Un Aporte para la Construcción de una Sociedad Sustentable
Coplas
del Payador Perseguido (1972)
(Fragmentos)
[...]
Yo
sé que muchos dirán
que
peco de atrevimiento
si
largo mi pensamiento
pal
rumbo que ya elegí,
pero
siempre hei sido ansí,
galopiador
contra el viento.
Eso
lo llevo en la sangre
dende
mi tatarabuelo.
Gente
de pata en suelo
fueron
mis antepasaos;
criollos
de cuatro provincias
y
con indios misturaos.
Mi
agüelo fue carretero,
mi
tata fue domador;
nunca
se buscó dotor
pues
se curaban con yuyos,
o
escuchando los murmuyos
de
un estilo de mi flor.
Como
buen rancho paisano
nunca
faltó una encordada,
de
ésas que parecen nada
pero
que son sonadoras.
Según
el canto y la hora
quedaba
el alma sobada.
Mi
tata era sabedor
por
lo mucho que ha rodao.
Y
después que había cantao
destemplaba
cuarta y prima,
y
le echaba un poncho encima
“pa
que no hable demasiado...”.
La
sangre tiene razones
que
hacen engordar las venas.
Pena
sobre pena y pena
hacen
que uno pegue el grito.
La
arena es un puñadito
pero
hay montañas de arena.
No
sé si mi canto es lindo
o
si saldrá medio triste;
nunca
fui zorzal, ni existe
plumaje
más ordinario.
Yo
soy pájaro corsario
que
no conoce el alpiste.
Vuelo
porque no me arrastro,
que
el arrastrarse es la ruina;
anido
en árbol de espina
lo
mesmo que en cordilleras,
sin
escuchar las zonceras
del
que vuela a lo gallina.
No
me arrimo así nomás
a
los jardines floridos.
Sin
querer vivo alvertido
pa
no pisar el palito.
Hay
pájaros que solitos
se
entrampan por presumidos.
Aunque
mucho he padecido
no
me engrilla la prudencia.
Es
una falsa experiencia
vivir
temblándole a todo.
Cada
cual tiene su modo;
la
rebelión es mi cencia.
Pobre
nací y pobre vivo,
por
eso soy delicao.
Estoy
con los de mi lao
cinchando
tuitos parejos
pa
hacer nuevo lo que es viejo
y
verlo al mundo cambiao.
Yo
soy de los del montón,
no
soy flor de invernadero.
Soy
como el trébol pampero,
crezco
sin hacer barullo.
Me
apreto contra los yuyos
y
así lo aguanto al pampero.
Acostumbrao
a las sierras
yo
nunca me sé marear,
y
si me siento alabar
me
voy yendo despacito.
Pero
aquel que es compadrito
paga
pa hacerse nombrar.
Si
alguien me dice señor,
agradezco
el homenaje;
mas,
soy gaucho entre gauchaje
y
soy nada entre los sabios.
Y
son pa mí los agravios
que
le hagan al paisanaje.
La
vanidá es yuyo malo
que
envenena toda la huerta.
Es
preciso estar alerta
manejando
el azadón,
pero
no falta el varón
que
la riegue hasta en su puerta.
El
trabajo es cosa buena,
es
lo mejor de la vida;
pero
la vida es perdida
trabajando
en campo ajeno.
Unos
trabajan de trueno
y
es para otros la llovida.
Trabajé
en una cantera
de
piedritas de afilar.
Cuarenta
sabían pagar
por
cada piedra pulida,
y
era a seis pesos vendida
en
eso del negociar.
Apenas
el sol salía
ya
estaba a los martillazos,
y
entre dos a los abrazos
con
los tamaños piedrones,
y
por esos moldejones
las
manos hechas pedazos.
Otra
vez fui panadero
y
hachero en un quebrachal;
he
cargao bloques de sal
y
también he pelao cañas,
y
un puñado de otras hazañas
pa
mi bien o pa mi mal.
Buscando
de desasnarme
fui
pinche de escribanía;
la
letra chiquita hacía
pa
no malgastar sellao,
y
era también apretao
el
sueldo que recibía.
Cansao
de tantas miserias
me
largué pal Tucumán.
Lapacho,
aliso, arrayán,
y
hacha con los algarrobos.
¡Por
dos cincuenta! Era robo
pa
que uno tenga ese afán.
Sin
estar fijo en un lao
a
toda labor le hacía,
y
ansí sucedió que un día
que
andaba de benteveo
me
topé con un arreo
que
dende Salta venía.
Me
picó ganas de andar
y
apalabré al capataz,
y
ansí, de golpe nomás
el
hombre me preguntó:
¿Tiene
mula? Cómo no,
le
dije... Y hambre, de más.
A
la semana de aquello
repechaba
cordilleras,
faldas,
cuestas y laderas
siempre
pal lao del poniente,
bebiendo
agua de vertiente
y
aguantando las soleras.
Tal
vez otro habrá rodao
tanto
como he rodao yo,
y
le juro, creameló,
que
he visto tanta pobreza,
que
yo pensé con tristeza:
Dios
por aquí no pasó.
[...]
Una
canción sale fácil
cuando
uno quiere cantar.
Cuestión
de ver y pensar
sobre
las cosas del mundo.
Si
el río es ancho y profundo
cruza
quien sabe nadar.
Que
otros canten alegrías
si
es que alegres han vivido.
Que
yo también he sabido
dormirme
en esos engaños.
Pero
han sido más los años
de
porrazos recibidos.
Nadie
podrá señalarme
que
canto por amargao.
Si
he pasao lo que he pasao
quiero
servir de alvertencia.
El
rodar no será cencia
pero
tampoco es pecao.
Yo
he caminao por el mundo,
he
cruzao tierras y mares,
sin
fronteras que me pare
y
en cualesquiera guarida,
yo
he cantao, tierra querida,
tus
dichas y tus pesares.
A
veces, caiban al canto
como
vacaje a la aguada
para
escuchar mis verseadas
hombres
de todos los vientos,
trenzando
sus sentimientos
al
compás de mi encordada.
Pobre
de aquel que no sabe
del
canto las hermosuras.
La
vida, la más oscura,
la
que tiene más quebrantos,
hallará
siempre en el canto
consuelo
pa su tristura.
Dicen
que no tienen canto
los
ríos que son profundos.
Mas
yo aprendí en este mundo
que
el que tiene más hondura,
canta
mejor por ser hondo,
y
hace miel de su amargura.
Con
los tumbos del camino
se
entran a torcer las cargas.
Pero
es ley que en huella larga
deberán
acomodarse.
Y
aquel que llega a olvidarse
las
ha de pasar amargas.
Amigos:
voy a dejar.
Está
mi parte cumplida
en
la forma preferida
de
una milonga pampeana.
Canté
de manera llana
ciertas
cosas de mi vida.
Aura
me voy. No sé adónde.
Pa
mí todo rumbo es güeno.
Los
campos, con ser ajenos
los
cruzo de un galopito.
Guarida
no necesito,
yo
sé dormir al sereno...
Siempre
hay alguna tapera
en
la falda de una sierra.
Y
mientras siga esta guerra
de
injusticias para mí,
yo
he de pensar desde allí
canciones
para mi tierra.
Y
aunque me quiten la vida
o
engrillen mi libertad.
¡Y
aunque chamusquen quizá
mi
guitarra en los fogones,
han
de vivir mis canciones
en
l'alma de los demás!
¡No
me nuembren, que es pecao,
y
no comenten mis trinos!
Yo
me voy con mi destino
pal
lao donde el sol se pierde.
¡Tal
vez alguno se acuerde
que aquí cantó un argentino!