Como
una síntesis del predominio judío en el primer gobierno bolchevique instalado
en Rusia, puedo darles el siguiente cuadro estadístico:
CARGOS
GUBERNAMENTALES |
TOTAL de
MIEMBROS |
MIEMBROS
JUDIOS |
PORCENTAJE JUDIO |
Consejos de Comisarios del Pueblo |
22 |
17 |
77% |
Comisión de Guerra |
43 |
33 |
77% |
Comisión de Asuntos Exteriores |
16 |
13 |
81% |
Comisariato de Hacienda |
30 |
24 |
80% |
Comisariato de Gracia y Justicia |
21 |
20 |
95% |
Comisariato de Instrucción Pública |
53 |
42 |
79% |
Comisariato de Socorro Social |
6 |
6 |
100% |
Comisariato de Trabajo |
8 |
7 |
88% |
Delegados de la Cruz Roja |
8 |
8 |
100% |
Comisarios de Provincias |
23 |
21 |
91% |
Periodistas Oficiales acreditados |
41 |
41 |
100% |
Total de cargos disponibles |
271 |
232 |
87,72% |
Haciendo la media aritmética
(el promedio vulgar) de estos 11 porcentajes resulta que el 87,72% de los
integrantes del gobierno bolchevique con anterioridad y hasta 1920 eran
judíos. Pero si se hace la media ponderada, asignándole coeficientes a los
cargos públicos revolucionarios de cierta relevancia (porque por ejemplo: el
Comisariato de Gracia y Justicia no tiene el mismo peso político en la toma de
decisiones que el periodismo; etc.), se llega al 92,23%. Tomándose cualquiera
de estas dos cifras, que en definitiva tan sólo difieren en un 4,51%, se llega
al convencimiento que el gobierno de la Rusia Bolchevique, el que instaló el
comunismo como régimen, era un gobierno netamente hebreo. Sin embargo los
judaísmos locales, ni el internacional, jamás le han explicado a los pueblos,
particularmente a los que han sufrido las atrocidades comunistas como es el
caso de la actual Cuba Comunista del Patriarca de las Américas, Fidel
Castro, a qué se debió este fenómeno, tan inaudito como paradojal. Y aunque
sea ésta una cuestión casi histórica, creo honestamente, que aún están a
tiempo para aclarar qué fue lo que realmente pasó, porque ahí están sus raíces
a las que se deben develar según don Hugo Chávez Frías.
En la Revista Aften
de febrero-marzo de 1920, se publica un artículo que, entre otros importantes
detalles, contiene la siguiente narración: “En todas las instituciones
bolcheviques, los jefes son judíos. El Comisario de Enseñanza Elemental,
llamado Grunberg, habla mal el ruso, porque es norteamericano. Los judíos todo
lo consiguen y a todo lo alcanzan. Saben obtener sumisión absoluta y
mantenerla, sin embargo se muestran altivos y coléricos para con todo el mundo
que no sea judío; lo que subleva al pueblo contra ellos.”
“El doctor Jorge A. Simon,
sacerdote cristiano –comenta Henry Ford- de una comunidad religiosa de
Petrogrado (después Leningrado), declaró que centenares de agitadores salidos
de los barrios bajos de New York (llamado West Side), se encontraron con el
séquito de Trotzky (en el ghetto de Moscú Lev Davidovich Bronstein) (…)
Para muchos de nosotros fue una sorpresa el elemento marcadamente judío en
aquella masa, comprobándose luego que más de la mitad de todos esos agitadores
del llamado movimiento soviético eran judíos.” (para todo esto véase El
Judío Internacional, en pp. 212 y 217).
“El bolchevismo
–concluye diciendo Henry Ford-, no es nada más ni nada menos que la
realización del programa internacional contenido en Los Protocolos de los
Sabios de Sión, tal como estos deberán realizarse en todos los países por una
minoría radical. Los acontecimientos de Rusia representan el ensayo general.”
Y hablando de todo un poco,
¿cómo andamos por casa? ¿Eh? ¿Qué se cuenta por allá? Porque después de lo de
la Embajada (tapada con una carpa de circo), la AMIA y DAIA (¿a dónde empieza
una y dónde termina la otra y viceversa?), el asunto con la República de Irán,
la contraofensiva de ésta pidiendo la captura del Juez, Corach y Beraja (se
les olvidó Cohan que era el Secretario General de la Presidencia y el atrevido
Yazek Havirán, Embajador Israelí en Buenos Aires que insultó a nuestra Nación;
entre Menem, Beraja -en el momento del atentado Presidente de la DAIA- y
Havirán hubo unos negocios de excelente jugo para la radicación de ocho
empresas judías en Argentina exentas de todo gravamen fiscal y con préstamos
blandos otorgados por el Estado Nacional en carretillas de dólares). Pero la
Virreina Cristina ha pisado cuanta sinagoga se le ha puesto a tiro en el
extranjero, siempre explicando el teorema de Pitágoras que todavía no le sale.
Habrá que esperar y estar atento y vigilante para ver de qué lado es el rengo,
pero con una condición: sin olvidar estos antecedentes. Porque ellos son
como el Sol: aunque no los veamos, siempre están.