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CHARLY EN EL QUILMES ROCK
Charly García cantó ante
15 mil personas en Ferro. Un puñado de clásicos alcanzaron para un show
tan vibrante como desprolijo.
Charly
García fue algo así como la estrella de un equipo de fútbol. El jugador
que durante todo un partido se muestra sólo por momentos en todo su
esplendor, pero cuando lo hace deja una marca, y además tiene la virtud
de que ese instante justifique todo lo demás. Anoche en Ferro, en el
cierre de una nueva jornada del Quilmes Rock, García tuvo sus picos de
emoción bajo la lluvia, tocando su clásicos y empapándose con las 15
mil almas que se quedaron a escucharlo. Y valió la pena mojarse sin
importar el viento frío y la madrugada: con un puñado de momentos y toda
su historia, García conquistó Caballito.
Estaban por dar las doce y media cuando Charly, para sorpresa de todos y a
punto de que le cortaran el sonido —el show debía finalizar a la
medianoche— irrumpió con los acordes de "Eiti Leda". Ya había
tocado la versión hardcore de "Los dinosaurios", esa que estrenó
hace dos años en el Luna Park, se había producido el saludo final con
toda su banda al borde del escenario y la gente comenzaba a irse. "No
me dejen solo, che, vuelvan acá", gritó Charly, y le hicieron caso.
Los acordes de "Popotitos", otro clásico de la época de Serú
Giran, tronaron contra las paredes de los edificios del barrio, que
permanecían con las luces encendidas y con gente en los balcones.
A las 22.25, casi una hora después de lo previsto, Charly se subió al
escenario de Ferro al ritmo de "Pecado mortal". Con él tocaron
los chilenos que lo acompañan desde hace tres años y el mismo trío de
cuerdas con el que hizo los shows temáticos de Obras en agosto. El
segundo tema fue "Anedonia", y aunque los problemas de sonido se
solucionaron en forma momentánea, no dejaron de perseguirlo durante el
resto del show. "No pasa nada, say no more", gritó Charly, y
agregó: "No toco nunca más en un festival, no aguanto que me
soporten, queda todo desprolijo".
Fue verdad, ya que los desaciertos sonoros se notaron bastante. Por
ejemplo, los distintos micrófonos que usaba García estaban en diferentes
planos; y los teclados (cuatro distribuidos en todo el escenario) casi
siempre comenzaron a sonar a destiempo. ¿Charly? Con su garganta algo
disminuida, cantando varios temas una octava más abajo, se las arregló
con su chapa de rock star. El público hizo los coros, y también se notó
que es hora de buscar una voz femenina que se complemente con la del músico.
El show tuvo su momento de menor intensidad con el set de temas de
"Rock and Roll Yo", el último disco. Después, en el momento de
"Chipi-Chipi", hubo una dedicatoria a María Gabriela Epumer. Al
rato llegó la lluvia, y lo mejor. "Llorando en el espejo" y
"Seminare" hicieron cantar al público y le pusieron magia la
noche. Empapado, bajo la lluvia, Charly había encantado Caballito, con un
puñado de clásicos y toda su historia
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DE LA RAZON
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