ROTARY
CLUB INTERNACIONAL:
EL HERMANO
MENOR DE LA MASONERÍA - 02
Los rotarios son masones disfrazados
Es un hecho que los rotarios florecen
donde más abundan los masones, a tal punto que aquellos,
generalmente, no son otra cosa que masones disfrazados.
Masón fue su fundador y sus principales
colaboradores y masones son los actuales dirigentes internacionales. En
Londres existe una logia masónica -la Rótary Lodge- reservada
exclusivamente para rotarios masones y cuyo Gran Maestre
es el Príncipe Consorte, Felipe de Edimburgo.
El Boletín de enero de 1928 del Gran
Oriente Español decía que “los masones podían considerarse como los
hermanos mayores de los rotarios, ya que entre una y otra
institución hay grandes puntos de contacto”.
“En
los clubes rotarios —afirma la revista masónica “Alpina”— tienen
su puesto muchos masones; y esto es fácilmente comprensible —añade-
dados los principios porque se rige el rotarismo".
No es, por lo tanto, una novedad que en la
revista masónica “El Nivel”, editada en Buenos Aires, se
informara al público masónico, en su entrega de febrero-marzo de 1944,
sobre “los eficientes trabajos realizados por el Gran
Maestre de la Gran Logia Argentina en conexión con el Rótary Club".
El masón Pérez Torreblanca decía en
la Asamblea de la Masonería Simbólica de España en 1929: “Por sus
orígenes los clubes rotarios cumplen una función internacional muy
parecida a la masónica, aunque la limitación de sus fines los coloque en
la situación de hermanos menores de nuestra Orden. La masonería
debe colaborar en este movimiento para que no se desnaturalicen sus
fines primordiales”. Y luego, a raíz de las censuras eclesiásticas
recaídas sobre los socios de la “rueda dentada”, añadía: “El movimiento
rotario, condenado por
la Iglesia y perseguido por los obispos,
merece una simpática consideración, e incluso el apoyo de integrarlo
allí donde las posibilidades masónicas lo permitan”.
El Club de Leones: centro de captación de los rotarios
Entre los diversos centros que deben su
iniciación al Rótary, debemos nombrar, por su gran importancia, al
Club de Leones. Esta institución, llamada también Lions
International, cuya casa matriz se halla en Chicago (de donde
salieron los Chicago Boys de Martínez de Hoz),
nació en la ciudad estadounidense de Dallas, Texas, en 1917, como
hermano menor del Rótary. Según se cree, es una organización
internacional de origen masónico que responde a los intereses
petroleros de los Estados Unidos (de allí su conexión con Joe
y su banda de forajidos). El leonismo ha fundado ya 21.000 clubes
en el mundo y cuenta con 1.500.000 asociados, llamados “leones”.
La sigla LEONES puede significar, según los intérpretes del
leonismo: Lealtad, Entendimiento, Orden, Nobleza
de Ideales, Esfuerzo por el progreso y Servicio al
individuo. Desde luego, todo ello, para la destrucción de las patrias.
La primera convención de clubes de leones
del distrito correspondiente a la Argentina se reunió luego en el teatro
El Círculo de la ciudad de Rosario, el 23 de mayo de 1957
(pleno reinado de la Revolución
Libertadora),
presidida por su delegado internacional, el doctor Humberto
Valenzuela García (que ya había estado en Argentina en noviembre de
1954); y al establecerse en Buenos Aires la filial nacional de la
institución, resultó elegido como presidente el gorila masón José
Fernández Moreno.
Rotarismo y catolicismo
En 1928 condenaron al Rótary,
en sendas cartas pastorales, los obispos españoles de Palencia,
Almería, Tuy, León y Orense; y luego el episcopado español
en pleno el 1º de febrero de 1929.
El primado de Toledo, monseñor Segura y
Sáenz, escribía en su pastoral del 23 de enero de 1929: “El Rótary
hace profesión de un laicismo absoluto y de una indiferencia religiosa
universal, intentando moralizar a los individuos y a las sociedades con
total prescindencia de nuestra santa Madre la Iglesia Católica. Mientras
predican una moral sin religión para llegar a la paz universal, ocultan
-bajo un aspecto comercial, recreativo, filantrópico,
pedagógico, neutral, pero siempre laico- la
negación de la moral verdadera y de la verdadera religión, que
tratan de sustituir con una religión que no es la de Jesucristo".
El obispo de Palencia decía: “La
institución rotariana, como tal, hace profesión de laicismo
absoluto, de indiferencia religiosa universal, e intenta moralizar a los
individuos y sociedades por medio de una doctrina radicalmente
naturalista, racionalista y aún atea. Sepan, por
tanto, nuestros amados fieles que, dentro de los titulados clubes
rotarios, no pueden entrar los buenos católicos".
Y el obispo de Orense señalaba que “tales
clubes rotarios no son otra cosa que nuevos organismos
satánicos de igual procedencia y espíritu que el masonismo;
bien que procuren disfrazarse y aparecer con el marchamo de
humanitarismo puro y hasta de caridad cristiana y de fraternidad
universal (…). Según todas las señales y testimonios y documentos
fidedignos; y aún a juicio y probanza de insignes y meritísimos
católicos y prelados de la Iglesia, la organización rotaria
resulta sospechosa y debe estimarse vitanda, execrable y maldita".
El cardenal Andrieu, arzobispo de Burdeos,
lo condenó en 1929; y, al mencionar estos documentos de los episcopados
francés y español, la Revista Eclesiástica de Buenos Aires, en 1929 y
1945, recordaba a los católicos la resolución Nº 87 del Episcopado
Argentino que ordena lo siguiente: “Deben nuestros fieles andar muy
cautos en dar su nombre y apoyo a asociaciones de carácter internacional
con principios doctrinarios opuestos a las enseñanzas de la Iglesia y
con gobierno sustraído a toda dirección e influencia de la misma". Y más
adelante comentaba que "entre esas asociaciones se puede incluir con
justicia al Rótary Club"; por lo que sólo con permiso del obispo, y
comprometiéndose a seguir fielmente sus instrucciones, un católico podrá
pertenecer por excepción al Rótary.
Porque “el Rótary
—escribió el jesuíta José M. Bower en la revista "Estudios" de
Buenos Aires en su entrega de octubre de 1928— no es compatible con
el catolicismo. Con su moral racionalista, naturalista y laica se
alza como rival de la moral evangélica, y entre la moral del Rótary
y la moral de Cristo la opción no puede ser dudosa para un
católico. Mutilar la verdad divina es un sacrilegio, disimularla es
una cobardía y sustituirla por otra es una apostasía”.
Todo sistema ético que no se base en los
principios cristianos es inadmisible para un católico, y “las tentativas
de acuerdo en este terreno —nos advierte Pío
XI
en su encíclica
Mortálium ánimos
del 6 de enero de 1928— no pueden, en ninguna
manera, obtener la aprobación de los católicos, puesto que están
fundadas en la falsa opinión de los que piensan que todas las religiones
son, con poca diferencia, igualmente buenas. Cuantos sustentan esa
opinión poco a poco vienen a parar en el naturalismo y ateísmo”.
El Boletín Eclesiástico de la arquidiócesis
de Santa Fe del 15 de marzo de 1933 se hace eco de estos conceptos al
transcribir un artículo de L'Osservatore Romano, órgano oficioso de la
Santa Sede, subrayando el “carácter antirreligioso y anticatólico del
rotarismo”.
A las condenas de los obispos españoles y
franceses siguieron las del episcopado holandés en su Conferencia de
Utrecht de 1930, del episcopado peruano en 1938 y de monseñor Reyes, de
Nicaragua, en 1941, los cuales en general dicen: “El Rótary
sostiene una doctrina radicalmente naturalista y atea, totalmente
indiferente en cuanto a la religión y al culto. Tales clubes son
satánicos, de igual espíritu y procedencia que el masonismo
(…) Y predican una moral sin religión (…) Por lo que declaramos
categóricamente que a ningún católico le está permitido afiliarse al
Rótary, y que al pertenecer a él ponen en peligro su salvación eterna”.
La Santa Sede -respondiendo a la consulta de
los obispos- lo prohibió terminantemente para todos los clérigos
en su “non éxpedit” (no conviene) del 4 de febrero de
1929, y luego Pío
XII
repitió tal prohibición el 11 de enero de 1951, añadiendo
para los fieles en general una exhortación, en la cual les aconseja que
se cuiden de pertenecer a sociedades condenadas
por
la Iglesia
o simplemente sospechosas, a tenor del canon 684 del Código de
derecho canónico.
La Santa Sede, aclarando la frase curial “non
éxpedit”, indicó que “prohibitiónem importat”,
o sea, constituye una prohibición
.
Y L'Osservatore Romano, diario oficioso del Vaticano, daba tres razones
principales de tal prohibición, a saber: “Por
su origen masónico, por sus probadas hostilidades hacia
la Iglesia Católica y por su código moral, tan parecido,
en casi su totalidad al de la masonería”.
Los rotarios argentinos, al conocer tal
decisión de la Santa Sede, hablaron de las “injustas
apreciaciones del Vaticano”, de “reviviscencias de la intolerancia
medieval”, de que “la Iglesia ha cometido un error muy serio”; y que tal
actitud manifiesta en Ella “una autoridad espiritual llena de soberbia”.
Con tales apreciaciones sobre el supremo magisterio del Vicario de
Cristo en la tierra ¿cómo puede llamarse católico un rotario?
En setiembre de 1945 la revista eclesiástica
de Buenos Aires se expresaba así: “El Ordinario no puede permitir que
los sacerdotes se afilien o den su nombre a los Rótary clubes, ni
tampoco que asistan a las reuniones que aquéllos verifiquen”.
Leemos en L'Osservatore Romano de 1933: “Los
rotarios, al pretender ser la auténtica organización práctica de
la ética y los maestros y ejecutores de la ley moral que ellos señalan,
argumentan en forma parecida a los doctrinarios de la masonería.
Por esto la concepción rotariana, así como la masónica, no
pueden conciliarse con la doctrina católica”.
El rotarismo, prescindiendo de veinte
siglos de vida cristiana, ha dado un salto gigantesco hacia atrás y se
ha colocado en plena filosofía pagana y naturalista. Sus rasgos propios
e imborrables son: un naturalismo radiccal, un absoluto indiferentismo
religioso y un ateísmo práctico completo.
El célebre pensador inglés Chesterton
lo define como “una organización sin alma, desprovista de toda
dignidad espiritual. El compañerismo rotariano —dice— no tiene
nada de cristiano y su teoría de la propia suficiencia es la más negra
de las modernas herejías”. Y concluye así el erudito escritor: “El
hombre no se basta a sí mismo, debe apoyarse en Dios; y el rotarismo
prescinde de toda idea divina en las relaciones humanas. La hermandad de
los hombres necesita de Ja paternidad de Dios. Cuando se suprime o evita
la creencia en lo sobrenatural (como hace el Rótary) todo queda
reducido a una mezquina colección de presuntuosos.
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REFERENCIAS |
-
TONELLI, Armando, La verdad sobre el Rótary Club,
ibídem.
-
Diario La Nación del 31 de mayo de 1957.
-
Revista Eclesiástica de Bs. As., pág. 554 del año
1929 y 532 del año 1945. 47 Calece.
-
Colección
Completa de Encíclicas Pontificias,
Tomo I, pp. 1114 a 1120 (Encíclica
Mortalium ánimos
de Pío
XI
del 6 de enero de 1928).
-
Boletín
Eclesiástico de la Arquidiócesis de Santa Fe, pág. 153, del 15 de
marzo de 1933.
-
Acta Apostolicae Sedis, volumen 21, Nro.
42.
-
Revista
Eclesiástica de Bs. As., pág. 532, año 1945. Publicación del
Rotary Club de Bs. As. (folleto), año 1951.
-
TONELLI, Armando, op. cit..
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