LOS NAZIS EN LA ARGENTINA
(Como un buen
caballero retribuyo las atenciones)
Juan Pampero
Desde
hace unos días el Canal (que a duras penas llega a acequia) de
Televisión de apelativo Telefé, que dirige el criollo Yankelevich, nieto
de quien el General Perón le expropiara todas las radios y que, con
Radio Nacional a la cabeza, pasaron a formar la Cadena Azul y Blanca de
Emisoras Argentinas, anda propalando el ingreso de nazis en nuestro
país, dando para ello lugares, nombres y apellidos. Como el lector ya lo
debe estar maliciando, este desatino ocurrió durante el gobierno del
Tirano Prófugo, quien era a su vez un nazi hecho y derecho. Que no
fue como el catolicísimo General Lonardi que le entregó la Cadena Azul y
Blanca a los marxistas de manos del masón Busso, su Ministro del
Interior, y de Muñiz, el terrorista comunista, que hizo el trabajo por
la libertad (de ellos desde luego) del 23 de septiembre de 1955 en
adelante.
Sin embargo he notado que en la lista que pasan con grande alharaca, se
les ha olvidado un hombre que es paradigmático entre nosotros y que no
puede ignorarse sin caer en grave error. Se trata del sanjuanino Domingo
Faustino Sarmiento (1811 – 1888), que fue General de nuestro Ejército,
político, pedagogo, escritor, polemista y Presidente de la Nación, el
que en su libro Condición del extranjero en América dice lo
siguiente:
El pueblo judío, esparcido por toda la tierra, ejerce la usura y acumula
millones, rechazando la patria en que nace y muere, por una patria ideal
que baña escasamente el miserable Jordán, y a la que no piensa volver
jamás. Este sueño, que se perpetúa hace 20 ó 30 siglos, pues viene del
origen de la raza, continúa hoy perturbando la economía de las
sociedades en que viven de la que no forman parte; y hoy mismo en la
bárbara Rusia, como en la ilustrada Prusia, se levanta un grito de
repulsión contra este pueblo que se cree escogido y carece de
sentimiento humano, del amor al prójimo, del apego a la tierra, del
culto al heroísmo de la virtud, de los grandes hechos, donde quiera que
se produzcan.
Y, ¿qué
me dice amable lector? ¿Es o no es para ponerlo a la cabeza en la lista
de los nazis de Yankelevich? ¡Claro que sí hombre! Ahora bien, usted me
dirá: pero este no vino en la época del Tirano Prófugo. ¡Por cierto que
no! Pero tal situación se agrava cuando nos enteramos que vino en la
época de Urquiza, Derqui, Mitre, Avellaneda y conoció a la Degeneración
del 80, que son los que hicieron la patria desgarrada que hoy sufrimos.
De manera
que este asunto es viejo, pero como nos han dicho insistentemente que
debemos tener Memoria, creo que aún estamos a tiempo de hacerle caer
sobre su calva la justicia que siempre ha emanado de los Predilectos
Hijos de Señor de Israel. Y sobre el particular digo: que bien se
haría arrancando el nombre de Sarmiento de calles, escuelas,
bibliotecas, departamentos de provincias; quemando públicamente sus
obras para escarmiento de las generaciones futuras y, exhumando su
cadáver, se lo siente en un banquillo para que el Fiscal Strassera, con
Timerman de secretario y Lanata de escribiente le hagan la acusación que
deberá ser ejemplar. Entonces se podrá decir que en la Argentina hay
Justicia. Y Yankelevich se podrá ir a dormir tranquilo y nosotros
también, sabiendo que hemos purgado semejante forúnculo pestilente.
Amén.
Con esto
pienso que he devuelto la atención de estos caballeros de Telefé.
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