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SOBRE PARRILI Y LAS TRES AAA

Y TODO NUESTRO RECONOCIMIENTO

AL VALIENTE ALFREDO DEANGELI

Juan Pampero

 

El choclo, monocotiledónea, hermafrodita, de hojas paralelinervadas, que es la

delicia del señor Juez Federal Oyarbide. No se sabe cuántos de éstos se merendó

en lo de Garbellano, Estancia Espartacus, mientras le hacía las acusaciones

a doña Isabel Martínez por cuestiones molares. No, si es como dice doña Tecla:

 un verdadero glotón de la extensa tribu de los comechingones.

,

Quinta Los Colorados del Monte, abril de 2008.

    Carta a don CARLOS FERNANDEZ.  

   Mi dilecto amigo y mejor compatriota:

   Vea don Carlos: como sé que usted es aficionado a la televisión, le cuanto algo que es muy probable lo haya visto. Se trata del programita titulado A dos Voces que conducen los señores el rubio mireyo Bonelli y el pardo Silvestre, periodistas ambos dos. El primero, un poco más recatado para no mostrar la hilacha y al titiritero que lo maneja desde los piolines, siempre guarda cierta lógica en lo que dice, por lo que si bien no es creíble es por lo menos escuchable. En cuanto al segundo, pardo parece y pardo morirá; él no tiene empacho en mostrar que le ha vendido el alma al diablo, resultando ser un vocero gubernamental y a la postre un explicador más que tiene esta gente, capaces de hacer hablar a las plantas, brincar a las piedras y convencer a los remisos que los muchachos del arrabal fulero llaman gilada. Entre los dos se compensan, complementan y suplementan: el uno va tapando con una pala las excrecencias del otro o las ajenas, si cuadra la ocasión. Un avechucho de este tipo se llama programa televisivo.

   Y bien: en la emisión del día miércoles 16 de abril hubo varias entrevistas. Entre ellas se estableció una mesa sobre la que quiero hacerle algún comentario. Se trató de una descansillo donde, aparte de estos dos nombrados turiferarios, estaban, sentados uno frente al otro, como si fuera para un careo judicial, el diputado Marcelo Parrilli con el abogado de la señora Isabel Perón que atiende su caso en nuestros tribunales, sobre el cual, usted sabrá disculparme, porque no recuerdo su nombre.

   Resulta que por los dichos de Parrilli, que también es abogado y viejo bolchevique, me vengo a enterar que, de estar vivo, el General Perón estaría involucrado en la causa de la Triple A. No sólo su esposa doña Isabel. Y lo estaría en calidad y por ahora, de partícipe necesario. Si es que no fue él quien dio las órdenes –aseguró el letrado- para la existencia de aquella organización. Aunque el docto acusador no tiene dudas –según afirmaciones-, de que se habría actuado bajo su consentimiento. Pero como el hombre, Perón, está fallecido, nada se podrá hacer (aparte, digo, de serruchado ya varias veces, a tal punto que según los médicos forenses de parte, creen que en el féretro ha quedado un 50% del cadáver; por lo que, si cada gobierno aserró un pedazo, quedarían restos como para tres gobiernos más; digamos, hasta que no queden ni los zapatos), recayendo consecuentemente sobre doña Isabel, la Vicepresidenta entonces y Presidente enseguida, todo el peso de aquella carga.

   Pero observe usted, cándido amigo: ahí mismo me vengo a enterar que esta causa, la de la AAA, llevaba, hasta ese día, ¡30 años, solamente! Y si al año 2008 le restamos 30 años, resulta que fue iniciada en 1978: ¡Fue presentada durante el Proceso de Reorganización Nacional con Videlita Presidente y ahora la resucita un bolchevique de pelo en pecho! ¡Las cosas que ignoramos don Carlos, de puros brutos no más! ¿Y qué son 30 años en la Justicia Argentina? Por lo que se ve y siente nada más que una bicoca. Pero como usted, caro cofrade, es lento de entendederas, le diré todo esto de manera diversa y sintetizando: lo que le interesaba a Videlita y a sus majaderos, ¡es lo mismo que le interesa al comunista Parrilli y a los que hacen de palimpsestos del vicario Kirchner! ¿Cómo puede ser esto? ¿O acaso son lo mismo? La verdad que no sé. ¿Será esto otra prueba de que el tiempo que media entre Videlita Procesoico y Kirchner del Zurdistán, todos fueron gatopardos disfrazados de nosotros? ¿Podrá ser posible que sean todas personas diferentes, y un solo dios verdadero: Mamón? Mire vea: me cuesta imaginarlo. Pero allí tiene usted la Ley de Entidades Financieras, que fue inspirada, pensada, escrita y promulgada por José Alfredo Martínez de Hoz durante el laxante Videlato de Sodio, y que a pesar de que también lleva 30 añitos, sigue tan rozagante como una núbil  Y no sé cuántos años seguirá lo más campante. Sobre este amargo resultado, un abogado amigo me ha dicho no hace mucho, que prácticamente todas las leyes promulgadas por el diarreico Procesato de Magnesio, están vigentes. Impolutas. ¡Y todos sus fautores y autores están encerrados en la fría ergástula! Me puede decir usted, hombre sabio que lo es, ¿cómo se come esta ensaimada con gusto a carne corrompida?

   Sigo con lo mío, porque usted me hace derivar por las ramas. El abogado que tiene doña Isabel es un horroroso. Lo digo por lo que mostró allí y no por sus antecedentes jurisprudenciales que quizá sean de lo mejor. No sé. Tampoco me interesa. Le falta esgrima verbal al fulano, arte en la que los marxistas son doctores. Bueno: pero el hombre mostró su flanco interesante. Ello ocurrió cuando largó la sospecha de que -según sus dichos esta sospecha se encuentra en la causa- en el aquelarre de la Triple A habría intervenido la CIA norteamericana, con el avieso propósito de contribuir grandemente a la desestabilización del gobierno constitucional. Y bien: ¿qué tenemos por aquí, caro amicebole? Serruchándole el piso a doña Isabel estaba el Militarato de Plomo,  el Bolchestato de Azufre y el Yanquilato de Antimonio. No. No puede ser. ¿Cómo me va a decir usted que tres cosas, supuestamente ubicadas en las antípodas, concurran a un mismo fin que fue el Videlato de Sodio? No, aquí hay un error. Sin embargo tengo aprobadas de Química I a Química IV de mi carrerita de ingeniero, con muy bien diez felicitado, aplauso, medalla y beso. Las calificaciones están en el analítico. Pero, ¿no será que las aprobé de puro acomodado? No me consta.

   Muy bien: introduciendo todas estas sustancias químicas en un matrás de laboratorio a fuego discreto, se obtiene por destilación el Garchotato de Magnesio que es el que nos han introducido supositoriamente por vía rectal desde hace, justamente, 30 años. Una sustancia que tiene muchas acciones adversas como: constipación del bolsillo, desesperación, depresión, ataques de fobia, calvicie, suicidio y sensación de tener un cuerpo extraño, de punta roma, en la región anal.

   Mire: ¿se ha dado cuenta usted? Otra vez me hizo ir por la manigua. Para terminar con esto le pregunto: ¿don Parrili, zurdo vetusto al servicio de la Sinarquía, le habrá dicho a sus electores esto que él piensa del General Perón? Porque tuvo tribuna para decir y orejas para escuchar, ¿o no? Y en los programas de televisión en donde no faltó a uno sólo, ¿le aclaró esto a la gente? Yo diría que no. Porque él subió al escaño que ostenta con votos peronistas. Si les hubiese dicho a los perucas lo que iba a hacer y decir, a Parrili no lo vota ni su abuela, que es coja, y hoy estaría sentado en el rincón de los burros hasta que aprenda y no cobrando 17 lucas de básico por ser un traidor. Parrili, don Carlos, es un lamentable. Nada más. En fin, como todos estos de la zarabanda loca.

   Para terminar con ésta, porque usted me dice que mis cartas lo fatigan, le cuento que ayer, sábado, casi al mediodía, estuvo entre nosotros el señor Alfredo Deangeli (el apellido es sin s). Vino porque tiene familiares aquí, emparentados con los del Diamante, y ellos lo hicieron comparecer. En realidad, vea mire: una maratón la de este pobre cristiano. Porque venía de Azul, pasó por Pará-aná, de allí se lanzó para este pago del Cává-hú-kuatiá; de aquí seguía para Taragüí capital; de allí a Resistencia con los chaqueños para rematarla en Jesús María con los cordobeses. ¡Qué me dice, eh! No. Si hay que tener osamenta.

   Habremos sido unos 200 los que lo recibimos con un: ¡Neique chamigo Alfredo!, ¡Neique la bandera de la Patria!, ¡Neique la Argentina! y ¡Siempre neique!  Y a pesar de haber sido uno de los cabecillas en aquel grito, me emocioné lo mismo. Y más cuando le di un abrazo a este hombrecillo, imagen rediviva de la modestia, la sencillez y la sinceridad. Por eso lo de chamigo. Y chamigo no se le dice a cualquiera. No. Porque es una distinción honorífica: es más que amigo o pariente. Se lo digo y aclaro a usted, porque es pueblero y no sabe de nuestras cosas lindas. De la comilona que se le ofreció, tomó dos o tres bocados y nos dijo: he venido aquí para hablarles, no para comer; tampoco para descansar, porque es mucho el trabajo por hacer y no me alcanzan las horas del día. Y sobre el pucho la escupida: me puse a pensar: Que flor de grano te salió Cristina: a este no lo mata ni la penicilina. Tampoco el portafolio con dólares. Vas a tener que desensillar hasta que aclare. Atá el caballo con estaca pampa.

   Pero, ¿qué fue lo que dijo? Le hago un resumen: que no hay nada claro todavía; que ellos esperan una traición del gobierno; que esta lucha es de todos y que no acepta desertores; que si esto no mejora volverán los cortes; que a los cortes hay que ayudarlos no vendiendo nada; que tranquera adentro es una cosa, pero de tranquera para afuera nada; que si hay compromisos que esperen; que nadie le pague a los bancos; que nadie se guíe por lo que dice la prensa, etc.

   Le dejo un abrazo chamigo Carlos con un grito medio sapucay: ¡Neique la Patria! Como nuestros hermanos los indios. Contra los extranjeros: ¡Siempre neique!

                                                                                                  Juan

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