Amigos argentinos, hermanos elegidos por la razón y el corazón:
Unidos a ustedes, por el mandato de la historia lejana y reciente, en
este “Día Nacional de Homenaje a las Víctimas del Terrorismo”, desde la
otra margen del Plata, rendimos homenaje a la memoria de cada una de las
víctimas inocentes de la saña criminal de la subversión marxista.
Para justificar y aplaudir sus asesinatos, sus secuestros, sus robos y
sus atentados, quienes fueron homicidas inescrupulosos aparecen ahora
hipócritamente travestidos en defensores de los derechos humanos.
Docentes indecentes y cínicos historiadores mercenarios -todos ellos
cómplices de los asesinos- se dedican hoy, a ocultar la
verdad y sustituirla por la mentira oficial que se pretende imponer con
la complicidad de los medios masivos.
Otros encubridores, coautores y cómplices, con boinas o pañuelos
blancos, con pasamontañas o palos en sus manos, se suman a la maniobra
macabra que provoca amnesia seguida del reemplazo de la verdad por la
mentira más canallesca.
Tengamos claro que los terroristas jamás han mostrado el menor signo de
sincero arrepentimiento y que, por tanto, el perdón es inviable.
¿Cómo absolver a quienes, lejos de arrepentirse, hacen apología de sus
crímenes y amenazan con reincidir si las circunstancias se lo indican?
Los mueve el odio, tienen sed de venganza y por ello NO son merecedores
de perdón ni de reconciliación.
Esos criminales son favorecidos hoy por políticos corruptos, por jueces
prevaricadores y por la prensa servil, pero, más temprano que tarde,
deberán enfrentar el juicio de Dios y de la Historia. De nada les
servirá, entonces, los artificios y maquillajes que hoy utilizan.
Que ese mismo Dios, en Quien creemos, por Quien luchamos y a Quien nos
encomendamos, nos conceda el coraje necesario para seguir enfrentando la
mentira, la cobardía y la traición.
Que haya paz en la tumba de nuestros Caídos.
Honor y gloria a ellos que ofrendaron su sangre.
Que los familiares de quienes cayeron encuentren serenidad y consuelo.
Y que nosotros, todos, sepamos librar este combate, sin tibiezas ni
debilidades.
Este saludo que atraviesa el río más ancho del mundo debe servir como
testimonio de la férrea voluntad de hermanarnos en la lucha por la
Verdad Histórica, contra la mentira oficial, contra el enemigo de ayer
que sigue siendo el enemigo de hoy.
Por nuestros Caídos y en comunión de ideales, para cada uno de ustedes,
mi fraternal abrazo