En
las últimas 24 horas la prensa internacional se llevó dos sorpresas.
La
primera sucedió cuando en plena fiesta de titulares al estilo de "las
fuerzas de Estados Unidos ya controlan todo Irak" el propio secretario
de Defensa norteamericano salió a desmentir esas noticias diciendo que todavía
"podía correr mucha sangre" antes de que eso sucediera.
La
segunda la experimentaron cuando, horas después de la toma del centro de Bagdad
por los blindados y fuerzas especiales, sus corresponsales tuvieron que relatar
el nuevo fenómeno que estaba sucediendo en distintos puntos de Irak.
Ya
no se trataba de misiles cruceros cayendo sobre Bagdad ni de fuerzas
blindadas atravesando el desierto.Las noticias de la guerra durante el jueves 10
se resumieron en tres palabras: caos, saqueos y francotiradores.
La guerra cambió de escenario. A los combates militares que se siguen
sucediendo por todo Irak ahora se agregan la guerrilla urbana y la anarquía
social extendida por todo el territorio iraquí.
Ayer,
jueves 10, el Pentágono y sus voceros salieron a confirmar- a su manera-
que los planes de ocupación de Irak se habían complicado. "Las áreas
de Bagdad aún son peligrosas", dijo el subjefe del Estado Mayor en una
conferencia de prensa.
Y
luego de reconocer que unidades de la Guardia Republicana siguen operando en el
frente Norte manifestó "no saber con que se iban a encontrar en
Tikrit", la ciudad natal de Sadam donde, en las últimas horas,
corrieron versiones de que se encontraba oculto.
Los
estrategas del Péntagono y los analistas previeron todo, menos lo que está
sucediendo.
Lo que hoy está pasando en Irak está lejos de cualquier proyección
estratégica que en el campo de la inteligencia militar se hacía del
conflicto antes de su inicio.
La
anarquía social, los saqueos, los ajustes de cuentas entre enemigos y
partidarios de Sadam no figuraban en ninguna hipótesis de desenlace de la
ocupación de Irak.
Desde
el principio de la guerra los halcones siempre manejaron dos hipotésis
de máxima para doblegar a Sadam: a) un asalto masivo de fuerzas terrestres
y aéreas combinadas sobre Bagdad, B) conseguir la capitulación o la muerte del
jefe iraquí por medio de una acción intimidatoria militar y psicológica
orientada a quebrar la moral de sus tropas.
Nada
de eso ocurrió sobre el teatro de operaciones militares. Bagdad cayó casi sin
pelear.
Sadam
y su Estado Mayor nunca se rindieron, nadie de importancia en su plana mayor
capituló oficialmente, simplemente desaparecieron todos en un pase
mágico de Mandrake el Mago.
Ni
el más avezado analista militar pudo imaginar este desenlace en el cual una
fuerza defensiva deja a la fuerza invasora en posesión del objetivo y
desaparece del mapa casi sin presentar resistencia y sin dejar rastros.
Sadam
contaba, entre la fuerza Republicana, el ejército regular y ls fedayines,
con más de 50.000 efectivos destinados a defender el perímetro de Bagdad.
¿Dónde están? Es como si una bomba neutrónica se los hubiese tragado con sus
equipos y armamentos.
Lo
que la fuerza estadounidense vive en Irak es simplemente una pesadilla.
Los
invasores se quedaron solos en Bagdad y con una brasa social y militar ardiendo
entre sus manos.
Francotiradores
emboscados por toda la periferia, atentados suicidas, bolsones de resistencia
fedayin que se multiplican como hongo por todas las ciudades de Irak.
La
desaparición misteriosa de Sadam y su estructura de poder les dejó una
ciudad con su infraestructura arrasada, los hospitales atestados de heridos y
mutilados, carencia de agua y de alimentos, muertos y autos calcinados por
calles donde sólo se respira destrucción por todos lados.
Con
la plana mayor iraqui tambien desapareció toda la estructura administrativa
y de seguridad del régimen.
Los
marines y soldados de las fuerzas especiales tuvieron que asumir el papel de
fuerzas de seguridad, una función para la cual no están entrenados.
Los
tanques Abrams y los vehículos artillados no están preparados para administrar
ciudades sino para destruirlas.
Desaparecido
el dictador iraquí y sus tropas de elite, se desataron todas las
contradicciones sociales y políticas contenidas por el régimen durante veinte
años. Saddam contenía los conflictos
étnicos y garantizaba un "orden" social a punta de deguello.
Salido de la escena nadie controla.
Ajustes
de cuentas entre sus partidarios y enemigos, conflictos étnicos y políticos de
vieja data que afloran a la luz del día, como la crisis entre kurdos y turcos
que amenaza con desestabilizar todo el norte iraquí.
A
todo esto hay que sumarle la tensiones regionales de EE.UU. con países
vecinos como Siria o Jordania que son azuzadas permanentemente por las potencias
que quieren conseguir su tajada capitalista en el petróleo iraquí y la
reconstrucción de Irak.
Es,
sin ninguna duda, el peor escenario que sus planificadores pudieran
haber imaginado para la ocupación militar de Irak.
El
fantasma de Vietnam se pasea por este segundo capítulo de la
invasión norteamericana. Cuyo desenlace, y
ramificaciones, en las próximos días, o en los próximos años, ni siquiera
Mandrake el Mago podría preveer.
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