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EL ENIGMATICO 666

(Una vela que me desvela como pena extraordinaria)

Juan Pampero

 

   Dejad decir; dejaos de censurar, condenar, encarcelar; dejaos prender, pero divulgad vuestro pensamiento. Esto no es un derecho, es un deber. Toda verdad es para todos (…) Hablar está bien, escribir es mejor; imprimir es cosa excelente (…) Si vuestro pensamiento es bueno, se le aprovecha; si es malo se le corrige, y se aprovecha todavía. ¿Pero el abuso? (…) Esta palabra es una tontería; los que la han inventado, ellos son los que verdaderamente abusan de la prensa, imprimiendo lo que quieren, engañando, calumniando e impidiendo responder.

                                                                                                                                                                                                 Paul Louis Courrier

   “También realizaba grandes prodigios –decía Juan recluido en la islita de Patmos al redactar el Apocalipsis, el último libro del Nuevo Testamento-, llegando a hacer descender fuego desde el cielo sobre la tierra a la vista de todos -¿se estaría refiriendo a los artefactos nucleares arrojados por la civilización yanqui sobre el Japón?-. Y por los prodigios que realizaba al servicio de la primera Bestia –si esta es la segunda, ¿serán los británicos la primera Bestia?, porque los EE. UU. están al servicio de Inglaterra-, sedujo a los habitantes de la tierra para que fabricaran una imagen en honor de aquella que fue herida por la espada y sobrevivió –pienso que el apokaleta no se estará refiriendo al caso de Alemania o de Malvinas, ¿o sí?-. También se le permitió dar vida a la imagen de la Bestia, para hacerla hablar y dar muerte a todos aquellos que no adoraran su imagen –digo: ¿como el caso de Irak y dos docenas más?; o como Irán que está en capilla?-. Así consiguió que todos –pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos- se dejaran poner una marca en su mano derecha –seguramente un billete, ¿qué otra cosa más puede ser?- o sobre su frente -¿la globalización?-, de manera que nadie podía comprar ni vender si no llevaba el nombre de la Bestia –los que están afuera de la Globalización no existen-, o la cifra correspondiente a su nombre -¿la marca de la Bestia?-. Para esto se precisa sutileza. El que tenga inteligencia calcule la cifra de la Bestia, porque es una cifra humana: 666” (Apoc. 13, 13-18).

   ¿Y qué me dice el lector de esto? Que se me ha quedado serio como manco bajando el palo enjabonado. No se haga problemas que yo también estoylo. Es estremecedor. Bueno: la verdad que no es para menos. Ya les decía a unos Padres Jesuitas mientras tomábamos un café, hace de esto un cierto tiempo: en esta parte de su visión extraordinaria, Juan lo pone a uno en la situación de descalificado, por cuanto le exige al fulano que, para calcular la cifra de la Bestia, debe tener inteligencia. Y cuando se entra en este terreno, no es para todos el caldo de gato. Se han reído los Padres por esta y otras de mis ocurrencias, pero es la verdad. Ellos también, siempre en voz muy baja, dicen de las suyas. No los piensen como santitos que son de carne como nosotros.

   ¿Cuánto se ha escrito sobre el 666 que, por ser la cifra de la Bestia, se lo ha tomado por el Anticristo? Porque Juan no habla del Anticristo. Creo que en realidad el primero que lo hace es el Apóstol Pablo en las Cartas Paulinas. Pero se supone, y con razón, que el Anticristo es o será una Bestia, en esto estoy conteste. En los dos últimos trabajos que he leído hace unos años sobre el Apocalipsis de Juan, el del Padre Leonardo Castellani y el del Padre Alfredo Sáenz, y aquí he nombrado a los más serios de los editados en castellano, se trata este tema con método y suma profundidad. Es, por  tanto, lectura recomendable. Pero Castellani con el ingeniero Hernández son los que más trabajaron esto.

   Sobre el Anticristo vinculado al 666 se han derramado ríos de tinta y empleado decámetros cúbicos de papel. Y como en el alfabeto griego, como en el hebreo, cada una de las letras tiene un correspondencia numérica (por ejemplo: a = 1; b = 2; etc.), se suele establecer un correlato entre cifras y letras. Así se pensó en algún momento, que el 666 era el Emperador Nerón, que metió preso a Juan en Patmos, se hacía adorar como un dios y era realmente una bestia. De allí se ha ido acomodando, artilugios aritméticos mediante, algunos muy retorcidos, este 666 a los personajes de cada época. Por él pasaron desde Atila, y reyes del Medioevo hasta Napoleón, y cayó en la volteada despiadada Mussolini primero y Hitler después. Pero no Stalin, por ejemplo. Tampoco Roosevelt, Churchill o Truman, que bien se ve jamás fueron el Anticristo, aunque con seguridad sí masones y anticristianos.

   No escasearon tampoco los aprovechados en esta mazamorra: como al Nerón romano, el más viejo de los Anticristos, le falta una sola letra para ser Perón, y el trámite de la demostración ya estaba hecho, le endilgaron al Tirano Prófugo, entre otros muchos epítetos, el sambenito de ser el vero Anticristo. La tarea estuvo a cargo del cura Ludovico García de Eloydi allá por el año 1956. Pero se le olvidó a este piadoso hombre, como a todos los demás que la jugaban de otarios, que él había sido funcionario del Régimen Depuesto. Luego, y por carácter transitivo, él colaboró eficientemente desde el Consejo de la Educación Católica con el Anticristo para hacer cosas propias de los satanistas. ¿O me equivoqué en esta deducción? Haber si sale uno a demostrarme lo contrario.

   Por allí se ha dicho también que el número 7 es el de la suma perfección. Recuerdo que en antaño algo parecido le ocurrió al número 5. Y como el 6 está metido entre el 5 y el 7 en la sucesión fundamental de los números naturales, sería el número de la suma imperfección. Para colmo Juan lo pone tres veces repetido como 666, por lo que debería entenderse que la cifra de la Bestia es el de imperfección por antonomasia; consecuentemente es una cifra humana, no divina. Y con todo lo dicho, parecería que el tema toca a su fin, porque más jugo se puede sacar de una lengua de loro. Pero como verá el lector, no es así.

   Veamos de dónde podemos sacar tantos 6 como pide Juan, con sutileza e inteligencia. Sea la circunferencia de centro O y radio r [en geometría se anota C(O;r)]. Tomando un radio como el OA, por ejemplo, marcamos sobre la circunferencia los puntos FEDCBA. Uniendo estos puntos queda determinado el hexágono ABCDEF, que es regular por tener sus seis lados iguales al radio.

   Luego unimos A con E, E con C y C con A. Queda así formado el triángulo AEC, que es equilátero, porque siendo los arcos AE, EC y CA iguales por construcción, las cuerdas que subtienden dichos arcos también lo son. Y lo mismo ocurre con el triángulo que está invertido DFB.

   En esta construcción, que no es para nada caprichosa, abundan los 6. El lector ya se habrá dado cuenta. Por ejemplo: 6 lados tienen los triángulos mayores; hay 6 triángulos menores como el NRB que también son equiláteros; 6 triángulos isósceles como el BRC; 6 son los lados del hexágono; la circunferencia está cortada en 6 puntos; se ven 6 sectores circulares delimitados por los arcos como BC y su cuerda BC y 6 lados tiene el hexágono más pequeño que ocupa el centro, que es regular y proporcional al ABCDEF, lo que se demuestra por simetría central [S(O;r)]. Geométricamente este conjunto es muy interesante y contiene algunas propiedades que no enunciaré, como que la suma de las áreas de los triángulos NRB es equivalente al área del hexágono más pequeño, etc. Lo que por ahora me interesa es que ha quedado conformada la llamada Estrella de David, inscripta en un hexágono que a su vez está inscripto en una circunferencia que contiene a este todo.

   Entonces esta Estrella tiene 6 lados iguales; 6 vértices, separados en 3 superiores y 3 inferiores, y comparte 6 puntos con el círculo en el cual queda inscripta. He aquí el 666. ¿Será esto lo que andamos buscando? ¿Será este el mensaje críptico de Juan Apokaleta? Es lo que no sé y por ello se lo digo a mis abnegados lectores. ¿Y por qué lo dijo de esta manera y no explícitamente? Por temor a los judíos que en Roma eran poderosísimos. De esto no hay duda. Y si lo hubiese dicho habría durado menos que un huevo en la mano de un loco, como le pasó a San Bernabé y a tantos otros.

   Pero mire don lector: ya que hicimos treinta hagamos treinta y uno, terminando con esto y explicando lo que falta. Para ello tenemos que apelar a la Kabala Judía.

   La kábala (o kabbala, la tradición en hebreo), es, según el patriarca del ocultismo moderno Elifaz Leví, una colección de doctrinas ocultas del judaísmo que tratarían de explicar pasajes ocultos de las Escrituras. Pero en realidad es una mezcla de neoplatonismo (mal copiado y sin asco de los árabes peripatéticos), gnosticismo, ocultismo (plagiado a la Alta Magia dogmática), teosofismo (imitado de los alquimistas delirantes), falso misticismo (tomado de los maniqueos y sus epígonos los albigenses) y hermetismo (de Hermes Trimegisto). De manera que la doctrina kabalística no es el en fondo más que un paganismo en forma rabínica, resultando a la postre que la doctrina del Talmud es para el judío la teología moral, como la kábala es la teología dogmática.

   El TriánguloEquilátero (tomado de los Pitagóricos de la Magna Grecia), simboliza el Dios-Naturaleza o gnosis, que en griego quiere decir ciencia o verdadera sabiduría. Los tres lados del triángulo superior (DA, AC, DC), simbolizan los tres reinos: mineral, vegetal y animal. Los tres lados del triángulo inferior (EB, BD, DE), representan lo que les da vida a los lados de arriba en sus tres tiempos: pasado, presente y futuro.

   Los tres vértices superiores que se forman (F, A, B), no son más que una representación alegórica de las llamas de un fuego (la zarza ardiente, el dios de los masones: Satanás) que es la causa primera de los seres, gran motor y principio de la triada: generación, destrucción y regeneración. Los tres vértices inferiores (C, D, E), representan a la trinidad hindú de Brahma, Siva y Visnú, con sus interpretaciones panteístas desde luego, y sus derivaciones eróticas, relacionadas con las bacanales y saturnales de los misterios eleusinos.

   Como los triángulos se encuentran inscriptos en un hexágono regular (ABCDEF), los puntos que éste comparte con la circunferencia  son seis: significando los superiores (FAB) las tres lumbreras: la Biblia, que es la divinidad o luz sobre nosotros; la escuadra, que simboliza la luz de nosotros y el compás que representa la luz alrededor de nosotros. A los tres puntos inferiores (EDC), se le ha adjudicado el trigrama Audi, Vide, Tace (oye, mira, calla) y también Libertad, Igualdad, Fraternidad que es propiedad de los masones.

   ¿Y qué significaría el círculo que contiene a toda esta parafernalia? Le cedo la palabra a Luis Umbert Santos, que fuera Gran Inspector General del Consejo Supremo del Grado 33° para España y sus Dependencias: “El círculo es una figura geométrica –dice el entorchado Hermano-, que la Francmasonería considera la más perfecta y por medio de la cual representa la Creación y el universo, así como su combinación triplicada considera la palabra inefable de los hebreos con el nombre de Dios, según la tradición del grado de Maestro Secreto, en el Rito Escocés Antiguo y Aceptado” (Filosofía Masónica, Cap. III, pág. 34, Ed. Galve, Méjico, octubre de 1989). ¿Algo para comentar? No. Creo que no.

   Esta Estrella llamada de David, mala copia o copia pervertida por los kabalistas del Sello de Salomón, no tiene nada de religioso si es que nos referimos a los hebreos (el Antiguo Testamento, La Torá,  y sus 49 libros), o a nosotros, los cristianos (el Nuevo Testamento que contiene 27 partes: cuatro Evangelios, 2 libros y 21 Cartas, entre las Paulinas y las Católicas). No. Este es un símbolo de aparición reciente para el vulgo, a caballo de los Siglos XIX y XXX, lo que no quiere decir que lo hayan usado antes en ceremonias sacrílegas como la vista por Ezequiel (Ez. 8, 1-18) y cuya lectura detenida recomiendo. Es un símbolo político, perteneciente al Sionismo Internacional.

   Nos decía el General Perón (Latinoamérica ahora o nunca) que las grandes Internacionales de la Sinarquía están constituidas por: El Judeo-Sionismo; El Capitalismo Financiero; El Comunismo Dogmático; Las Logias Pseudo Católicas Internacionales y Las Logias Masónicas. Ahora dígame el lector en dónde no están trabajando todos estos para el aniquilamiento de las Patrias. A cada paso que se da uno se los encuentra. Y justamente por las palabras liminares y la orientación dada por el General Perón es que siempre insisto en estos temas. 

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