CARTA
ABIERTA A MONSEÑOR
DE
GALARRETA QUE SOFÍSTICAMENTE
NOS
QUIERE HACER CLAUDICAR
Rev.
Padre Basilio Méramo
Estimado Monseñor de Galarreta:
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Su sermón en el Seminario de La Reja del 15 de marzo de 2009, me
obliga a tener que darle una respuesta, máxime por el tema que
usted aborda con el objetivo de dar una explicación y
justificación a los fieles apelando a la inteligencia y a la
capacidad de saber distinguir y reflexionar, con el fin de
proporcionar una explicación congruente y veraz llevando el agua a
su molino. En nombre de la verdad y de la inteligencia que usted
mismo invoca, aquí va mi reflexión para desenmascarar su sutil
sofisma que no es más que una claudicación.
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Si en España se dice que cuando se señale la luna el tonto se
queda mirando el dedo, ejemplo al cual usted alude, ¿quién es pues
el tonto? Porque Roma modernista nos está señalando la luna; está
diciendo claramente que la Misa Nueva es tan legítima, buena y
valedera (o más) pues para ellos, es el rito ordinario (principal),
mientras que la Misa Tridentina es el rito extraordinario (el
ocasional) y hay que aceptarlos (a ambos) como expresiones genuinas,
válidas y legítimas del culto de la Iglesia.
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Pero los Superiores y los Obispos de la Fraternidad se quedan
mirando el dedo, pues dicen: Roma reconoció (al fin) que la Misa
Tridentina nunca fue abrogada, que ahora la Misa Tridentina puede
libremente ser dicha por cualquier sacerdote, que los fieles pueden
ahora venir a la Fraternidad sin obstáculos, que se nos abren las
puertas para un mejor apostolado, etc.
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Roma Modernista señala la luna diciendo claramente en el decreto
del 21 de enero de 2009 por boca del Cardenal Re, que se remitió la
censura de excomunión a los cuatro obispos que volvían a solicitar
el levantamiento de la excomunión al «magnánimo, paternal,
valiente» (y casi tradicionalista) Benedicto XVI, (ante el cual, la
sonrisa de Monseñor Fellay lo dice todo cuando está frente a él,
como se puede ver en algunas fotografías que delatan el acuerdo)
quien directamente señala la luna diciendo: «La remisión de la
excomunión tiende al mismo fin al que sirve la sanción: invitar
una vez más a los cuatro obispos al retorno.» Que fue «un
gesto discreto de misericordia hacia los cuatro obispos ordenados
válidamente pero no legítimamente» y por lo tanto queda claro
que «hasta que la Fraternidad no tenga una posición canónica
en la Iglesia, tampoco sus ministros ejercen ministerios legítimos
en la Iglesia.» El dedo de Roma apóstata y de Benedicto XVI
hereje y modernista consumado en la gnosis-cabalística que domina
el pensamiento germánico Kant-Fichte-Hegel, señala la luna y usted
se queda paladina y estultamente mirando el dedo; pretendiendo con
su sofística apología hacernos también mirar el dedo. Para colmo
y remate todo esto lo dice como el nuevo director o responsable del
seminario que por obra y gracia de su intervención lúcida e
inteligente con visos de firmeza viril convertirá en semiasnario,
si nos atenemos al lenguaje del venerable y genial Padre Castellani,
que por cierto, mucho no se lo aprecia y quiere en dicho
seminario.
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Los Superiores y Obispos de la Fraternidad se quedan mirando el
dedo: no hemos pedido el levantamiento (remisión) de las
excomuniones sino el levantamiento del decreto que declaraba las
excomuniones (distinción que es antijurídica e ilógica pues hay
reciprocidad causal), para reafirmar que están agradecidos por
ello, pues ya no estamos estigmatizados infamemente con las
excomuniones, la Tradición que representamos no está excomulgada,
etc.
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Roma señala la luna: no tienen posición canónica, ni tienen
ministerio legítimo alguno en la Iglesia, mientras que los
Superiores miran el dedo: no estamos excomulgados, la gente puede
venir a los prioratos y capillas, podemos hacer más apostolado sin
estar estigmatizados, ser mal visto, se nos abrirán las puertas,
etc.
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Roma señala la luna: No hay plena comunión (admisión en la
Iglesia) hasta que acepten el Concilio y el magisterio postconciliar
de los Papas y es lo que vamos a discutir doctrinalmente. Los
Superiores miran el dedo: vamos a Roma, allí donde debe y puede
resolverse la crisis, estamos dispuestos a una confrontación
doctrinal con Roma.
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Y peor que quedarse mirando el dedo, es chupárselo y que le sepa a
luna de miel, y que todos hagan lo mismo como mansos corderos,
sumisos, dóciles, y obedientes, ante la impostura, la mentira y el
error que clama al cielo. ¡Qué ironía parece todo esto! pues
usted invoca y convoca la inteligencia (el intus legere o leer
dentro, captar la esencia o substancia de las cosas) y se queda
mirando el dedo, y pretende hacer que nos quedemos como tontos
mirando el dedo con su explicación, cuando Roma nos señala la
luna.
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Discúlpeme estimado Monseñor pero todo conduce a pensar que
además de mirar el dedo y de hacernos mirar el dedo cuando Roma
modernista, neoprotestante y apóstata nos señala la luna, usted
pretende como dicen por aquí en México darnos atole con el dedo, o
si gusta más a la española que nos chupemos el dedo con sabor a
caramelo, cuando Roma anticristo (expresión de Monseñor Lefebvre)
nos señala la luna, y el tonto se queda mirando el dedo.
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Creo que no es hora de tanto chupete, que miremos la luna, sin
perder el equilibrio mental y que de otra parte no haga tanto alarde
de virilidad y firmeza de las que manifiestamente carece en esta
lucha titánica y batalla final entre la Revolución Anticristiana y
la Tradición Católica, la última batalla de la que Sor Lucía
habló.
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Ahora entiendo porqué me dijo el año pasado aquí, en el Priorato
de Orizaba y en presencia de mi vicario, con ocasión de su visita a
México para las confirmaciones que «no entendía por qué no me
iba de la Fraternidad, pensando como pienso, pues al no estar de
acuerdo lo mejor es irse en silencio.» A lo cual le respondí:
¿por qué no se van los otros? (pensando en los traidores y en
usted mismo). Además, si me echan, mi partida jamás sería en
silencio, pues lo que se quiere es precisamente silenciar a
cualquiera que ose oponerse a toda esta claudicación de una nueva
Fraternidad, reciclada, reintegrada con la Nueva Iglesia
Postconciliar, con la Antiiglesia.
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Por esto Monseñor Lefebvre hablaba de Roma Anticristo, de Nueva
Iglesia, y advertía de no confundir la Iglesia Oficial con la
Iglesia Visible: «¿Dónde está la Iglesia visible? La Iglesia
visible por las señales que siempre ha dado para su visibilidad: es
una, santa, católica y apostólica. Les pregunto: ¿dónde están
las verdaderas notas de la Iglesia? ¿Están más en la Iglesia
oficial (no se trata de la Iglesia visible, se trata de la Iglesia
oficial) o en nosotros, lo que representamos, en lo que somos? Queda
claro que somos nosotros que conservamos la unidad de la fe que
desapareció de la Iglesia oficial. (…) ¿La apostolicidad?
Rompieron con el pasado. Si hicieron algo, es bien éso. No quieren
saber más del pasado antes del Concilio Vaticano II. (…) Todo eso
pone de manifiesto que somos nosotros quienes tenemos las notas de
la Iglesia visible. Si hay una visibilidad en la Iglesia hoy es
gracias a ustedes. Estas señales no se encuentran ya en los otros.
(…) No somos nosotros, sino los modernistas los que salen de la
Iglesia. En cuanto a decir “salir de la Iglesia Visible”, es
equivocarse asimilando Iglesia oficial a la Iglesia visible, (…)
¿Salir, por lo tanto, de la Iglesia oficial? En cierta medida,
¡sí!, obviamente.» (Conferencia de Monseñor Lefebvre en
Ecône el 9 de septiembre de 1988, Fideliter n°. 66,
noviembre-diciembre 1988). «Son cosas que son fáciles de decir.
Ponerse dentro de la Iglesia ¿qué es lo que eso quiere decir? Y en
primer lugar, ¿de qué Iglesia se habla? Sí es de la Iglesia
conciliar, sería necesario que nosotros, quienes luchamos contra
ellos durante veinte años, porque queremos la Iglesia Católica,
volviésemos a entrar en esa Iglesia conciliar para supuestamente
volverla católica. ¡Es una ilusión total! (…) Es increíble que
se pueda hablar de Iglesia visible en relación a la Iglesia
conciliar y en oposición con Iglesia Católica, que nosotros
intentamos representar y seguir. (…) Somos nosotros los que
tenemos las notas de la Iglesia visible, la unidad, la catolicidad,
la apostolicidad, la santidad. Eso es lo que constituye la Iglesia
visible. (…) Obviamente estamos en contra de la Iglesia conciliar,
que es prácticamente cismática, incluso si no lo aceptan. En la
práctica, es una Iglesia virtualmente excomulgada, porque es una
Iglesia modernista.» (Entrevista con Monseñor Lefebvre un año
después de las consagraciones episcopales, Fideliter n°. 70,
julio-agosto 1989).
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Discúlpeme
la franqueza pero es la hora de la verdad y únicamente de la
verdad, en medio de las tinieblas y confusión que todo hoy invaden
y que cual golpe maestro del maligno, se gesta con todo esto el
reciclar (amalgamar) la Fraternidad Sacerdotal San Pío X con la
Roma conciliar y la Antiiglesia.
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Que Dios lo ilumine y fortalezca en la verdad que es lo único que
nos hace verdaderamente libres.
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Basilio
Méramo Pbro.
Orizaba,
29 de marzo de 2009
Primer
Domingo de Pasión
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