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MÁQUINA DE TEJER INTRIGAS

(Antes de inventar la lanzadera, los ingleses ya tejían intrigas)

 

 

   Todo aquel que tenga conocimientos elementales de magnetismo, sabe que el geoide que es la tierra se comporta como un gran imán. Son infinitas las líneas de fuerza que parten de los polos magnéticos y se unen entre sí formando una madeja fenomenal, tal cual muestro en la figura, muy modesta desde luego, que me hace de portada. Estas líneas de fuerza son acusadas sobre la superficie terrestre por las agujas magnéticas, predecesoras de las brújulas para la navegación marítima y terrestre. Ellas marcan simultáneamente dos ángulos que, por razones didácticas, los he separado en las laminillas que siguen:

 

 

 

   El ángulo d se llama de declinación magnética; y al ángulo i se le dice de inclinación magnética. Tanto d como i son variables para cada punto de la superficie terrestre. Más aún son variables de año en año para un mismo punto y, en ocasiones dentro un mismo año. Y ello ocurre porque se sabe que, por causa de las variaciones en la radiación solar los polos magnéticos terrestres no permanecen estáticos, sino que son migratorios, dentro de un elipsoide de radios insignificantes comparados con el radio terrestre. Aunque, para ser auténticos habría que decir que migran constantemente. De manera que en la práctica, para los cálculos gruesos, a estos polos se los puede considerar como fijos; pero para los cálculos más delicados, caso del lanzamiento de un proyectil dirigido o balístico de cierto alcance, hay que considerarlos móviles e introducir las correcciones en dirección. Así como a partir de los 26 Km hay que introducir correcciones en el alcance por la esfericidad de la tierra (tal cual lo hacen las antenas de microondas).

   También sabemos, por conocimientos de la escuela primaria y secundaria, que un imán común tiene dos polos. Uno denominado Norte (magnético) y el otro Sur (magnético). Que el polo Norte siempre atrae al Sur, o viceversa, también es sabido y es una ley. En las figuras de arriba los he señalado con grisados diferentes, aunque impropiamente, porque nadie ha encontrado el punto medio de un imán, ni lo encontrarán jamás, porque el dicho punto de un imán también es migratorio, de donde es más razonable hablar de una región denominada centro antes que de un punto o recta que lo contenga.

   Ahora bien, dejando libre una aguja magnética, alejada de todo campo ponderomotriz, esta comenzará a oscilar hasta detenerse en un punto que llamaremos de reposo o de equilibrio, porque la sumatoria de todas las fuerzas interiores de la aguja y exteriores a ella son iguales a cero, incluida la gravitatoria. Esta aguja así dispuesta marcará con su polo Norte el Sur magnético terrestre. Y al revés: con su polo Sur indicará el polo Norte magnético.

De aquí, como no puede ser de otro lado, los humanos bautizaron como Norte al polo Sur. Y al revés: como Sur al Norte. En la figura de abajo he graficado las distintas posiciones que va tomando nuestra aguja al avanzar de un polo hacia el otro.

 

 

   De donde resulta que lo que comúnmente conocemos como mapamundi debería verse así:

 

 

   Que no tiene nada que ver cono lo divulgado y aprendido por millones de personas que hoy me discutirían agriamente. Yo no me atrevería a contradecir a alguno que me diga que el mundo así dispuesto es extraño y hasta ridículo. Sí, pero es la verdad. De donde los Estados Unidos deberían ser, por ejemplo, de Sudamérica; y los sudacas, como nos llaman los españoles, siempre infames y renegados de nosotros, en verdad son ellos: unos auténticos y legítimos sudacas y no sudacas autoritariamente como somos nosotros.

   Los ingleses, únicos autores de este desaguisado, apelaron a esta mentira por una razón de orden psicológica involucrada con la dominación de los pueblos. He buscado afanosamente alguna excusa para esta pretensión y no he hallado. Ni siquiera de orden práctico. Nada. Pero sí hay una cuestión que se percibe entre Sur y Norte, como aquello de que lo que está Arriba, siempre es esplendoroso y magnificente, y lo de Abajo es eternamente ruin, miserable y dependiente. Cuando por lo que acabamos de ver es exactamente todo lo contrario. Este es parte del plan silente con que los británicos han ido mentalizando a la opinión pública. Sobre estas bases totalmente falsas, ellos y sus socios, han edificado catedrales de bronce. Y si no me creen, observen lo que dicen los geopolíticos y geoestrategas de los hemisferios Norte y Sur. El Norte tiene un destino manifiesto; el Sur, su antónimo, debe tener, como tiene, un destino recóndito y arcano. Uno es bello, el otro feo. Este es perfumado, el otro hediondo como perro muerto. Es toda una mentalidad, muy difícil de destruir, que se ha montado sobre una pavada sin abuela.

   Como este norte magnético (el de la aguja) es coincidente hoy, aproximadamente, con el norte geográfico y el norte de coordenadas, es muy difícil que se pueda cambiar en las proyecciones Gauss-Kruger. Porque saldría más caro el collar que el perro. Pero sí hay otras cosas que se pueden hacer, como es contarles a los chicos esta verdad. Que en la práctica apliquen lo vigente, es harina de otro costal. Pero que sepan como se engendró esta patraña. Hace poco leía un libro sobre Malvinas editado por 1930 y su autor, aunque les parezca ridículo, pedía, en aquel entonces, que por favor se editaran los mapas de la República Argentina con la Islas Malvinas adyacentes y se les enseñara a los muchachos y chicas sobre esta parte de nuestro territorio. Hoy nos parece normal ver al pie de la Patagonia el archipiélago malvinense: trabajo cumplido. Y bien: con esto habría que hacer lo mismo. Empezar por cualquier lado, pero empezar, sabiendo que lo peor es no hacer nada. Será una cuestión docente. Los docentes cuando quieren, mueven montañas. Ni siquiera será necesario motivarlos. Tampoco predicarles, porque ellos de por sí son predicadores. Y en esto, que es la base, el sótano de la Conciencia Nacional, no necesitamos explicadores que de ellos somos hartos, necesitamos predicadores que, al mismo tiempo que dicen convenzan para, que cada persona haga suya la causa de todos.

 

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