de Enoch y Elía.
(Oraciones, p. 285).
Pero Dios resistió a sus súplicas. Y las
consecuencias eran para llorar.
-En el foso fatal de los leones
¿quién te mandó meterte?
¿Quién te empujó desnudo inerme inerte
a entrar en el cubil de los mandones?
¿Quién te llevó la mano a los tizones
y en la boca del lobo malasuerte?
¿Qué cosa te hizo falsamente fuerte
encontradizo con los encontrones?
Todo lo que te pasa por Quijote
Te está bien. ¡Y veremos todavía
Veremos cómo acaba! ¡Es el comienzo!
Ahora te tienen ellos del cogote
¡Es el fruto de tu sabiduría!
¿Cómo incurriste en tal majadería?”.
-No fui yo- le contesto. Callo y pienso...
(Oraciones,
p. 210)
Vocación de profeta.
Un profeta enviado por Dios, lo es para
dejar en claro una verdad —o varias— al precio que sea. El precio lo
paga el profeta. Con el profeta Dios deja instalada, establecida
diríamos, verdades que luego, en el Juicio Final, no nos dejará
excusarnos, que no sabíamos, que no nos habíamos enterado. Como lo
dijeron claramente los discípulos de Emaús:
“¿Eres tú el único
peregrino que, estando en Jerusalén no sabes lo que ha sucedido en ella
en estos días?” (Lc. XXIV:18).
Cosas que todos conocen / pero que nadie
cantó.
El profeta confrontará las potestades seculares si falta
hace, pero habitualmente no es ésa su principal incumbencia, sino el
confronto con las autoridades religiosas por esconder verdades que Dios
quiere luminosas, la denuncia por permitir que la doctrina se corrompa o
la acusación por vivir en colusión con el mundo mientras se degradan las
costumbres. Por eso el profeta —a imagen de Cristo— quieras que no, a la
larga o la corta, se encontrará de topada con la jerarquía religiosa.
-Mira andaluz:
cuando
la Iglesia anda mal, no coincide la vocación de sacerdote
con la de profeta; y esto es señal infalible, que entonces los
sacerdotes desconocen y aun persiguen a los profetas ¾ ¾ y eso pasaba en
mi patria.” (Juan XXIII, p. 280).
¿Eso pasaba? ¿Los sacerdotes persiguen al
profeta? Y dígame, Padre Castellani, ¿cómo lo sabe Ud.?
En mitad del camino de mi vida —un poco más
allá— tuve una experiencia brutal con la Santa Madre Iglesia Jerárquica,
o la Jerarquía de la Iglesia , o Des-Jerarquía si se quiere. El choque
fue como para no dejarte una ilusión en la vida. Encontré que en mi caso
no se veía por ningún lado la bondad y la santidad, sino al contrario.
Los Jerarcas (algunos) se portaban con un sacerdote afligido no como
Santa Madre sino como Madrastra —por no decir Hiena. (Jauja, p. 391).
¿Y por qué molestaba tanto este “pobre
sacerdote”? ¿Por qué se las agarraron con este pobre cristo que sólo
escribía un par de artículos de vez en cuando y sacaba un librejo cada
muerte de obispo? Porque decía verdades que nadie quería oír. Y para eso
lo había mandado Dios. El mensaje era claro, aunque crucificara la
interioridad del profeta con esa sutil forma de agonía que es la
perplejidad:
¿Qué ha de hacer un
cristiano en una Iglesia decaída, digamos, corrompida; un hombre de
verdad a quien le toca el sino de vivir en mala época? ¿Qué es lo que le
exige y le permite la fe? ¿Puede callar? ¿Está obligado a hablar? El
problema se complica terriblemente con otras preguntas. ¿Qué misión
pública tiene? ¿Hasta dónde está corrompida
la Iglesia ? ¿Qué efecto positivo se puede esperar si
chilla? ¿Cómo ha de chillar? La obligación expresa de “dar testimonio de
la verdad”, que fue la misión específica de Cristo, se vuelve espinosa
en Sócrates, angustiosa en un pastor como Kierkegaard, perpleja hasta lo
indecible en un simple fiel” (Cristo y los Fariseos, p. 45).
Y la historia siempre se repite. Es cuando
el pueblo cae en la apostasía que Dios envía al profeta para “chillar”,
para corregir el rumbo. Sólo que a Castellani le tocó venir a denunciar
la Gran Apostasía, posiblemente la última.
Lo que llaman la “apostasía de las masas”
(que no es de las masas solamente) no se cura con “propaganda fide”
[...]
¿Podría haber apostasía del mundo, sino
hubiese porquería en la Iglesia ? Si la Iglesia fuera hermosa, atraería
necesariamente y no repelería. Y sería hermosa si estuviese limpia. Esto
no tiene vuelta de hoja [...] si la Iglesia no atrae, no es atractiva, y
si repele, es repelente. Antes no lo fue, ahora lo es. Esto es todo
[...] Para detener la apostasía habría que curarle el mal aliento y para
eso purificarle la sangre: es decir, suprimir la fealdad de su faz, y
para eso contrarrestar la iniquidad de sus entrañas; porque mientras
mane iniquidad, olerá mal y mientras huela mal rechazará a los hombres.”
(El Ruiseñor fusilado, p. 120-121).
Ahora bien, Dios quiere que el profeta diga
bien lo que ha de decir. Y para eso primero debe sufrir primero en carne
propia lo que ha de proclamar. No es como esos energúmenos que pinta
Hollywood, esos pseudo-profetas a
la
John Knox o Juan Calvino, un hombre que vocifera desde el
púlpito de su puritana auto-complacencia, denunciando corrupción aquí y
allá como si no le doliese lo que ve, como si no se sintiese solidario
con los demás. Como si no fuera patriota.
Profeta Patriota.
Es por patriota, justamente, por amor a su
patria, que Cristo lloró.
“¡Jerusalén! ¡Jerusalén!, tú que matas a los
profetas y apedreas a los que te son enviados.
(Mt. XXIII:37).
Así también, Castellani lloraba por el país.
De las ruinas de este país, que llevo
edificado sobre mis espaldas, cada rato me cae un ladrillo al corazón.
¿Quién se enferma que yo no me enferme? Dios me ha hecho el órgano
sensible de todas las vergüenzas de la patria, y lo que peor, de cada
alma que se desmorona”. (Su Majestad Dulcinea, p. 111. Vide quoque El
sermón del cura loco donde anticipa su huída de Manresa, p. 93).
Se ha discutido mucho si Castellani era
nacionalista o no. Yo creo con Aníbal D'Angelo que es al revés, que el
nacionalismo argentino se hizo “castellaneano”. Pero lo que nadie puede
discutir es que se jugó la vida por las profecías y que esa jugada la
hizo por nosotros.
A los fieles de los países del Plata,
previniéndolos de la próxima Gran Tribulación, desde mi destierro,
ignominia y noche oscura. Leonardo Castellani, Captivus Christi.”
(Epígrafe de Cristo ¿vuelve o no vuelve?).
¡Pobre Castellani! ¡Se jugó por nosotros al
cuete! Ni le dieron bola entonces, ni acaso ahora mismo, mientras esto
digo, sigue desterrado, ignominiado y deliberadamente ocultado.
Ustedes tendrán sus propias experiencias,
pero mi propia experiencia es que la Patria me ha puesto al margen de
sus movimientos, me ha hecho ciudadano de segundo orden, me ha cargado
como escritor con la conspiración del silencio, me ha exonerado de mi
trabajo cinco veces, y en algunos lapsos no me ha dejado ejercitar
ninguno de los tres oficios que sé, o sea: sacerdote, profesor y
escritor. Son oficios que estudié bien; y ha habido trechos en mi vida
en que no podía ejercitar ninguno. Podría haberme agregado a la
emigración de los técnicos, pero no lo hice. Me quedé aquí. Incluso lo
juré.
No se entiende bien por qué, tan
desgraciados que fueron sus connacionales con este hombre que tanto bien
nos hizo, que se jugó hasta el caracú por nosotros y al que
prácticamente nadie reconoció. ¿Acaso Cristo mismo no dijo que nadie es
profeta en su tierra? Pero él dijo algo más:
La respuesta a esto es la misma. No son la
Patria los que actualmente y desde hace mucho tiempo mangonean el país a
su gusto o al gusto del diablo: ¡ La Patria son ustedes! [...]
¡Cómo va a ser la Patria esta inmensa laguna
en que andamos braceando con desesperación, nadando contra corriente y
empantanándonos sin poder ir ni atrás ni adelante; esta casona derruida
donde respiramos aire gastado, comemos pan duro, estamos inundados de
mentiras y pamplinas, leemos o vemos cada día cosas que nos dan en
rostro, estamos vejados por el cretinismo ambiente y creciente,
soportamos vergüenzas nacionales. La Patria son ustedes. Entonces ¿ la
Patria real es muy chica? No lo sé, puede que sí, puede que no.
Pero la Patria son ustedes” (Discurso a sus
setenta años, en Seis Ensayos , p. 18).
La tradición profética.
Alguno pensará para sí, ¿no era que Randle
iba a hablar sobre la Patria ? No sé, sobre el país, qué tenemos que
hacer, el futuro del nacionalismo, etc. etc...
Yo he hablado sobre el país. Y he pensado al
país en términos castellaneanos, qué se creen ustedes. Y sí, la patria
son ustedes.
Pero recordemos una vez más a nuestro Señor:
Quien recibe a un profeta a título de
profeta, recibirá la recompensa de profeta
(Mt. X:41).
¿Recompensa de profeta? ¿Han pensado ustedes
cuál es la recompensa del profeta? Está indicada claramente al final del
sermón de Cristo sobre las bienaventuranzas. Cuando Cristo terminó de
tildar a los dichosos, los pobres, los afligidos, los mansos, los que
tienen hambre y sed de justicia, los misericordiosos, los de corazón
puro, los pacificadores, los perseguidos por causa de la justicia,
termina con esa suerte de colofón de todas las bienaventuranzas, no sé
si se acuerdan:
Bienaventurados seréis
cuando os insultaren,
cuando os persiguieren,
cuando dijeren mintiendo
todo mal contra vosotros,
por causa mía.
Gozaos y alegraos, porque vuestra recompensa
es grande en los cielos, pues así persiguieron
a los profetasque fueron antes de vosotros
(Mt. V:11-12).
La Patria son ustedes... me he quedado
pensando, qué le voy a hacer. Y no sé por qué inconsecuencia, he
recordado que
“Tanto amó Dios al mundo que le envió a su
Hijo”.
La Patria son ustedes... campanea la voz de
Castellani en mis oídos, una y otra vez. En mi biografía lo he dejado en
las escalinatas del Salvador, hecho puré, pobre cura. Y su voz retumba
dentro mío, no sé qué hacerme con todo esto.
El choque fue como para no dejarte una
ilusión en la vida...
Quizá podamos decir entonces que “tanto amó
Dios a la Argentina que le envió a Castellani”.
Y que la Patria , muy señores míos, son
ustedes.
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