Un Aporte para la Construcción de una Sociedad Sustentable
Calendario Militante
Fue el 28 de Septiembre de 1966. Un
grupo de 18 jóvenes estudiantes, obreros y sindicalistas, desvió un avión de
Aerolíneas Argentinas y aterrizó en Malvinas. Allí, hicieron flamear la
bandera argentina durante treinta y seis horas, antes de entregarse a las
autoridades católicas en las islas. La Justicia Federal los condenó. Para
muchos, sin embargo, fueron los responsables de una gesta patriótica que
revindicó por primera vez los derechos soberanos argentinos en esa parte de la
Provincia. En este articulo voy a hacer un repaso del operativo con testimonios
aportados por el Dr. José Salomón, que fue abogado defensor de los jóvenes, y
de Héctor Ricardo García, director del diario Crónica de Buenos Aires que
acompañó al grupo armado.
Por Franco Tocagni (*)
El Operativo Cóndor fue comandado por Dardo Manuel Cabo,
periodista, metalúrgico y activo militante nacionalista de aquellos años. Con
él actuaron Fernando Aguirre, Norberto Karasiewicz, Andrés Castillo, Luis
Caprara, Victor Chazarreta, Ricardo Ahe, Juan Bovo, Edelmiro Navarro, Ramón Sánchez,
Pedro Tursi, Juan Rodriguez, Pedro Bernardini, Alejandro Giovenco Romero,
Fernando Lisardo, Edgardo Salcedo, Aldo Ramirez y María Cristina Verrier.
El Dr. José Salomón, abogado fueguino que patrocinó a buena parte de estos jóvenes,
recordó en un articulo reciente que según consta en el expediente
aproximadamente a las seis de la mañana, y ya sobrevolando la ciudad de Santa
Cruz, el grupo tomó el avión y previo a conversar con el comandante -que
alegaba falta de combustible- lo obligó a tomar rumbo 105 con destino a las
Islas Malvinas. A los pasajeros se les comunicó, para no atemorizarlos, que se
regresaba a Comodoro Rivadavia.
Por su parte, en la acusación del Fiscal Federal de Tierra del Fuego, Jorge
Torlasco, se sostiene que a pesar del manto de nubes existente, el piloto logró
encontrar las Islas, valiéndose de cierta deformación en dicho manto que lo
indujo a pensar que debajo debía haber tierra firme.
Entre claros pudieron divisar tierra, localizaron la ciudad, y luego de hacer
alguno virajes de reconocimiento, aterrizaron en una pista de carrera de
caballos, evitando distintos obstáculos que allí había. No bien se detuvo el
avión descendió el grupo de jóvenes armados, y procedió a colocar banderas
argentinas en las inmediaciones.
A las 9:57, en Puerto Rivero -después sería Puerto Argentino- Dardo Cabo firma
el siguiente comunicado: Operación Cóndor cumplida.
Pasajeros, tripulantes y equipo sin novedad. Posición Puerto Rivero, Islas
Malvinas, autoridades inglesas nos consideran detenidas. Jefe de Policía e
Infantería tomados como rehenes por nosotros hasta tanto gobernador ingles
anule detención y reconozca que estamos en territorio argentino...
El comunicado fue difundido por la radio del avión. Y a las 18 horas se
complementó con otro que decía: Informa Operación Cóndor: después de
escuchar misa en castellano dentro del avión, fueron liberados los rehenes
ingleses.
El operativo según Héctor Ricardo García
Tal como lo recordó n su libro Cien veces me quisieron matar,
fue el único periodista en actividad que viajó acompañando al Operativo Cóndor.
Dice este medio que la audaz y muy riesgosa acción conmocionó no solo a
nuestro gobierno (ese mismo día el dictador Juan Carlos Onganía cumplía tres
meses de mandato) sino al mundo, provocando comentarios en toda la prensa.
Los 18 argentinos contaban con mucho y sofisticado armamento transportado
clandestinamente en el avión, pero el cansancio, la falta de alimentos y agua
los obligaron a rendirse.
El periodista describe lo que ocurrió después de que el sacerdote Rodolfo Roel
ofició la misa en el avión:
A las seis de la tarde, una fuerte lluvia comenzó a caer sobre la Isla. No
obstante, varios pobladores y los infantes de marina (ingleses) se daban a la
tarea de colocar grandes reflectores en las inmediaciones del avión, para poder
observar sin problemas los movimientos de los ocupantes de la máquina. Además,
el cerco armado ya estaba al máximo. En los siete jeeps ubicados detrás del
avión se habían apostado policias, infantes y pobladores armados; otro tanto
en los coches ubicados delante, mientras en lo alto del cerro tres carpas de
campaña revelaban que en su interior también había efectivos.
Se calcula que unos cien hombres, de los 120 habitantes de la Isla, estaban en
pié de guerra, pese a la inclemencia del tiempo y la fuerte lluvia, que cayó
sin tregua durante mas de dos horas. Mientras los 18 integrantes del comando se
encerraban en el avión, como único refugio para planear sus futuras acciones,
los tripulantes y pasajeros del vuelo 648 (que habían sido trasladados hasta el
centro de la ciudad para recibir alimentos y hospitalidad) disfrutaban de buenas
comodidades que les brindaron los habitantes.
A las 4:30 horas del 29 de Septiembre, se conoció un mensaje del gobernador
inglés de las Islas. En el mismo, el representante real expresaba: están
totalmente cercados; si intentan salir del avión, los soldados y policias
tienen ordenes de tirar. No respondemos por vuestras vidas. Es preferible que se
rindan. La respuesta del jefe del comando fue negativa.
Poco después de las 15, el padre Roel fue a visitar a los muchachos, como les
decía con temblorosa y suave voz, mezcla de ingles y castellano. Y allí, a título
personal, como siempre hablaba, les solicitó que entregaran sus armas y se
rindieran. La respuesta fue la de siempre: no estamos dispuestos a deponer las
armas. Finalmente se llegó a un pacto: los argentinos depondrían de su
actitud, siempre y cuando fueran acogidos por la Iglesia Católica, y quedaran
exclusivamente a cargo del padre Roel.
A las 17, todos los cóndores con el sacerdote y el comandante formaron junto a
la bandera argentina que estaba flameando desde la mañana anterior, y
procedieron a arriarla. Luego, con ella en brazos, entonaron el Himno Nacional
Argentino, de viva voz, mientras atónitos custodios ingleses, sin moverse de
sus puestos pero siempre con las armas listas, seguían con atención la
emocionante ceremonia. Media hora mas tarde, el comandante de la nave, Fernandez
García, recibía sobre su avión todas las armas.
Las horas avanzaban y nada se sabía sobre la suerte de los integrantes del
operativo y la mía. Nadie podía precisar dónde seríamos juzgados. En
Argentina o en Inglaterra.
El 1 de Octubre, los argentinos fueron transportados en una lancha carbonera
inglesa hasta el barco Bahía Buen Suceso. En ese momento Cabo tomó las siete
banderas argentinas, y tal como lo había prometido, en vez de bajar con ellas
enarbonándolas (como era la idea) las entregó al almirante Guzmán en una
bolsa, diciendo en la oportunidad las siguientes palabras: Señor Gobernador de
nuestras Islas Malvinas, le entrego como máxima autoridad aquí de nuestra
patria, estas siete banderas. Una de ellas flameó durante 36 horas en estas
Islas y bajo su amparo se cantó por primera vez el Himno Nacional.
El viaje desde las Malvinas hasta Tierra del Fuego se extendió desde las 19:30
horas del 1 de Octubre hasta las 3 de la mañana del 3 de Octubre, en que
llegaron a Ushuaia.
Delincuentes o patriotas?
El Juez Federal de Tierra del Fuego, Miguel Angel Lima,
procesó a los integrantes del Operativo Cóndor en atención a los delitos de
privación de la libertad personal calificada y tenencias de armas de guerra,
por los que finalmente fueron condenados a distintas penas el 26 de Junio de
1.967.
Esta sentencia fue confirmada por la Cámara Federal de Bahía Blanca, el 13 de
Octubre de ese mismo año, aunque algunas consideraciones de los jueces, citadas
por el Dr. Salomón, sugieren un espíritu distinto al de la condena.
Por ejemplo, la decisión judicial ordena la devolución de las banderas a su
propietario, Dardo Manuel Cabo.
El juez Lima sostuvo que ...las banderas argentinas, por el hecho de haber
tremolado sobre una porción irredenta de tierra de la Patria, no son ni pueden
ser consideradas instrumento de delito.
Por ello corresponde su oportuna devolución a quien ha demostrado actuar como
su propietario.
Y como el propio Salomón y los demás abogados defensores habían pedido que
las banderas sean entregadas al Museo Histórico Nacional, el juez Lima contestó
que cualquiera fuera la opinión del infrascripto, escapa a sus funciones
disponer sobre el destino solicitado. No pretendamos anticiparnos al juicio de
la Historia.
Dejemos a la posteridad lo que es de la posteridad. Solo el tiempo que acalla
las pasiones y afina las perspectivas es el capaz de dar su paso sereno e
imparcial
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