Conciencia Ambiental
Un Aporte para la Construcción de una Sociedad Sustentable
La RALLT se pronuncia en relación con la ayuda
alimentaria, el derecho de los Pueblos a su propia comida y las declaraciones
del Director del Programa Mundial de Alimentos
Red por una América Latina Libre de Transgénicos
10-10-02
Con mucha atención hemos seguido desde América Latina el debate sobre ayuda
alimentaria en el Sur de África. Nos preocupa la presión que están recibiendo
estos
países para que acepten alimentos genéticamente modificados, pues significa
una violación al derecho que tienen los países a la autodeterminación.
Nos preocupan además varias de las declaraciones hechas por James Morris,
Director del Programa Mundial de Alimentos. El reconoce que este programa ha
distribuido alimentos transgénicos por 7 años. Esto no es una novedad en América
Latina, pues aquí hemos
mantenido una campaña en contra del uso de la "ayuda alimentaria"
como un instrumento de apertura de mercados de productos agrícolas
estadounidenses, en detrimento de nuestros propios agricultores, pero sobre
todo, de que nos usen para depositar los productos que otros no desean, pues es
bien conocido que los alimentos transgénicos son rechazados por
consumidores alrededor del mundo.
La introducción de alimentos transgénicos se ha hecho en algunos casos en
violación de leyes nacionales. En el caso del Ecuador, por ejemplo, la
Constitución prohíbe la introducción y distribución de OGM hasta que no se
cuente con estrictas normas de bioseguridad.
El Programa Mundial de Alimentos ignoró esta norma constitucional y las propias
regulaciones técnicas del programa que manejaba, donde se prohibía explícitamente
el uso de transgénicos. Cuando organizaciones de la sociedad civil presentaron
una demanda en contra del uso de transgénicos en los programas de ayuda
alimentaria, todos los ministerios
relacionados con el tema demandaron que se retiren estos productos de circulación.
Igual pronunciamiento tuvo el Parlamento Ecuatoriano. La única organización
que insistió en continuar con el uso de transgénicos fue el Programa Mundial
de Alimentos.
El señor Morris mantiene en porfía que los alimentos que se distribuyen a través
del Programa Mundial de Alimentos son los mismos que son consumidos en Nueva
York y en Toronto. Este no es el caso de los resultados hallados en Colombia, en
pruebas genéticas hechas en la soya usada para el programa
"Bienesterina". Aquí encontramos un 90% de transgénicos. Este
porcentaje tan elevado nos hace pensar en que acaso los alimentos transgénicos
son segregados en los Estados Unidos, preferenciando los granos tradicionales
para el propio mercado y enviando la mayor parte de la producción transgénica
como
"regalo" a los "pobres del mundo", en este caso, de
Colombia.
Por otro lado, en países como Estados Unidos y Canadá, la mayor parte de los
transgénicos son usados para alimentación animal, no para consumo humano
directo.
Es importante señalar además que la ayuda alimentaria con transgénicos, está
dirigida a un sector de la población que, por su nivel de desnutrición y falta
de alimentos adecuados, es una población de alto riesgo.
Cualquier peligro que pudieran entrañar los alimentos transgénicos será mucho
mayor cuando poblaciones humanas inmunodeprimidas los consuman.
En pruebas genéticas hechas en la ayuda alimentaria de Nicaragua y Bolivia, se
encontró la presencia de maíces transgénicos prohibidos en la Unión Europea,
o aceptados en Estados Unidos sólo para el consumo animal (como es el maíz
Star Link).
En una reunión mantenida por más de 60 organizaciones de América Latina y
convocada por la Red por una América Latina Libre de Transgénicos, en agosto
del 2001, se hizo un llamado a la comunidad internacional para que se inicie un
proceso de auditoria al Programa
Mundial de Alimentos, y para que sean revisadas todas las políticas
relacionadas con la ayuda alimentaria internacional.
La situación de la Argentina es asimismo digna de destacarse. En este país la
implantación de la economía de la Soya produjo las previsibles consecuencias
de monocultivos a escala con destrucción del suelo y de la biodiversidad,
agricultura sin agricultura, despoblamiento del campo y falta generalizada de
comida y hambre en las poblaciones. La Biotecnología acentuó el proceso de
concentración de tierras, despojamiento de los patrimonios fitogenéticos y
desvalorización de las exportaciones.
Ahora una campaña supuestamente solidaria de los grandes productores y
exportadores da de comer soya transgénica "solidaria" a las víctimas
del modelo y se anticipa que las propias transnacionales Cargill y Dreifuss se
sumarán a estas campañas de ayuda alimentaria.
Creemos que existen alternativas a nivel regional para enfrentar emergencias
como la que sufre hoy el Sur de África. En todo caso la ayuda alimentaria debería
basarse en la solidaridad, y no encubrir políticas de subsidios a los propios
productores de los países
centrales o estrategias de penetración de las empresas transnacionales en
nuevos mercados. No se es solidario con quien padece hambre si se da productos
cuya seguridad ha sido seriamente cuestionada. Los pueblos víctimas de catástrofes
alimentarias deberían recibir
los mejores alimentos, adaptados a sus patrones culturales y a su Biodiversidad.
Socavar la soberanía alimentaria y autodeterminación de cualquier pueblo bajo
justificaciones caritativas resulta repugnante y debe ser rechazado con la mayor
energía.
Red por una América Latina Libre de Transgénicos
Adolfo Boy - Jorge Rulli
E-mail: grupodereflexionrural@hotmail.com
Tomado de www.biodiversidadla.org
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