Un Aporte para la Construcción de una Sociedad Sustentable
Carta
a su esposa
Querida mía:
Con más sangre se ahogan los gritos de libertad. He
sacrificado toda mi vida para el país y el ejército, y hoy la cierran con una
alevosa injusticia.
Sé serena y fuerte. Dios te ayudará y yo desde el más
allá seguiré velando por ustedes. No te avergüences nunca de la muerte de tu
esposo, pues la causa por la que he luchado es la más humana y justa: la del
Pueblo de mi Patria.
Cuida mucha a Susanita, y que después de este amargo
trance encuentren resignación y mucha felicidad. Tenemos muy buenos amigos;
confía en ellos, yo les he pedido que te ayuden.
Muchas cosas tendría que decirte pero las sintetizo en
una sola; me has hecho muy feliz y por ello me voy de la vida con esa serenidad
que me has sabido inspirar siempre. Despídeme de todos: de tu mamá que tan
buena ha sido conmigo. Te deseo mucha resignación. Sé fuerte y continúa la
vida con mi recuerdo y con la frente alta, pues de nada debemos avergonzarnos.
Hoy se difama la honra y el honor; pero yo he procedido
siempre con integridad. Solo pienso, que no terminamos nuestra obra en común:
la felicidad de nuestra querida hija. A ti te queda el hacerlo. Sé fuerte para
ello. Y por eso debes hacer frente a la vida con entereza y mucha confianza en
tus fuerzas, que las sé muchas.
No me dan tiempo ni siquiera a despedirme de ti con un
gran beso. Aquí te lo envío. Pongo en él mi corazón, que ha sido siempre de
mi mujercita querida. En los últimos momentos no quiero tener amargura con los
hombres que se olvidan de todo lo que es humano.
Mi viejita, perdóname este final de nuestra vida. Pido a
Dios que te reconforte pronto para seguir luchando por nuestra hija y por vos
misma. Un tropel de emocionadas palabras son las de mi despedida definitiva. Que
Dios te proteja y en la resignación encuentres alivio a esta tortura. Besos y
besos de tu Juanjo. Adiós mi amor.
Juan José