CARTA ABIERTA A JUAN PABLO II
POR UN SACERDOTE CATÓLICO APOSTÓLICO Y ROMANO

Rev. Padre Basilio Méramo 

Bogotá, 29 de enero de 2002
Fiesta de San Francisco de Sales

   Su Santidad:

   Con todo el respeto y el amor al pecador, y con todo el repudio y el odio al pecado, me atrevo, en el nombre del único y verdadero Dios Uno y Trino, escribiros.

   El acto del 24 de enero pasado, en Asís, por sí mismo cuestiona vuestra legitimidad como Vicario de Cristo y permite, por lo menos, dudar positiva y públicamente de vuestra investidura y autoridad papal, lo cual hace pensar que seríais un antipapa, como tantos otros que en la historia de la Iglesia ha habido.

   Vuestra reiteración en el error de Asís manifiesta vuestra pertinacia en el error. Errar humano es, perseverar en el error es diabólico.

   No parecéis un hombre asistido de la gracia de Dios, sino más bien abandonado de Él, pues de lo contrario no permitiría que cayeras en error tan grave y abominable contra la Fe, si fuera acaso por ignorancia, inadvertencia o por presión, lo cual tampoco os excusaría, Dios os sostendría. Pero no, no sois excusable, vuestros actos os condenan con los hechos, contra los cuales no valen argumentos.

   Volved a los caminos de Dios, dejad vuestra obstinación en el error, implorad la Fe divina, que no profesáis y que habéis perdido, dejando de confirmar a vuestros hermanos en la Fe, pues para conservar la Fe católica los pocos fieles que restan, deben desobedeceros y repudiar vuestros ejemplos para permanecer firmes en la Fe y auténticos Christifideles, (Fieles a Cristo).

   La autoridad papal no es para que hagáis con ella lo que os plazca, sino que la habéis recibido de Dios para que gobernéis la Iglesia de Cristo conduciendo a todos los fieles a su fin último sobrenatural, que es el Dios Uno y Trino de la Revelación.

   La infalibilidad de la Iglesia y del Papa no es para enseñar cosas nuevas, sino para confirmar a todos los hermanos en la Fe de siempre, contenida en el depósito revelado. Así lo afirma el Concilio Vaticano I: "No fue prometido a los sucesores de Pedro el Espíritu Santo para que por revelación suya manifestaran una nueva doctrina, sino para que, con su asistencia, santamente custodiaran, y fielmente expusieran la revelación transmitida por los Apóstoles, es decir el depósito de la Fe". (Denzinger n° 1837)

   Para eso tenéis la infalibilidad y no para convertir la cátedra de Pedro en cátedra del error. Un verdadero Papa no puede pontificar en el error doctrinal socavando, adulterando la Fe, como Vos lo hacéis, destruyendo uno de los fundamentos sobre los que reposa la Iglesia como enseña el doctor angélico al decir que: "La Iglesia está instituida o fundada en la Fe y los Sacramentos de la Fe" (S.Th. III. q.64, a.2, ad3 o Supl. q.6 a.6)

   La paz verdadera es la de Cristo, toda otra paz es falsa y efímera, cual será la falsa paz del Anticristo anunciada por las Sagradas Escrituras: "cuando digan paz y seguridad, entonces vendrá sobre ellos de repente la ruina". (I Tes 5,3)

   No olvidéis que San Juan nos advierte que el Anticristo es el que destruye o disuelve a Cristo y vuestros actos no hacen más que confirmar esto. Para ser de Dios hay que confesar a Cristo de lo contrario se es del Anticristo como San Juan dice: "y todo espíritu que no confiesa a Jesús, no es de Dios, sino que es el espíritu del Anticristo". (1 Jn 4,3) Vuestro ecumenismo no hace sino confirmar esto.

   El que niega a Cristo es un anticristo y vos le negáis públicamente encabezando la reunión interreligiosa con los jefes de las otras religiones y sus dioses, de los que no creen en Cristo, para pedir una paz sin Cristo. Además, la oración se hace al Dios verdadero, al Dios de Abraham, de Jacob, de Moisés, al Dios de la Revelación, no a cualquier dios, como el de los paganos, o el de los infieles, sino al único Dios Uno y Trino "Porque todos los dioses de los gentiles son demonios" como afirma el Salmo 95,5. Luego no se les puede, ni debe orar, como Vos lo admitís y propiciáis.

   Volved a los caminos de Cristo, no enseñéis el error llevándonos por los caminos del cisma, de la herejía y de la apostasía. Sed de Dios, arrepentios y la misericordia divina os cobijará. Oíd el clamor de los antiguos profetas que amonestaban a la ciudad de Dios, a la Jerusalén descarriada, con aquellas palabras graves y dulces como canta la Iglesia, durante la Semana Santa, que se encuentran en el Breviario, como conclusión de las famosas Lamentaciones de Jeremías profeta: "Jerusalén, Jerusalén conviértete a tu Dios", y cuyo espectáculo es el de la Roma de hoy, donde pareciera cual nuevo Panteón albergando a todos los dioses, lo cual hace pensar en el eclipse de la Iglesia, lo que concuerda con la divisa que corresponde a vuestro pontificado según San Malaquías: De labore solis, el eclipse del sol.

    Que la luz se haga en vuestra inteligencia y encienda vuestro corazón en el amor por la verdad y que de allí irradie para luz del mundo, cual corresponde al verdadero Vicario de Cristo.

BASILIO MÉRAMO Pbro.
F.S.S.P.X
   

  

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