SÉPTIMA LECCIÓN
ERROR
FUNDAMENTAL
QUE REINA
HOY
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45. ¿Cuál es el error
más pernicioso y nefasto sobre el tema que estamos tratando?
Sin ninguna duda, el
error más pernicioso e irreductible, es
el que dice que no hay ni puede haber, ni para los individuos ni
para las Sociedades, verdad que se imponga, esto es, que exista. Así
pues, de hecho y de derecho, no habría ni podría haber, verdad ni
error. La consecuencia estrictamente lógica es que no habría bien
ni mal, derecho ni injusticia. Se le darían todos los derechos
tanto al error como a la verdad, al bien como al mal.
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46. ¿Qué significa
dar derechos al error?
Es
fácil explicar este punto. Todos los organismos sociales oficiales
y particularmente las constituciones de los Pueblos han puesto por
fundamento práctico "La Declaración de los Derechos
Humanos" de la Revolución Francesa de 1789. Los derechos
humanos son absolutos; el hombre está a la cabeza. Todo, incluso la
Verdad, depende de él y ha sido hecho por él.
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47. ¿Qué significado
tiene la Declaración de los Derechos del Hombre si se la considera desde el
punto de vista de la sociedad moderna?
Algo muy sencillo. En otros tiempos, Dios era el centro, el
principio y el término de todo en la organización social y
respecto del individuo. Por base de las constituciones de los
Pueblos estaba Dios, Jesucristo y la misión de la Iglesia según
las exigencias de los Derechos divinos. Pero de repente se
suprimieron los derechos de Dios. De este modo, donde antes Dios era
el Dueño y reinaba como tal, se puso el hombre, cuyos pensamientos
y voluntades reemplazaron al pensamiento, verdad, voluntad y ley de
Dios. |
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48. ¿De qué modo se
presentaron al público estas teorías?
Este estado de cosas ha sido instituido por la teoría de las
grandes libertades modernas, que son la base de las constituciones
de todos los países. Existen las libertades de conciencia, enseñanza,
prensa, asociación y cultos. Estas libertades son moderadas por la
ley. La ley es la expresión de la voluntad general.
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49. ¿Cuál es el
significado exacto de estas libertades? ¿No significan que el hombre debe
gozar de entera libertad para enseñar y practicar el bien?
Podrían entenderse
de este modo. Pero por desgracia, no es el sentido que corresponde a
la realidad. El liberalismo moderno ha comprendido y aplicado de
manera muy diferente estas libertades. Para él, estas libertades
consisten en que cada quien tiene la libertad de vivir como quiera y
de enseñar lo que le guste; de escribir y publicar lo que se le
antoje; de asociarse para cualquier fin, bueno o malo. Todos son
libres de dar un culto a quien quieran, a Dios, a Jesucristo, a
Mahoma y al mismo Satanás si así les gusta.
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50. ¿Y qué relación
existe entre esta teoría de las libertades modernas y el error fundamental
del que se habló?
La relación
es evidente. Para las Sociedades y Naciones contemporáneas y para
el hombre formado según los Principios de 1789, la verdad no
existe; lo único que existe es el hombre, es decir, el pensamiento
y la voluntad del hombre. Cada cual tiene el derecho estricto de
concebir y tener las ideas que quiera y ponerlas como directivas de
su vida. Es la prueba manifiesta de que para el hombre solamente
existe como realidad de la que tenga que tener cuenta su propio
pensamiento, conocido y elaborado por él. Fuera de sí mismo, la
verdad no existe. Como consecuencia de esta doctrina, todos tienen
el derecho estricto de enseñar lo que quieran por palabra o
escrito. También por la misma razón, la ley que dirige los países
vale en la medida en la que expresa la voluntad general conocida por
la elección y el voto, y no en la medida en que expresa la Verdad y
la Voluntad divinas. En resumidas cuentas, el Derecho moderno no
reconoce ni profesa ninguna verdad; se inclina únicamente ante el
pensamiento humano.
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51. Entonces, ¿atribuye
usted a la "Declaración de los Derechos Humanos" una influencia
preponderante sobre la mentalidad moderna y errores reinantes?
Sin lugar a duda. Si en nombre de un derecho, el hombre puede pensar
lo que quiera, si de golpe puede, en nombre del mismo derecho (y
esto es muy grave) querer lo que quiera y obrar como le parezca,
para él no existe sino él mismo y los derechos de¡ hombre
deificado, independiente de toda autoridad y de toda verdad. Esta
doctrina permite todos los errores en todos los órdenes de cosas.
En filosofía, en teología, en política, en las ciencias económicas
y sociales, predominarían y servirían de guía el pensamiento y
caprichos del hombre. Pero lo que le da a esta doctrina su
importancia y su gravedad excepcional es que todos los derechos, de
los que se dice autora la Declaración de 1789, le serían debidos
al hombre en derecho estricto, oficialmente reconocidos y aprobados.
Cualquier pensamiento, palabra, acción, etc., se basarían en estos
derechos y serían enteramente legítimos. |
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52. Pero ¿no es verdad
que la "Declaración de los Derechos Humanos" pone límites a la
acción del hombre?
Veamos.
Según los Principios de 1789, los Derechos del hombre quedan
limitados por los derechos de su semejante. Así, mi derecho de
coger el bien ajeno queda limitado por el derecho de su prójimo a
la propiedad. Mi derecho de matar queda limitado por el derecho de
mi semejante a la vida. Todos estos límites obtienen su
reconocimiento y valor en la ley.
Pero en
seguida se ve que son ilógicos. Si por principio mis derechos son
absolutos, nadie les puede poner un límite. A pesar de todas las
restricciones que ponga la ley, siempre predominará contra ésta el
dogma fundamental de la libertad sin freno y los derechos sin
restricción del hombre. En seguida se echa de ver la licencia que
se le daría a cualquier doctrina y enseñanza. Bajo la apariencia
de Derechos del hombre, se podrían introducir en los organismos
sociales los más perniciosos y monstruosos errores, y podrían en
derecho reclamar la protección de la autoridad, que tendría como
función proteger, no ya la Verdad, sino el pensamiento del hombre.
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53. Diciendo esto, se
enfrenta usted a todas las ideas que se admiten hoy en día, y acaba con el
derecho moderno.
Efectivamente, así se cortan en la raíz todos los principios
llamados modernos.
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54. ¿No me podría dar
una noción exacta del Derecho moderno?
Se puede dar la noción que el Papa León XIII dio en su colosal Encíclica
Immortale
Dei:
"Todos los hombres, de la
misma manera que son semejantes
en su naturaleza específica,
son iguales también en la vida práctica. Cada hombre
es de tal manera dueño
de sí mismo que
por ningún concepto está sometido
a la autoridad de
otro. Puede pensar libremente
lo que quiera, obrar lo que
se le antoje, en cualquier
materia. Nadie tiene
derecho a mandar sobre
los demás. En una sociedad
fundada sobre estos principios,
la autoridad no es otra
cosa que la
voluntad del Pueblo, el cual,
como único dueño de sí mismo,
es también
el único
que puede mandarse a sí
mismo. Es el Pueblo el que
elige las personas a las que
se ha de someter. Pero lo
hace de tal manera que
traspasa a éstas no tanto el
derecho de mandar cuanto una
delegación para mandar, y aun ésta sólo para ser ejercida en su
nombre.
Queda
en silencio
el dominio divino, como si Dios
no existiese
o no se preocupase del género
humano, o como si los hombres,
ya aislados, ya asociados,
no debiesen nada a Dios, o
como si fuera posible
imaginar un poder político
cuyo principio, fuerza y autoridad toda para gobernar no se apoyaran
en Dios mismo.
De este modo, como
es evidente, el Estado no
es otra cosa que
la multitud dueña y
gobernadora de sí misma. Y
como se afirma
que el pueblo es en
sí mismo fuente de todo
derecho y de toda autoridad,
se sigue
lógicamente que el Estado
no se juzgará obligado
ante Dios
por ningún deber;
no profesará la única
religión verdadera, ni elegirá
una de ellas ni la favorecerá
principalmente, sino que concederá igualdad de derechos a todas las
religiones, con tal que la disciplina del Estado no quede
perjudicada. Se
sigue también de estos principios que en materia religiosa todo
queda al arbitrio de los particulares y que es lícito a cada
individuo‑ seguir la religión que prefiera o rechazarlas
todas si ninguna le agrada. De aquí nacen una libertad ilimitada de
conciencia, una libertad absoluta de cultos, una libertad total de
pensamiento y una libertad desmedida de expresión".
En resumidas cuentas, según el Papa León XIII los principios del
Derecho Moderno son los siguientes: 1º Todo poder y autoridad
emanan del hombre; es la primera consecuencia de la Declaración de
los Derechos del hombre; 2º Este poder se traduce en la aceptación
y práctica de la más absoluta libertad: el hombre no puede sufrir
ninguna coacción ni obligación, pues tiene todos los derechos; 3º
Como el derecho de un hombre puede oponerse al derecho de otro, el
Derecho Moderno establece una restricción en el uso de la libertad
absoluta: el derecho de uno está limitado por el derecho de otro.
Aunque esta disposición es ilógica, es necesaria para evitar
conflictos y los abusos que serían inevitables. En toda sociedad
organizada es necesaria una legislación. Esta legislación tomará
como fundamento la voluntad general de los hombres que pertenecen a
esa Sociedad, y no Dios, Jesucristo y su Ley Eterna. Los individuos
designan a los mandatarios que expresarán su voluntad en el
Parlamento.
La Legislación no será sino la expresión de la voluntad de la
multitud. Esta es el resultado de los Derechos del hombre.
Insistamos
sobre este punto capital: la voluntad general, que sólo debe tener
cuenta de sí misma, puede imponer leyes nefastas y contrarias a
todo derecho. Sin embargo, estas leyes se convierten en Derecho por
el hecho de ser la ley, es decir, la expresión de la voluntad
general.
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55. ¿Hay una gran
diferencia entre el Derecho Moderno y el Derecho Católico, fundado en el
Derecho Divino?
La
diferencia es enorme. El Derecho Moderno está basado sobre el
hombre. El Derecho Católico esta basado sobre Dios. El Derecho Católico
tiene como punto de vista el fin sumo y último del hombre. El
Derecho Moderno tiene por punto de vista el hombre y su fin, que es
él mismo. El Derecho Católico tiene primeramente en cuenta de la
dependencia absoluta que toda creatura
tiene para con Dios y especialmente de la dependencia que le debe
toda Sociedad y Estado. El Derecho Moderno establece que la unión
de las voluntades funda la Sociedad sobre la voluntad de los
asociados, independientemente de toda voluntad divina. El Derecho
Católico es el establecimiento, por derecho, del reino de Dios en
el individuo y en la Sociedad. El Derecho Moderno es la negación práctica
de la Verdad Católica y de toda Verdad divina. Es el
establecimiento oficial, y consagrado por el derecho, del laicismo,
el ateismo e incluso de todo error. En pocas palabras, el Derecho
Católico es el Derecho, la autoridad y el poder que dimanan del
Derecho, puestos al servicio de la Verdad, la cual exclusivamente
salva a los individuos y Sociedades. El
Derecho Moderno es el derecho, la autoridad y poder del Derecho,
puestos al servicio del hombre, para poner jurídicamente (luego legítimamente)
las inteligencias y las voluntades, las Sociedades y los Estados al
nivel del hombre deificado, esto es, principio y fin de todas las
cosas. Comparen las Constituciones de los Pueblos que proceden de
los Principios modernos con aquellas que proceden de los Principios
católicos y tendrán una pequeña idea de los desastres producidos
por el Derecho Moderno.
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56. ¿No hay un
liberalismo que en estas materias establece una distinción totalmente
admisible?
Hay diversos tipos
de liberalismo. No corresponde aquí hablar extensamente del tema.
Pero nos limitaremos a la sustancia de la doctrina, que se
manifiesta bajo dos diferentes aspectos. En primer lugar hay el
liberalismo que atribuye derechos tanto al Error y al Mal como a la
Verdad y al Bien. Este es el principio, como ya se dijo, de todo
libertinaje. El Papa León XIII condena con razón este liberalismo
como herético e impío. Pero hay un liberalismo más mitigado. El
que por una extraña aberración se llama liberalismo católico. En
sus consecuencias no deja de ser menos pernicioso que el primero.
Sin afirmar que el Error y el Mal tengan derechos, este liberalismo
no afirma que no los tengan. Por el contrario, opina que en
conformidad con el espíritu de tolerancia y de caridad cristiana,
que debe vivirse ante los errores modernos y los que los profesan
cono si estos errores tuviesen Derechos. Declara que todos tienen
sus opiniones y el derecho de tenerlas, y que a nadie debe molestársele
con motivo de sus opiniones o ideas. Prácticamente esto es poner en
pie de igualdad el Error y la Verdad, el Bien y el Mal. Los
resultados de esta doctrina son altamente nefastos, pues se proclama
que debe tratarse con respeto no solo a los que profesan una tal
doctrina sino a la misma doctrina que Dios condena.
Veamos las palabras del Papa León XIII en su Encíclica "Libertas
Praestantissimum": "Son
varias las formas que presenta este mal capital del liberalismo,
porque la voluntad puede separarse de la obediencia a Dios o de la
obediencia debida a los que participan de la autoridad divina, de
muchas formas y en grados muy diversos.
1. - La perversión mayor de la libertad, que constituye al mismo
tiempo la especie peor de liberalismo, consiste en rechazar por
completo la suprema autoridad de Dios y rehusarle toda obediencia,
tanto en la vida pública como en la vida privada y doméstica. Todo
lo que Nos hemos expuesto hasta aquí se refiere a esta especie de
liberalismo.
2 - La segunda clase es el sistema de aquellos liberales que, por
una parte, reconocen la necesidad de someterse a Dios, creador, señor
del mundo y gobernador providente de la naturaleza; pero, por otra
parte, rechazan audazmente las normas de dogma y de moral, que
superando la naturaleza son comunicadas por el mismo Dios, o
pretenden por lo menos que no hay razón alguna para tenerlas en
cuenta sobre todo en la vida política del Estado. Ya expusimos
anteriormente las dimensiones de este error y la gran inconsecuencia
de estos liberales. Esta doctrina es la fuente principal de la
perniciosa teoría de la separación entre la Iglesia y el Estado;
cuando, por el contrario, es evidente que ambas potestades, aunque
diferentes en misión y desiguales por su dignidad, deben colaborar
una con otra y completarse mutuamente.
3. - Dos opiniones específicamente distintas caben dentro de este
error genérico. Muchos pretenden la separación total y absoluta
entre la Iglesia y el Estado de tal forma que todo el ordenamiento
jurídico, las instituciones, las costumbres, las leyes, los cargos
del Estado, la educación de la juventud, queden al margen de la
Iglesia como si ésta no existiera. Conceden, todo lo más, a los
ciudadanos la facultad, si quieren, de ejercitar la religión en
privado. Contra estos liberales mantienen todo su vigor los
argumentos con que hemos rechazado la teoría de la separación
entre la Iglesia y el Estado, con el agravante de que es un completo
absurdo que la Iglesia sea respetada por el ciudadano y al mismo
tiempo despreciada por el Estado.
Otros
admiten la existencia de la Iglesia (negarla sería imposible), pero
le niegan la naturaleza y los derechos propios de una sociedad
perfecta y afirman que la Iglesia carece del poder legislativo,
judicial y coactivo y que sólo le corresponde la función
exhortativa, persuasiva y rectora respecto de los que espontánea y
voluntariamente se le sujetan. Esta teoría falsea la naturaleza de
esta sociedad divina, debilita y restringe su autoridad, su
magisterio; en una palabra, toda su eficacia, exagerando al mismo
tiempo de tal manera la influencia, y el poder del Estado, que la
Iglesia de Dios queda sometida a la jurisdicción y al poder del
Estado como si fuera una mera asociación civil Los argumentos
usados por los apologistas, que Nos hemos recordado singularmente en
la Encíclica "Inmortale Dei",
son más que suficientes para demostrar el error de esta teoría. La
apologética demuestra que por voluntad de Dios la Iglesia posee
todos los caracteres y todos los derechos propios de una sociedad
legítima, suprema y totalmente perfecta.
Por último, son muchos los que no aprueban la separación entre la
Iglesia y el Estado, pero juzgan que la Iglesia debe amoldarse a los
tiempos, cediendo y acomodándose a las exigencias de la moderna
prudencia en la administración pública del Estado. Esta opinión
es recta si se refiere a una condescendencia razonable que pueda
conciliarse con la verdad y con la justicia; es decir, que la
Iglesia, con la esperanza comprobada de un bien muy notable, se
muestre indulgente y conceda a las circunstancias lo que puede
concederles sin violar la santidad de su misión. Pero la cosa
cambia por completo cuando se trata de prácticas y doctrinas
introducidas contra todo derecho por la decadencia de la moral y por
la aberración intelectual de los espíritus. Ningún período histórico
puede vivir sin religión, sin verdad, sin justicia. Y como estas
supremas realidades sagradas han sido encomendadas por el mismo Dios
a la tutela de la Iglesia, nada hay tan contrario a la Iglesia como
pretender de ella que tolere con disimulo el error y la injusticia o
favorezca con su connivencia lo que perjudique a la religión". |
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57. Pero a pesar de
todo, ¿no es preferible obrar así?
Desde
luego que no. Hay dos razones para no conformarse con las opiniones
del liberalismo llamado católico. La primera es que para este
liberalismo Dios y Jesucristo quedan privados de su Gloria en el
Orden Social. A causa de la posición del Liberalismo llamado católico,
Dios nunca será reconocido, amado y glorificado como debe serio. La
segunda razón es el peligro de condenarse que corren las almas en
una Sociedad formada según los principios del Liberalismo llamado
católico. El Catolicismo es esencialmente invasor y educador. Si no
invade no educa según el Espíritu de Cristo. Este Liberalismo
forma un medio en el que la atmósfera viene a ser fatalmente acatólica
e incluso atea. De esta manera el Liberalismo, llamado católico,
contribuye a la pérdida de innumerables almas.
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58. Pero el Papa León
XIII habla sobre todo de los males causados por el laicismo. ¿Para qué
hablar entonces de la cuestión del Liberalismo?
Es
algo evidente que el laicismo reina ya en el orden social a causa de
los principios del Liberalismo. Sea cual sea el sentido que se le dé
a la palabra "laicismo" es necesario admitir que la
doctrina que se ofrece a la gente bajo esta denominación pone al
hombre en el lugar de Dios. El Hombre debe reinar donde sólo Dios
posee la autoridad. Pues bien, todas las teorías de este género
provienen de la declaración de los Derechos Humanos y de la
libertad de la que ésta goza sobre y contra todo, en particular
contra Dios.
El
laicismo procede por vía directa del Liberalismo. El Liberalismo es
su mayor apoyo, y lo justifica en cuanto revuelta contra el Ser
Supremo. |
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general
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