Los nuevos propietarios de las
tierras
Las tierras que dieron origen a esta zona,
provenían en sus comienzos, del reparto del fundador Juan de Garay,
hecho a su compañero de viaje, Alonso de Escobar, en el año 1582.
Debemos recordar que Escobar hizo abandono de esta estancia, la que
pasó a poder del Estado (muchas de las primeras tierras repartidas
sufrieron idéntica suerte ya que el asedio aborigen y lo inhóspito
del terreno hacia poco viable el asentamiento humano) y en 1601 la
recibió en una nueva merced, Francisco Muñoz. Fue heredada luego
por el General Miguel de Riglos y en 1720, parte de la misma,
vendida a Fermín de Pesoa.
En el año 1756 Pesoa vendió sus tierras al mariscal de campo Manuel
de Pinazo y Funes. (Un arroyo del mismo nombre lo recuerda en la
localidad de Del Viso y que luego servirá de límite para el Partido
de General Sarmiento).
Por entonces una de las principales actividades
en la provincia serán las “vaquerías” o sea la caza de vacas
cimarronas (salvajes) que abandonara la primera expedición de Pedro
de Mendoza para extraerles el cuero. Su expansión debido a las
excelentes condiciones de suelo y clima darán origen luego a la
principal actividad económica de la zona: la ganadería.
Fallecido Pinazo fueron heredadas en gran
parte, por su hijo José Gregorio Pinazo, quién procedió a
subdividirlas en varias fracciones menores, que adquirieron Zoilo
Díaz, Juan Andrés de Cabo, Pastor Luna, León Jiménez, Blas González,
etc., respectivamente y en el orden mencionado, hasta llegar a la
estancia de Diego Cruz.
Debemos aclarar que estas “suertes de
estancias” corrían en forma paralela y eran de diferente ancho, pero
de una misma longitud. Tenían legua y media de fondo, hasta tocar
aquellas que provenían del Río De Las Conchas (este cambiará de
nombre luego de las invasiones inglesas por el de “Río de la
Reconquista”) hoy reconocido como Reconquista.
Vista del Río de las Conchas (Río de la
Reconquista)
Promediando la segunda mitad
del Siglo XIX, las tierras que en la actualidad forman parte de la
localidad de Ingeniero Pablo Nogués eran campos dedicados a la
agricultura y al pastoreo de ganado. Ya existía, por entonces, el
camino de San Fernando a General Rodríguez, y por el se transportaba
lo producido en las chacras, a través de carretas tiradas por
bueyes.
Respecto a la propiedad de
las mismas, una vasta porción estaba constituida por la estancia San
Eduardo, perteneciente a Ernesto Quesada, en tierras que habían sido
del General Ángel Pacheco.
Otro propietario de la zona
era Valerio Díaz, quien vivía junto a su esposa Josefa de Cabo y sus
pequeñas hijas Andrea, Petrona y Amalia. Valerio Díaz era hermano de
Zoilo, también propietario de una fracción, en este caso ubicada en
la zona de Los Polvorines. Esa propiedad luego fue adquirida por el
Estado, que instaló allí el Polvorín Sargento Cabral.
Por su parte, Josefa de Cabo
provenía de una antigua familia afincada en la zona de Grand Bourg.
Vecina de Valerio Díaz
estaba la propiedad de Juan Sangiácomo (censado en 1869), miembro de
otra familia de larga data en la zona. Estaba casado con Jerónima
Castellano, con quien había tenido cuatro varones: Juan, Pedro,
Justo y Pablo. Jerónima Castellano era hija de Francisco Castellano,
dueño de una chacra en Los Polvorines. Estos dos matrimonios
muestran claramente los vínculos que se establecían entre las
escasas familias que poblaban la zona.
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1893 Los terrenos de los
Quesada Pacheco y Zoilo Díaz (Hoy “Barrio la Cabaña” y alrededores)