VENEZUELA, NARCOSANTUARIO DE LAS FARC[*]
La guerrilla colombiana de las FARC ha encontrado su
santuario en la Venezuela de Hugo Chávez.
Ingrid Betancourt estaría allí.
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La guerrilla colombiana de las FARC ha encontrado su
santuario en la Venezuela de Hugo Chávez. Cuatro desertores y varias
fuentes de los servicios de inteligencia y diplomáticos detallan a EL PAÍS
la extensa y sistemática cooperación que determinadas autoridades
venezolanas brindan a las FARC en sus operaciones de narcotráfico.
Según los desertores, las autoridades venezolanas dan
protección al menos a cuatro campamentos de la guerrilla colombiana
Fuentes de inteligencia afirman que tienen información
"sólida" de que Ingrid Betancourt está en Venezuela
Marcelo, desertor de las FARC: "La Guardia Nacional y
el Ejército ofrecen sus servicios a cambio de dinero" .
Algunos desertan de la guerrilla colombiana porque se
sienten traicionados por sus jefes, hundidos ante la percepción de que el
capitalismo salvaje del narcotráfico ha suplantado el altruismo socialista
que les impulsó a tomar las armas. Otros se van porque sienten necesidad
de volver a la vida familiar. Y otros porque, de repente, se convencen de
que, si no huyen, morirán, como es el caso de Rafael, que desertó en
septiembre tras año y medio operando en una de las bases de las Fuerzas
Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) dentro de territorio
venezolano.
La lógica de Rafael es, a primera vista, perversa. Por
un lado porque, como guerrillero desertor, que ha regresado a Colombia,
sabe que vivirá el resto de sus días bajo la amenaza permanente de que sus
ex compañeros lo asesinen; por otro, porque la lógica dice que para las
FARC la vecina Venezuela es un refugio seguro. Las FARC comparten la
ideología bolivariana del presidente Hugo Chávez, y el Ejército colombiano
no se arriesgaría a violar la ley internacional y cruzar la frontera.
"Todo eso es verdad", explicó Rafael. "El Ejército
colombiano no cruza la frontera, y la guerrilla tiene un pacto de no
agresión con los militares venezolanos. El Gobierno venezolano deja a las
FARC operar libremente porque comparten el mismo pensamiento bolivariano,
y también porque las FARC pagan sobornos a su gente".
Entonces, ¿de qué ha huido?
"De una peligrosidad mucho mayor a la que me enfrento
ahora: de los combates casi diarios dentro de Venezuela con los elenos [la
guerrilla del ELN]".
Pero ¿no comparte el Ejército de Liberación Nacional los
principios marxistas que llevaron a ambas organizaciones a la guerra hace
40 años? "Puede ser", responde Rafael, "pero esto no tiene nada que ver
con política. La lucha con el ELN es por las rutas del tráfico de cocaína.
Hay muchísimo dinero en juego en esa zona fronteriza donde la droga entra
desde Colombia. Porque la línea más segura para llevar droga a Europa es
por Venezuela".
EL PAÍS ha hablado con Rafael, que militó como
guerrillero diez años, de los que tres estuvo en la cárcel, y con otros
tres desertores de las FARC que se han entregado al Gobierno colombiano,
acogidos por un programa de reinserción a la vida civil; también ha tenido
acceso directo en Colombia y a diplomáticos y fuentes de alto nivel de los
servicios de inteligencia y seguridad de varios países, individuos cuya
peligrosa misión (por esto y en algunos casos por motivos políticos,
insistieron en el anonimato antes de hablar con EL PAÍS) consiste en
combatir el terrorismo y el narcotráfico internacional. Ambos objetivos
confluyen en las FARC, más potente que cualquier cartel en el mercado
global de la cocaína y calificada por la UE y EE UU como "organización
terrorista".
Lo que aseguran un diplomático europeo y diversas
fuentes oficiales a las que ha tenido acceso EL PAÍS es que
existe
complicidad y compenetración de elementos importantes del Estado que
preside Hugo Chávez en las actividades mafiosas y militares de la
organización guerrillera más antigua del mundo. La conclusión a la que un
diplomático europeo y todas las fuentes oficiales consultadas han llegado
es que la complicidad es activa y constante a niveles operativos, en las
zonas donde se despliega la actividad militar y narcotraficante; y más
pasiva cuanto más alta la esfera del Gobierno venezolano, hasta llegar al
presidente Chávez, al que ninguna fuente consultada -ni siquiera en el
anonimato más extremo- acusa de complicidad directa con el gigantesco
negocio del narcotráfico colombiano. Lo que a esos mismos medios les
cuesta creer es que no esté enterado del grado de colusión que hay entre
sus fuerzas armadas y los altos mandos de las FARC. También
dudan de que
no esté enterado del grado de involucración de las FARC en el tráfico de
cocaína.
EL PAÍS, pese a sus numerosos intentos, no logró obtener
-hasta el cierre la noche del jueves de esta edición- una reacción de las
autoridades venezolanas a las declaraciones recogidas en este reportaje.
Se sabía ya que, durante varios años, las FARC habían
utilizado el lado venezolano de la frontera colombiana como refugio. Pocos
dudan de que, si no fuera por la cocaína -la gasolina que alimenta la
guerra colombiana-, las FARC se habrían extinguido como las demás
guerrillas latinoamericanas nacidas durante la guerra fría. Lo nuevo que
revelan los testimonios recogidos por este diario es lo extensa y
sistemática que es la cooperación en Venezuela con la narcoguerrilla en
cuanto al transporte de la droga por aire, tierra y mar; al suministro de
armas, y la protección sobre el terreno que reciben de sectores de las
fuerzas armadas; y a la inmunidad legal de facto que les conceden
elementos del Estado.
Se trata de un negocio ilegal gigantesco. Transita por
Venezuela el 30% de las 600 toneladas de cocaína que se mueven anualmente
por el mundo. Prácticamente la totalidad de la droga colombiana que sale
por Venezuela tiene como destino Europa, con España y Portugal como
principales puntos de entrada, y con un valor de mercado en las calles
europeas por encima de los 10.000 millones de euros al año.
La infraestructura venezolana destinada al flujo de la
cocaína ha crecido de manera exponencial, según las fuentes de
inteligencia entrevistadas por EL PAÍS, durante los últimos cinco años de
la presidencia de Hugo Chávez, cuya decisión de expulsar a la agencia
antidroga norteamericana (DEA) de su país en 2005 fue celebrada tanto por
las FARC como por sus socios en los carteles de droga convencionales. Como
ha dicho Luis Hernando Gómez Bustamante, poderoso capo colombiano de la
droga en manos de la policía de su país desde febrero, "Venezuela es el
templo del narcotráfico".
Un diplomático europeo con muchos años de experiencia en
América Latina expresó algo parecido de otra manera. "El país bolivariano,
socialista, antiimperialista ejemplar que pretende crear Chávez está en
vías de convertirse en un Estado narco, del mismo modo que las FARC se han
convertido en guerrilleros narcos. Chávez quizá no lo entienda, pero este
fenómeno corroerá a su país como un cáncer".
En cuanto al aspecto militar, o "terrorista", de las
FARC, lo que los desertores entrevistados sostienen es que
las autoridades
venezolanas no sólo dan protección armada al menos a cuatro campamentos
guerrilleros fijos en su país, sino que también hacen la vista gorda a
programas de enseñanza que operan dentro de los campamentos para la
fabricación de bombas. Rafael -alto, fibroso y de aspecto serio,
correspondiendo a la imagen clásica del guerrillero latinoamericano-
cuenta cómo él mismo fue adiestrado en Venezuela para participar en una
serie de atentados en Bogotá, la capital colombiana.
La colaboración se
extiende supuestamente a la venta de armamento por las Fuerzas Armadas a
las FARC; a proveer a miembros de la guerrilla con cédulas de identidad
venezolanas, usando nombres falsos, y a los líderes de las FARC con
pasaportes para que puedan viajar a Cuba y Europa; y a dejar que las FARC
proporcionen entrenamiento militar a las Fuerzas Bolivarianas de
Liberación. Las FBL, conocidas también como los boliches, son una
guerrilla creada por el Gobierno de Chávez con el supuesto propósito de
defender la patria en caso de invasión norteamericana.
La expresión internacional más visible del terrorismo de
las FARC ha sido la práctica de secuestrar a individuos con fines
económicos o políticos, como es el caso de la ex candidata a la
presidencia colombiana Ingrid Betancourt. Algunas de las fuentes de
inteligencia con las que se entrevistó EL PAÍS afirman que tienen
información sólida de que las FARC la retienen en territorio venezolano.
Rafael, que dijo que estaba a punto de ser nombrado para un puesto de
mando importante justo antes de desertar, sostuvo que a principios de año,
y quizá después, Betancourt se encontraba en un pueblo fronterizo
venezolano llamado Elorza, en el Estado de Apure, bajo la custodia de
Germán Briceño Suárez, alias Grannobles, miembro del estado mayor de las
FARC y jefe del Frente 10, en el que operaba Rafael. La lógica es que
Elorza, donde Grannobles tiene una finca grande y lujosa protegida, según
fuentes de inteligencia, por la Guardia Nacional y conocida por los
guerrilleros de las FARC como Rancho Grande, está alejado del conflicto
militar, lo que reduce las posibilidades de que muriese en un
enfrentamiento, lo cual generaría un problema de imagen grave para las
FARC, ya que Betancourt es también ciudadana francesa, y el presidente
Nicolas Sarkozy se ha esforzado para lograr su liberación.
Rafael, elocuente pero no fanfarrón, reconoció que él
mismo no había visto a Betancourt, sino que compañeros guerrilleros se lo
habían dicho, y no todas las fuentes consultadas por EL PAÍS concurrían
con la tesis de que ella estaba en Venezuela. En lo que sí hubo unanimidad
fue en que Grannobles, cuya extradición busca Estados Unidos por
narcotráfico y por el asesinato de tres norteamericanos en 1999 en suelo
venezolano, maneja la logística narcoguerrillera en Venezuela. También es
enlace para operaciones conjuntas con capos de los carteles, uno de los
cuales Rafael dijo haber llevado a una reunión en Rancho Grande.
El contacto de Chávez con las FARC, afirmaron las
fuentes de inteligencia, se lleva a cabo a través de uno de los siete
líderes máximos de las FARC, Iván Márquez, que también tiene una finca en
Venezuela y que se comunica con el presidente a través de contactos con
los altos mandos de los servicios de inteligencia venezolanos. Como
explicó un desertor de las FARC que había ocupado un cargo propagandístico
importante en la organización, "Las FARC comparten tres principios
bolivarianos con Chávez: la unidad latinoamericana, la lucha
antiimperialista y la soberanía nacional. Las coincidencias ideológicas
llevan a la convergencia en el plano táctico".
Las ventajas tácticas que emanan de la solidaridad
bolivariana logran, según las fuentes, su máximo rendimiento en lo
relacionado con la industria multinacional del narcotráfico. Existen
diferentes métodos para enviar la cocaína de Colombia a Europa, aunque lo
que siempre tienen en común es la colaboración por omisión, o comisión, de
las autoridades venezolanas. La ruta más directa es la aérea. Consiste,
según fuentes de inteligencia, en enviar avionetas desde pistas en lugares
remotos de Colombia a aeródromos venezolanos. Ahí hay dos opciones. O
parten las mismas avionetas rumbo a Haití o República Dominicana (una
fuente dice que los vuelos no autorizados "sospechosos" se han
incrementado de 3 a 15 por semana desde 2006), o la droga se traspasa a
aviones que vuelan directamente a países de África occidental, como
Guinea-Bissau o Ghana, de donde siguen por vía marítima a Portugal o
Galicia, punto de entrada español del área europea de Schengen.
Uno de los guerrilleros desertores entrevistado por EL
PAÍS, llamémosle Marcelo, narró el procedimiento para enviar droga en
cantidades pequeñas a través de individuos (mulas) que la transportan en
sus maletas en aviones comerciales. Marcelo desertó en agosto tras haber
estado un año en un campamento venezolano de las FARC en La Uvita, Estado
de Apure. Ágil en sus movimientos, menudo y de mente ordenada, sólo militó
en la guerrilla de las FARC 15 meses, pero sus jefes le procuraron
rápidamente una cédula de identidad venezolana, con lo cual cruzaba la
frontera y transitaba por Venezuela sin problemas.
"Una vez", recuerda, "fui al aeropuerto de Bogotá a
recoger a un portorriqueño y llevarlo a Venezuela. Él cruzó la frontera
conmigo después de convenir un precio con los guardias venezolanos. Lo
llevé en carro particular a Caracas y de ahí viajó a España en avión con
la droga en la maleta. Llegó sin problemas. Me lo confirmó Pizarro, un
mando nuestro con 120 hombres bajo su cargo, que habló con su contacto en
España, que se llamaba Dani".
Marcelo participó en "ocho o nueve" misiones de este
tipo a lo largo de 12 meses. "Operar en Venezuela es lo más fácil que
hay", sostiene. "La guerrilla de las FARC está de lleno allá, y la Guardia
Nacional, el Ejército y otros venezolanos con cargos oficiales les ofrecen
sus servicios, a cambio de dinero. Nunca hay enfrentamientos entre las
FARC y la Guardia o el Ejército". Rafael asegura que participó en varios
operativos cuyo fin era enviar la droga por vía marítima desde puertos
caribeños. Su rango en las FARC era más alto que el de Marcelo y tuvo más
acceso a información confidencial.
"Se recibe la mercancía en la frontera, transportada en
camiones", explica Rafael. "Cuando llega el vehículo, la Guardia Nacional
venezolana ya lo sabe de antemano, ya están sobornados para que cruce a
Venezuela sin problemas. A veces nos dan una escolta. Entonces, yo y otros
compañeros nos subimos o al mismo camión con el chofer, o en un carro
particular que les acompaña. Hacemos el viaje, de unas 16 horas, hasta
Puerto Cabello, sobre el mar al oeste de Caracas. Ahí entra el camión en
una gran bodega controlada por venezolanos y gente de las FARC que se
encarga de la seguridad. Efectivos de la Armada venezolana se encargan de
los controles de aduanas y de la salida de los barcos. Tenían conocimiento
de lo que estaba pasando y lo facilitaban todo".
Fuentes de inteligencia que analizan las rutas de salida
de Puerto Cabello dijeron que de ahí parten embarcaciones pequeñas hacia
Haití o la República Dominicana, desde donde se hace el trasbordo a
barcos grandes que llevan la droga a Europa, o directamente cruzan el
océano a África o Europa en, por ejemplo, pesqueros. Un caso notable fue
el del pesquero venezolano Zeus X, que fue interceptado por la Agencia
Tributaria española en septiembre, a 1.050 millas de Las Palmas, con seis
venezolanos a bordo y un cargamento de 3.200 kilos de cocaína con precio
de venta en Europa estimado en 190 millones de euros.
Rafael dijo que no sólo acompañaba a los camiones que
viajaban entre la frontera y el mar, sino que una vez permaneció un mes en
Puerto Cabello, donde se quedó en un hotel, haciendo trabajos de
"seguridad". "Hubo pérdidas de mercancía y robos. Dimos plomo. Murieron
muchos, por robo o por traición". Rafael asegura que no tuvo problemas con
la policía venezolana, y menos cuando hacía sus viajes de vuelta, cargado
de dinero llegado generalmente de España, dijo, a cambio de la droga.
"Llevaba maletas grandes llenas de billetes de 500 euros, y se las
entregaba a un mando de las FARC del Frente 10 en el lado venezolano de la
frontera con Colombia".
El mismo procedimiento lo llevó a cabo utilizando el
puerto de Maracaibo, que según las fuentes consultadas por EL PAÍS es "una
especie de paraíso" para los narcotraficantes, entre los cuales se
encuentra uno de los capos más buscados actualmente por las policías
internacionales, Wilber Varela, conocido también como Jabón. "Se instalan
en magníficas casas, compran fincas grandes y negocios en quiebra, y se
convierten en personajes valiosos para las economías locales venezolanas",
dijo una fuente policial. "Venezuela es para estos criminales un seguro de
vida". Por eso, cuando la policía colombiana preguntan a sus homólogos
venezolanos por el paradero de los capos mafiosos, la respuesta siempre es
la misma: "No tenemos nada".
Esta convergencia táctica entre las Fuerzas Armadas
venezolanas y las FARC se extiende al terreno militar, al extremo de que
hoy, según una fuente de inteligencia especialmente bien informada con la
que habló EL PAÍS, la Guardia Nacional tiene retenes colocados alrededor
de los campamentos guerrilleros. ¿Para qué? "Para darles protección, lo
cual indica que hay conocimiento a muy alto nivel militar venezolano de la
estrecha colaboración que tienen sus soldados con las FARC".
No siempre han estado tan claras las cosas. Otro
desertor de las FARC, de seudónimo Humberto, recordó cómo, en enero de
2004, casi hubo un grave choque entre el Ejército venezolano y la
guerrilla colombiana en una región fronteriza llamada La Guajira. Según
Humberto, que operó políticamente en la clandestinidad para las FARC en
una importante ciudad colombiana durante cinco años antes de ingresar en
la guerrilla como combatiente en 2005, el incidente ocurrió al margen de
una reunión política de revolucionarios de varios países latinoamericanos
en un campamento de las FARC en Venezuela. Allí estaban destacados unos
150 guerrilleros liderados por el embajador de las FARC en Venezuela, Iván
Márquez. "De repente oímos un bombardeo aéreo cerca del campamento y
después nos enteramos de que se acercaba una columna del Ejército
venezolano", señala. "La tropa llegó al borde del campamento, pero cuando
parecía que iba a haber un choque, los comandantes de ambos bandos
empezaron a hablar y acabaron bebiendo vodka juntos, celebrando el hecho
de que los dos estaban al mando de ejércitos bolivarianos".
Humberto, un ex universitario que había brillado en su
juventud por su fervor revolucionario, desertó en octubre de este año en
gran parte porque había visto cómo ese tipo de escena festiva, lubricada
por el alcohol, había llegado a definir el estilo de vida de algunos altos
mandos de las FARC. "Nosotros los guerrilleros de a pie, los milicianos,
sufríamos permanentemente por falta de abastecimiento. Caminábamos todo el
día y pasábamos hambre. El problema dejaba de ser militar y se convertía
en uno de supervivencia básica. Pero en lo que no me dejaba de fijar era
en que mientras nosotros sufríamos, los mandos no sólo comían bien, sino
que también bebían whisky y se acostaban con mujeres hermosas. Fue una
enorme decepción".
Rafael no pareció padecer esos mismos escrúpulos. La
ausencia de valoración moral cuando describió sus actividades
narcotraficantes lo indicaba. Lo mismo le parecía cumplir con trabajos
directamente ligados a su original vocación guerrillera como viajar a
Caracas a recoger armamentos que las FARC compraban de las Fuerzas Armadas
venezolanas. Ésta es una de las dimensiones tácticas más sistematizadas de
la cooperación entre Venezuela y las FARC.
Entre otros casos similares, Rafael relató cómo viajó en
coche particular, un Toyota Corolla, con un capitán de la Guardia Nacional
llamado Pedro Mendoza, a una base militar grande en las afueras de Caracas
llamada Fuerte Tiuna. Entró en la base con el capitán, que le entregó ocho
fusiles. Volvieron a la frontera con los fusiles en el maletero del coche.
Según Rafael, elementos de la Guardia Nacional también suministraron a las
FARC granadas, lanzagranadas y material explosivo de base petrolífera C-4
usado para fabricar bombas.
Una fuente de inteligencia confirmó que estos pequeños
movimientos de armas ocurrían a gran escala. "Lo que ocurre es que
la
droga va de Colombia a Venezuela, y las armas vienen de Venezuela a
Colombia. No son cargamentos grandes, sino que hay un flujo pequeño pero
constante: 5.000 cartuchos, seis fusiles... Es muy difícil de detectar
porque hay muchas pequeñas redecitas, muy bien coordinadas por
especialistas de las FARC".
Rafael operaba directamente con estos especialistas,
tanto en el tráfico de armas como en el de cocaína, hasta que tomó la
decisión de cambiar de vida. La convicción de que su suerte se iba a
acabar llegó en agosto de este año. "En junio y julio había recibido
cursos en la fabricación de explosivos, junto con efectivos de las
milicias de Chávez, de los boliches del FBL. Aprendimos, ahí en un
campamento dentro de Venezuela, cómo armar diferentes tipos de minas
quiebrapatas y cazabobos, y a armar bombas con C-4 recibido de la Guardia
Nacional. También nos enseñaron a detonar bombas de manera controlada
usando teléfonos celulares". Le estaban preparando, dijo, para una misión
en Bogotá. "Nos dieron fotos de los objetivos. Íbamos a operar junto a dos
grupos de las FARC destacados en la capital. Íbamos a poner bombas. Cuando
se acercaba la fecha empecé a reflexionar que ya no podía seguir así.
Primero, por el peligro de los choques con los elenos, y ahora, la
posibilidad real de que me detuvieran -y ya pasé varios años en la cárcel
por mi actividad en las FARC- o me mataran las fuerzas de seguridad en
Bogotá. A finales de agosto me escapé, y en septiembre me entregué".
Un diplomático europeo que conoce bien la situación
general del narcotráfico y la guerrilla en Colombia, y que ha oído el
testimonio de Rafael, hizo una comparación entre las actividades de las
FARC en Venezuela y una hipotética actividad similar de ETA en un país
vecino de España. "Imaginemos que ETA tuviera una escuela de fabricación
de bombas en Portugal dentro de campamentos protegidos por la policía
portuguesa, y que planeara detonar esas bombas en Madrid. Imaginemos que
las autoridades portuguesas dotaran de armamentos a ETA, a cambio de
dinero obtenido a través del tráfico de drogas, en el que las autoridades
portuguesas también colusionaran. Sería un escándalo de enormes
proporciones. Pues eso, en gran escala, es lo que está permitiendo que
ocurra hoy el Gobierno de Venezuela".
"La verdad", explica un alto mando policial, "es que si
Venezuela hiciera un mínimo esfuerzo para colaborar con la comunidad
internacional, la diferencia sería enorme. Podríamos fácilmente recuperar
dos toneladas más de cocaína por mes sólo con una pequeña vuelta de tuerca
por su parte. No lo hacen porque hay mucha corrupción, pero también, y
éste es el motivo más de fondo, por su actitud antiimperialista. 'Si esto
les jode a los imperialistas', piensan, '¿cómo les vamos a ayudar?'. La
clave es la voluntad política. Y no la hay".
Una lógica similar se extiende, según la fuente de
inteligencia de más alto rango entrevistada por EL PAÍS, al tema de los
secuestrados de las FARC. "Si Chávez quisiera, podría forzar la liberación
de Betancourt mañana mismo, independientemente de si está en Venezuela o
Colombia. Les dice a las FARC: 'La entregan o se acaba el juego acá en
Venezuela'. La dependencia que se han creado las FARC en Venezuela es de
una dimensión tan enorme que no se podrían arriesgar a decirle que no".
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