Guerra
imperial y conquista económica
(IAR)
- Las
guerras imperiales de conquista como la que EE.UU. lanzó contra Irak no se
hacen por razones ideológicas sino por necesidades de conquista económica.
Siempre
existe una relación concreta entre las guerras de EE.UU., el petróleo,
la venta de armas, y la expansión del poder capitalista global concentrado
en Wall Street y en las metrópolis financieras europeas.
Puede
decirse, contradiciendo la opinión de algunos analistas, que no existe un
capitalismo petrolero-armamentista por un lado, o un capitalismo bancario-financiero
por el otro.
Ambos
son la cara de una misma moneda. En las guerras como en la
"pax" del imperio, las petroleras, el complejo militar-industrial y la
catedral financiera de Wall Street funcionan desigual y combinadamente
encuadrados en un mismo objetivo: la búsqueda de expansión y acumulación
de la ganancia capitalista a escala planetaria.
El
complejo entramado de "vasos comunicantes" entre el capitalismo
financiero, tecnológico, industrial, de servicios, informático y
comunicacional revela un grado increíble de concentración,
diversificación, e intereses comunes de las megacorporaciones
transnacionales que se dividen el planeta como un gran mercado.
Tanto
las "cuatro grandes" contratistas del complejo militar-industria (Lockheed
Martin, Boeing, Raytheon, General Dynamics),
como las "cuatro hermanas" (Exxon-Mobil, Chevron-Texaco,
Royal Dutch Shell y BP) que
monopolizan la extracción y comercialización del petróleo a escala mundial,
cotizan sus acciones y se capitalizan en la bolsa de Wall Street.
Y
como ya sucedió en Yugoslavia, en Afganistán, y ahora está sucediendo en
Irak, detrás de los aviones, los tanques, y las "bombas inteligentes" siempre
llega un ejército de lobbistas, consultores y representantes de los
bancos y grupos de inversión de Wall Street dispuestos a "invertir"
en la reconstrucción de las infraestructuras e instalaciones destruidas por los
bombardeos.
Detrás
de cada cada guerra, están los fabricantes de armas que extraen su
ganancia capitalista del billón de dólares anuales destinados a los
presupuesto militares. Están las petroleras y gasíferas que explotan y
regulan los mercados multimillonarios del petróleo y la energía. Están
los megabancos y megagrupos de inversión de Wall Street (Citigroup,
Goldaman Sachs y J.P.Morgan-Chase) que embolsan
fabulosas sumas "financiando" las "recontrucciones" de los
países arrasados por los misiles y las bombas inteligentes.
Y
también las poderosas trasnacionales industriales como Ford o General
Motors, o los megaconsorcios de la electrónica y de la informática
como IBM o Microsoft, las
líderes de la llamada "nueva economía" y de la tecnología de
última generación, que suscriben contratos por miles de millones de dólares
con el departamento de Defensa de los Estados Unidos.
Todo
este complejo entramado de intereses capitalistas están entrelazados
entre sí por medio de fusiones, de accionistas y de estructuras societarias anónimas,
o por el simple hecho de compartir los mismos directivos y accionistas.
Conforman
las redes del capitalismo globalizado,
cuyas filiales y casas matrices pueden
estar en Europa, Asia, o en cualquier continente, pero sus redes operativas
centrales tienen su terminal en Wall Street o en el Complejo militar-industrial
de EE.UU.
Sus
directivos y gerentes son a su vez funcionarios del Estado, de la
Justicia o del Poder Judicial de la potencia hegemónica, y cuya función en
el cargo es la de hacer lobby en favor de los intereses de la red de
transnacionales que representan.
La
ocupación militar de Irak no es obra exclusiva de un grupo de halcones
militaristas mesiánicos en cabezados por W Bush. Ellos apenas representan
la parte gerencial-militar de un complejo entramado de intereses económicos y
financieros cuyos planes de conquista y expansión nunca se detienen. Las
administraciones de turno de Washington sólo representan su cara más brutal
y visible por medio de las cual se desvian las reales motivaciones de explotación
económica que conllevan las guerras por conquistas territoriales del
imperio americano.
Detrás
de la invasión militar a Irak, lucrando con la sangre de iraquies inocentes,
están los bancos,
petroleras, gasíferas, fabricantes de armas, medios de comunicación, tecnología
aeroespacial, informática, laboratorios, biotecnología, industria, construcción,
electrificadoras, y todo lo que existe en el mundo del capitalismo globalizado y
sin fronteras.
Es precisamente la historia que no cuentan los "analistas" y
corresponsales de las cadenas internacionales de noticias que relatan la guerra
como si fuera un partido de fútbol entre "buenos" y "malos".
Y
con estructuras mediáticas financiadas por avisos comerciales de las mismas
multinacionales que se benefician económicamente con las masacres
cíclicas de la maquinaria bélica norteamericana.
El
poder "locomotora" del Imperio
Es
ingenuo reducir el accionar del imperio angloamericano (potencia regente del
capitalismo a escala mundial) a una aventura de
halcones-guerreristas-petroleros nucleados en el gabinete de Bush.
Decir
que las guerras imperialistas son particularmente "petroleras",
o "armamentistas", o "financieras", es reducir
la comprensión del fenómeno capitalista como
totalidad interactiva.
El
capitalismo trasnacional funciona como un proyecto totalizado.
No
solamente conquista militarmente y explota recursos naturales y mano de
obra de los países dominados.También somete financieramente,
maneja y legitima gobiernos títeres funcionales a sus intereses,
direcciona y modela conductas sociales mediante la prensa y los
periodistas cómplices, y nivela necesidades de consumo iguales a para
todo el planeta.
Los
Cheney, los Rice, o los Rumsfeld, o el propio W. Bush son simples ejecutores de
estrategias militaristas de Estado, cuyos objetivos reales se asientan en las frías
matemáticas capitalistas de los altos ejecutivos de las transnacionales
y los bancos de inversión de Nueva York o de las metrópolis europeas.
Militarmente
EEUU se comporta como lo que es: la potencia regente unipolar, el Estado
imperial del capitalismo planetario, el gendarme armado del mundo
explotador, cuyo poder científico- económico- tecnológico- militar supera
al de todas las potencias juntas de Europa o de Asia.
La
abrumante supremacía militar y tecnológica de EE.UU. es tan funcional y
necesaria al capitalismo explotador, como la policía es necesaria para proteger
de sus víctimas al usurero.
Es
imposible pensar la explotación del hombre por el hombre realizada por
el capitalismo, sin el poder militar imperial detrás.
Estadísticamente,
en el desarrollo histórico de todos los procesos imperialistas de la humanidad,
primero estuvo la conquista militar- territorial, luego la conquista y el
sometimiento económico, luego la colonización cultural, y hoy,
en la era de la informática y las comunicaciones, la colonización mediática,
que cierra el círculo de dominación en la cabeza del sometido.
Estados
Unidos es el dueño de la moneda patrón del mundo: el dólar. Es el dueño
de la Reserva Federal, del Complejo militar-industrial más
poderoso del planeta, del poder tecnológico-informático mundial situado
en Silicon Valley, y de Wall Street (la meca del capitalismo
mundial).
Es
el dueño real del FMI, de la ONU, de la OTAN y de todas
las instituciones multilaterales de crédito. Su PBI anual es igual al de las
nueve primeras potencias juntas.
Matemáticamente,
su poder representa entre el 50 y el 60% de todo lo que hay en el
planeta, y es el propietario del arsenal nuclear y militar más grande
del planeta (capaz de destruir decenas de veces la Tierra).
Y
por si eso no bastara, es el dueño de Hollywood y de las cadenas televisivas y
radiales más poderosas del planeta.
EE.UU.
invade militarmente, domina económicamente, controla y nivela mediaticamente un
pensamiento universal a su medida, y entretiene al mundo con los espectáculos
y las historias de guerra contadas por Hollyvood y la CCN.
El
desarrollo expansivo del capital transnacional (industrial, tecnológico o
financiero) está atado al rol y al poder militar del Estado imperial
norteamericano.
La
expansión en el exterior de las corporaciones multinacionales se apoya en el
arsenal nuclear y en la maquinaria militar de la potencia regente.
El
Estado imperial locomotora y los Estados "vagones" de sus socios
menores europeos, regulan los mercados, y protegen políticamente sus intereses
en los Estados dependientes.
La
fórmula de la locomotora imperial y sus socios capitalistas de Europa se resume
en un axioma: libre mercado y destrucción de los estados nacionales en el
mundo dependiente, estado
nacional y proteccionismo estratégico hacia adentro de sus fronteras.
Nucleados
formalmente dentro de la OTAN, el gran Estado locomotora militar- imperial y sus
países socios, protegen las estrategias conquistadoras de sus transnacionales
extendidas por toda la geografía dependiente de Asia, Africa y América latina.
Un
informe del Financial Times de mayo de 2002, analiza que casi un
48% de las mayores compañías y bancos en el mundo son de los EE.UU. y un 30%
son de la Unión Europea, sólo 10% son japoneses.
En
síntesis, casi 90% de las mayores corporaciones que dominan la
industria, la banca, y los negocios son estadounidenses, europeas o japonesas. Africa
y América Latina no figuran en la lista.
Cinco
de los 10 principales bancos, seis de las 10 principales compañías farmacéuticas
y/o biotecnológicas, cuatro de las 10 principales compañías de telecomunicaciones,
siete de las principales compañías de tecnologías de la información,
cuatro de las principales compañías de petróleo y gas, nueve de las 10
principales compañías de software, cuatro de las 10 principales compañías
de seguros y nueve de las 10 principales compañías de comercio
minorista, son estadounidenses.
La
concentración de poder económico de los EE.UU. es aún más evidente en el círculo
de las mayores compañías, donde los Estados Unidos tienen una
abrumadora presencia y dominio.
Entre
las 10 principales transnacionales del mundo: 90% son propiedad
estadounidense; de las principales 25, 72% son propiedad estadounidense; de
las principales 50, 70% son estadounidenses y de las principales 100, 57% son
propiedad estadounidense.
Los
flujos de los sectores financiero, farmacéutico, de software y de seguros están
formados por las diez principales compañías estadounidenses y europeas.
Los
mercados mundiales están divididos entre las principales 238 compañías y
bancos de los EE.UU. y las 153 de la Unión Europea, y
el 80% de las principales corporaciones de petróleo y de gas son propiedades
estadounidenses o europeas.
La
concentración del poder económico mundial en las corporaciones y bancos
norteamericanos, y en menor medida, en los de la Unión Europea, revela
claramente la condición de "socios principales" de los países
europeos enlas estrategias económico-militares de EE.UU. por todo el planeta.
Claves
estratégicas de la conquista de Irak
Ninguna
administración de Washington inicia una guerra, sin el aval o el consentimiento
del poder real del capitalismo norteamericano con asiento en Nueva York.
La
maquinaria política y administrativa del Estado imperial norteamericano está
en función de las necesidades expansivas de sus trasnacionales. Los
propios funcionarios, integrantes del Gabinete o legisladores son empleados o
altos directivos del poder económico.
Como
ya se dijo más arriba, el capitalismo petrolero o armamentista
del Pentágono, es parte integral y funcional del capitalismo financiero
con sede en Wall Street y en las metrópolis europeas.
Bush
y sus halcones militaristas, como lo fueron Clinton y su troupe
bancaria, son operadores circunstanciales de las necesidades estratégicas
de un capitalismo que, más allá de sus competencias internas entre
"halcones" y "moderados", funciona en una interacción económica
- militar totalizada.
Clinton,
Rubin, y el Consenso de Washington lanzaron la "burbuja
financiera" de libre mercado y capitalismo sin fronteras, pero también
lanzaron la invasión militar a Yugoslavia con el objetivo de expandir el
capitalismo hacia los ex países comunistas de Europa del Este.
Bush
y sus halcones petroleros representan una extensión, por otras vías, de ese
capitalismo transnacional que hoy ejercita una política expansiva de doble vía
por todo el planeta.
Por
un lado articulan sus estrategias capitalistas con gobiernos títeres y democracias
formales con las que legitiman sus negocios; por el otro, el Estado
militar-imperial y la CIA desestabilizan gobiernos rebeldes o invaden países
al más puro estilo de los imperios militares más descarnados, como lo están
haciendo en Irak.
En
los 90 la especulación financiera obró como la fuerza motriz
principal de la ganancia capitalista, sobre todo en Asia y Latinoamérica.
Hoy
la conquista militar se dirige a los centros estratégicos del
petróleo y la energía, vitales para la supervivencia de la sociedad de
consumo norteamericana y del occidente capitalista.
Estos
nuevos polos de expansión y desarrollo capitalista son claves para la
superación del declive de la " burbuja" especulativa del capitalismo
financiero de los 90.
Las
" cuatro hermanas" del petróleo, o las cuatro contratistas mayores
del Complejo Militar Industrial norteamericano, son hermanas siamesas de los
bancos y grupos de inversión sintetizados en el Citigroup o el Morgan-Chase.
El
poder económico, la base del Estado militar-imperial norteamericano, se
concreta en cifras estadísticas, en números, en los dos billones de dólares
del presupuesto de los Estados Unidos. Billones de dólares aspirados
principalmente por la explotación financiera y la monumental trasferencia de
recursos desde los países dependientes.
Este
proceso fue potenciado por el desmantelamiento de los
Estados nacionales y de sus legislaciones protectoras, realizado por el
modelo de "libre mercado" con apertura irrestricta de sus
economías, que dejaron a los Estados dependientes (Argentina como el caso más
extremo) sin el manejo de sus recursos y en manos de la voracidad del capital
financiero.
Hoy
la dinámica capitalista, con economías, tanto centrales como dependientes, en
crisis y en recesión, orienta nuevamnte su reactivación hacia el
petróleo y el desarrollo de la tecnología y la industria armamentista.
Desde
la última Guerra Mundial, el
gasto militar ha sido el instrumento privilegiado de la reactivación del
Estado imperial y de sus asociados.
El
Complejo militar-industrial con sus megaproyectos financiados por el
capitalismo de Wall Street, fue el motor principal de la reactivación
económica estadounidense.
La
recuperación norteamericana de 1982-90 se sostuvo en un incremento del 50% de
los gastos bélicos, que a su vez determinaron un salto de la deuda pública de
EE.UU., del 27% del PBI en 1980 al 63% en 1993.
En
ese lapso, EE.UU. llegó a invertir el 66% de su presupuesto de investigación
en el área militar, contra el 19% de Alemania y el 9% de Japón.
Con
la invasión y la ocupación de Irak nuevamente la reactivación económica del
imperio apuesta a la economía bélica y a un avance de sus
trasnacionales industriales y financieras montadas en la invasión
militar.
En
este proyecto estratégico, la conquista de Irak no está pensada solamente en
función del petróleo y de las armas.
La
posesión del petróleo iraquí obrará como fuente de inversión de un nuevo
proceso de acumulación a través de la "reconstrucción" y
la "modernización" del país después de la destrucción
militar.
Infraestructura,
carreteras, electrificación, construcción , entre otras, conforman los
sustentos básicos de gigantescos proyectos de inversión provenientes de los
megagrupos y megabancos de Wall Street y de Europa.
Como
dicen algunos patricios del capitalismo neoyorquino en la intimidad :"vamos
a construir un nuevo Iraq con el petróleo iraquí"
Con
Irán y su petróleo perdieron a fines de los 70 a su principal bastión
de acumulación capitalista en la región. Veinte
años después, avanzan sobre Irak para desarrollar una nueva plataforma económica
de expansión y cerrar su control militar estratégico sobre el Medio Oriente y
el Golfo Pérsico.
Después,
si antes no les estalla el mundo en las manos, apuntarán a la recaptura
de Irán y su petróleo, y desde allí intentarán reedificar un
nuevo megaproyecto de acumulación capitalista similar al pensado para Irak.
Con
la ocupación militar de Irak, Irán quedará geopolíticamente aislado y
militarmente rodeado por la maquinaria militar y las bases de EE.UU.
instaladas en su frontera. La
futura invasión militar a Irán -tras la ocupación de Irak y el final
de Saddam- ya está escrita y planificada por los estrategas del Pentágono.
Y
desde allí, como dicen en los círculos de la inteligencia militar
estadounidense: "hasta el sudeste asiático, no paramos".
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