Como
una extensión del segundo capítulo de la guerra contra Irak, Bush intensificó el lunes
su presión sobre Siria para que se abstenga de ayudar a integrantes del régimen
iraquí de Saddam Hussein.
A
su vez le advirtió que "coopere con la Casa Blanca", quien durante
los últimos días viene acusando al
gobierno sirio de apoyar a grupos extremistas y de tener armas químicas.
El
secretario de Relaciones Exteriores de Gran Bretaña, Jack Straw, en
sintonía con la nueva estrategia imperial, dijo el
lunes que Siria debe demostrar a su país, a Estados Unidos y al resto de la
comunidad internacional que ha cortado sus lazos con el ex régimen de Saddam
Hussein.
ColinPowell
y el secretario de Defensa estadounidense, Donald Rumsfeld (olvidando sus
rencillas internas) se manifestaron
sobre la dura advertencia que hizo Bush el domingo, y exigieron la cooperación
de Siria con las gestiones de su gobierno para capturar y castigar a
funcionarios de alto rango del gobierno de Saddam.
Finalizado
el capítulo de la guerra militar convencional en Irak, el gobierno de
Bush
ha centrado su atención sobre Siria, país que el Departamento de Estado,
la CIA, y el Estado de Israel consideran como el principal patrocinador
de las organizaciones fundamentalistas que actúan en el Medio
Oriente.
Como
ocurrió con Irak, la acusan de terrorismo y de desarrollo y
tenencia de armas químicas.
El embajador sirio ante Estados Unidos, Rostom al
Zoubi, en
una entrevista con la CNN dijo que "todas estas acusaciones no tienen fundamento, las
negamos". El calvario de las "desmentidas" de los sirios recuerda
a la de los funcionarios iraquíes antes de la invasión a su país.
Por su parte, el portavoz de la Casa Blanca, Ari Fleischer,
se refirió a la cuestión diciendo que estas acusaciones adquieren sustento
dentro de un contexto histórico de diversos informes elaborados por la
inteligencia norteamericana.
Rumsfeld y Fleischer
mencionaron un informe de la CIA difundido el año pasado, cuya conclusión
decía que
Siria "ya estaba en posesión de gas neurotóxico, pero que "ahora está tratando de elaborar
agentes neurotóxicos más tóxicos y persistentes".
Osama el Bas, un asesor del
presidente de Egipto, Hosni Mubarak, dijo en El Cairo que la imagen de Estados Unidos se vería
dañada si "ataca países árabes uno detrás de otro y si va atrás de
Siria ahora que Iraq se ha tranquilizado".
La
embestida de los halcones del Pentágono y sus socios contra Siria se
produce cuando las acciones militares en suelo iraquí tocan a su fin.
Y en el momento que la ocupación terrítorial de ese país por
Estados Unidos comienza a evidenciar los primeros coletazos de lo que
se visualiza como una "segunda guerra" por el control
de Irak.
Un
conflicto no desatado en el terreno de las operaciones militares
convencionales, sino en el campo de la guerrilla urbana y los
atentados terroristas. Un escenario donde Siria puede jugar un
papel clave.
Tanto
Israel como la Casa Blanca temen que el extenso territorio iraquí ,
principalmente Bagdad y las principales ciudades, se conviertan
en el centro de la "gran palestinización" del Medio
Oriente.
Un contexto que se vería favorecido por la batalla que en el frente
diplomático y político están librando las potencias capitalistas
para limitar el control de EE.UU. y Gran Bretaña sobre Irak.
Todas
estas contradicciones intercapitalistas favorecerían el equipamiento,
financiamiento y logística de las organizaciones de fedayines y
grupos fundamentalistas que actúan en la región.
En
este caso, y como lo hicieron en otras oportunidades de sus políticas
en la zona, China, Rusia o Francia, seguramente proveerán de
armamento a esas organizaciones con el fin de desestabilizar a la
nueva administración de Irak y arrancarle concesiones
económicas a Estados Unidos.
La
"palestinización" de Irak podría así convertirse en el
centro de la disputa económica de Estados Unidos y sus socios
de la OTAN deseosos de participar de las prebendas económicas del
apoderamiento de Irak y de sus pozos petroleros.
En
este marco, la identificación de Siria como país integrante del "eje
del mal" no es casualidad.
Siria,
con 18 millones de habitantes y 180 kilómetros cuadrados de
territorio, está considerada como la sede territorial de todas
las organizaciones terroristas de la región.
Según
la CIA, el Mosad israelí y el servicio de inteligencia británico
allí se encuentra el cuartel general estratégico de todos esos
grupos a los que ya se supone actuando en todas las ciudades
iraquíes.
Como
consecuencia de ello Siria ya está en el objetivo y en la mira de
los halcones norteamericanos.
A
diferencia de Irak, Siria no tiene un valor geopolítico
estrátégico o de expansión económica como Irak, sino que
resulta de importancia clave para terminar con la resistencia social y
los diversos focos de lucha armada cuyo crecimiento se potencializa
con la ocupación de Irak.
Hoy
ya no es solamente Israel la que actúa como potencia
colonizadora en la región, sino el propio EE.UU. quien ha retomado
sus viejas prácticas de ocupación territorial que había
abandonado después de Vietnam.
Hasta ahora la potencia regente del mundo capitalista venía
actuando por "delegación" de poderes, dando
cobertura a grupos internos o naciones (como el caso de Israel) para
que se ocuparan de destruir "enemigos" e instalar gobiernos
"afines" por todo el planeta.
Tanto
en Yugoslavia como en Afganistán los bombardeos
"quirúrgicos" con misiles y bombas inteligentes no fueron
complementados con una invasión de tropas terrestres norteamericanas,
sino por operaciones de la CIA y fuerzas especiales orientadas a
colocar en el gobierno de esos países a grupos dóciles a los
intereses norteamericanos.
En
Irak se lanzó oficialmente la nueva estrategia de invasión
territorial aggiornada en los principios de la nueva Doctrina
de Seguridad Nacional lanzada por Bush el 16 de septiembre del
año pasado.
Los
acontecimientos del 11 de septiembre (11-S)
sirvieron de punto de partida para el lanzamiento de un Nuevo
Orden Mundial cuyas claves se encuentran
dentro de las necesidades del capitalismo nucleado alrededor del
Departamento de Defensa norteamericano, de las petroleras y de los
sectores financieros de Wall Street.
Su
programa está destinado a sacar a los EE.UU. de la recesión
(resultado del capitalismo especulativo de los últimos treinta años)
poniendo como "locomotoras" a una combinación
de desarrollo armamentista y expansión financiera con dominio de
zonas petroleras vitales para el autoabastecimiento y el futuro
económico del imperio.
Su
justificación ideológica es la doctrina del "eje del
mal" elaborada por la asesora de Seguridad Nacional
Condoleeza Rice y los halcones, y que tiene
como objetivo central el lanzamiento de ataques preventivos contra
organizaciones "terroristas" y naciones "hostiles"
que pudieran amenazar la seguridad e intereses de los Estados
Unidos.
Irak,
Irán, Libia, Cuba y Siria fueron
oportunamente señalados como países que cobijaban en su seno al
"eje del mal".
Ahora
Siria acaba de ingresar con todos los honores a ese selecto club de
países condenados a la invasión militar del Imperio.
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