La
"interna" presidencial
Rummy,
o sea Donald Rumsfeld, el halcón mayor, odia a los negros. Primero porque son
negros. Segundo
porque son negros. Donde hay un negro puede haber un comunista. Los
comunistas (que se extinguieron con la guerra fría) siempre terminan abrazados
con los negros y los terroristas.
El secretario de Estado Colin Powell es negro. Condoleeza Rice,
asesora de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, es negra. Pero hay
una diferencia: Powell es un negro paloma. Y Condoleezza, es una halcona negra que
se come a las palomas de cualquier color. Por lo tanto, los halcones blancos del
Pentágono, cuyo jefe es Rumsfeld, aman a Condoleezza.
Colin Powell y
Condoleezza Rice, ambos negros, no son precisamente dos vidas paralelas en el
entorno íntimo de la Casa Blanca manejada por W. Bush.
Papá Bush, el verdadero
jefe del clan petrolero en el poder, nunca confundió la misión de cada uno:
Powell está para el papelerío burocrático de la ONU, Condoleezza está para trazar
doctrinas y líneas estratégicas que siempre terminan con las invasiones a los
países "bárbaros" productores de petróleo.
Cuando
Powell llega a las reuniones con su carpeta bajo el brazo, los halcones
cuchichean socarronamente por lo bajo: "ahí trae las pruebas de que Saddam
está cumpliendo con el desarme".
En
el entorno de Bush, son pocos y se conocen todos. Está perfectamente delimitado
el territorio de operaciones y los lobbys que cada uno hace en defensa de los intereses
económicos que representa.
Y
hay dos líneas matrices: Rumsfeld y los suyos representan el lobby de las
petroleras y la industria armamentista, en tanto que Powell y sus palomas juegan
principalmente para el capitalismo financiero concentrado en Wall Street.
No
se trata de establecer una falsa línea de competencia entre esos dos
capitalismos: ambos son el imperio. Las contradicciones parten de su fuente
de ganancia capitalista. Las corporaciones del Complejo extraen su ganancia
de las guerras, y Wall Street factura dividendos financiando las
guerras.
Los
polos contradictorios se establecen a partir del contexto funcional en que se
desarrollan ambos capitalismos: el capitalismo del Complejo Militar extrae
principalmente sus utilidades del presupuesto del Estado nacional
norteamericano.
Fundamentalmente
canalizados a través de tecnología, servicios y proyectos de
investigación.
Los
monstruos financieros de Wall Street, los megaconsorcios como el Morgan o el
Citigroup, financian tanto los proyectos locales como los emprendimientos de
consorcios europeos, asiáticos, o de cualquier punto del planeta.
En
realidad, la diversificación y las infinitas redes comunicantes y "sin
fronteras" de las empresas transnacionales hace que sea imposible
discernir un punto fijo para sus negocios.
El
puente que une a los dos capitalismos es la bolsa de Nueva York. En ese enclave
central del capitalismo internacional, se concentra el poder económico del
imperio americano.
Mucho de los proyectos y ventas de tecnología a Irak, violando el bloqueo
económico, se realizaron sobre la base de emprendimientos europeos o asiáticos
financiados por el Morgan o el Citigroup. El Consenso de Washington, un
cónclave integrado por los jefes de trasnacionales, el Pentágono, el Tesoro y
la Casa Blanca, diseña estrategias comunes para ambos capitalismos.
En
el terreno operativo, cuando se habla de la ONU, se habla del ámbito donde el
capitalismo europeo canaliza diplomáticamente sus áreas de competencia
política con el capitalismo norteamericano.
Por
eso en el universo de la ONU, cuando se habla de Rumsfeld, se habla en
cuchicheos y sin levantar la voz. Los halcones, representantes del capitalismo
expansivo y agresivo del Complejo Militar Industrial, no cuajan demasiado con
las estrategias "globalizadas" de las transnacionales que
negocian con Dios y con el Diablo.
Para
decirlo de otra manera, el capitalismo de los halcones representa en mayor
grado los "intereses nacionales" del Estado imperial
norteamericano, de donde extrae su principal fuente de negocios. Las
potencias nucleadas en el consejo directivo de la ONU, están para traccionar
ganancias hacia sus propios estados capitalistas.
En
esa selva de frases amables, prefieren a Powell, un general negro de
cinco estrellas devenido en diplomático de carrera. En cambio Rumsfeld y su
clan de halcones agresivos -dicen por los pasillos diplomáticos- sólo están
para tirar misiles y arruinar negocios.
Un
sólo color, y dos objetivos
La decisión final de la invasión a Irak
del presidente George W. Bush tuvo que optar entre dos posturas
excluyentes: la línea de los halcones encabezada por Rumsfeld, y
representada como nadie por la consejera de Seguridad Nacional Condoleezza Rice, y la propuesta de las palomas del
Secretario de Estado Colin Powell, las dos con enfoques diferentes respecto a la
invasión de Irak.
Los dos,
son personas de color negro , con ambiciones
electorales que miran hacia la Casa Blanca.
Rice intenta postularse como candidata a vicepresidente de Bush en el 2004, y a la presidencia en
el 2008, en tanto que Powell insiste en seguir su carrera hacia
la presidencia de EE.UU., después
que las luces de Bush se apaguen en el firmamento de Washington.
Los
halcones racistas lo viven a Powell como una "oveja negra" de la
familia que tienen que soportar en nombre de la "democracia
participativa" del grupo de guerreros encabezado por papá Bush.
Nadie sabe porque el
progenitor de W. protege a ese militar fracasado devenido en diplomático. Para
los duros del Pentágono Powell, por ese entonces jefe del Estado Mayor, fue el
responsable del fracaso de la primera Guerra del Golfo en 1991.
Formado en el ejército, con una maestría de la Universidad George Washington,
Powell se benefició con una beca en la Casa Blanca y ahí se relacionó con el
equipo de los "duros" de Reagan: Caspar Weinberger y Frank Carlucci.
Allí
se cobijó bajo el ala del hombre que por dos décadas diseñó las estrategias
expansivas del capitalismo militar norteamericano: George Bush, el padre de W.,
que sacó a su hijo del vicio del alcohol y lo lanzó al vicio de la guerra.
Para
Condoleezza y los halcones,
Powell es una paloma que viste uniforme militar, a quien no le perdonan su
pasado de demócrata converso.
En
1989, el hoy vicepresidente Dick Cheney postuló a Colin para presidir la junta de
jefes de estado mayor, la jefatura operativa máxima del poder militar de
Estados Unidos. Los halcones nunca terminaron de lamentar esta decisión. Powell era entonces demócrata, pero le fue leal a
Reagan por conveniencia.
Vidas paralelas, pero marcadas por profundos intereses contradictorios. Powell
es considerado como "el negro bueno de los blancos" por el
establishment norteamericano, en tanto que Condolezza (o "Condi" como
la llaman cariñosamente Rumsfeld y su equipo) es temida por su
inteligencia y su falta de escrúpulos a la hora de tomar decisiones.
Para
los halcones, en cambio, Condi es una diosa blanca metida en la piel de una
negra. Sobre ella Rumsfeld suele decir: "Condi... Condi..., esa sí que
es una chica de acción".
La
halcona negra
La
asesora de Seguridad Nacional, selecta, de Estados Unidos posee una sólida
formación universitaria, y es dueña de un extenso currículum donde se
destaca por su especialización en asuntos rusos y de control de armas.
Apoya
el proyecto de un escudo defensivo contra misiles balísticos
impulsado por Rumsfeld y sostiene que Estados Unidos debería examinar a fondo
su marco doctrinario estratégico cuyos principios se remontan a la Guerra
Fría.
Condoleezza
Rice, de 49 años, fue la arquitecta principal de la nueva Doctrina de
Seguridad Nacional presentada por Bush al Congreso estadounidense el año
pasado.
En
ese nuevo marco doctrinario se establece que Estados Unidos abandona la
estrategia de la disuasión militar (sostenida durante toda la Guerra
fría) y pasa a la acción preventiva contra los enemigos de la
gran nación norteamericana.
La
"chica negra" de los halcones supo plasmar como nadie las ideas del
grupo sobre cómo terminar con los bárbaros enclavados en el "eje del
mal". Saddam fue el primero en probar la medicina.
Condi posee un bachillerato universitario y doctorado en ciencias políticas
en la Universidad de Denver; licenciatura en la Universidad Notre Dame, y en su
legajo figura como catedrática y administradora en la Universidad de Stanford,
y becaria del Instituto Hoover.
Ha
escrito o colaborado en varios libros, incluyendo " Alemania Unificada y
Europa Transformada" (1995), " La Era de Gorbachov" (1986), y
"Lealtad Incierta: La Unión Soviética y el Ejército Checoslovaco"
(1984). A su llegada a Washington en 1986, trabajó en planificación estratégica
nuclear en el Estado Mayor Conjunto como parte de una beca del Consejo de
Relaciones Extranjeras.
Antes de su paso por la administración de W. Bush fue miembro del
personal del Consejo de Seguridad Nacional, 1989-1991, directora y luego
directora principal de Asuntos Soviéticos y de Europa Oriental; posteriormente
fue nombrada ayudante especial del asesor de Asuntos de Seguridad
Nacional.
Para
sus admiradores del Pentágono, deslumbrados por la capacidad intelectual de la
halcona negra, Condi es algo así como una especie de "Kissinger con
polleras".
Condolezza,
quien integró junto a Cheney y Powell el equipo de campaña de W.Bush, fue
reclutada para las filas republicanas en 1984, durante una cena en Washington
con Brent Scowcroft, quien luego sería consejero de Seguridad Nacional durante
el gobierno de Bush padre.
Tras
un fugaz romance con la luminaria negra, Scowcroft la introdujo en el ambiente
social de la política de Washington. En 1989, Rice se incorporó al CSN como
encargada de los asuntos soviéticos.
Rice
mantiene un férrea amistad (muchos dicen que hubo algo más) con George Shultz,
quien fuera poderoso secretario del Tesoro y luego secretario de Estado en la
era de Reagan.
Precisamente
fue Shultz quien se comunicó con papá Bush quien la ubicó como jefa del equipo exterior del entonces candidato
presidencial, su hijo pródigo W.
Condi se caracteriza por un carácter firme, una preparación intelectual
sólida, y por el bajo perfíl que cultiva en su relación privilegiada
con el despacho presidencial.
Es
dueña de un estilo claro y sencillo para exponer sus ideas, y siempre comienza
sus conferencias con la misma frase:"¿Cuáles son los intereses de
Estados Unidos?"
Condi se reúne con el presidente todos los días, y comparte largas jornadas de
trabajos a solas con él.
Por el lado de los que sirven el café en la Casa Blanca, se comenta que esas
sesiones suelen prolongarse más de la cuenta.
No
faltan los suspicaces que se preguntan: ¿de qué puede hablar tan extensamente
la genial Condolezza con W.?
Algunos
se responden diciendo que ambos dan rienda suelta a su pasión compartida por el
fútbol americano, elaborando largos comentarios sobre los resultados.
Para Condoleezza Rice, según sus biógrafos, el mundo es un campo de batalla
marcado estrictamente por la teoría de la selectividad de las especies.
Es
una guerrera nata, dotada de capacidades estratégicas que asombran a sus
interlocutores . Siempre dice que ella no fue marcada por el racismo que
padeció durante su niñez. Sin embargo, los que la subestimaron o intentaron
minimizarla ante el poder, conocen de su persistencia casi obsesiva por el
revanchismo.
Cuanto
la agreden, como buena halcona, muestra las garras y ataca con lo que tiene: el
poder.
Condi se desempeñó en el CSN durante los años de la crisis terminal de la
Unión Soviética.
Su
fervor anticomunista, no le impidió tomar como suyo un precepto táctico de
Stalin: “se va a la derecha aislando a
la izquierda, luego a la inversa, para después regresar a la derecha sin tener
enemigos al frente”.
En Washington, los rumores de pasillo indicaban que durante el desarrollo
de las operaciones terrestres para la toma de Bagdad, Condolezza Rice seguía
atentamente la cobertura informativa de la CNN en español.
Los
halcones habían evaluado las asimetrías existentes entre la información de la
CNN en inglés y su filial en español.
Los
comentarios de algunos presentadores y corresponsales denotaban una actitud crítica
respecto de las tropas invasoras, y dedicaban abundante cobertura de imágenes
de las marchas pacifistas. Una actitud informativa que difería
notablemente de la versión en inglés.
Entre
los días 28 y 29 de marzo, la CNN en español dedicó largas horas a informar
sobre los rumores que anunciaban una detención de la campaña de
invasión militar.
Se
hablaba del "fracaso" de la estrategia de Rumsfeld, y del
"malestar" existente entre los altos mandos militares del Pentágono.
De
acuerdo a las versiones que corrían en Washington, los halcones investigaron
las fuentes de esos rumores, y llegaron a la conclusión que las mismas partían
de sectores ligados al actual jefe del Estado Mayor General, Richard Myers,
quien mantiene viejos roces con Rumsfeld y los arquitectos de la estrategia
militar de invasión.
Myers,
y otros oficiales de su entorno, fueron relegados por el secretario de Defensa
en la confección de esos planes.
Furiosa,con
los informes de inteligencia en la mano, Condolezza le habría puesto al tanto a
Bush de la supuesta maniobra.
Veinticuatro
horas después, en una reunión cerrada entre Bush, Condolezza y Rumsfeld, se
habría formalizado la decisión de incrementar el potencial ofensivo de las
tropas de la Tercera División de Infantería que avanzaban hacia la toma de
Bagdad.
Tres
días después esas fuerzas tomaron la capital iraquí.
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