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Medalla masónica con la cabeza de Sarmiento. Entre el compás y la escuadra se puede leer: Augusta Logia Domingo F. Sarmiento. Tomado de Sarmiento en la Medalla, de Belisario Otamendi, Ed. 1939.

APORTE DECISIVO A LA GESTION HEBREA

   En una anterior de las mías, haciendo un anagrama les decía que,  si al apellido SARMIENTO se le saca MITRE, queda ASNO. De donde se me vino por decir: o que Sarmiento es fruto de la cruza de Mitre con un Asno, que vendría a ser una mula; o que Sarmiento sin Mitre es un Asno que es tan verdadero como lo anterior.

   Pero miren: el 4 de marzo de 2008, el diario La Nación, que fue de don Bartolomé, en su pág. 8, nos anoticiaba acerca de la Resolución 638/08 del Ministro de Educación de la Gestión Hebrea de la Ciudad Anómala de Buenos Aires, el circunciso Mariano Narodowski. De acuerdo con esta reciente disposición, es obligatorio entonar y cantar el Himno a Sarmiento en todos los actos escolares, ya sean éstos de carácter solemne, celebrantes o especiales. La medida -se especifica en la susodicha resolución-, es un gesto de estricta justicia y de gratitud hacia el grande entre los grandes. Sin especificar, desde luego, qué es grande y cuáles son los otros grandes con los que se lo compara, todo lo cual me ha dejado anonadado.

   Mas he aquí que nuestros párvulos y adolescentes ignoran tal cancioncilla, o hanse olvidado de tan inmortales estrofas, por más que la maestra les zurre la casaca, el profesor le asiente la palmeta o la madre lo asuste con el cuco. Por ello han sido revitalizadas ahora por un funcionario procedente de la DAIA y, de mi parte, quiero recordárselas a ustedes, aunque ya no se cuecen de un solo hervor, desde este modesto articulillo, henchido, como ya me conocen, de ese liberalismo decimonónico que no se termina de morir ni a garrote. He aquí su letra:

Fue muy trucha tu vida de jumento,

la mentira, un descanso clama;           

la memez, tu ilusión de masonazo,

y al Grado 33 le diste el alma.

 

Con el pus de tu testa inficcionaste

la nación de masónica ignorancia.

Por ver yanki a la patria tu luchaste

sin medir la traición ni la arrogancia.

 

Y en tu pecho, cipayo de hedor un templo

se ha levantado, y en él sigues viviendo,

y al latir, tu inodoro va repitiendo:

"¡Olor y grasitud al truhán Sarmiento!

 

¡Olor y gratitud! ¡Y-gra-si-tud!"

para el grande entre los viles,

jetón cobarde, cerdo liberal.

Piojo y horror… garca sin par…

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