Quinta Los
Colorados del Monte, abril de 2008.
Carta a don CARLOS FERNANDEZ.
Mi dilecto amigo y mejor compatriota:
Vea don Carlos: como sé que usted es aficionado a la televisión,
le cuanto algo que es muy probable lo haya visto. Se trata del
programita titulado A dos Voces que conducen los
señores el rubio mireyo Bonelli y el pardo Silvestre, periodistas
ambos dos. El primero, un poco más recatado para no mostrar la
hilacha y al titiritero que lo maneja desde los piolines, siempre
guarda cierta lógica en lo que dice, por lo que si bien no es
creíble es por lo menos escuchable. En cuanto al segundo, pardo
parece y pardo morirá; él no tiene empacho en mostrar que le ha
vendido el alma al diablo, resultando ser un vocero gubernamental
y a la postre un explicador más que tiene esta gente, capaces de
hacer hablar a las plantas, brincar a las piedras y convencer a
los remisos que los muchachos del arrabal fulero llaman gilada.
Entre los dos se compensan, complementan y suplementan: el uno va
tapando con una pala las excrecencias del otro o las ajenas, si
cuadra la ocasión. Un avechucho de este tipo se llama programa
televisivo.
Y bien: en la emisión del día miércoles 16 de abril hubo varias
entrevistas. Entre ellas se estableció una mesa sobre la que
quiero hacerle algún comentario. Se trató de una descansillo
donde, aparte de estos dos nombrados turiferarios, estaban,
sentados uno frente al otro, como si fuera para un careo judicial,
el diputado Marcelo Parrilli con el abogado de la señora Isabel
Perón que atiende su caso en nuestros tribunales, sobre el cual,
usted sabrá disculparme, porque no recuerdo su nombre.
Resulta que por los dichos de Parrilli, que también es abogado y
viejo bolchevique, me vengo a enterar que, de estar vivo, el
General Perón estaría involucrado en la causa de la Triple A. No
sólo su esposa doña Isabel. Y lo estaría en calidad y por ahora,
de partícipe necesario. Si es que no fue él quien dio las
órdenes –aseguró el letrado- para la existencia de aquella
organización. Aunque el docto acusador no tiene dudas –según
afirmaciones-, de que se habría actuado bajo su consentimiento.
Pero como el hombre, Perón, está fallecido, nada se podrá hacer
(aparte, digo, de serruchado ya varias veces, a tal punto que
según los médicos forenses de parte, creen que en el féretro ha
quedado un 50% del cadáver; por lo que, si cada gobierno aserró un
pedazo, quedarían restos como para tres gobiernos más; digamos,
hasta que no queden ni los zapatos), recayendo consecuentemente
sobre doña Isabel, la Vicepresidenta entonces y Presidente
enseguida, todo el peso de aquella carga.
Pero observe usted, cándido amigo: ahí mismo me vengo a enterar
que esta causa, la de la AAA, llevaba, hasta ese día, ¡30 años,
solamente! Y si al año 2008 le restamos 30 años, resulta que fue
iniciada en 1978: ¡Fue presentada durante el Proceso de
Reorganización Nacional con Videlita Presidente y ahora la
resucita un bolchevique de pelo en pecho! ¡Las cosas que
ignoramos don Carlos, de puros brutos no más! ¿Y qué son 30 años
en la Justicia Argentina? Por lo que se ve y siente nada más que
una bicoca. Pero como usted, caro cofrade, es lento de
entendederas, le diré todo esto de manera diversa y sintetizando:
lo que le interesaba a Videlita y a sus majaderos, ¡es lo
mismo que le interesa al comunista Parrilli y a los que hacen de
palimpsestos del vicario Kirchner! ¿Cómo puede ser esto?
¿O acaso son lo mismo? La verdad que no sé. ¿Será esto otra prueba
de que el tiempo que media entre Videlita Procesoico y
Kirchner del Zurdistán, todos fueron gatopardos disfrazados de
nosotros? ¿Podrá ser posible que sean todas personas diferentes, y
un solo dios verdadero: Mamón? Mire vea: me cuesta
imaginarlo. Pero allí tiene usted la Ley de Entidades Financieras,
que fue inspirada, pensada, escrita y promulgada por José Alfredo
Martínez de Hoz durante el laxante Videlato de Sodio, y que
a pesar de que también lleva 30 añitos, sigue tan rozagante como
una núbil Y no sé cuántos años seguirá lo más campante. Sobre
este amargo resultado, un abogado amigo me ha dicho no hace mucho,
que prácticamente todas las leyes promulgadas por el diarreico
Procesato de Magnesio, están vigentes. Impolutas. ¡Y todos sus
fautores y autores están encerrados en la fría ergástula! Me puede
decir usted, hombre sabio que lo es, ¿cómo se come esta ensaimada
con gusto a carne corrompida?
Sigo con lo mío, porque usted me hace derivar por las ramas. El
abogado que tiene doña Isabel es un horroroso. Lo digo por lo que
mostró allí y no por sus antecedentes jurisprudenciales que quizá
sean de lo mejor. No sé. Tampoco me interesa. Le falta esgrima
verbal al fulano, arte en la que los marxistas son doctores.
Bueno: pero el hombre mostró su flanco interesante. Ello ocurrió
cuando largó la sospecha de que -según sus dichos esta sospecha se
encuentra en la causa- en el aquelarre de la Triple A habría
intervenido la CIA norteamericana, con el avieso propósito de
contribuir grandemente a la desestabilización del gobierno
constitucional. Y bien: ¿qué tenemos por aquí, caro amicebole?
Serruchándole el piso a doña Isabel estaba el Militarato de
Plomo, el Bolchestato de Azufre y el Yanquilato de
Antimonio. No. No puede ser. ¿Cómo me va a decir usted que
tres cosas, supuestamente ubicadas en las antípodas, concurran a
un mismo fin que fue el Videlato de Sodio? No, aquí hay un
error. Sin embargo tengo aprobadas de Química I a Química IV de mi
carrerita de ingeniero, con muy bien diez felicitado, aplauso,
medalla y beso. Las calificaciones están en el analítico. Pero,
¿no será que las aprobé de puro acomodado? No me consta.
Muy bien: introduciendo todas estas sustancias químicas en un
matrás de laboratorio a fuego discreto, se obtiene por destilación
el Garchotato de Magnesio que es el que nos han
introducido supositoriamente por vía rectal desde hace,
justamente, 30 años. Una sustancia que tiene muchas
acciones adversas como: constipación del bolsillo, desesperación,
depresión, ataques de fobia, calvicie, suicidio y sensación de
tener un cuerpo extraño, de punta roma, en la región anal.
Mire: ¿se ha dado cuenta usted? Otra vez me hizo ir por la
manigua. Para terminar con esto le pregunto: ¿don Parrili, zurdo
vetusto al servicio de la Sinarquía, le habrá dicho a sus
electores esto que él piensa del General Perón? Porque tuvo
tribuna para decir y orejas para escuchar, ¿o no? Y en los
programas de televisión en donde no faltó a uno sólo, ¿le aclaró
esto a la gente? Yo diría que no. Porque él subió al escaño que
ostenta con votos peronistas. Si les hubiese dicho a los perucas
lo que iba a hacer y decir, a Parrili no lo vota ni su abuela, que
es coja, y hoy estaría sentado en el rincón de los burros hasta
que aprenda y no cobrando 17 lucas de básico por ser un traidor.
Parrili, don Carlos, es un lamentable. Nada más. En fin, como
todos estos de la zarabanda loca.
Para terminar con ésta, porque usted me dice que mis cartas lo
fatigan, le cuento que ayer, sábado, casi al mediodía, estuvo
entre nosotros el señor Alfredo Deangeli (el apellido es sin s).
Vino porque tiene familiares aquí, emparentados con los del
Diamante, y ellos lo hicieron comparecer. En realidad, vea mire:
una maratón la de este pobre cristiano. Porque venía de Azul, pasó
por Pará-aná, de allí se lanzó para este pago del Cává-hú-kuatiá;
de aquí seguía para Taragüí capital; de allí a Resistencia con los
chaqueños para rematarla en Jesús María con los cordobeses. ¡Qué
me dice, eh! No. Si hay que tener osamenta.
Habremos sido unos 200 los que lo recibimos con un: ¡Neique
chamigo Alfredo!, ¡Neique la bandera
de
la
Patria!,
¡Neique
la
Argentina!
y ¡Siempre neique! Y a pesar de haber sido uno de los
cabecillas en aquel grito, me emocioné lo mismo. Y más cuando le
di un abrazo a este hombrecillo, imagen rediviva de la modestia,
la sencillez y la sinceridad. Por eso lo de chamigo. Y
chamigo no se le dice a cualquiera. No. Porque es una
distinción honorífica: es más que amigo o pariente. Se lo digo y
aclaro a usted, porque es pueblero y no sabe de nuestras cosas
lindas. De la comilona que se le ofreció, tomó dos o tres bocados
y nos dijo: he venido aquí para hablarles, no para comer;
tampoco para descansar, porque es mucho el trabajo por hacer y no
me alcanzan las horas del día. Y sobre el pucho la
escupida: me puse a pensar: Que flor
de grano te salió Cristina: a este no lo mata ni la penicilina.
Tampoco el portafolio con dólares. Vas a
tener que desensillar hasta que aclare. Atá el caballo con estaca
pampa.
Pero, ¿qué fue lo que dijo? Le hago un resumen: que no hay nada
claro todavía; que ellos esperan una traición del gobierno; que
esta lucha es de todos y que no acepta desertores; que si esto no
mejora volverán los cortes; que a los cortes hay que ayudarlos no
vendiendo nada; que tranquera adentro es una cosa, pero de
tranquera para afuera nada; que si hay compromisos que esperen;
que nadie le pague a los bancos; que nadie se guíe por lo que dice
la prensa, etc.
Le dejo un abrazo chamigo Carlos con un grito medio sapucay:
¡Neique
la
Patria!
Como nuestros hermanos los indios. Contra los extranjeros:
¡Siempre neique!
Juan
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