Conciencia
Ambiental
Un
Aporte para la Construcción de una Sociedad Sustentable
PROCLAMA
DEL MOVIMIENTO DE RECUPERACIÓN
NACIONAL
Las horas dolorosas que vive la República, y el clamor
angustioso de su pueblo, sometido a la más cruda y despiadada tiranía, nos han
decidido a tomar las armas para restablecer en nuestra patria el imperio de la
libertad y la justicia al amparo de la Constitución y las leyes.
Como responsables de este Movimiento de Recuperación Nacional, integrado por
las Fuerzas Armadas y por la inmensa mayoría del pueblo ‹del que provienen y
al que sirven‹ declaramos solemnemente que no nos guía otro propósito que el
de restablecer la soberanía popular, esencia de nuestras instituciones democráticas,
y arrancar a la Nación del caos y la anarquía a que ha sido llevada por una
minoría despótica encaramada y sostenida por el terror y la violencia en el
poder.
Conscientes de nuestra responsabilidad ante la historia, comprendemos que
nuestra decisión es el único camino que nos queda para impedir el
aniquilamiento de la República en una lucha estéril y sangrienta entre
hermanos, cada día más inevitable e inminente.
Deploramos que precisamente desde el gobierno se haya cerrado sistemáticamente
toda posibilidad de pacificar la República y alcanzar la armonía entre los
argentinos, en contraposición con el sentido de responsabilidad, la tolerancia
y la paciencia patriótica del pueblo.
La Nación entera, y con ella la tranquilidad, el bienestar y la dignidad de los
argentinos han caído en manos de hombres y de fuerzas que aceleradamente
retrotraen a la patria a épocas de sometimiento, de humillación y de vergüenza.
Su acción nefasta ha desquiciado y lesionado profundamente el orden político,
económico y social de la República.
Este Movimiento de Recuperación Nacional, se lanza a la acción revolucionaria
con objetivos claros y un programa concreto para restablecer la soberanía y la
justicia social y devolver al pueblo el pleno goce de su libertad y sus
derechos.
Declara objetivos fundamentales de su acción:
En lo político
Han violado y desconocido el imperio de la Constitución y de las leyes,
sustituyéndolo por un llamado ³derecho de la Revolución², que no es otra
cosa que el entronizamiento de la arbitrariedad, sin más normas ni vallas que
la omnímoda voluntad de los que detentan el poder.
Se han avasallado así las garantías y derechos individuales, sustituyéndose a
instituciones y personas de la jurisdicción de sus jueces naturales, sometiéndolos
a tribunales y comisiones especiales expresamente prohibidas por la Constitución.
Se ha perseguido, encarcelado y confinado en verdaderos campos de concentración
a miles de argentinos no sometidos a proceso y privados del derecho a la
defensa, por razones ideológicas o políticas.
Por idénticas razones se ha privado a miles de argentinos de derechos
esenciales, como el acceso a los empleos públicos y la participación activa en
la vida cívica de la Nación, sin que tan graves penas provengan de la decisión
de la justicia y ni siquiera del juzgamiento de la conducta de los inculpados.
Como consecuencia de esta arbitrariedad discriminatoria, que divide a los
argentinos en réprobos y elegidos, se ha privado de sus empleos a miles de
ciudadanos, sin tenerse en cuenta ni su antigüedad, ni su idoneidad, ni su
conducta.
Se ha excluido de la vida cívica del país a la fuerza mayoritaria con el
pretexto de inmoralidades y desviaciones en la conducta de algunos sus
dirigentes; verdadera aberración jurídica y moral que podría llevar a la
exclusión de todos los partidos, desde que todos padecen o padecieron en algún
momento de males similares.
Se ha fomentado y organizado desde el gobierno la delación y el espionaje
contra personas e instituciones, inclusive contra las Fuerzas Armadas.
Se ha impedido la libertad de prensa, uniformada al servicio del gobierno,
interviniendo y entregando arbitrariamente los diarios y revistas a sectores políticos
minoritarios adictos al mismo, clausurando los desafectos e impidiéndose la
aparición de nuevos órganos de opinión independiente.
Todo ello unido a la monstruosidad totalitaria de un decreto-ley que bajo penas
gravísimas prohíbe a los ciudadanos hasta el uso o empleo individual de
palabras, fechas, símbolos, fotografías, nombres y expresiones que se
proscriben, configuran los hechos más salientes de un plan siniestro, destinado
a ahogar la libre expresión de la ciudadanía, y entronizar en el poder a minorías
antinacionales que en su hora enajenaron el patrimonio del país y traficaron
con el hambre y el dolor de los trabajadores argentinos.
Este desborde de la arbitrariedad ha culminado con la abolición de la
Constitución Nacional vigente, sancionada por una Convención Reformadora
libremente elegida por el pueblo, con la participación de los mismos sectores
políticos que apoyan a la tiranía, Constitución que juraron acatar y defender
los mismos que hoy la vulneran y suprimen a espaldas del Pueblo y al margen de
su libre voluntad soberana, con el evidente propósito inconfesable de abolir
disposiciones como las del artículo 40, que impiden la entrega al capitalismo
internacional de los servicios públicos y las riquezas naturales del país,
juntamente con otras también fundamentales como las que sancionan los derechos
del trabajador y las que estatuyen la función social de la economía y la
riqueza.
Por un acto arbitrario y despótico se reimplanta una Carta Fundamental ya
superada por la realidad política, económica y social de la República, al
amparo de cuya imprevisión y laxitud fue posible en otras épocas la entrega
del país a las fuerzas internacionales del capitalismo y el sometimiento, el
hambre y la humillación de nuestro pueblo.
Y para hacer más evidente la burla a la ciudadanía y la prepotencia de la
arbitrariedad, ni siquiera se la reimplanta en todo su vigor como norma de
convivencia o valla del poder, sino ³en tanto y en cuanto no se oponga a los
fines de la Revolución², vale decir, en cuanto no se oponga a la voluntad omnímoda
e Incontrolada del gobierno. Jamás, en toda la historia, gobierno alguno ha
tenido el descaro de hacer semejante profesión de tiranía y despotismo.
En lo económico
Se han tomado medidas tendientes a quebrantar la industria nacional,
depreciar la moneda, crear el desaliento en la inversión de capitales útiles,
elevar los precios acentuando el desequilibrio entre éstos y los salarios,
provocar sectores importantes de desocupación, que llevarán por hambre a los
obreros a someterse a la voluntad del capitalismo.
Todo ello unido al desprestigio internacional de nuestra economía por el propio
gobierno, a la acelerada contratación de empréstitos extranjeros y a la adopción
de determinados compromisos anteriores, constituyen etapas de un plan destinado
a retrotraer al país al más crudo coloniaje, mediante la entrega al
capitalismo internacional de los resortes fundamentales de su economía.
En
lo social
Se han desconocido legítimas conquistas de los trabajadores, se ha destruido
la organización sindical ‹base indispensable de la paz social y del progreso
del país‹, mediante la intervención a la Central Obrera y a todos los
sindicatos.
Se ha perseguido, encarcelado y confinado a miles de trabajadores, y se los ha
privado arbitrariamente del derecho elemental de intervenir activamente en la
vida de las organizaciones a que pertenecen.
En síntesis, desde el propio gobierno se ha realizado una acción sistemática
tendiente a destruir la organización sindical y anarquizar a los trabajadores,
acción que persigue la finalidad inconfesable de debilitar el frente social
para posibilitar el camino del sometimiento del pueblo, y con él, del
sometimiento de toda la Nación.
En
las Fuerzas Armadas
Se ha tratado en toda forma de minar su unidad y su armonía y se han
desquiciado sus cuadros con la baja o retiro obligatorio de centenares de jefes,
oficiales y suboficiales que honraban a la institución por sus virtudes morales
y su capacidad profesional.
Al mismo tiempo se ha obligado a muchos oficiales al desempeño de funciones
civiles incompatibles con su estado militar, creándose hacia la institución un
lógico resentimiento y desconfianza del pueblo, difícil de superar, y que es
la semilla más criminal que podía haberse sembrado para dividir y anarquizar a
la Nación.
Esto es, en lo fundamental, el panorama trágico de las horas difíciles que
vive la República. La proliferación de conflictos sindicales, los actos
diarios de sabotaje en todo el territorio del país y el continuo descubrimiento
en toda la República de planes subversivos o actos de insurrección,
denunciados por el propio gobierno, no son (como él pretende, para encubrir su
responsabilidad y engañar a la opinión) fruto de la acción aislada de
personas perturbadoras, sino síntoma del clima de opresión y subversión en
que vive la República y expresión evidente del espíritu indomable y de la
decisión del pueblo de reconquistar su libertad.
Tan grave estado de cosas impulsa nuestra determinación y nos decide a recoger
el clamor unánime del pueblo, antes de que la República desemboque en una
lucha fratricida que terminará por destrozarla.
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