La
escalada verbal contra Siria lanzada por funcionarios del Pentágono y del
gabinete de Bush tomó un nuevo giro, ayer martes, cuando la Casa Blanca, por
boca del secretario de Estado , Colin Powell salió a bajar el
tono de las acusaciones y dijo que "ahora mismo no hay planes de ir a
atacar a alguien más, ni con el objetivo de derrocar a sus líderes ni con el
objetivo de imponer valores democráticos".
Las
aclaraciones de Powell sobre una eventual nueva guerra, esta vez
contra Siria, se conocieron el mismo día en que un informe del diario británico
The Guardian, que cita fuentes bien informadas de los servicios de Inteligencia
estadounidenses, afirmó que fue la Casa Blanca la que frenó los planes
militares contra ese país que estaba desarrollando el Pentágono.
Desde
Qatar, el canciller británico Jack Strawi, en síntonía con el secretario
norteamericano afirmó que su país no planea invadir militarmente Siria.
Pero agregó: "Hay importantes preguntas que Siria tiene que responder y
tratar. Es muy importante que reconozca la nueva realidad y coopere de forma
constructiva con nosotros y Estados Unidos, en particular acerca de todas esas
preguntas sobre que han dado refugio a líderes iraquíes y que tienen armas químicas".
Desde
la posición de los halcones, la consejera para Seguridad Nacional del
presidente Bush, Condoleezza Rice, aseguró ayer en Egipto que "todas
las opciones están abiertas".,respondiendo a un periodista que le
consultó si la vía militar era posible también con Siria.
El
primer ministro israelí, Ariel Sharon, solicitó ayer a la Casa Blanca que ejerza
una mayor presión sobre Siria tras la caída de Saddam. En una entrevista
con el periódico "Yediot Ahronot", Sharon aclaró: "Esto no
significa que Estados Unidos vaya a la guerra, sino una intensa presión diplomática
y económica.
Rusia,
Francia y la Unión Europea salieron ayer a pedir "moderación" al
gobierno norteamericano. Los gobiernos de Rusia y la Unión Europea solicitaron
al gobierno de George Bush que suavice su trato con la administración de
Damasco.
Moscú se involucró en la polémica y calificó como "infundados"
los cargos de EE.UU. a Siria. "Somos escépticos frente a las acusaciones
de Washington a Damasco", dijo.
En
una maniobra que se atribuye a Rumsfeld y a los halcones de Defensa, fuerzas de
la ocupación anglo-estadounidense cortaron ayer un oleoducto que transporta
petróleo desde Irak hacia el territorio sirio, aumentando la tensión
existente.
El
gobierno sirio, calificó ayer de "fabricados" los cargos de
EE.UU. Y reclamaron que se ponga fin a la "ocupación de Irak por EE.UU. y
Gran Bretaña"
Internas
cruzadas en la Casa Blanca
Según
fuentes de Washington, este conjunto de declaraciones cruzadas responde a una crisis
desatada en el Gabinete de Bush tras el anuncio de una virtual guerra contra
Siria si esta no modifica su actitud de proteger al ex régimen de Saddam y de
dar asilo en su territorio a las organizaciones radicalizadas islámicas.
La
ola de presiones internacionales desatadas tras la escalada amenazante contra
Siria del secretario de Defensa Rumsfeld y los halcones desde el lunes,
promovió una polémica entre el ala "negociadora" del
gabinete, encarnada en Powell, y los "duros" que se nuclean
alrededor de la figura dominante de Rumsfeld.
Powell
junto a la Unión Europea y Gran Bretaña buscan una salida negociada
para Irak y la crisis del Medio Oriente.
Este
lobby busca presionar a la Casa Blanca para conseguir una mayor participación
de la ONU en las decisiones de la futura administración de Irak.
Los
bancos y multinacionales europeas operan sobre sus gobiernos para conseguir una cuota
de participación en el negociado capitalista con el petróleo y la
"reconstrucción de Irak". La ocupación norteamericana de Irak
privó a muchas trasnacionales de Rusia, Europa y China de los contratos
comerciales que mantenían con el régimen de Saddam Hussein.
Desde
esa posición, y defendiendo sus intereses económicos, sostuvieron hasta
último momento una oposición cerrada a la invasión norteamericana en
el Consejo de Seguridad de la ONU.
Los
megabancos y grupos de inversión de Wall Street ligados por medio de diversas
redes comunicantes al capital europeo, y que financian por igual proyectos de
uno y otro sector, presionan desde el departamento de Estado para "flexibilizar"
posiciones entre EE.UU. y sus aliados de la OTAN.
Los
halcones y la derecha fundamentalista del complejo militar industrial,
particularmente los consorcios petroleros, intensifican sus presiones sobre la
Casa Blanca y el Congreso para limitar la participación europea y rusa en el
negociado de la conquista de Irak.
Todo este juego de operaciones y lobbys cruzados habría motivado que la Casa
Blanca, escuchando el consejo de los "moderados", saliera a
"enfriar" un poco la situación de tensión con Siria.
La
"teoría de los bolos" en Medio Oriente
Fuentes
políticas del gobierno Sirio hablan, por su parte, de una conspiración
del lobby judio norteamericano y la derecha israelí en el Pentágono
orientada a crear un efecto dominó de la caída de Irak sobre el resto
de las naciones árabes del Medio Oriente.
Se
refieren concretamente al grupo de funcionarios de Defensa y de la Casa
Blanca liderados por Donald Rumsfeld, y que integran entre otros el
vicepresidente Cheney, la asesora de Seguridad Nacional, Condoleezza
Rice; el segundo de Rumsfeld, Paúl Wolfowitz; el Secretario
Adjunto de Estado para Control de Armas John Bolton; y Douglas
Feith, que es
actualmente el tercer funcionario en importancia del Pentágono.
Según
un artículo publicado en The Nation, por Jason Vest en
septiembre de 2002 este grupo, de creciente influencia en el Estado
norteamericano, forma parte del Instituto Judío
de Asuntos de Seguridad Nacional (JINSA por sus siglas en inglés) y el
Centro
de Política de Seguridad (CSP).
De
acuerdo al informe de Vest, "docenas de sus
miembros han ascendido a puestos poderosos en el gobierno," en la actual
administración de EE.UU., donde, "diligentes y persistentes, han logrado
combinar una serie de temas –apoyo a la defensa nacional de misiles, oposición
a los tratados de control de armas, defensa de costosos sistemas de armas, ayuda
con armas a Turquía y en general el unilateralismo estadounidense –en una línea
dura, con el apoyo de la derecha israelí que se encuentra en su centro."
Para
este grupo, según el columnista, "la guerra total, y el cambio de
régimen
que es necesario en todo caso en Irak, Irán, Siria, Arabia Saudí y la
Autoridad Palestina, es un imperativo urgente".
Este
lobby defiende abiertamente la intervención militar en todo el mapa de Medio
Oriente para eliminar "la amenaza árabe a Israel". Y sostiene
que Israel y Turquía son los únicos verdaderos Estados-naciones de la región
y han estado pronosticando la desintegración de algunos Estados árabes
desde la primera Guerra del Golfo.
Brian Whitaker,
columnista de The Guardian, publicó un
documento del año 1996 con el título "Un cambio nítido: una nueva estrategia
para asegurar el territorio nacional," escrito por el grupo JINSA para aconsejar al
entoncesprimer ministro entrante israelí Benjamin Netanyahu. Whitaker
ubica en este documento las raíces de la "teoría de los bolos" del
Oriente Medio, según la cual un golpe dirigido contra Irak puede derribar varios
regímenes árabes del Medio Oriente.
En
ese sentido parece orientarse la actual ofensiva militarista contra Siria por
parte de los halcones.
Y que seguramente no se detendrá hasta que Rumsfeld, Sharon y los suyos
consigan el nuevo objetivo militar de su guerra contra los estados
árabes de la región.
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